Tania, yo... y Mario

Atizar la braza era su idea, no obstante el nuevo atizador echaba chispas.

Tania, yo... y Mario

Peter Grausam

Tania, yo... y Mario

Novela erótica

Atizar la braza era su idea,

No obstante el nuevo atizador echaba chispas

© 2005 Peter Grausam

traducido del alemán

por Peter Grausam

e-mail: grausam@whoever.com

Primer capítulo

Antonio, un transportista de Villaverde, el pueblo en el que yo vivía con Tania, volvió a traer el material como siempre lo hacía a mi construcción. Pero esta vez acompañado por un ayudante, un guapísimo joven, que hasta a mí pudo haberme gustado. Mientras descargaban el camión en pleno sol del medio día, el joven pronto se quitó su camisa, dejando ver una atlética y ágil figura. Si el resto de su cuerpo fuese así llegaría a ser fácilmente un modelo.

¿Pero porque se dedicaba a trabajar en esto? – Con la figura de un adonis no tenía necesidad de hacerlo.

Le pregunté a Antonio. Él me contestó que el joven era su primo que recién cumplía dieciocho años y su nombre era Mario y que estaría un par de semanas durante las vacaciones del colegio en su casa.

Hasta ese momento solo había conocido un ser humano con el cuerpo a mi gusto – esa era mi amiga Tania. Ella tenía el cuerpo perfecto de 1,68 metros de altura y 48 kilogramos de peso lleno de vida. Su cuerpo era tan delicado que le iba bien la última talla de ropa de adolescente o la primera talla de un adulto. Y estas ropas eran las óptimas para vestir una sexy, linda y manejable niña de colegio.

En la isla Fuerteventura vivíamos en una casa construida por mí mismo. Siempre hacía mucho calor y por esta razón Tania elegía ropas de lycra, tan frescas y casi transparentes a la vista y de todos los colores. Por debajo de estas lycras ella usaba diminutos hilos dentales que hacían juego con el color del pantalón. El top era sostenido por sus jóvenes y firmes pechos y no como en otros casos al revés.

Sus pezoncitos tenían la apariencia por debajo de esa delicada tela, como si fueran dos dulces y deseables pasas. La delicada figura de su cintura y su delgado y firme vientre era adornado por un cordón de oro. Sus apretadas y redondas nalgas invitaron a acariciarlas. Al ser la tela de lycra tan delgada dejaba ver siempre la estructura del hilo que usaba y en ocasión ella subía aún más las tiras del hilo sobre sus caderas.

Sus largas y delgadas piernas y sus muslos bien formados, al juntarse dejaban un espacio intermedio de un dedo; esto dejaba ver la silueta de sus tiernos labios vaginales, que eran resaltados por la fina tela que se introducía tensamente.

Todo esto la hacía muy deseable para mí.

Ella lo sabía – no solo por las miradas de viejos y jóvenes sino también porque yo siempre se lo había dicho. Ella llamaría menos la atención si anduviera desnuda como en la casa o en la playa que en la forma en la que anda. De este modo nunca faltaba la ocasión para que yo estuviera templado y buscase siempre acariciar en la playa, casa o calle. Entre más la tocaba, disfrutando su juventud, más loco me volví por ella.

Tania tenía casi veinte años, pero el cuerpo incomparable precioso como el de una quinceañera. Ella cuidaba su parte intima rasurando cada día hasta parecer una diminuta línea de un pincel por encima de sus apetitosos labios vaginales. Este detalle la hacía aún más sensual.

Cuando ella estaba extendida boca abajo en nuestra grande y alta cama y yo acariciaba su sedoso culito, ella no tardaba mucho para empezar a ronronear como una gata.

Cuando levantaba su culito, abriendo de esa manera sus nalgas, ese era el momento en el que yo podía meterle mi grande, grueso y duro inyector de placer cariñosamente. Mientras ella tenía sus manos por debajo de su vientre, acariciándose el hinchado clítoris, chupando mi dedo pulgar a la vez, quizás viendo una película porno para llegar a veces después de mucho rato alcanzar un orgasmo.

Este me provoca mucho pesar, teniendo yo un largo, grueso y vigoroso miembro y no pude satisfacerla.

De mi parte prefería pisarla de frente para disfrutar su hermoso cuerpo y así poder besar sus dulces labios y abrazándola en especial, cuando yo dejaba correr mi jugo dentro de ella y mis calambres no terminaban allí. A ella no le gustaba de este modo porque aparte de mis calambres ella no sentía nada.

Y una vez yo le preguntaba porque le gustaba chupar mi dedo al hacer el amor, y ella me respondía temerosa: "Me imagino que tu dedo es un pene y al chuparlo me pringa una sabrosa carga en mi boquita."

¡ Huiuiui! – "¿Pero que pene?"

"¡Desde luego el tuyo!"

Sí, sí, eso ni tú te lo crees. Sabiendo yo por propia experiencia que esas fantasías sexuales le ayudaban a uno a alcanzar un orgasmo...

Por esta razón me puse a pensar en aquel joven Mario; esto podrá gustarle a mi querida Tania. Y cuando yo estuviese conforme, de que ella chupe un poquito su juvenil e inexperto palillo, quizás ella llegará más fácilmente a un lindo orgasmo y podrá alimentar sus fantasías complaciéndose con él por algún tiempo.

Ese mismo día, después del fin del trabajo pasé por casa de Antonio. Yo tenía mucho que hacer en mi casa y quise preguntarle a Mario si él quería ayudarme por una buena paga desde luego. Si él estuviera dispuesto entonces yo mañana no iría a trabajar.

Entonces esto iba a funcionar mejor de lo que yo pensaba, porque los colegiales siempre ocupan dinero. Y también le daríamos la comida en casa. Antonio nos conoce desde hacía buen tiempo y él quiere mandar a Mario a las ocho de la mañana al día siguiente.

Ahora solo me queda a inventar un trabajo en el cual Mario se ensuciara mucho, para que él tuviese que ducharse al medio día antes de almorzar. La ducha en nuestro gran baño no tiene cortina y yo quiero dejar la puerta totalmente abierta y encargarme de que Tania pasará al frente o que ella le trajese una toalla. ¡O, o, o! Y cuando ella le viese, tal vez sus hormonas comenzaran a trabajar.

En la mañana antes que viniese Mario yo quise tratarla cariñosamente para que ella estuviera con ganas de tener sexo; pues yo sabía que después de descansar toda la noche ella siempre tendría mas ganas. De repente quise dejarla porque Mario estaba por llegar, lo que ella no sabía.

Mario llega media hora antes de las ocho, justo cuando ella comienza arder.

Así que yo me levanto rápidamente, poniéndome un calzoncillo y abre la puerta. Lo dejo entrar y le indique que debe cambiarse de ropa por una que yo le daría para trabajar.

La ocasión es buena. Tania esta ardiendo tanto como yo y Mario esta en calzoncillos. De esta forma llevo el joven al dormitorio, pero él no lo sabía. Tania esta desnuda boca abajo sobre la sabana acariciándose su clítoris.

De repente Tania se asusta al ver un desconocido frente a si y retira sus manos de su delicioso clítoris. Pero yo observo en su brillante e interesado ojos café que la mirada no es de susto, sino de deseo y curiosidad.

Cuando de repente un joven moreno con figura de película se encuentra a la cabecera de su lado de la cama, por supuesto esto solo puede ser con mi consentimiento. Entonces empiezo a chupar mi dedo como ella lo hacía y moviendo mi cabeza quiero decir que sí. Ojalá que ella me entiende. Me parecía que ella había esperado por largo tiempo una ocasión como esta.

Después de algunos momentos de reponerse del susto, ella empieza a mostrarle sensualmente su bello cuerpo. Mario aún no entiende lo que sucede, pero no puede dejar de ver aquellas excitantes contorsiones.

De pronto Tania se pone de rodillas lentamente sobre la cama de frente a Mario, con sus manos acariciando su tierno pecho, su boca buscando la de él. Mientras ella mete su suave lengua en la boca de él, con sus manos empieza a bajarle los calzoncillos. Pero estos no bajan, debido a su endurecido pene, abollando la tela como una lanza.

