Tantos años atras

Historia de secundaria, sin sexo por el momento.

Ese Primer día de clases de aquel entonces que comenzaba mi segundo año de secundaria fue cuando lo vi entrando serenamente, con una media sonrisa en su rostro mas de timidez que de alegría, el pelo crecido como nunca lo había tenido, y con una pesada mochila que depositó en el suelo una vez que se sentó; lo vi bien, su apariencia no me dejo quitarle la vista de encima, aquel chiquillo de trece años que hasta el año pasado no era mas que un infante de pueriles pensamientos y acciones, que cantaba ruidosamente tonadas de moda en el intermedio de las clases para llamar la atención, se había convertido en tan pocos meses en una figura de gran belleza puberil. Podía imaginar que estaba en aquella trancision en la que uno es mas niño que hombre, pero las características de este ya afloran de su cuerpo, delgado y a la vez pequeño, envuelto todo de una piel tersa color bronce y un rostro que llevaba la juventud en las facciones, los rasgos suaves de niño, las mejillas abultadas, la boca, la nariz pequeñas y dos grandes ojos color pardo que se fundían con su color de tez; todo rematado de su pelo, largo y color café, en tiempos pasados castaño que esbozaba una suavidad que solo manos ajenas conocían.

"Se ve muy bien" pensé "ojala se deje hacer algo" agregue para mi mismo dejando de mirarlo, hasta ese momento solo me atraía de el una placentera experiencia sexual que a mis trece años ya eran varias, mas bien accidentadas, la mayoría de veces con algún compañero de esa misma aula el cual no me agradaba casi nada y con el cual daba rienda suelta a mi oculta identidad de manera grotesca pues ninguno de los dos sabíamos como fue que las cosas, de ser simplemente toqueteos, habían llegado tan lejos.

A partir de aquella mañana, quede prendido de su imagen y no era nada raro verme perdido en su cara, aletargo del cual no salía fácilmente por lo que varias veces me pillo observándolo tan insistentemente, engreimiento que a veces contestaba con una sonrisa.

El no era de mis mejores amigos, aquellos con los que me reunía y salíamos rara vez a la calle simplemente a perder el tiempo, con el solo nos hablábamos y bromeábamos de vez en cuando, pero fue a raíz de aquellas miradas que el se me acerco mas, al extremo de cambiar de sitio, a la carpeta que estaba al lado mío para mi sorpresa y felicidad.

"ahora me vas a poder mirar mejor" me dijo sonriéndome ampliamente.

"¿a si? ¿Porque?" solo le atine a decir, pues me puso nervioso su comentario.

"¿no me miras acaso todos los días?" dijo sin dejar de sonreír.

"no, tu me miras a mi" y le sonreí de una manera algo cínica, el se paro y se sentó al lado mió en mi misma carpeta, muy pegados los dos, y tras darme un estrechon con uno de sus brazos me comenzó a platicar, de juegos y un poco de su familia, a la vez que metía la mano en el cajón de mi carpeta y cogía mis cosas una por una y las miraba como si le causaran gracia, hasta casi podría decir que les hacia cariños, yo solo lo observaba y contestaba cuando me cuestionaba algo, inerte, perdido en el, sintiéndome muy bien a su lado, viendo sus expresiones y la manera de hablar tan inocente que tenia, sin contenerme, me acerque un poco mas a el tratando de aspirar su olor, y aspire un aroma tibio y dulce, un aroma de niño que combinaba calidez hogareña y algo que no se porque solo me evocaba días felices y soleados, como los deslumbrantes días que se Viven en invierno en mi ciudad.

"¿porque hueles rico?" me pregunto, me asuste, pensé que se dio cuenta que acerque mi cara a su hombro, sentí la cara un poco caliente.

"eeehh, no se, me baño todos los días" dije torpemente

"pero tu hueles diferente, como a señor", me sonroje pensando que cada mañana usaba un perfume que mi padre había dejado sin uso.

"¿en serio, se siente mucho?" dije pensando que exageraba con la cantidad que me ponía.

"nooo" dijo sonriendo de nuevo, "se siente bien rico"

Y acerco su cara y pego su nariz contra mi pecho y poco a poco hundió mas el rostro, yo entre sorprendido y encantado, sentí que había vuelto a nacer y tuve las mas grandes ganas de abrazar a alguien, y estaba dispuesto a hacerlo, pero un grito en mi oído me devolvió a la tierra.

