Tany mi esclava

Educar a mi esclava en la habitación de un hotel.

Vivo en una ciudad de Europa, soy un hombre maduro de mediana edad, amante de la vida familiar y aburrida de la clase media, pero tengo mi lado perverso, oscuro, me gusta ser amo, es más, realmente es cuando le veo sentido a mi vida.

Me he dado cuenta de esto no hace mucho y si os soy sincero no tengo demasiada experiencia.

Mi relato lo novelaré lo justo para darle ritmo narrativo.

Conocí a mi amiga Tany hace pocos años en un chat, una bella sudamericana de mis mismos años, casada, católica, respetable madre y esposa, de un precioso país que me ha hecho amar, Argentina.

En un principio nos limitamos a charlar de madrugada sobre diferentes temas, historia, política, hijos, nada de sexo.

Me gustó su forma de pensar y su cultura, siempre es lo primero que me atrae de una mujer, debo ser de un planeta que no se ubica en el sistema solar.

Como cualquier persona tenía curiosidad por saber cómo era físicamente, insistía constantemente en vernos por la cam, me costó bastante convencerla y por fin una noche se conecto con su vieja cámara, era preciosa, de una belleza poco usual, personal diría yo, desde que la vi tomé la determinación de seducirla a cualquier precio.

Después de horas, días y meses pude salvar sus prejuicios y tabúes, poco a poco logré que usara mas escotes, posteriormente batas para nuestras entrevistas, de forma que resultase más fácil acceder a su fascinante cuerpo mientras yo me acariciaba en la intimidad de mi despacho, al final nos convertimos en amantes cibernéticos. He amado a esa mujer, si se quiere en la distancia y en el recuadro del MSN, pero el sentimiento era mutuo y verdadero, más real que algunas de las que he acariciado en mis brazos.

En el transcurso de nuestras conversaciones se hizo obvio que realmente nunca había disfrutado de un orgasmo.

¿Marido poco habilidoso, educación represiva y un decadente ambiente burgués?

Seguramente todo lo anterior y mas, nunca se había masturbado, cuando le insistía que lo hiciera delante de la cámara se mostraba torpe e insegura, siempre acababa a solas sin testigos, cosa que me hizo dudar, al final por sus mismas explicaciones me convencí de que para ella excitarse era sinónimo de orgasmo.

Poco a poco, se me fue despertando mi naturaleza de amo, fui cambiando mi actitud, me volví más dominante y despótico, dispensador de premios y castigos.

Como era y es una mujer inteligente, me confesó que admitía que en nuestra relación fuera yo el dominante pero hasta ciertos límites, aun no me daba cuenta pero creo que ya deseaba hacerla mi esclava.

No quiero cansar a nadie, finalmente le hable de mis deseos abiertamente, dudó pero aceptó, a partir de ese momento la obligación de todo amo es educar a su sierva hasta conseguir la sumisión total, que entienda que el amor, la responsabilidad, erotismo y pasión se resumen en satisfacer a su dueño en todos sus deseos, esa es la fuente de su felicidad, sentirse poseída.

Jugábamos en los chat y en sus viajes a Buenos aires para hacerla vivir experiencias nuevas, provocar, enseñar, dejarse sobar en un transporte público, dirigía su vida sexual para alimentar mi sentimiento de poder y mi morbo.

Mi meta final era que se acostase con un desconocido, me costó meses organizarlo y por fin pude darle la orden en un correo, preséntate en esta habitación del hotel que te indico en Buenos Aires, a las 6 de la tarde en punto, encontraras la puerta entreabierta y la luz apagada, entra sin temor.

Os traslado el relato que me hizo Tany con posterioridad.

Cuando recibí el correo, mi pulso se aceleró por una mezcla de miedo y deseo, me puse a fantasear para darme ánimo con lo que me podría tener preparado mi amo, sabía que no tenía otra alternativa que cumplir sus deseos.

Quise que me diera algún detalle pero se negó a hablar más de su orden, siempre cerraba la conversación diciendo.