. A tientos lleva sus manos sobre la tela, y llegada a la parte más tensa, las amolda curiosamente.

De repente suelta su boca y hecha una mirada hacia donde sus manos sostienen una desconocida tiesa cosa, sintiendo la calurosa piel, sólo separado por una fina tela.

Lentamente gira la cabeza y me mira a mí, mordiendo su labio inferior, expresando preocupación y deseo a la vez. Alentador le hago entender que sigue ya, ya.

Vacilando afloja sus manos, las lleva a la pretina y Extendiéndola con una, mete la otra adentróóóóóó...

En este momento pasan por su cuerpo frenéticos escalofríos.

Con la mano libre desliza torpemente el pantalón, acariciando a la vez sus apretadas pompas.

Tania tiene los ojos serrado, estando en otro mundo.

Yo tampoco veo mucho lo que esta haciendo con su mano lleno, porque ella esta muy, perro muy cerca con su cuerpo frente al lo de él. Solo veo su mano moviéndose entre las abiertas piernas y oigo los mas profundos suspiros de Mario.

A lo mejor su pene es tan largo y ella esta frotando el clítoris y como todo es tan nuevo y excitante en cualquier momento le moja con un salvaje regazo su vaina, - ¡ mi vaina ¡

Sin pensármelo dos veces meto mi mano en el espacio entre los dos y agarro a ciegos la masa, la que resulta ser la muñeca de ella. Ni si quieras se da cuenta hasta cuando yo le freno apretándola.

Su indignante mirada me transmite, que si estuve en lo cierto. A raíz de mis inequívocos gestos suelta la pompa y se desliza hacia atrás, siempre sosteniendo la parte de él.

La mano es pequeña para cubrir todo, debe ser un buen aparato y mientras pienso, ella suelta la mano y un vigoroso, palpitante pene aparece muy cerca de mi.

¡Que experiencia!

No me recuerdo de haber visto en verdad un excitado pene de otro hombre, tan hinchado y dispuesto a dar lo mejor de sí.

Se ver bonito aquel miembro de placer a punto de reventarse. No es tan grande como el mío -¿o si? Y su anatomía no deja ningún deseo abierto, un ligeramente curveado chorizo, cubierto de bronceada piel con una jugosa, luciente cabeza rodeada en su borde por la encrespada piel. Sííí... esta debería de gustarle a mi muñeca.

Mario siempre se encuentra de pie, apoyándose con una mano en el cabezal, su delicia da al nivel de la almohada

Con un quejido de placer se tiende sobre la cama boca abajo, gira su cabeza sobre la almohada de frente a él y jalándolo por los hombros lo inclina a Mario un poco sobre su cabeza. Así no tendrá que inclinar su tenso pene. Después de hacer esto lo toma con una mano y acerca su desesperada boca, sin tomarme en cuenta, a ese rojo oscuro glande, lleno de pulsaciones Al momento ella se detiene y mira como si estuviese hipnotizado la punta de ese sutil pene. Sobre la cuál aparece una cristalina y espesa gotita. Yo puedo ver que esto aun excita más a Tania. ¡Hombre! Ojalá él esta limpio y sano, pensé.

Sí, sí ahora, hooo... , sus labios tocan suavemente la punta, se mojan con su fluido, ella lo prueba y le gusta, continua cubriendo con suaves besitos aquella fruta y pasa la punta de su lengua alrededor del grueso borde del glande.

"¿Y yo, y yo?" Digo con un nudo en la garganta.

Al instante Tania abre sus sudorosas nalgas y me indica con un ligero movimiento hacia arriba y abajo que tiene ganas de sentirme dentro de sí.

¡Estoy desesperado!

Al principio, cuando ellos se vieron por primera vez y comenzaron a conocerse mejor, yo no dejaba de verlos, acariciando mi pene con mi mano, para estar listo para actuar. Enseguida me pongo de rodillas sobre sus nalgas que me invitan, deslizando mis manos sobre sus costados llego hasta sus caderas, siento el húmedo calor de sus hinchados labios, y meto mí desesperado pene poco a poco hasta lo más profundo. Su cuerpo me responde con unas increíbles pulsaciones desde su interior como nunca antes lo había hecho.

Cuando mis ojos se cierran por el debido placer que siento, lo último que veo es el glande de Mario bailar entre los labios de Tania.

Sus mojados labios combinados con un "hmmm" cada vez más rápido – me permitían pensar que pronto Tania conocería sus jóvenes y ágiles espermatozoides.

Poco después Tania sacó un poco el baboso glande de su boca para tragarse lentamente la caliente delicia, con una mirada llena de satisfacción, continuaba acariciando su clítoris. Todo su cuerpo entró en un estado de incontrolable frenesí, con quejidos llenos de deseo, esto me hizo sentir que mi pequeña Tania estaba ahogándose en el placer.

¡Jadeando ella decía! ¡Riéguense con sus penes llénenme de jugo! Hmmmm... Hoooo...

Tania se movía muchísimo, tuve que agarrarme fuerte de ella para no perder el contacto. Así me regué al mismo tiempo con ella en su mejor orgasmo.

Seguidamente ella buscaba el semierecto chupón de Mario. Con su mano movía rápidamente el prepucio, con el glande entre sus labios. De pronto Mario no podía esconder lo que él sentía y dejaba oír quejidos llenos de gusto, haciendo a un lado su timidez.

En este momento Mario invitaba a Tania a saborear de nuevo sus sal-picantes gotas. Tania había tragado todo el glande y yo vi como sus mejillas se movían al succionar hasta sacarle el alma. Imaginé como las saladas gotas de semen se escurrían sobre su lengua y en ese momento sentí unas deliciosas contracciones vaginales en mi pene, pues aún estaba dentro de ella.

Hasta ahora dejó salir Tania el disminuido pene de su boca, y dio vuelta debajo de mí. Poniendo sus mojadas manos en mi nuca, me inclino hacia abajo, y me metí su mucosa lengua en mi sorpresiva boca entre abierto, dándome su semen a probar. ¡Uhhhh... guacala!

Hmmmmm... no sabe tan malo esta cosa aguada – a jabón salado con huevos de sapo.

Y ella me dijo que me daba esto para que compartiera su felicidad y sentó muy rico cuando el pene de Mario empieza a titilar antes de dar su regazo, y cuando el chorro toca su garganta y se extiende sobre la lengua, y cuando lo tragaba, le pica hasta lo más profundo.

Hasta que por fin le he dado lo que siempre soñó.

Y los tres nos acostábamos relajados en la cama; Tania entre nosotros, acariciando nuestros diminutos penecitos.

Segundo capítulo

Después de quedar medio dormido, en algún momento sentí un movimiento en la cama. Sigilosamente abrí un ojo y de repente los dos.

¡Huyi! ¿Qué sucede aquí? – ¡Su desnudo cuerpo sobre el cuerpo de un desconocido!

Mi gorrión, como yo la llamaba cariñosamente a Tania por el parecido de su cabello al de un gorrión cuando este termina de bañarse, está con la mitad de su cuerpo sobre él y de espaldas a mí, frente a mis incrédulos ojos, se encontraba ella explorándole.

¿O estaba yo soñando? ¿Era esto real?

De nuevo la cama se movía, y esta vez gire mi cabeza suavemente con mis ojos entreabiertos. No lo puedo creer lo que veo.

¿Qué debo hacer, pensé? ¿No siente ningún pudor?

Ahora ella se desliza con sus piernas abiertas sobre él.

¡Huyyyyyii! – deseaba llevar mis dedos atrás y por debajo de sus piernas y sentir su fruta madura en mi mano. Al ver esto siento cosquillas en mi pene.

¡Que excitante, espiarlos! Que templazón!

Quizás debería esperar hasta que ella este totalmente excitada y ver todo lo que es capaz de darle a él, y aprovecharme en su momento y saltar sobre ella.

Cuando ella soltaba sus labios de los de él, empezó a besar su cuerpo de arriba hacia abajo liberando su duro pene, el cual estaba oculto por el vientre de ella. Ahora entendí porque ella, mientras besaba a Mario en la boca, movía suavemente sus caderas.

Con su lengua Tania lamía su pene hasta llegar a sus tensas bolas, las cuales succionaba una a una. Con su excitada lengua llegó hasta su ano y le lamía entre sus piernas.

