Tantos años con mi hermana

Acordé con mi hermana tener sexo anal, todas las semanas.

Esta historia parecerá algo rara pero para nosotros fue muy normal.

Yo tenía 19 años y mi hermana cumplía 15. Hacía ya un buen tiempo que me llamaba la atención como se había desarrollado en los últimos tiempos. Éramos muy compañeros con Luciana y siempre estábamos juntos. Yo me sentía mal a veces por pensar cosas o mirar de más a mi hermana, pero ella estaba cada vez más mujercita.

Cuando cumplió los quince ya era una chica muy linda, morocha de ojos claros y con un cuerpo casi perfecto. Llamaba la atención de muchos por su cuerpo y sus ojazos, tenía que ver siempre a mis amigos mirándola irse o venir.

Un día peleándonos comenzamos a forcejear y yo la abracé dejándola inmóvil. En ese momento sentí que me calentaba. Nos separamos y no nos dijimos nada, pero yo sabía que ella notaba algo.

Siempre la miraba preparase para salir o bañarse, su cuerpito tenía unas curvas hermosas. Creo que lo que más me gustaba de Luciana era su cola, chiquita pero bien parada y con la dureza propia de una nena. A veces venía y me mostraba ropa que se había comprado o que iba a usar y yo aprovechaba para mirarla bien, tocarla y me re calentaba. Creo que ella cada vez jugaba más conmigo.

Nuestros padres solían salir con unos amigos todos los viernes y yo era el encargado de la casa y de mi hermana. Esas noches yo aprovechaba para acercarme a ella, nos calentábamos ambos. Nos preparábamos para salir y nos rozábamos, nos mirábamos, era un juego constante.

Un viernes ella no salía y yo tampoco, nos pusimos a ver una película. Ella estaba con un piyama que era un shortcito rosa y una remerita cortita. Cada vez que se paraba por algo yo no podía creer lo bien que le calzaba esos shorts, la cola de mi hermana era cada vez más llamativa. Mientras mirábamos la película me recosté sobre ella y comencé a darle besitos en las piernas. Ella no se inmutaba, y yo fui subiendo hasta besarla en la boca. Luciana me miró y sonrió, para ella todo era un juego.

Para mi era el comienzo de algo hermoso. Le dije al oído que me gustaba su cuerpo y le pedí que me desfilara. Ella se paró y dio unas vueltas y caminaba como una modelo. Yo estaba re caliente. Le pedí que se detuviera justo cuando estaba de espaldas, me quedé mirando su cola. Con mis manos la tomé de la cintura y me la acerqué. Comencé a besarle los glúteos por encima de los shorts. "Me encanta tu cola, Lu", le dije. Ella inocente se quedaba quieta. La recosté sobre el sillón y le dije: "Luciana, porque no lo hacemos." Ella me dijo "qué?". Le dije que me gustaba mucho y que como hermanos podíamos tener sexo normalmente para divertirnos. Ella se reía pero ahora como más nerviosa. Yo se que ella era virgen y hacía rato quería que alguien le haga el amor. Empecé a besarla apasionadamente y ella también se prendió. Le pasaba mis manos por todo su cuerpito, tenía la pija como una roca.

Me saque los pantalones para mostrar que estaba todo bien, ella se quedó sorprendida al verme tan erecto, pero no dijo nada. Le saqué la ropa y estando encima de ella, pensé que desvirgarla era muy raro, yo no quería ser el primero. Y con lo que me gustaba su cola prefería hacérselo por atrás, cosa que mi novia no me dejaba. Así que sin decirle nada la di vuelta y la besé por todos lados, ella esta re excitada. Se mojaba y cortaba la respiración. En un segundo me paré y fui a buscar algo para lubricarla, tenía miedo de hacerle mal. Agarré aceite (lo primero que encontré), volví y le volqué un poco sobre la colita. Era hermoso ver deslizarse el aceite por la cola de mi hermana. Ella no se daba cuenta de lo que le iba a hacer. Me coloqué encima de ella y le dije al oído que por la cola era mejor porque éramos hermanos y quería evitar cualquier problema. Ella sorprendentemente no se molestó, creo que no sabía mucho del tema.

Después de tanto tiempo mirándola crecer y viendo como con su cola calentaba a mis amigos y a todo el mundo, yo estaba a punto de cojerla por el culo. La hice poner como en cuatro y agachar bien la cabeza y los codos para tratar de evitarle el dolor. Me arrodillé detrás y tomé con ambas manos su cola, era un sueño. Empecé a masajearle con los dedos la zona, de apoco fui hundiéndole mis dedos en el ano perfecto de Luciana. Uno, dos dedos pude meterle. Ella quería cumplir con mis deseos y se quejaba pero bien, como inspirándome a seguir. Cuando vi que tenía algo dilatado le apoyé mi pija. Presioné pero su colita era muy chica y virgen, costaba mucho entrarle. Ella me gritaba y estaba muy caliente. Con mis manos le apreté un poco la cintura y le hundí de apoco la pija en el culo. Nunca la había visto a mi hermana así, me miraba, como podía, con los ojos lloroso, cara de sufrimiento pero confiada en que yo no le haría mal.