-Limítate hacer lo que te he dicho con exactitud.

Una vez en Buenos Aires, llegue al hotel un cuarto de hora antes de las seis, me tomé un refresco en la cafetería del hotel para aplacar mis nervios y calmar la sequedad de mi boca, estaba aterrada.

Cuando se fue acercando las seis me puse en pié, inicié el camino hacia la habitación, encontré la puerta y respiré hondo, estaba mareada pero no podía hacer otra cosa que empujarla, cedió suavemente, la habitación estaba a oscuras, con decisión di un par de pasos hacia el interior, la oscuridad me envolvió, en ese momento alguien me agarró por detrás para ahogar mi grito, cerró la puerta a su espalda, me tapo la boca y los ojos con sendos pañuelos, con rudeza me echó encima de la cama.

El pánico se apoderó de mí, forcejeé para liberarme de su abrazo hasta que estalló un tortazo en mi cara, aprovechó mi desconcierto para amararme rápidamente, sentía la suavidad de los pañuelos en mis muñecas y en los tobillos.

En la oscuridad escuche el interruptor de la luz, después el silencio roto por el galopar de mi corazón, estaba aterrada, respiraba con fuerza, me faltaba el aire y sudaba copiosamente.

Estaba expectante, pendiente de cualquier ruido, todo seguía en silencio, de pronto sentí el frio del metal en mi cara, me debatí infructuosamente.

-si te mueves vas a poner la cama empapada de sangre, tú eliges.

El terror me atenazo, sabía que no era una amenaza inofensiva.

¿Cómo he podido verme envuelta en algo así?

Me acordaba de mis hijas, hasta de mi marido, empecé a sollozar lastimosamente.

El frío metal recorrió mi cuerpo lentamente, se paró en mis pezones acariciándolos en círculo con delicadeza, se llevó su tiempo hasta que consiguió erguirlos, pasó por mis piernas terminando en los tobillos para subir hasta mi sexo, llevaba unos pantalones finos, ceñidos tal como me había indicado mi amo, ahora lo odiaba, me prometí a mi misma que si salía de esto terminaría con estos juegos, la culpa de todo era mía por meterme en historias tan extrañas.

Él siguió insistiendo sobre mi sexo, después se pasó a mi blusa, me di cuenta que era unas tijeras, eso me tranquilizó, me parecía menos peligrosa que si fuera un cuchillo.

Terminó de arrancarme todos los botones, lentamente me cortó las mangas, me incorporó para tirando de ella dejarme en sostén.

Esta vez los pezones reaccionaron con más rapidez, el miedo se estaba fundiendo con la excitación, cortó dos trozos de tela, dejando mis fresas descubiertas, hubo un momento que las tijeras envolvieron una de mis erguidas puntas como si fuera a cortármela, me quede sin respiración, pero sentí el calor de su boca envolviendo mi carne, las tijeras quedaron aún lado, su lengua recorrió cada centímetro de mi cuerpo menos la parte que cubría mis pantalones.

Había notado la dureza de su miembro sobre mis muslos y su respiración entrecortada en mi piel, tenía mis bragas totalmente mojadas, mi respiración era más lenta y profunda, estaba excitada como no lo había estado nunca.

Mi pantalón y el resto siguieron el camino de mi blusa, quedé desnuda sobre la colcha, hubo un impase de espera hasta que empezó acariciarme los pies, los muslos, en mi barriga descubrí que lo que me rozaba era su sexo, esto me produjo temblores, al llegar a mi boca me quitó el pañuelo, la abrí para acariciarlo con mi lengua hasta que la engullí casi hasta la mitad, la saboreé despacio, empezó un movimiento de entrada y salida pero teniendo cuidado de no atragantarme, con delicadeza.

No era la primera vez que mamaba un pene, pero este fue diferente, estaba casi pasiva, era él quien llevaba el ritmo, se paraba de vez en cuando para que yo succionase con vehemencia, no note que se venía, su semen estallo en mi paladar, me atragante por la sorpresa pero no la saco, esperó a que tosiese levemente un par de veces y continuase chupando, tragando todo lo que no había rebozado de mis labios.