De pronto Tania se sentó sobre sus caderas y presionó los dilatados labios vaginales contra su tronco. Luego levantándolo con sus manos ese moreno y duro pene.

Hey , sí, era bastante largo y grueso como una salchicha. – ¡Y esta salchicha era la que Tania quería meter en mi paraíso para disfrutar luego un chorro de esperma caliente!

Ahora ella se levanta un poco. Sus labios se abrían como las rosadas alas de una mariposa, que con certeza se acerca a la flor para tomar su delicioso néctar.

Cuando el mojado glande casi toca sus húmedos labios, le hago sentir que yo estoy aquí. Y antes de que ella se pudiese sentar sobre él, se asustó y soltó el pene; este estrelló encima de él, y se sentó al vacío.

Esto no era parte de mi fantasía. Chupar su pene es una cosa simple, pero metérselo toda esta salchicha caliente en mi querido panocho, eso era algo que todavía no me había imaginado.

Hey tú! – ¿Qué, qué querías hacer? ¡Tu lindo panochito es solo para mí! ¡Mira que excitado estoy!"

"Pero, pero, Mario sabe tan rico, su piel es tan suave, tan nueva y, y, y... ¡Por favor, por favor déjame sentir su pene muy dentro de mí! Estoy tan excitada, que mi curiosa pussy está a punto de reventarse. Estoy ardiendo, que él apague mi fuego con su sabrosa manguera."

A Tania le temblaba todo el cuerpo, cogió mi mano y la llevó entre sus piernas para dejarme sentir su excitada vagina. Ohhhh... – sí, ella tenía razón, yo sentí una flor caliente y babosa.

"¡Por favor, yo tengo calambres en mi vientre – considérame el placer que él me satisfaga! Por favor, ¿sí? – ¡El solo; Su cuerpo con el mío... ! ¡Tu puedes después hacer con migo lo que quieres, por favor, yo entonces quiero hacer todo para ti!"

¡Joder! ¿Dios mío, qué hago? Seguro luce muy bonito cuando mi pequeño pajarito es pisado por un joven inexperto gallo, que le hace sentir piel de gallina. Ohhh... , sí y después ella quiere hacer todo para mí, ohhhh... ya, mi fantasía se me está escapando...

"Bueno – si es eso lo que deseas, ¿ hmm ?

Peroooo... ¡tú de espalda y él por encima de ti!"

– De este modo ella con migo no sentía mucho, ¿porque entonces con otro y un pene más pequeño? –

"¡Pero yo quiero estar presente, cuidándote!"

"¡Sí, sí, sí, oh sí, cuídame cuando él me desplume!"

Tania estaba desesperada de sentir su pulsado pene y el joven cuerpo cubriendo el suyo. Se acuesta de espalda, levanta las rodillas y expande inconfundiblemente sus piernas.

Ahhh... , que vista más llamativa, esta lindísima cueva, en la cual Mario experimentaría impacientemente quizás por primera vez su virginal masculinidad.

Mario se encontraba acuclillado frente ella, disfrutando el panorama tanto como yo.

En la mímica de su bonita cara y en la rigidez de su soñado y escultural miembro veo yo, que en este preciso momento está dispuesto a mostrar, que él quiere satisfacer a mi adorada Tania igual que yo. ¿O quizás mejor?

– En el momento en que él inserte su apetitoso y repleto glande y le hace sentir su ardiente calor y cuando está pulsando en lo más profundo, Tania se va a estallar de celo. Y cuando lo mueve este nuevo y desconocido pene, provocando sentidos, que ella nunca ha recibido, quizás se olvida por un tiempo de mí y el mundo. ¿Y, posiblemente desde entonces solo quiere sentirlo a él?

¿A lo mejor no lo voy a permitir?

Ah – ¡no importa! Antes de conocerla ya había tenido otros dispensadores de esperma dentro de si y no ha sufrido ningún desgaste. También seria muy exótica ver dos esculturales cuerpos entrelazarse; y cuando Mario se riega en ella, quiero compartir sus sentimientos, apuntando hacia ellos. –

Aquellas deseables fantasías pasaron por mi mente, estimuladas por el aroma saliente del núcleo de sus piernas.

Y en este momento, con un inconfundible gesto, dijo Tania en alemán: "¡Mario, ven a mí – métemela!"

Aunque Mario no entendió alemán, pudo imaginarse que era, lo que ella quería al mencionar su nombre. Mario me miró con temor indirectamente sin retirar la mirada de ella. Quizás, como él no entendió la conversación entre Tania y yo, con respecto a lo que ella quería hacer con su pene, pensó que nos estábamos peleando.

Cautelosamente lo hice entender, que ella está comiéndose por él y que si puede complacerla – pero por favor – con cuidado.

Eso no tuve que decirlo dos veces. De pronto se inclinó sobre ella.

– ¡Joven, joven, ten cuidado con sus bellos senos, no te eches sobre ellos! –

Uiiiihh ... ya está posado sobre ella, la abraza con mucha ternura.

¿Pero qué, qué sucedió con su pene? ¿Lo tendrá dentro? ¿Quizás lo metió cuando se posó sobre ella?

No, no creo que Tania lo esté sintiendo. De lo contrario hubiese mostrado más signos de placer y esto no hubiera pasado desapercibido.

– Sí, sí, sí, que excitante, Mario mueve sus pompas, las levanta, Tania gime, ronronea y aruña su espalda. –

El ruido de sus bocas al besarse era similar al sonido que emitía al chupar su pene.

– Pero en este momento iba a ser más serio. –

Las firmes pompas de él estaban en movimiento hacia arriba, abajo y hacia los lados, frotaba sus caderas sobre ella.

– Sí, seguro está intentando introducirla. –

¿O estaba ya follándola?

– Creo que no. Porque si ella estuviese sintiendo su pene, me lo hubiera transmitido. –

Ahora puedo ver como Tania mueve sus nalgas, facilitando a Mario el contacto.

– Sí, por su poca experiencia no le es muy fácil.

¡Mario, apúrate, no la hagas sufrir más! –

Tania tomó sus caderas y levantándolas, se acomodo sus nalgas bajo él. En ese instante cambió la expresión de sus sensuales ojos, en los cuales se reflejaba el brillante glande de Mario. Enseguida escuché quejidos de alivio, mientras Tania soltaba sus ascendentes caderas.

– Me imaginé, como su pene se desliza entre su rosada carne, su glande al sentir el fondo comienza a contraerse y con las ultimas fricciones le va a llenar con un inmenso chorro de fluido. –

Por su manera de gemir que ella dejó oír, le gustaba mucho como él la tomaba. Igualmente ella lo agarraba con sus brazos y piernas, como si quisiera meter todo su cuerpo en si, como si estuviesen fundiéndose.

Después de un tiempo Mario mueve lentamente sus caderas y de pronto aumenta el movimiento, al cual Tania responde con más sonoros sonidos de placer. Nunca he visto a Tania tan excitada, jamás había escuchado esta virtud. Yo tenía que encogerme para no corrermé ya.

Mario seguidamente empujaba con movimientos inseguros su miembro en ella, y me parecía justo, esto le gustaba porque ella temblaba y gritaba más.

Uhhh ... – mi pequeña es follada por un inexperto extraño y yo no debo hacer nada.

¿Qué es lo que tiene él de especial? ¿Quizás tiene corriente en sus bolas?

Yo decidí verlas más de cerca. Me acercaba con mi cabeza por detrás de sus brincando pompas para poder observar a través de sus abiertos muslos. Así veo los labios vaginales de Tania fundidos con su carne.

Y cuando Mario retiraba su mojado pene, sus labios se expulsaron hacia él, y cuando él lo insertaba estos hinchados labios se lo comieron, acompañado por esos mojados sonidos olorosos, cuales estaban distribuyéndose.

De repente Mario empujaba más brusco, sus repletos testículos golpeaban más fuerte a Tania su mojado y titilando ano. Sus manos soltaban los pechos, la deslizaba por debajo de su espalda, agarrando sus hombros.

Yo salí rápidamente de la cama pasándome al lado de ellos. La baba saliendo de mí. La babosa mano me deja sentir lo que él sentía.