Esa noche lo hicimos tranquilos, yo la cojí lento con un poco de miedo. Era mi hermana y verla llorar y gemir me era raro. Pero su culo me re calentaba, la cojí sin parar hasta que le dije: "Te voy a acabar adentro, no pasa nada". Ella me dijo que si, como implorando que la siga cojiendo. Fue increíble verla recibir toda mi leche, la vi disfrutar. Cuando le saqué la pija vi que tenía la colita llena de leche. Esa noche nos quedamos relajados, sin hablar mucho. Pero los dos sabíamos que íbamos a seguir haciéndolo, cada vez más.

A partir de ese día nos mirábamos mucho más y teníamos nuestro secreto bien guardado. Nos prometíamos cosas para los viernes. Usábamos toda la semana para calentarnos y llegar al viernes con todo. Yo la tocaba a mi hermana siempre que podía y la hacía poner nerviosa todo el tiempo.

Fue pasando el tiempo y Luciana cada vez estaba más buena, ella por mi hacía ejercicio y se mantenía perfecta. Yo la estimulaba a trabajar su cuerpo, en especial su cola que era mi debilidad. Le empecé a pedir vestuarios, posiciones, etc. Nos divertíamos muchísimo y cada vez lo hacíamos más intenso.

Una noche nos fuimos al carajo, yo le hablé durante la semana de que me calentaban las violaciones. Había visto una película donde violaban a una mina por el culo y quedé re caliente. Le contaba las escenas a Lu (que ya tenía 17 años) y ella se calentaba también. Le dije que el viernes podíamos hacer algo más loco. Ese viernes la hice vestir como me gustaba, como para salir. Pantalones bien ajustados (le marcaban una cola fantástica) y una remerita cortita que marca sus tetas cada vez más llamativas. Creamos toda una escena donde yo la tomaba por sorpresa, la colocaba contra una pared la besaba bruscamente y ella se resistía. La dí vueltas y la manoseaba violentamente. Le tocaba el culo fuerte y las tetas. La tiré al piso (sin golperla) boca abajo y tomé una cinta para taparle la boca. Le até las manos también.

Queríamos que fuera bien violento. Le bajé el jean y le arranqué la bombachita. Por primera vez se lo iba a hacer sin lubricante, era parte del juego. Sin darme cuenta empecé a perder el control sobre el juego, estaba sacado. Ella entregada, y cada vez más parecía una violación en serio. Luciana se sacudía, "mmmmmmmm!" era todo lo que escuchaba, estaba llorando. Yo la tomaba del pelo y le grité y zamarreé. "te voy a coger el culo, puta!!!" le decía ya sin diferenciar entre el juego y la realidad. Yo con mis 21 años estaba más grandote y la dominaba completamente. "Le vas a entregar el culito a tu hermano, vas a gritar de dolor porque te voy a desgarrar el ano!!", estaba sacado y Luciana tenía mucho miedo. Se daba cuenta que yo no era el de siempre.

Casi de un movimiento la penetré brutalmente, Sentí fuego y dolor y escuché a mi hermana gemir de dolor y sacudirse. Con el espejo que había puesto para no perderme nada la veía llorar de dolor, sufrir como loca. Yo la cojía sin parar como si quisiera realmente hacerle daño, esta sacado. La apretaba contra el piso para ensartarla bien adentro y se la dejaba unos segundo mientras la veía con la car enrojecida. La levanté del piso la puse contra la pared de espaldas y la culié violentamente parada.

La levantaba del piso cada vez que la penetraba profundo, ella era bastante más bajita que yo. Le arranque la cinta de la boca y empezó a putearme y gritar. La calmé un poco, le tapé la boca con la mano. Le metía los dedos en la boca y con la otra mano cacheteaba su gluteo izquierdo hasta enrojecérselo. Era brutal como la levantaba con la pija, se la metía hasta lo máximo.

Ella estaba como extenuada y ya casi no gritaba, estaba vencida. Le saque la verga del culo y la senté en el sillón. Sabía que me había ido al carajo, mi hermana no me lo perdonaría. Estaba toda dolorida, casi la tuve que arrastrar hasta el sillón. La senté y rápidamente me masturbé y le acabé en la cara. La humillación era terrible, estaba bañada en leche y llorando. La tomé del pelo y le obligué a metérsela en la boca. Me la chupo sin aliento, y acabé nuevamente haciéndola toser y escupir. "trágatela toda perra!!", yo seguía sacado. Cuando me detuve le solté las manos y me senté en otra silla. Ella estaba inmóvil y llorando. Yo estaba loco, me había sacado las ganas pero sabía que era una locura. "anda a lavarte y vestirte" le dije. Luciana se trató de para y le costó. La ví caminar con mucha dificultad, rengueando. Tenía las piernas separas y se movía lento. Yo me levanté y me fui a dormir.

Al otro día, me levanté y con Luciana no nos dijimos nada, pero la vi renguear mucho. Iba como abriendo la cola, todos notarían que caminaba raro. Mis padres le preguntaron que le pasaba y todo terminó muy mal. Le detectaron el ano desgarrado y semen en la cola. Yo tuve que irme a otro lado, nunca me perdonaron.