Después la sacó de mi hambrienta boca para taparla con la suya, fue bajando, entre sus manos y sus labios sentía todo mi cuerpo, se apoderó de mi sexo, ahora me debatía poniendo a prueba los nudos de mis amarres por pura excitación, mis gemidos llenaron la habitación, cuando notó que estaba mi orgasmo cerca, me apretó con fuerza mis pezones.

Una oleada de calor subió y bajó por mi cuerpo para centrase en mi coño, donde explotó un placer de dioses, no sé cuanto duró, ni cuantas cumbres y valles tuvo, sin fue uno o varios, perdí toda noción de la realidad.

Sudorosa seguía produciendo leves ruidos de llanto, sin sentir el peso de su cuerpo la punta de su pene presionó la entrada de mi coño, mi cuerpo volvió a reaccionar de inmediato, fue entrando lentamente, las paredes de mi cavidad se fueron tensando para dar cabida a esa masa de carne y sangre, toda mi atención estaba centrada en cómo se iba abriendo camino, milímetro a milímetro.

Lo llenó todo demostrando la elasticidad de mi vagina, lo dejó inerte mientras me besaba y acariciaba con ternura, recostó el peso de su cuerpo, yo intentaba mover mis caderas para iniciar el vaivén pero no lo conseguía, al rato cuando me tenía al punto de la locura empezó a moverse muy lentamente, entraba y salía, su ritmo se fue intensificando hasta volverse pasional, frenético, bruscamente se quedó quieto, me di cuenta que tenía las piernas libres, no sé cuando me soltó o se soltaron, rodeé su cuerpo con ellas, volvió a incrementar progresivamente el movimiento de sus caderas hasta que se dio cuenta que me había vuelto a explotar otro descomunal orgasmo, volvió a pararse, clavé los talones en el colchón, mis caderas tomaron vida propia, mis gritos llenaron el hotel, cabalgaba sobre su poya a un ritmo furioso, unos golpecitos en el cuello del útero me avisaron del clímax masculino, proyecte mi cuerpo todo lo que puede hacia arriba, su pelvis presionó mi clítoris.

Debí perder el sentido o simplemente me trasporté a otro mundo, cuando me desperté estaba sola, tenía suelta una mano, terminé de desatarme, me quité la venda, eché un vistazo a la habitación, mi ropa estaba hecha arrapos en el suelo, inservible, había un portátil encendido encima de la mesa con un folio en el teclado con la leyenda "Sal de esta sesión de MSN y entra en la tuya"

Antes de cerrar la conversación observé que la cámara enviaba las imágenes de la cama a mi amo, lo había visto todo, la cerré y hice lo que me ordenaba, mi amo estaba esperándome impecablemente vestido.

  • Gracias amo.

  • Mete tu ropa en una bolsa que encontraras en el servicio y la tiras en un contenedor de basura, tienes una gabardina en el armario con dinero en los bolsillos para que te compres ropa.

  • ¿La computadora?

  • la dejas donde está, es del hotel.

  • ¿No habrá algún rastro o grabación?

  • No tengas cuidado me he asegurado.

  • Gracias amo, muchas gracias, quiero contártelo todo.

  • Nos vemos cuando llegue a casa, ahora estoy en un hotel en Madrid.

Entre en mi casa y besé a mi mujer en la boca mientras dejaba las maletas en el suelo.

  • ¿Que tal por Madrid?

  • Bien

  • ¿Cómo has comido?

  • He probado los restaurantes argentinos.

  • Ah sí ¿y qué tal?

  • Muy bien.

Se puso a deshacer mi maleta

  • ¿Y estas tijeras?

  • Me hicieron falta, las compré en Madrid.

  • Te las dejo o me quedo con ellas.

  • No creo que me hagan falta más, quédatelas si las quieres.