Élll... esta pisando a mi amor, su escultural cuerpo flota sobre ella, en ella, su caliente carro en mi cochera.

Ohh, que elástico como él se mueve encima de ella siempre de nuevo apuñala, – boniiiito.

Él empuja sus caderas contra las de ella y ejerce duros y cortos empujones, sus quejidos suenan incontrolados, bellísima, siento que ahora llegó el momento cuando recibe su regazo.

Sí, sí, así tiene que ser, porque Mario empuja de repente más lento, al momento más rápido con largos empujones. Su cuerpo abrazando al de ella, se acalambra, tiembla – para – sigue empujando, ahora en firme ritmo, la saca, – la metttteee . Oigo su sensual ahhh .

Oh – como mueve sus glúteos.

Ah – sí, ese ahhh cuando entra en ella y tilitea y... ahhh . Sí – sí – sí, desde luego, eso tiene que ser, ahora le inyecta su jugo.

Uhhh – yo siento como se acumula el esperma en mi pene.

¡Dios mío! – mi muñeca está por recibir una extraña y completa carga de su mocosa secreción.

Hey, que bonito luce como él esta follándola, como balancea su exuberante culito entre sus muslos, dándole con cada empujón su mielosa delicia. Ya, ya – yo siento, veo como mi jugo se arroja de mí, y brota por encima de ellos.

Él empuja una y otra vez, me imagina, como con cada quejido de él sus sal-picantes gotas se tiran contra ella, les ahogan.

Ahhh – ohh , tengo el mío en mi firme mano, las ultimas gotas caen sobre ellos.

Tania grita ahora: "Sí, sí, estoy corriendo, corriendo, oh Mario – más fuerte, más rápido, rápidoooo , ya – ya apaga mi fuego – ya – ya – yaaa – aaaa – ohhhh ..."

Los quejidos de él aumentaron, igual apretó sus regazos fuerte contra las de ella, crispaba las nalgas y levantó el tronco de su pecho. Tania gritaba y encabritándose aruñaba las manos en sus pompas, acompañado por los últimos suspiros.

Aparentemente los dos no querían soltarse. Pero con esto bastaba.

Así arrastré y empujé el joven de su cuerpo. Y así pude ver su roo huequito entreabierto frente mis desesperados ojos. Vi el margen que él había dejado. Un lechoso liquido fluía, pasando por su pulsando ano, mojando la sabana. Lentamente se relajaban sus labios.

¡Increíble! – la cantidad de semen que él después de solo unas horas le había donado.

Yo acariciaba cariñosamente su caliente y sudoso vientre. Ohh – como le ha chuseado dentro de esa frágil bóveda con su duro pene, como se había apoderado des su bellísimo cuerpo. Mis dedos se deslizaban por dentro de sus labios vaginales, sintiendo su fatigada carne, y al tocar su clítoris, ella reacciona con unas vacilantes contracciones. Los cuales debería sentir Mario, porque ella sostenía su mano. – ¿O él la de ella?

Él no parecía cansado o aburrido, también su moreno y resbaladizo gusano no era tan encogido como en la mañana, cuando Tania le chupaba por segunda vez. ¿Será – que aún no esta satisfecho?

¡Pero, hombre! – ¿porque con sus dieciséis años no seria más exuberante por Tania que yo con treinta y ocho?

Cuando yo conocí a Tania, le brincaba como mínima tres veces diario encima, nunca era demasiado. Su perfecto cuerpo, unido con la sensualidad de sus ojos no me dejaba descansar.

Hasta que ella sorpresivamente preguntaba: "¿Si acaso no puede satisfacerte?"

Le dije: "Que si – al contrario – me haces sentir tan rico que quiero más y más."

Y me hacía saber, que le gustaría en el fondo, hacer el amor de otra manera.

Así hemos llegado donde ahora.

Yo me encontraba siempre de rodillas entre las extendidas piernas de ella, variando la mirada a sus derramados labios, a sus manos unidas y – a la bonita salchicha de Mario. La lucía bien, como descansaba en su bajo vientre poco peludo. El glande está cubierto del prepucio el cual se arruga en la punta.

Ahora era el momento – yo debía tocarlo con mi mano, quería experimentar lo que ella había sentido, como ya he podido saborear, lo que ella disfrutaba. De este modo me desplacé en medio de ellos, acariciaba su pussy y a la vez agarraba su miembro.

Mario celosamente dejaba pasar, que mi mano lo tocara. Tímidamente miraba hacia Tania.

Huiiii – que suave y extraño sentido.

Cautelosamente muevo mi mano hacia el tronco, que hizo salir el enorme glande. Al soltar la piel se quedó descubierto. Pasando mi mano sobre su tensa bolsa sentí unas ligeras contracciones.

¡Ha! – ¿Era esto lo que volvió a Tania tan loca?

Otra vez la tomé en mi mano y empieza a mover el prepucio como lo hacía Tania. Al momento sentí como se estaba hinchando y creciendo en mi mano y la piel no vuelve a pasar por el abultado borde del glande. Por debajo de la suave pegajosa piel siento algo rugoso. ¡De repente tengo un extraño, duro pene en mi mano!

Y con este bello aparato había chuseado hace poco en ella. ¡Sí, ahora la entiendo!

Yo decidí dejarlo en manos de Tania; pues con estas gordas pelotas, segurísima está capaz de regarse una vez más.

Yo tenía que irme al baño, que hagan lo que les dé la gana. Yo por mi parte tenía suficiente.

Pero los sonidos que me llegaban despertaban mi curiosidad.

Saliendo del baño veo a ella tumbando su cabeza encima de su vientre, besando el pene. Y cuando ella sintió mi presencia, le metí toda en su boca, como quería demostrar que es todo suya.

Sí, sí, pensé, sigue besuqueandolo, ese no me llega tan cerca como ver cuando él te chusea con su caliente objeto, y posiblemente te embaraza. Podría ser, que de tanta voluptuosidad el proceso hormonal de ella se vuelve loco y la píldora no es eficaz.

"Prosigan Ustedes, yo voy a tomar algo."

Saliendo del dormitorio dejé la puerta entreabierta para que se sintieran cómodos, pero a la vez no la cerré del todo, para no perderme ni un sonido.

No terminando mi café, si al caso pasaron cinco minutos oí gemidos de ambos.

¿Qué tan rápido lo habrá hecho? ¡No sonaba que tuviera la boca llena!

¿Qué estarán haciendo sin mí? – Voy deprisa a observar.

Empujando la puerta cautelosamente me había perdido de mucho. Ella se encontraba sentada encima de sus extremos, friccionando salvajemente sus rellenos genitales, aruñando su pecho.

Justo en este momento Mario se riega y murmuraba: "¡Tania, te quiero!"

Y mientras él se riega miré la ausente cara de ella y cual idos ojos miran a un alejado horizonte y oía de su boca entre los quejidos: "¡ Oh , Mario, yo también te quiero!"

¡Hombre! Que maravilloso orgasmo está sintiendo, que ignore mi presencia.

Ahora si, me da igual, voy a dejarlos a solas para que se desahoguen.

Al regresar después de un tiempo observé, como Tania descansaba encima de él con las piernas bien extendidas.

Me acerqué y vi, como todavía estaban unidos, parecía que su vagina succionaba su pene. Me hubiera gustado distribuir la gran cantidad de fluido que pegaba allá.

No obstante me contuve a no hacerlo, para no asustarlos.

Después en la noche comimos juntos un plato de ravioles. Tania se sentaba al lado de él para poder así tocar sus genitales.

¡Ya! – creo que es suficiente. Yo ahora si molesto le cancelo rápido a Mario por su ayuda de apagar la hoguera.

Y antes de que se vistiera y guardara su manguera, Tania le da un caliente beso de despedida y le estrecha por última vez su lutuoza bajo vientre.

Tercer capítulo

Más tarde, en la noche, sobre la revuelta y manchada cama pregunté a Tania si se había duchado.

Me contestó: "¡No! – quiero conservar su aroma en mi cuerpo para así poder disfrutarlo más." Metió dos dedos entre sus piernas y los introdujo profundamente en su babosa ciruela; al sacar los lleva a la boca, disfrutando con unos suaves suspiros lo que él había dejado.

