Tan solo -fuego-
Cuando las palabras sobran.
Tan Solo "Fuego"
Entré agobiado por los problemas del día, mi humilde hogar era una caos. Tras una semana de trabajo infernal, mi casa se había vuelto un desorden total.
Decidí huir, no soportaba permanecer allí. Salí sin destino, caminando hacia donde el viento me lleve. Y fue así como te conocí. Caminabas como yo, vestida de azul, venias hacia mi. Tus ojos de profundo negro me indicaron temor, era lógico intimidarse a estas horas en esta ciudad. Mis ojos trataron de ofrecerte alivio, y al parecer lo lograron, porque tus labios se separaron para pronunciar la única palabra que escucharía de ti en toda la noche: "Fuego" Dijiste. Me detuve en seco, te miré y de mi bolsillo, inconscientemente fuego te ofrecí. Tu rostro se ilumino con el encendedor, y vi tu mirada perderse en la mía. Una mirada extraña, solitaria, aburrida, no sabría describir. Yo encendí mi cigarrillo y nos quedamos ahí. Sin decir palabras, hablando con la mirada.
Habrán pasado segundo, minutos, horas, no lo se. Pero al fin, decidimos irnos. Te sujetaste de mi brazo, con fuerza, abrigándote conmigo en una noche fría. Caminamos por la ciudad recorriendo el parque, admirando el cielo y a la gente pasar. Caminamos solos un rato hasta llegar a mi departamento.
Entraste como si se tratara de tu casa, te pusiste cómoda e inclusive ordenaste un poco mi desparramo para poderte sentar. Mis ojos no podían evitar observarte, me sentía extraño y decidí obviarte. Fui en busca de unas cervezas y al volver no estabas ahí. Me asusté, no comprendía que sucedía. Entonces te vi salir del tocador, te habías mojado el pelo, tus bucles oscuros contrastaban con tu piel clara.
Deje las latas por ahí y me acerqué, nos pusimos enfrentados a centímetros de distancia. Podía sentir tu respiración caliente sobre mi cuello, sobre mi rostro. Un esperado beso se hizo presente, y nuestras manos no esperaron más para recorrernos. Mi lengua jugueteaba con la tuya, mientras nuestras frenéticas manos intentaban liberarnos de nuestras vestiduras. Tu camisa celeste se abrió para dejarme apreciar dos hermosos pechos, atrapados en un sostén blanco, no me pude contener y rápidamente te liberé de él. Tus senos se mostraron orgullosos, y pude notar en tu mirada algo de vanidad, una vanidad justificada. Inmediatamente me despojaste de mi traje, para dejarme solo con mis bóxer. Tu ojos llenos de lujuria, me guiaron a quitarte lo que te quedaba. Al bajar tus bragas, una exquisita fragancia llenó la habitación. Mi olfato enloqueció y por instinto comencé a lamerte. Mi lengua recorría tus muslos, mientras mis manos no perdían detalles de tu trasero. Entonces sentí tu presión en mi nuca, indicándome donde alojar mi lengua. Mi saliva cubrió tus labios, hasta fundirse con tus néctares dentro de ti.
Estuve allí tan solo minutos, pero tu respiración agitada, me indico que estabas llegando a ese clima de placer que tanto anhelaba. Un solo movimiento de mi lengua y te sentí temblar de pies a cabeza y casi desmayar. Pero te mantuviste en pie, y elevando mi cráneo, me diste el beso mas dulce de mi vida. Mi bóxer se alzaba en señal de excitación y cerré mis ojos. Tu aliento se separo de mis labios, y comencé a sentirlo bajar, lentamente, recorriendo mi pecho. Hasta llegar allí, exactamente donde más lo deseaba. Sentí el calor de tu respiración sobre la tela de mi ropa interior, y el roce de tus labios y tu lengua sobre el. Me volvías loco, necesitaba sentirte mejor. Entonces tu mano vino en ayuda, y mi miembro sintió la ansiada libertad. Tus labios se posaron sobre mi glande, y lentamente se tragaron mi falo mientras tu lengua hacia estragos en mi. Un intenso calor recorrió mi cuerpo, que se envolvió en sudor. Tu lengua me acariciaba de una forma que jamás había sentido. Mi excitación crecía de forma exponencial, no faltaría mucho para derramarme en ti, pero yo no lo deseaba, quería que durara más. Así que te hice detenerte. Tu mirada me mostró algo de desilusión, pero al sentir mi brazo rodeándote, una sonrisa salió de tu rostro.
Te alcé y te llevé hacia la mesa, no recuerdo que había, pero lo arrojé todo al piso, para dejarte acostada en ella. Te levantaste y sentándote en el borde te me ofreciste, exigiéndome que te penetre. Me acerqué lentamente, hasta dejar mi sexo sobre el tuyo, sintiendo el calor que emanabas, tus ojos se cruzaron con los míos, entonces entré, tu rostro tomo una expresión de placer hermosa, tus fluidos me permitieron deslizarme completamente en tu interior, te sentí totalmente. Y nos volvimos bestias, nuestros cuerpos dejaron de pertenecernos, para cumplir nuestros deseos carnales con furia y fuerza, nuestros gemidos se entrecruzaban en la habitación con el monótono sonido de la mesa temblar y mi miembro entrar. Nos miramos eternamente, expresándonos el placer que sentíamos en nuestros rostros. Fue la visión mas estimulante que vi en mi vida, tu rostro sonrojado, tus labios morderse y tus ojos fijos en los míos, mientras de tu boca se escapaban pequeños gemidos. El tiempo volvió a perder sentido, y mi excitación me anunció que pronto terminaría. Ansié con toda mi alma, poder llevarte una ves mas a un orgasmo brutal antes de acabar dentro de ti. Por lo cual me empeñe en estimular tu clítoris con mis dedos, tu rostro demostró agradecimiento por el gesto. Te sentía llegar, así como me sentía a mi mismo acabar. Pero tu no me permitiste dejarte así. Fuiste tu primera, no aguantaste más y tu cuerpo se convulsionó en un orgasmo infernal, tus gemidos fueron gritos y entre tanta agitación me vine dentro de ti, desparramando mi esperma en lo mas profundo de tu vientre.
Nuestros ritmos se detuvieron de forma lenta y gradual, Hasta quedarnos inmóviles, abrazados, aún dentro tuyo. Sintiendo nuestro cansancio, nuestra ternura .Luego de unos minutos, me separé de ti, y te fuiste al tocador, te oí darte una rápida ducha, mientras yo acomodaba un poco el lugar, encontré las cervezas, que se encontraban calientes y fui a buscar otras. Saliste de la ducha, aun desnuda y tomando una cerveza y encendiendo un cigarrillo buscaste mi cama para cerrar los ojos hasta que el sol se encuentre bien alto.