Tanguero y Comilón

Un gay aburrido conoce a un bailarin de tango sensual y muy macho. Pero el tango que bailaron junos despues en la cama, fue mas caliente y sensual.

TANGUERO Y COMILON

Con mi vecina y comadre, Mercedes del Carmen, alias " la Potranca" somos como chanchos, muy amigos... Ella me cuenta sobre su tortuosa vida privada, de madre soltera y abandonada, con tres hijos, y cientos de novios , amantes y compañeros sentimentales y sexuales, que siempre, la dejan o la estafan , o que ella a veces abandona, deja o estafa, y yo le comento algunas de mis tribulaciones de gay soltero y en la búsqueda imposible del gran amor de mi vida.

Ella es muy puta y yo en el lenguaje obsceno de los bajos fondos soy también un puto , entonces entre putos nos entendemos o mejor dicho entre bomberos no nos vamos a pisar la manguera. Aparte ella es la madre de mi ahijado, el Juan Sebastián, mas conocido como "El pulguita" la luz de mis ojos maricones.

Me llamo Eugenio Antonio Isidoro Trimachi, si Trimachi y no Trimarchi, como consecuencia del error de algun funcionario ignorante de Migraciones cuando llegó mi bisabuelo a la Argentina. Llamándome Trimachi (algo así como triple macho) resulta una paradoja , que yo haya resultado , maricón, homosexual , puto, invertido ó gay como se le dice ahora. Y eso desde la mas tierna edad, Dios me guarde y me salve..

Potranca me pidió muchas veces que la acompañara a la milonga, esto es, al Club "Arrabal Amargo", tradicional reducto, o más que eso un templo de la noche porteña (de Buenos Aires) para los amantes del tango bailado. Ella concurría allí todos los viernes con una compañera, Blanquita, una vieja muy puta de unos sesenta y cinco años hasta que esta tuvo una decepción sentimental con un bailarín de 23 años y pija descomunal según se decía , que la había enamorado para sacarle dinero. La Blanqujita terminó arrojándose al río vestida de milonguera y todo. Encontraron su cadáver diez días después. La reconocieron por la foto de Carlos Gardel pegada a su bombacha floreada.

Yo no quería ir a la milonga. No se bailar el tango, me sobran algunos kilos, tengo algunos callos plantales, y además que podría hacer un muchacho como yo (tengo 49 años pero aparento tener 35 con buena luz y mirado con ternura), en un lugar tan heterosexual y machista como una milonga..... Entendeme, Potranca yo como vos necesito que me revuelvan el estofado de vez en cuando y ahí ni la hora me van a dar......le dije. Pero ella insistió y yo tuve en cuenta su duelo por la amiga muerta y como buena mariquita soy sensible y la acompañé.

Vestido con un pantalón que me quedaba chico especialmente en los fondillos y unas botas negras de charol de taco bastante alto, parecía un chulo madrileño. Me faltaba la Sarita Montiel y parecía salido de una vieja película dirigida por Amadori. Pero me gustó el lugar. Había muchas mujeres cincuentonas y mas viejas y unos cuantos viejos y caballeros de variadas edades y tamaños. Mucho cigarrillo, mucho perfume barato, mucha luz, mucha media calada, muchas miradas y cabezazos, mucha hormona buscando un destino. Todo al ritmo caldeado del tango.

De pronto lo vi, al más compadrito y compuesto de todos , un morocho de tez colorada grandes ojos negros y pelo largo hasta la mitad del cuello. Mediría 1,75 ms pero su estampa de varón tanguero, sus tacos de varios centímetros, su porte de macho arrabalero y cuchillero lo hacían mas alto. Las mujeres se lo disputaban como compañero de baile , porque las sabía guiar y conducir y era un virtuoso del dos por cuatro o sea del tango.