¡ Ihhhhh; Si se le ocurriera hacerlo de nuevo, que sea solo con mi baba en sus dedos! Volando me siento sobre sus caderas, cerrando la puerta.

Este buen mozo le ha dado bien salvajemente, ojalá que ella no haya sufrido ningún daño corporal.

Me aseguro primero del buen estado de sus senos, cuales no tienen moretones y se lisonjean en mis manos como siempre. Su frágil cintura y la firme pancita me permiten ver su relajado respiro. Aparte de una incrustada masa en su ombligo no indicaba nada que hubiera sufrido un mal uso.

Con ligera presión abrí las delgadas piernas para poderme colocar de rodillas entre ellas. – ¡No! A simple vista superficial parecía todo bien.

¿Pero como estará su pequeño rosado huequito? ¿Quizás chollado o fisurado?

A lo mejor voy a revisar con mi suave lengua. Al tocar su clítoris, ella reaccionó; entonces está funcionando. Y hasta donde pude llegar con ella no sentí ninguna queja de Tania.

Ahhhh... – quiero bañarme en ella.

Inhalando su exuberante evaporación le recuerdo al momento que me ha prometido. Y no pensé pedirle mucho; solo que abra bien rico sus muslos y quedarse quieta.

Por la memoria de lo anteriormente vivido, Tania no sufrió mucho. Cuando me regué, me respondió con unos insignificantes quejidos. Por lo menos no le dolía nada, y tenía ahora mi fragancia por encima.

Así mañana puedo irme tranquilamente a mi obra.

¡Era más fácil decir, que hacer!

En esta noche tenía yo los más salvajes sueños, y Tania se pegaba con mucho más comodidad a mí, posiblemente sintiendo a Mario.

Me desperté en la mañana en el lado, con las piernas encogidas; ella pegada de espalda a mí, con mi templado tubo entre sus apestosas nalgas.

Cuando yo pasaba mi mano sobre su cintura, dirigiéndola hacia su vientre y acariciando su pequeño pincel de bellos, mi pene reacciona con algunas pulsaciones.

Y antes de que mis dedos lleguen a la meta, ella me pregunta media molesta: "¿Es que, no puedes pensar en otra cosa?"

¿Quién habría podido olvidar? – después de solo un día, lleno de erótica ardiente, despertando con su desnudo amor en los brazos; de la cual se había apoderado un potente rival con quien volaba fácilmente de un orgasmo al otro; sin embargo con migo grandes dificultades tenía.

Y estoy seguro, si Mario estuviera ahora con ella ya hubieran tenido un salpicante polvo; y estuviera con ansias esperando el próximo, o la provocaría.

Bajo estas circunstancias le metí, al contrario de mis costumbres, del lado y por detrás, el duro aparato de una vez en ella, para limpiar la chimenea.

Rápido me duché para quitar ese penetrante olor. Después del desayuno le dí un beso, de despedida lo, cual tampoco sabría como siempre.

Y así me fui a trabajar duro, para ganar el dinero, así facilitarle esa vida de lujo.

Tania era mi único lujo y yo muy orgulloso de poder enseñarle al mundo. Seguramente me tenían envidia como único dueño de esta maravillosa, exótica gata salvaje.

El día de trabajo hoy me pesaba como nunca, no pude concentrarme.

Siempre veo a Mario como se balancea encima de mi Tania, fácilmente sacándole un orgasmo tras otro. Veo la cara, enmarcado con el revuelto cabello, expresando un inmenso encanto.

Yo no logro laborar, hasta la cinco, como normalmente. A las tres recojo mis herramientas, con mi toyota landcruiser me pongo en camino a casa lleno de esperanzas.

Estoy seguro, que mi chica se ha recuperado de ese desbordada aventura, está duchada y su vaginita de mazapán limpio y cuidado.

Desesperadamente me estará esperando para caer en mis brazos y decirme que me ama, que le hace más feliz cuando yo la acaricio, cubriendo su cuerpecito con el mío.

La alegría ante esas esperanzas me tiene templado y mojado.

Poco antes de las cuatro llegué a nuestra casa, la cual se encuentra solita, en las afueras del pueblo. Al contrario de lo esperado nadie sale, como yo estaba acostumbrado, a la puerta.

Hmm , que raro, el diesel es bastante ruidoso para que no lo haigo escuchado.

¿Quizás todavía esta dormida, recuperando sus fuerzas?

Cuando abrí, con sentimientos mezclados, la puerta, que da al gran patio, veo a ella acostada en una de las tumbonas, disfrutando los últimos rayos del sol.

"¿Ah, ya llegaste?" – ¡Eso era toda su exclamación!

Ella se desperezaba estando de espalda; Una vez más pude admirar su bronceada figura, tenido de la última, anaranjada luz del sol poniente.

Pero no está desnuda, lleva puesta una decorativa tanga azul claro de algodón. Y allá, entre sus ligeramente abiertas piernas, observo en el pequeño triangulo de suave tela – una oscura humedad.

¿Se había expuesto tanto tiempo al sol que le hizo sudar?

¿O se había acariciada y asió mojada ella misma en bella esperanza de que yo estoy por venir? – Según la manera como me miraba era esto lo sucedido.

Como Tania aparentemente no quise molestarse en levantarse, me voy hacia ella para darle un besito, preguntar que hay de comida.

Hmm ..., tu beso aún sabe a jabón salado.. ! ¿Y estos secas manchas blanquitas en tu cara? ¡Pensé no usas protector del sol! – ¿Qué, y no hay comida, tampoco te has duchada?"

Para olfatearla me inclino hacia el centro de sus caderas y desliza mi mano sobre su panza.

Entrando con mis dedos en la tanga, tocando la franja de sus vellos, sentí escalofríos y al entrar más profundo entre sus muslos sentí algo muy baboso que olía a esperma fresca.

Tania se había derramado bastante y me dijo, para no manchar los muebles se había puesto una tanga.

"¿Pero qué, qué te ha pasado? ¿Qué maldad has sufrido?"

Me dice – "¡Al contrario, no ha pasado nada malo, solo me he enamorado de Mario!"

¿Como? ¿Qué? – "¿Quieres decir que estas enloquecida de él?"

"No lo sé, es tan diferente con Mario; me pisa muy rico, sacándome sentimientos desconocidos y estoy desesperada por más.

En la mañana, a penas has salido de casa, llegó él. Me comía con sus besos y me enseñó su caliente juvenil tubo, cual era brillante y bien cuidado con crema de fragancia. Pero yo me sentía tan sucio que me daba vergüenza.

Así fuimos a la ducha, donde él me lavaba con tanto cariño, explorando mi cuerpo con sus suaves manos cariñosamente...

Y en su momento me llevó, mojado como estuvimos, a la cama.

Sabes, yo tenía muchas ganas de ver, como él se riega, el momento cuando expulsa su semen de la punta de su precioso glande."

– Ya, ya, lo sé; yo nunca le dejaba ver eso, no quería desperdiciar las gotas, solo me gustaba regarme muy dentro de ella. –

"¡Ya – y cuando él estaba de rodillas sobre mí, agarré sus nalgas y le halaba hacia mi cabeza, cogió tu almohada y la coloqué encima de la mía, para que mi cabeza estuviera más elevada. ¡Y después pasó todo muy rápido!"

"¡Cuéntame, cuéntame!"

Oh , sí! Yo tenía la sensación en mi boca que su glande se agrandaba. Con cada vez que mis labios lo rodeaban pulsaba más y más y cuando sentí con mi pecho, como sus nalgas se acalambraban, lo dejaba salir y seguía solo con mi mano.

Al momento él se quedó muy quieto, cuando sentí un tibio chorro en mis labios, ahhh ... – vi y sentí a la vez como expulsaba su delicioso esperma, mojando mi cara. Parecía que no quería terminar, sentí sus dedos dentro de mí, como con cada regazo estaban entrando bruscamente...

Ah, quizás tiene un lindo hermano que junto con él, me hace sentir su pene, para tener un inolvidable orgasmo. ¡ Ohyaaa ..., eso si me gustase!"

"¿Sí, pero, pero yo podía meterle el mío, como la primera vez cuando tú la chupabas?"

"¡Que no, eso es diferente, no pica tanto!"