"¿ooooooeeeee, que hacen par de cabros? jajaja, miren al Bástian y al Marquito" dijo el muchacho que estaba sentado atrás mio riéndose y señalándonos a toda la clase que estaba en un gran alboroto, pues el profesor había salido de la clase. Solo atine a empujarlo de mi pecho y decirle al gritón de atrás: "este cabro pues, que creo que quiere conmigo" y me reí nerviosamente a la vez que le hacia un gesto de molestia a Marco, el cual solo me miro como gritándome "!que hijo de puta que eres¡", regreso a su asiento y no me hablo mas en todo el día.

No me sentí mal, al contrario, pensé que había conservado mi imagen, pues no soportaba que mis compañeros pensaran que me gustaban los hombres, serian capaces de hacerme la vida imposible, y en cuanto a Marco, el no debió acercarse tanto sabiendo que estábamos en clase.

Al día siguiente muy temprano cuando llego no me saludo, fue de frente a su asiento empujando las carpetas cercanas que todas estaban aun vacías.

"oe, estas asado?, seria mejor que te controles". Le dije frunciendo el seño y pareciendo molesto; me gusto verlo enojado.

"huevon, me hiciste quedar como un cojudo cabro ayer" dijo volteando rápidamente causándome un poco de risa pues su enojo y manera de hablar eran como los de un niño pequeño.

"ay, no jodas, tu tuviste la culpa por ponerte a olerme", dije y me miro mas enfadado.

"yo pensé que..." y callo mirando al suelo, "ya ya, no lo voy a volver hacer" dijo y se volteo.

Pensé rápido, me puse de pie, me senté en su carpeta y le dije sonriendo muy despacio, casi susurrando "no, hazlo, hazlo siempre, pero que no nos miren"

El me miro, se sonrió, " ¿en serio?", me pregunto esperanzado y le respondí suavizando mi voz "si huevoncito", el rió, me miro tiernamente y dijo riendo mas

"ya mi amor"

"mi amor???", respondí haciendo mueca de extrañeza, la que convertí en una gran sonrisa emocionada " no hables huevadas", y regrese a mi sitio riendo, y sintiendo en el pecho una calidez extraña para mi hasta ese momento, " parece que si es cabro" pensé con ganas de reír, con ganas de carcajearme de felicidad, por fin encontraba alguien como yo, alguien que me atraía con todo su ser y fue ahí cuando después de mucho tiempo, quizá nunca, al salir al recreo pude ver el cielo mas amplio, mas azul, y pude ver la tierra resplandeciente, bañada de luz, pude ver después de tiempo todo lo feliz que se puede ser en esta vida y comprendí todo lo grandioso que te puede dar una persona solo con una frase.

"¿Vas a ir a la fiesta de mañana?" le pregunte, horas mas tarde, poco antes de la clase de deportes.

"La de la tetona??"

"aja, esa misma", le respondí riéndome.

"mmmm, no creo que me dejen", y recordé que el nunca iba a esas fiestas de muchachitos, en las se servia gaseosa con papas fritas y donde la música estridente y el juego de luces eran especialistas para ocultar o socavar intentos de romance que la mayoría los chicos heterosexuales realizaban en busca de quizás su primer beso o simplemente agregar uno mas a la extensa cuenta; a mi, la idea no me entusiasmaba mucho, pero acudía solo por estar con mis amigos fuera del colegio y de noche.

"¿y porque?"

"a mis papas no les gusta que vaya a fiestas", dijo mirando al suelo y agrego "además en esas fiestas te tienes que agarrar a alguien, si no eres un cagado"

Yo lo mire y le dije: " ¿y a ti no te gustaría agarrarte a nadie?", sonrió todavía mirando al suelo, me miro y dijo tranquilo, suavizando un poco la voz, " siiii, pero yo nose como se hace", yo me carcajee y siguió hablando a la vez que con la punta de su pie jugaba con el mio " yo quiero a alguien que me enseñe a cachar y a agarrar", esto ultimo me lo dijo mirándome a los ojos y sonriendo como cómplice, yo solo atine a decir, un poco tartamudeando por la impresión:

"yo te puedo enseñar a cachar, peroooo… a agarrar nose", y pensé en lo rara que era mi vida amorosa, pues si bien había tenido sexo muchas veces, nunca había besado a alguien, e ignoraba totalmente que se sentía juntar mis labios con los de otra persona y acariciarlos mutuamente. El me miro, quiso decir algo pero entro en ese instante el profesor que silenció a toda la clase ordenando cambiarse para los deportes y toda la clase se empezó a desvestir, la mayoría tenia el uniforme de deportes por debajo de la ropa, por lo que solo tenían que quitarse el pantalón y la camisa; yo y Marco éramos de aquellos.