El tipo estaba fuerte, y me calenté de sólo pensar que semejante ejemplar se dejara hacerle una linda mamada. Que otro hombre posara su boca en su pija de compadrón bailarín y arrabalero, oliera sus huevos con olor a farolito y a malenas, a curdas y a grelas, que otro macho castigara su culo varonil y confiado, con una inyección de pija pordiosera y caprichosa. Ahhhhh, leche de mi palo olvidado.

El ejemplar tanguero que me calentó enseguida, era Cirilo Serapio Sosa, conocido en el ambiente milonguero como Chantecler, y tenía justo mi edad, cuarenta y nueve pirulos o sea 49 años.bien puestos, y vividos Dios lo guarde , con todo lo que hay que tener para calentar a un puto de mi edad . Vio?

El coso me vió bailando malamente con la Potranca y me dijo si quería aprender algunos pasos. Le dije que si , ante la ira de mi compañera abandonada a su suerte y envidiosa, y por diez minutos, Chantecler me llevó por la pista aún vacía, mostrándome los complicados pasos de una versión simple del tango bailado. Agarrado de su mano llena de anillos, y abrazado a su cuerpo fornido, sintiendo su perfume a vino barato, talco de fécula, pastillas de mentol y desodorante que no te abandona, aprendí con dificultad algunas figuras, sintiendo el calor de su pierna ardiente, y en mi cintura apenas arriba de mi culo, su mano guiándome por la cintura. Alguien dijo que el tango es una bestia de dos cabezas y cuatro patas, que vive mientras sigue la música y es asesinado por el último compás y yo me sentí asi como formando parte de esa bestia y dejándome llevar como una damisela descompuesta y vaporosa.

Yo sabia que en los principios , el tango era bailado entre hombres porque ninguna mujer decente se atrevía a hacerlo , pero no había advertido lo sensual que era bailar con un tipo que a uno le gusta y que sabe guiarte en los paso intrincados de la música argentina.

Cuando terminamos de bailar, nos dimos un beso en la mejilla como se acostumbra entre tangueros (y ahora entre todos los hombres en la Argentina) y Chantecler me pidió el teléfono para invitarme a una velada tanguera que se hacia en un iglesia luterana en un par de semanas. Me guiñó un ojo y se fue a bailar con una mujer de medias caladas y cara de española antigua.

Por supuesto que la Potranca estaba enojada y no me quiso dirigir la palabra, finalmente la invitó a bailar un viejo y no volvió en toda la noche. Yo me tomé varias ginebras mientras miraba bailar al maestro Chantecler. Y todas las figuras del tango bailado se hacían una maravilla en sus pies encharolados: el ocho, la sentadita, la quebradita.

Y cada vez que me tenía de frente me miraba y me volvía a guiñar el ojo , gesto que en mi país se estilaba antes como demostración de simpatía o de complicidad.

Yo le miraba el culito levantado , y me imaginaba su verga tanguera y compadrita y soñaba con tenerlo agarradito en mi cama , bailando un tango sensual de sexo entre dos hombres.

En el mediodía del dia siguiente , me llamó Chantecler y me invitó al club a practicar un poco de tango dijo, me sonó algo raro pero mi orto no piensa y mi pija llora y entonces lo único que atino a hacer es seguir las instrucciones de mi sexo que me decían "negro andá..." Llovía , me cambié las medias, los calzones, me vestí, agarre un impermeable , un paraguas, me puse colonia y desodorante y me mandé para el club.

El salón estaba vacío, hasta que apareció Chantecler, con su cara rosada, su peinado achatado por el fijador , con su ropa de tanguero viejo, y con esos ojos negros que tanto me había guiñado. También se había puesto colonia, desodorante y había tomado algún traguito. Vení me dijo, luego de besarme en la mejilla, vamos al saloncito del fondo que es mas tranquilo.

Alli fuimos, el delante con su saco cortón que se levantaba por el culo paradito que aún conservaba, los taquitos de sus zapatos, y esas piernas musculosas y fuertes que me habían impresionado con su agilidad y prestancia al bailar.