Pero a mí si, me está picando como miles de pulgas. Yo necesitaba regarme ya, sino iba la carga al calzoncillo.

Rápido me bajo los pantalones y le ofrezco a Tania la dura verdad.

Mi mirada hacia ella no carecía de ninguna duda. Penosamente se levanta a sentarse en el borde de la tumbona y con un molesto suspira lo lleva a su boca.

¡ Oh , que caliente son sus labios, como besuquea! Pienso en Mario como le había dado después de bañarle la cara. No por nada ella tenía la tanga lleno de fluido.

Al darle mi tiro acumulado siento sus dificultades en tragárselo, no esperaba esta cantidad.

Relajado me siento al lado de ella para escuchar curiosamente como Mario ha borrado la leche de su cara y después la tomaba de varias posiciones; de pronto se fue, para no encontrarse con migo.

¿Y mañana? – "¡No lo sé, quizás!"

Pero yo si estoy seguro. Quiero ducharme con ella, lavar todos los huequitos, dejar pasar cada poro de su cuerpo por mis manos, para memorizar a ese sentido de su suave, juvenil piel hermosa; así poder desfrutar de ella en el caso más extremo.

Como ella me aseguró, también me ama mucho... pero igual a Mario.

Le dijo, que ese es su problema; mientras estaría bien con migo, puede hacer con Mario lo que les de la gana.

Y en el transcurso de la noche ella se portaba muy bien con migo.

Su beso de despedida en la mañana siguiente, me prometió la felicidad del mundo entero.

¿Qué había prometido a Mario?

¡Ojalá que ella no haya pensado escapar con él!

Cuarto capítulo

Hoy no pudo hacer mucho en mi obra. Siempre tengo la imagen de los dos enfrente de mis ojos; los veo entrelazándose, oigo sus quejidos y gritos. Sí, me gusta mucho observarlo el bonito juego que hacen, uno sobre el otro – él dentro en ella.

¿Estará ahora con Tania? ¿Quizás estoy celoso? ¿O simplemente quiero saber lo que Tania hace con él – o él con Tania?

¿A lo mejor hay algo que yo no conozco y me lo estoy perdiendo?

A las once horas decido, mientras Mario está en la isla, hacer vacaciones. Por su puesto es Tania lo más importante para mí; por complacerla me vale cualquier sacrificio.

Nosotros podemos pasar todas los días juntos e irnos a la playa. Allá pueden disfrutar los dos pequeños acariciándose en la calurosa y blanca arena, mientras yo observando disfruto de ellos. ¡O al rato me dejan participar!

Quizás ya están aburridos y les gustaría un ayudante.

No terminando de pensar ya estoy en camino a la casa.

Pero esta vez me acerca de puntas, para no asustarlos. Dejo el ruidoso tanque más arriba por detrás de un montículo y camino el resto agachado.

¡Qué tontería! Si Mario está con ella, segurísimo tienen que hacer mejor cosa que mirar por la ventana.

¡Y cómo lo hacían! Puedo verlos de muy cerca, a solo dos metros de distancia. Por una ventana que está media cubierta por una planta trepadora de hojas pequeñas, en la cual yo metí mi cabeza.

Así veo de lado a Tania sentada desnuda con las piernas muy extendidas en el borde del sofá, sus pies apoyados en el canto de la mesa. No puedo ver su cara, pero la de Mario si, el cual está de rodillas con su cabeza entre sus muslos, haciendo algo rico, que hace crisparse a Tania los dedos de los pies.

Cuando Mario le mira con brillantes ojos, ella retira sus pies de la mesa y se desliza hacia atrás.

Mario se levanta, demostrando su duro, balanceando pene, demostrativo estirando sus caderas hacia ella. Seguramente lo excita igual que a mí, cuando pasa la lengua por su delicioso interior.

Ahora llega la cabeza de ella al campo de mi vista. La punta de su lengua toca el moco del glande, la saborea, toma ese pene en su mano y lo estrecha a su mejilla, pasa la otra mano por sus muslos y la aruña agitándose en su pompa. Lentamente retira la mano, acaricia su rígido, repleta bolsa y empuña el balanceando pene, lo cual se encuentra muy cerca de su lascivia carita.

Tiritando me bajo la cremallera del pantalón, tiro violentamente mi miembro afuera y lo acaricio.

Ahh , qué buen picazón, ohhh , Tania tu... – ella devuelve el prepucio, uhh – el abombado glande aparece como una brillante castaña, rojo-marrón, delicioso, ¡ hmm!

Tania mueve su mano despacio hacia delante y atrás, sí, bueno ... – Oh , que bonito pene tan cerca de su cara.

Ohh , ahorita le va a salpicar su cara. Ya, ya ahora – ohh , una espesa gota de moco aparece en la punta. Tania detiene su mano, hala la piel tensamente hacia el tronco, aprieta más y la devuelve hacia delante. Uiii , más moco se derrame y con fruición ella se pinta los labios.

¿Qué pasa? – Ella se levanta, camina hacia la ventana. ¿ Oh , acaso me ha visto?

No, pienso que no, porque se inclina al pasamano, el cual divide la cocina del salón, empuja las nalgas hacia atrás y extiende, llena de expectación, las piernas.

Dios mío, yo estoy a un metro de ella. Tan cerca me presenta sus exuberantes mojadas nalgas, que me asusto. Nunca antes yo he visto su flor tan abierto. Una fascinante vista, como una madura, reventada, exótica fruta, de la cual brota la jugosa, rosada pulpa. ¡Ohh! Y esa fruta crece en mi jardín tan cerca de mí – ¿cómo no he podido yo a ver sobrevisto esto?

Demasiado rápido se acerca Mario, parándose delante de su ansiosa carne, aprieta su pene hacia abajo, mete la pulsante castaña cautelosa entre sus esponjosas, abiertos labios y lo suelta.

Lentamente se desliza hacia arriba, justo a su lugar, donde sumerge el glande un poco y lo retira.

Yo veo las contracciones vaginales y las del pequeño ano de mi Tania, cuando él con la boca abierta, lo mete de una vez hasta el fondo. ¡Uiii! ¡Eso tenía que gustarle! Ohh – ¿qué estará sintiendo?

¡Él está en ella! ¿Porque no yo?

¡ Noooo ..., déjala, quítalo, fuera tú!

Ahora, ahora, aho... extiende sus piernas un poco, agarra su cintura, sus pompas acalambrado empiezan a moverse. Oh , cómo desliza su tubo en ella, puedo sentirlo, veo sus testículos flotando – tan cerca, que podría tocarlos.

¿Porqué yo nunca le había follado así?

Tengo que recuperarlo. Con mi más grande y experimentado pene le relleno más, absorbo su húmedo calor y se lo devuelvo en forma de un caliente chorro.

De repente Mario se queda quieto, inclina el tronco sobre la espalda de ella, coge sus pechos y las amasa. En su cara, la cual está dirigida hacia a mí, veo los músculos contrayéndose, como si fuera luchando contra algo.

Sí, yo tengo razón con mi suposición, que tiene el esperma hasta las orejas porque ahora agarra mi pequeña Tania en su delicada talla y la chusea duro, vehemente halando su trasero contra sus empujones.

Oigo su uhhh – ahhh – sí, sí, sí... bruscamente balancea sus pompas, las aprieta contra ella y con un último, corto empujón se acalambra a ella y según la manera como crispa su ano, puedo imaginarme cada regazo.

¿Y Tania, qué? No le he oído gritar, entonces no está muy complacida.

Eso es mi perspectiva. Ya está saliendo de ella la lechosa salsa, espesas gotas mojan el piso.

Me pongo a correr, entrando al patio les hago saber que soy yo, que no se preocupen, estoy en todo.

Cuando entro al salón, Mario suelta a Tania y se retira, mirándose su todavía erecto mucoso pene. Al sacar el glande, se derrame una buena cantidad de lechoso esperma del aún abierto rosado hueco, goteando en espesos hilos al suelo.

Tania suelta una mano, la lleva entre sus piernas, recoge el resto del flujo y con delicia embadurna la crema en su vientre.