El uniforme de deportes consistía en un polo rojo de material sintético que se pegaba un poco al cuerpo y un pantalón corto de color negro que llegaba por encima de las rodillas. Yo me empecé a quitar la camisa y pude ver a Marco como se quitaba el pantalón dejándome ver sus piernas, tersas sin un solo pelo, el advirtiendo que lo miraba, me miro coquetamente y sonriendo me dijo "¿te gustan?" y se levanto mas el pantaloncillo casi hasta la ingle donde su piel se volvía mas clara; los ojos casi se me salen de sus orbitas, pero no le dije nada; el profesor empezó a tomar lista, dando la indicación que teníamos que ir saliendo conforme avance, cabe decir que las coincidencias son grandes, y el destino a veces ayuda pues Marco y yo éramos los últimos de la lista por lo que el profesor al acabar salio de la clase, no sin antes ordenar a gritos como siempre: "!Sebastián cierre las cortinas, Marco, quiero la puerta del aula con llave¡", ya todos habían salido de clase, estábamos solos, yo solo atine a cumplir la orden y comencé a cerrar las cortinas con rapidez dándole la espalda a Marco pensando que estaba solo con el, y podía intentar algo, en ese instante sentí que me abrazaban por detrás y que una mano se paseaba traviesamente por entre mis piernas tocando todo lo que allí se aloja; claro por encima de la ropa.

"oyeeee", le dije riéndome con la boca abierta sorprendido, el se separo, dio unos pasos para atrás, esbozo una sonrisita como nunca lo había visto, "te quiero", dijo señalándome, a sus espaldas el sol se ocultaba y la luz que entraba por la puerta lo hacia resplandecer, se rió como niño travieso, y salio corriendo por la puerta por la que el sol entraba; yo salí tras el, tan solo queriendo cumplir las ordenes del profesor, cerrar la puerta con llave, pero con nosotros dos adentro. Corrí como un loco tras el y solo lo logre alcanzar en un callejón oscuro que servia para comunicar un pabellón de clases con otro, lo tome, lo abrasé, quedando nuestras caras muy cerca, los dos agitados por la carrera y riéndonos, le dije casi rozando nuestras narices:

"no vayamos con el viejo ese" le dije refiriéndome al profesor, "quedémonos en la clase ni cuenta se va a dar ese huevonazo que no hemos ido".

"nooo, acuérdate que le tengo que entregar la llave de la clase, y si no se la doy se va a dar cuenta, y nos lleva a la dirección" bajo la vista al suelo por un instante y me volvió a mirar y dijo riendo "nos lleva por no darle la llave y por maricones", sonaron mas carcajadas.

"entonces, ya mira, vamos, le das la llave, esperamos que se descuide durante la clase, y nos fugamos".

"¿a donde?" me pregunto intrigado.

"ya se ve" le dije como si eso no importara.

"ya, vamos a ver" me respondió.

Y salimos del callejón, cerro la puerta con llave y nos dirigimos a uno de los campos de fútbol del colegio que era donde estaba el resto de la clase haciendo ejercicio, una vez que llegamos le entrego la llave al profesor y nos integramos a la clase, los dos juntos, esperando un solo descuido para volver a salir corriendo

"Vamos!" le grite jalándolo de un brazo, aprovechando que el profesor se alejo a traer algunas pelotas, para algún ridículo ejercicio, "ahora?" me dijo incorporándose de una maniobra de estiramiento; "ahora huevoncito!" empezando como desquiciados a correr con dirección al bosque de eucaliptos, los dos en éxtasis, riendo ambos, mirando para atrás yo jalándolo de un brazo, el corriendo como podía, tropezándose a veces, viendo como las hojas y ramas pasaban con rapidez acariciando nuestros rostros , junto con la luz que se filtraba por entre las copas de los árboles en forma de rayos circulares que nos pegaban en los ojos, casi cerrados de tanto reírnos; seguimos corriendo, y aun puedo recordar la euforia que me llenaba, la euforia de correr a escondernos para cometer algo altamente prohibido , la euforia de destrozar todo lo ya establecido, la euforia de hacer lo que realmente sentía, escupir en la sociedad, en lo que me dijo y a todos se lo dicen mama y papa y en todo aquello que no permite que las personas sean una misma y por sobre todo la euforia de estar solo con el.

Llegamos ya caminando a un lugar muy poco concurrido del colegio, a un lugar que solo iban los que de algo se querían esconder, era pues una rampa entre un canal de regadío, y un jardín de rosales que crecían disparejos justo detrás de las aulas de primero de primaria.