El saloncito del fondo, era en realidad una habitación amoblada con un sofá cama, dos veladores, un equipo de música: me lo presta la Comisión Directiva y lo uso para estar con los amigos me dijo.

Cerró la puerta con llame y pasadores. Encendió el equipo, y un tango de Fresedo, elegante y sensual, cubrió el aire de expectativas, y el me tomó de la mano y abrazado a mi me guió por la cintura mientras me enseñaba los mismos pasos del día anterior, y yo sentía su virilidad, su fueza , su elegancia y me dejaba llevar por el máximo bailarín de aquella milonga mítica de Buenos Aires. Hasta que me buscó la boca, hasta que sus labios casi secos se encontraron con los míos, y su mano atrevida bajó de mi cintura a mi culo expectante, y su otra mano me agarró sin disimulo la tranca con fuerza y su beso se hizo lengua , litros de saliva, dientes que mordían mi boca, mientras Fresedo , seguía con su tango distinguido y soñador y de lejos se escuchaba una guitarra nostalgiosa y sentida.. El guapo no era tan guapo ni el bailarín tan varón pensé.

Y nos sacamos la ropa y bailamos desnudos un largo rato, el con su cuerpo peludo y macizo, su pija enorme y esponjosa, sus huevos cubiertos de pelo , su culo fuerte y levantado , su aspecto de hombre primitivo y sensual y yo, casi de su edad, lampiño y delgado, con mi pija parada y erguida llamando la atención, entregado a sus brazos, siguiendo el compás haciendo figuras diferentes que se buscan y se encuentran casi al borde del equilibrio. Qué manera de calentarme, viera usted ..

Nos tiramos en el sofá, y el comenzó una coreografía distinta, donde primero chupaba mis tetas rosadas y suaves y luego lamía el agujerito de mi ombligo y después mucho después, cuando se escuchaba a Piazzola, me chupaba la pija , ay papito, desde el glande a los huevos con su boca guapa de labios carnosos y su lengua de cuchillero y compadrito. El placer era fabuloso, y le pedí que no siguiera que estaba por acabar y el siguió agarrado a mi tripa como ternero a la ubre de la vaca y chupaba y chupaba y yo sentía su olor a colonia su perfume a barrio, su aroma a arrabal, y el olor de tantos amores que seguro habrá tenido.

Por fin acabé entre gemidos y gritos ahogados por sus manos, y le llené la boca, el pecho peludo el vientre y la pija con mi semen tanto tiempo atesorado a la fuerza, y bailate un tango Antonio..

El pareció enloquecer como en aquellos tangos apasionados que se quejan de una traición y lleno mi boca con mi propia leche en un beso largo y apasionado, y me tiró contra el sofá y sin ninguna coreografía , agarró un viejo frasco de brillantina marca Glostora, , y me humectó el orto y luego, se sacó la ropa de compadrito arrabalero y con su pija gorda, pendenciera, palpitante, enorme y sensual, me fue penetrando mientras yo gritaba de dolor y mi grito era un tango triste , un pensamiento triste que se baila como dijo alguien, hasta que ese plátano milagroso del bailarín de tango, convirtió con fricción, brillantina , saliva y paciencia ese dolor ardiente en el placer de un macho empalado por otro macho. Chupate esa Conesa.

Hablamos largamente y el maestro, me contó de su eterna lucha entre su condición de virtuoso de la milonga y homosexual (dijo comilón sinónimo medio despectivo)., para concluir con que uno siempre mata el hambre como puede.. Y el tipo tenía mucho apetito y lo mataba muy bien.

Después cuando vinieron los besos y los mimos, cuando me dijo que le gustaba desde el primer momento que me vió, se me quedó abrazado y feliz apoyado en el pecho y yo me largué a reir, pensando que con la brillantina y la cogida, me había peinado el culo magníficamente.

De qué te reis eorazón, preguntó casi adormecido, de mi comadre contesté, él se encogió de hombros y me puso un dedo en el orto para que volviera a gemir y terminara con las carcajadas.

galansoy

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