Mientras yo me desvisto, les explica mis ideas. Las dos están de acuerdo. En especial Tania, porque su cara expresa enormes deseos al ver mi tiesa verga. Impaciente ella gime cariñosa, meciendo el húmedo culito en inconfundible tacto, me invita a penetrar. Apasionado tomo su vagina en mi mano, la siento disfrutando como una mojada esponja.

Me acurruco para observarla de muy cerca. Toda el área está embadurnada de su secreción. Yo tengo sus nalgas en mis manos y al estirarlas me brinda toda su belleza. El aroma me vuelve loco, paso mi pulgar por su taberna y bien baboso lo llevo al ano.

Acariciando su pequeño rosetón, poco a poco voy para dentro. Sintiendo sus fuertes pulsaciones me levanto y balanceo la cosa a su sitio. Como una hambrienta, escabrosa garganta se me traga de una vez. Tan excitada está mi querida folladora que, aún con mi dedo adentro, siento poco apretón.

Más que nunca, sin obstante, siente ella, porque su cuerpo está aumentando su movimiento.

Entregándome a su pasión desenfrenado siento deseos de satisfacerle al máximo. Así pienso en acariciándose a sí misma. Suavemente retiro mi dedo y lo deslízalo por mi nariz, percibiendo su atractivo aroma.

Palpando su clítoris, ella reacciona convulsionando. Eso me emociona y me recuerdo a Mario. Nos está observando, tocando su semierecto pene. Le digo que se pare enfrente de su boca, por si ella deseará más.

Y desde luego, la deseaba, porque al momento le oigo gemir besuqueando.

Tania se tranquiliza, concentrándose en Mario, solo sus piernas trepidan, curveando su espinazo, empuja más las nalgas, sus quejidos aumentan, suenan aún más sensual, saliendo por la nariz.

Yo estoy muy dentro, lo muevo con cortos y suaves empujones, frotando la perla y al sentir su cuerpo acalambrándose me riego junto con ella.

"¡Auuu!" – oigo gritar a Mario, veo una mueca de dolor en su cara. Me imagino que ha sucedido.

¡Sí, sí, cuando uno se aparea con una gata salvaje es mejor tener el rabo entre sus piernas!

Quinto capítulo

Después de que Mario asustado, se ha ido a su casa, esperando recuperarse, yo pasaba unos días maravillosos con mi mansa gatita. Ahora yo solo la podía acariciar, rondar y disfrutar. Aliviado ya me di cuenta, que ella no ha sufrido ningún desgaste, al contrario, era celosa como nunca antes.

Como para recompénsala por su buen comportamiento la invité a comer y pasear por un cercano centro turístico, sabiendo que eso es lo que más le gusta.

Apasionado me pregunta, que ropa se va a poner.

Desde luego, como niña mimada por mí, le costaba mucho tomar una fácil decisión. A parte de eso, por la cantidad de sus ropas, no pude ver al espejo, ya que no lo necesitaba, porque yo lo sustituía.

Teniendo yo un excelente gusto con respecto al vestir – y desvestir – pequeñas, lindas muñecas. Y con Tania aún me fue más fácil decorar su fascinante cuerpo.

Bueno, sí, para andar con ella y llamar la máxima atención se viste a lo mejor, con ese llamativo e brillante de color rojo hilo dental, fuera de eso un blanco diminuto top, que acaricia tiernamente sus insolentes pechitos y hace un bonito contraste con su despeinado moreno cabello. Fuera de eso unas lindas botas indígenas, hechas a mano de cuero natural, cuales flecos del pequeño caño con cada paso flotaban llamativamente. Como si fuera eso poco extraño agrego una cinta para la frente y grandes pendientes de papagayos colorados.

Pero como en la noche puede hacer fresco, digo a ella, que se ponga mejor sobre sus nalgas ese muy usada blanca lycra, pero deja a la vista los rojos tiras del hilo. También llevamos su chaqueta bolero.

Esta lo cargo yo, para que ella pueda moverse libremente.

Un bolso de mano no lo tiene que llevar, su belleza natural no ocupa peine o cepillo, ni crema, ni maquillaje, tampoco lápiz de labios. Su espejo soy yo.

Así yo puedo admirar sin molestas influencias, como Tania mueve su cuerpo – parecido al de una pantera.

Llegando al pueblo la tomé en mis manos y la saqué del carro, suavemente dejándola reposar sobre sus patitas.

Me adelanto unos metros para ver como ella viene hacia a mí, como la gente la verá, tomada de mi mano.

¡Fantástico, lo que queda a la vista! El absoluto imán para los ojos son las rojas tiras que guían la mirada hacia el luciente triangulo, que presenta sin necesidad de imaginación, más que esconde.

Ohhh ... ese pequeño caluroso paraíso que solo yo puedo acariciar, besar y...

– Sí, tiene que ser algo muy especial, no por nada se pegan las miradas allá. También sus apretados pechos, cuales parecían salirse con cada paso del pequeño top, no dejaban de echar ninguna mirada de menos. Y todo esto es sujetado por unas largas y acrobáticas piernas. –

Después de haberme asegurado, que Tania luce bien de frente le observo por atrás.

Esas torneadas piernas no se convierten suavemente en las pompas, sino terminan por debajo de dos redonditas bolas.

El fino pantalón se amolda a ella como un sedoso papel que envuelve un regalo. Las rojas tiras del hilo, como decorativos lazos, invitan a desempacar.

Rápido la alcanza y tomo su mano, antes de que se la lleven.

Y al llegar a la próxima vidriera de una de las incontables tiendas con ropas exóticas, me hace parar. Con una sensual mirada observa la exposición de ropas íntimas. Es, que, si se puede llamar ropas, esos provocantes adornadores de labios vaginales y transparentes caza-miradas de senos.

¡Ella tiene que entrar y probar algo!

Su atención la dirige a las tanguitas de cuero, las cuales seguramente no son para bañarse, sin embargo si para solearse, exhibir y llamar la atención.

Por fin ella se decide para una de las menos decentes y la lleva al vestidor. Yo la observo por encima de la puerta que me llega hasta los hombros.

Y cuando ella me da para sostener su rojo hilo, estoy en las nubes. La fina tela forma una arruga donde se amoldaba en la fisura y ole a miel y flores. Cuanto que me ata la vista de su desnudo lomo que hace un excitante contraste entre el top y esas lindas botas.

Pero, sin embargo, el más tentador punto de vista es su, por la tanga aplastada franja de vellos, que adora su niña feminidad. Ese me recuerda a jóvenes niñas, a las cuales están saliendo los primeros finitos vellitos.

Cuando por fin viste la nueva negra pieza y la ajusta, moviéndose como un sensual baile, a su anatomía, siento como se mojan mis calzoncillos.

Tan cerca de ella y por encima de la puerta no puedo disfrutar la bella vista. Así me aleja hasta el mueble de la cajera y le digo que salga por favor.

No me importa, si la empleada se da cuenta de mi abultado pantalón. Yo por mi parte solo tengo ojos para Tania.

Ohh , como sale exhibiéndose con ganas, dando vueltas, balanceando sus caderas, como en el cuento de alas "el gato calzado con botas", solo mucho, mucho más sexy y exuberante. Eso me confirma la admirada mirada de la joven empleada y las de algunas clientes.

¡Sí, esa compramos! Puede dejarla puesto; yo más tarde sé la quita, cuando ha absorbido su aroma y evaporación.

La cena me parece muy larga y por encima tenemos que ir a ese exclusivo local de las surfistas, donde se encuentra la gente más exótica y ella tenía que ir por allá para ser vista. Así pudo disfrutar al menos unas igual excitantes bellezas.

Llegando a casa tengo que sostenerme, de no brincarle encima.

Mientras la beso y acaricia la quito, hasta la nueva tanga, sus ropas. Y al pasar mis dedos sobre el fino cuero negro, le cuenta de Mario y su bonito pene, que ahoríta le va a penetrar.

Uiii , siento como el triangulo se hincha, como ella levanta las pompas y aprieta el abultado cuero contra mi mano. Ahora es, cuando les quito el mojado pellejo y las dejo sentir mi duro piel.

" Ohhh sí, Mario, sí, sí, bien, bueno, ahh ."

Oh , que maravilloso, sentirla. Cuando corre, me pierdo en ella.