"Ya, ahora que hacemos?" me pregunto todavía agitado y entrecortando la voz entre cada respiración.

"Nose, lo que quieras" respondí como si no tuviera importancia.

"aaaa, entonces quiero irme", y se volteo haciendo el ademán de irse.

"nooooo" le dije y lo abrace riéndome con el, lo lleve contra la pared, y acerque delicadamente mi cuerpo al suyo, quedando a los pocos segundo totalmente pegados; el ya no sonreía, solo me abrazaba de la cintura, muy serio mirándome a los ojos. Mi mano empezó a bajar desde su espalda, acariciando su costado pasando por sus caderas hasta llegar al final de su short, acariciando la parte trasera de sus rodillas, empecé a subir mi mano, pero esta vez deslizándola por abajo del short, logrando sentir sus muslos muy suaves, llegando al poco donde estos se empiezan a abultar de una manera perfecta, con la firmeza y suavidad de esa juventud casi pueril, así fue como acaricie una de sus nalgas, sin darme cuenta que el hacia lo mismo conmigo; lo mire fijamente a los ojos, mire sus labios entreabiertos, y me acerque a ellos, el retrocedió un poco la cabeza temiendo seguramente, para luego comprender lo que se gestaba: primero una emoción que no alcanza las palabras para poder describirse, una emoción que hacia callar todos los sentidos, haciendo del tiempo un infinito y del espacio solo nuestros cuerpos unidos al fundirnos en un beso en el cual cada caricia parecía dibujar todo lo que sentíamos el uno por el otro; el tiempo paro, la tierra dejo de dar vueltas, el colegio desapareció, no existía nada mas que nuestras almas y nuestras bocas haciéndose cariños, sin vista, sin olfato, sin oído, solo nuestra esencia.

No preciso cuanto tiempo duro, solo se que cuando nos separamos al mismo tiempo, quedamos mirándonos largamente y casi pude ver en sus ojos la felicidad de una vida completa y llena, no lo se, quizás solo miraba el reflejo de los míos, pues en ese instante sentía que no me faltaba nada.

Sonaron pasos cerca, y como por instinto nos separamos, pero no pudimos decir nada cuando unos niños muchos años menores que nosotros, pasaron preguntándose el porque estábamos allí, tan solo atinamos a salir de ahí, caminando lentamente con las mentes en cualquier otro lugar menos en ese colegio, en esa ciudad, ni siquiera en este mundo. Seguimos hasta donde estaban los demás, nos sonreímos y cada uno fue por su lado, yo hacia mis amigos y el… nunca lo sabré.

Cuando llegue donde ellos que bromeaban molestando a uno por su muy cenceña figura me preguntaron donde estuve, no supe que decirles, me quede en silencio totalmente extraviado, y me senté, me sentía laxado, relajado, como si tuviera el pecho abierto, permitiéndome respirar mas tranquilamente, mas hondamente, como nunca lo habia hecho, refrescando así todo mi interior; me causaba gracia ver a los demás chicos jugar fútbol, insultarse a gritos y reír a carcajadas, casi tuve la seguridad que ellos no sabían, ni siquiera imaginaban ni imaginaran el tipo de sensación casi divina que estaba experimentando.

Esa tarde pude llegar a mi casa mas callado de lo acostumbrado, mi madre me informo poco entusiasmada que debía ir donde el dentista, cotidianamente esto me habría molestado, esta vez ni siquiera me inmute.

Cuando salía de mi casa, pensé en todas las cosas que me habían pasado en mi vida resaltando las malas, recordé aquella promesa que me hice a mi mismo cansado de decepciones y de los maltratos de mi padre, de suicidarme en dos años, Tan solo me dije, "ya nunca lo haré".

Horas mas tarde, cuando acabo mi cita con el dentista, opte por regresar a mi casa caminando, importándome poco que estuviera a unos cuantos kilómetros de mi casa, y es que, me sentía tan vivo, me sentía tan bien, tan pleno, que era como un sol radiante de media mañana que calentaba lentamente mi corazón desde su interior, el optimismo era mi compañero y la felicidad mi pareja; tan solo camine en la noche sin temor a nada tarareando y por ratos cantando melodías que en ese tiempo me enternecían y me hacían sentir un poco mas tranquilo, estaba tranquilo, estaba feliz, el me regalo esa felicidad conmigo mismo, con todo.

Nunca imagine amigo mio, que seria yo el que sufriría mas por esta historia que desde un principio no tuvo futuro.

Continuara… (Si es que a alguien le gusto)