Sexto capítulo

A la mañana siguiente a ella se le ocurrió preguntarme por Mario. Finalmente le quedan solo un par de días en la isla y de todos modos tiene que despedirse de él.

Además queríamos ir juntos con él a la playa. Desde luego no he podido negarle ese deseo. Ya han pasado cinco días de que no hemos oído nada de él. Como ya sabia, que yo hago vacaciones encima de Tania no ha atrevido a venir.

Así no me quedó otro camino que ir a su casa para llevarle la agradable noticia.

Agradablemente asombrado me responde: "Sí, desde luego, hace dos días me siento bien, soñando mucho con Tania, si no tienes inconveniente me gustaría tenerla en mis brazos." – ¡Pero, que tenga cuidado!

"Bueno, entonces a las once horas pasaremos por ti para ir a la playa."

El lugar que queremos visitar es la playa de las surfistas, ya que en esta época es poco frecuentada. Con su agua color turquesa y su arena blanca invita a jugar. La arena está entremezclada con gigantes, lisas rocas de varias formas. Frecuentemente pasan fuertes vientos por allí, que levantan la arena a la altura de las pantorrillas, provocando una fuerte picazón.

Como se podría ver de largo, hoy sin embargo es un día ideal para bañar y exhibir bellos cuerpos adorados con diminutos detalles de tela. Dándole los recuerdos de Mario pido a ella el favor, que decore sus gráciles lomos con una dulce tanga hilo que su, de todos modos irresistible atractivo, aún más pone de relieve.

Gustosamente corresponde a mi deseo y me sorprende con su hilito favorito, un espectacular luciente de color rosa-plateado trapito vinílico con lila tiras fruncidos cuales están por encima de sus marcadas caderas cerrado en forma de lazo. – Los cuales, ojalá, no lo ha tensado mucho, para que Mario las pueda abrir juguetón.

Su cabeza es decorada con una al tanga apropiado rosada cinta para la frente con bordados flores amarillas. El dorado cordón que se amolda en su cintura ya es parte de ella.

Pero no el cordón del tobillo con un decente colgante de jade en forma de un erecto pene. Ese solo se la ponía en ocasiones. – ¡Y hoy, supuestamente, era una de esos!

Sus pechitos quiere levar al natural y viste para el viaje en nuestro descapotado jeep un corto chaleco, dejándolo abierto.

En el corto camino por el pueblo, el caluroso viento juega con las partes abiertas de chaleco, destapa por momentos sus niñas preciosidades. El roce de la tela atiesa sus pezoncitos – ¡y a mí!

Cuando Mario toma asiento en la parte atrás, Tania se levanta para deslizarse por los asientos delanteros. Su pierna izquierda la arrodilla en su asiento, estira la otra entre los asientos, se inclina hacia delante, levantando su lindo culito con el tenso hilo, enseñándome inconscientemente su blando paraíso. Oh , esos suaves, abultados labios, envuelto como un delicioso confite. Y la influencia es como siempre al verle tan provocativo – ¡muy excitante!

No puedo resistir, sostengo su pierna y deslizando mi mano entre sus abiertos muslos tomo con fruición el abultado hilo en mi mano. Uhhii , que rico sentido con el suave vinilo sobre su genital.

Yo espero, que se queje, pero ella reacciona al contrario, moviendo el culito lo aprieta amoldándolo en mi mano y acariciándolo con mis dedos siento su tierna estructura.

De una vez llegada por atrás, ella se presenta de pie a Mario. Eso hace con mucho gusto; sabiendo, que es una delicia. Como es provocante al natural, la disfruta ser acariciado con miradas admirantes. Y cuando ella apoya un pie sobre el asiento, sosteniéndose con los brazos extendidos en los tubos de la estructura, el chaleco se abre.

Mario empieza a sudar. Esto, que poco antes estaba en mi tiesa mano, lo tiene ahora ante sí. Sus dedos aparecen entre sus muslos; veo como aprieta los puntos en la grieta – ohh , como aprieta la tela curiosamente y ella empuja sus caderas hacia él, crispando las pompas.

Cuando veo a Mario levantando sus brazos, decido arrancar, antes de llamar la atención de alguien, que acaso quiere apuntarse. Durante unos segundos estoy perplejo porque el carro tiene dos varas del cambio, una de esos se pela de mi bañador.

Ella también queda parada, en el camino explorado por Mario.

Cuando llegamos, los dos nos quitamos el abollado bañador, porque aquí es también play nudista. Las dos se toman de mano y corren alucinado hacia el mar. Llegando al agua empiezan a besarse.

Yo las alcanzo y me siento a cinco metros de ellos en una inclinada moldura de una grande roca. De aquí veo, como de un palco, sus impecables bellos morenos, jóvenes cuerpecitos, cuales se levantan claramente contra el despejado cielo. ¡Ellos forman una parejita maravillosa! Igual de altura y esbelto con eróticas caderas y de igual color cabello, con cual está jugando la suave brisa.

Tania con la figura de una joven pantera y el pueril Mario, con dieciséis años tiernamente musculoso con anchos hombros, estrechas caderas y pequeños firmes pompas. Así están ante mí, acariciándose las zonas erógenas dejándome participar en su felicidad, de su despreocupación.

Los erectos pezones de ella tocan su pecho y seguro que están saltando chispas, porque con su duro moreno pene presiona un ahondamiento en su vientre. Ella, dispuesta a ayudar, lo lleva entre sus muslos, cuales complacido se separan un poco, cuando Mario empieza a mover sus caderas.

Piadoso mantiene el ritmo, desliza su pene cada instante sobre el suave triangulo. Sus bocas se devoran mutuamente, cada uno amasa las pompas del otro. Oh , sí, por fin lleva sus manos a tientas a las lacitos, y ya luce una bella franja de vellos y parte de sus hinchados labios. La parte delantera de la tanga colga sobre el tronco, la otra queda prensada entre sus nalgas. Tania, al abrir los muslos estira el culito y el tenso pene se eleva hacia arriba, la tanga colgado sobre él. Ella la agarra y la tira hacia mí.

Hmmm, hmm, que bien huele a ella. Uhh, que mojado está donde fue apretado entre sus empapadas labios. – ¡ Ohh, que delicioso!

Ahora ella coge sus hombros, abre bien las piernas, se pone a punta de pie y toma el gran glande entre sus anhelosas membranas mucosas. Lentamente bajando los pies, veo al metérselo como sus labios se expulsan. El gemido es vencido por el rompiente del mar, pero su mímica refleja la penetración y cada centímetro del placer.

Mario ejercite doblar las rodillas, ella se aruña en los hombros y cada empujón le hace abrir la boca, tirando la cabeza hacia atrás. Una vez más está disfrutando sus desenfrenadas caricias. Quizás es su grueso glande, cual como la punta de un arpón sobresale del tronco, que le vuelve tan loca.

Como en este momento. Cuando empiezan a tropezar voy rápido hacia ellos, me coloco detrás de ella y la abraza tomando cariñosamente sus bailando pechos.

" Oh , sí, sí, ayúdame, sí bueno, sosténgame, sí, sí."

Yo siento sus empujones, cada chuzo en su temblando cuerpo, oigo sus suspiros.

La cercana roca, donde yo había sentado es ideal para apoyarse y así disfrutar mejor.

Yo suelto los pechos y agarro las nalgas de Mario, cual no quiere detenerse, hasta que le aprieto fuerte contra ella. Le di a entender que se profundiza en ella. Con pasos cortos les llevo a la roca donde yo sirvo como soporte para Tania.

Con mi pene entre sus muslos y acariciando sus pechos siento los ahora más rápidos golpes; la bolsa tocando mi glande.

Tania grita ahora: "Sí, sí, sosténgame. Sí, sí, ayúdame. Ayuda, sí, bueno, rico. Ahh , su glande, ahh , en mí, siento rico, sí, sí... Ya, ya me corre, me corre, agárrame. Ohh , como chusea. Ahhh , Mario, Mario, Mario, yaaaa-uhhh-ohhh ."

Y una vez más le dio su lechoso líquido – y yo le mojo los testículos.

Después caracoleamos en las olas, cuales lamean entre las abiertas piernas, mezclándose con las derramadas proteínas.