Tal vez sí, tal vez no

Capitulo 1

Nunca me consideré una persona bonita. Desde que recuerdo he tenido sobre peso, no a nivel extremo, pero lo suficiente para que me acomplejara durante mis años de adolescente. Ahora que ya tengo casi 24 años y he pasado los mejores años de mi vida en la universidad, he aprendido a quererme, no tanto, pero lo necesario.

Siempre he sabido que me gustan las chicas, creo que me di cuenta cuando tenía como 5 años y estaba en el preescolar, me encantaba mi profesora, me fascinaba todo de ella, y de ahí en adelante me di cuenta de la atracción que sentía con mis compañeras de clase, a veces, solía imaginar un millón de historias con ella, historias románticas claro está. Recuerdo en especial lo que me sucedía con Ximena. Era una morena preciosa, ojos casi color turquesa, cuerpo atlético, sonrisa perfecta, toda ella era perfección. Desde que nos conocimos, cuando yo llegue a su colegio, nos hicimos buenas amigas, solíamos conversar bastante, teníamos muchos temas en común, en especial la música, ambas éramos unas amantes de la música. A veces íbamos a mi casa, aprovechando de que mi madre trabajaba, y poníamos música a todo volumen, fumábamos uno que otro cigarrillo, y charlábamos de temas generalmente absurdos. Hasta que llegó Joaquín.

Él fue su primer novio, y por quien sufrió montones. Siempre que peleaban acudía a mí. Y yo como idiota le brindaba mi afecto. Todo con tal de estar a su lado. Cada vez que llegaba llorando a mi casa, inventaba cualquier cosa con tal de verla sonreír, amaba su sonrisa, aunque por dentro estuviera muriéndome. Siempre imaginaba que pasaría algo genial, que la salvaría de Joaquín, que nos íbamos las dos lejos de todo, sin novio retrasado, ni padres abusadores, seriamos sólo ella y yo, las dos viviendo una loca y adolescente aventura de amor. Pero siempre volvía a la realidad, ella regresaba con el simio y yo me quedaba esperándola, mendigando un poco de su afecto. Hasta que, como es costumbre, mi madre decidió que odiaba esa ciudad, así que como siempre tomamos nuestras cosas y emprendimos rumbo a un lugar distinto. Nunca más la volví a ver.

Años después, cuando recién entré a la universidad a estudiar, fue cuando por fin me acepte a mí misma, empecé a salir, frecuentaba alguno que otro bar alternativo, viví algunos romances, dejé de imaginarme historias que nunca sucederían y le di dirección a mi vida. Así que en contra de lo que opinaba mi madre, viaje casi setecientos kilómetros para matricularme, alquile un pequeño departamento, compre algunos muebles y por primera vez en mi vida, o desde que recuerdo, he vivido en una ciudad por más de dos años.

No he hecho muchos amigos, sólo los necesarios, pero que cada uno vale por millones, en especial Javier, o Javi, un chico un tanto bajito que conocí de casualidad, y con quien nos hicimos inseparables. Él es igual de solitario que yo, bastante extraño, y muy excéntrico, o como le suelo decir, mitad hombre mitad alien, pero de esos feos y verdes. Es un buen chico, inteligente como él solo, pero con un miedo a las relaciones fatal. Nunca le he conocido un novio que le dure más de dos semanas, porque rápidamente los manda a volar, es terrible, pero no sé qué hablo yo, que soy casi igual.

Y bueno, creo que debo contarles un poco más de mí. Me llamo Laura, o Lau para quien me conoce. Tengo 23 años y estoy casi finalizando la universidad. No tengo más familia que mi madre, por lo que me vi obligada a ser independiente desde pequeña. Y ahora que vivo sola me ha servido de mucho. Y como dice Javi, le tengo un miedo enorme al compromiso, y todo aquello que signifique una relación sentimental. En parte creo yo, se debe ver como mi madre se vio en la obligación de cargar conmigo luego de que mi padre nos abandonara sólo para irse con su secretaria a no sé dónde. Ella sufrió mucho, yo estaba feliz. Y la otra razón, es que se debe a mi imagen, aun me da vergüenza, a pesar de haberme pasado los últimos años casi internada en un gimnasio, mis hormonas se niegan a dejarme en paz, me es imposible alcanzar mi peso ideal, y eso aún me complica. Así que, si salgo y tengo algún ligue, siempre es como mucho, por una noche, y en un lugar que no sea mi departamento, porque luego de finalizar ciertos asunto, corro como condenada, y nunca más sé de esa chica.

Aquí estoy yo, de nuevo, tomándome un tequila en compañía de Javi en nuestro pub favorito. Sé que él está esperando a Gustavo, su novio de éste mes, y yo deberé ver que hago. Y tengo dos opciones, o me voy a mi departamento a dormir  para mañana llegar temprano a clases, o me acerco a esa morena que está sola en la barra. Como veo que mi compañero ya está mirando hacia la puerta, me acerco a la morena de ojos negros.

Y si hay algo que realmente odio, es el sonido de mi despertador.  Ese sonido de gallo insoportable que parece que se ríe, lo detesto. Siento una leve sensación de resaca. No recuerdo como llegue a casa, ni sé cuánto bebí. Me duele la cabeza y tengo sed. Mientras camino hacía el baño a buscar mis salvadoras aspirinas, trato de hacer memoria. Nada.

Bueno, recuerdo a la morena, recuerdo el tequila que bebimos, y recuerdo cuando estábamos las dos en el baño comiéndonos la boca, y algo más. Pero de ahí en adelante todo se vuelve oscuro, no hay recuerdos, no hay nada. Resignada me voy a la ducha, bien caliente, para empezar mi día. Y luego de casi media hora bajo el agua, me visto y me preparo mi café, bien negro y sin azúcar, tomo mis llaves y salgo de casa.

Creo que hoy no llegare tarde a clases, claro si el bendito ascensor no se dedicara a pasearse por todas las plantas del edificio. Pero hoy, sucede algo bueno, me detengo en el quinto piso, dondevivelaabogadasexy, y para mi deleite, se sube ella, con su traje apretado, son su sonrisa deslumbrante, con sus ojos casi del color del cielo cuando esta nublado. Que chica más guapa, ella siempre ha hecho que las mariposas en mi estómago se transformen en avispas, casi convirtiéndose en un enjambre furioso. Y de repente, todo cambia, me mira, y no de una manera casi invisible como solía hacerlo, hoy no me ignora, hoy me observa con curiosidad, me examina completamente.

Y mis nervios se disparan, mi corazón se acelera, estoy nerviosa, me perturba su manera de mirarme, nunca antes lo había hecho, y yo no sé qué hacer. Mierda mierda mierda, nunca me decido a hacer nada.

Hay dos opciones, la ignoro, como si no me afectara, como si no existiera, o le devuelvo las miradas curiosas, la devoro con la mirada. Mierda mierda mierda. Respiro y me atrevo, avanzo los dos pasos que nos separaban y me acerco a ella, puedo sentir el calor que desprende su cuerpo, el olor de su perfume cerca de su cuello, el olor de su champú, su respiración llega a mis oídos. Y lo hago, lo hago y dejo de pensar, mis labios sobre los suyos, su lengua junto a la mía, todo se detiene, lo único que me importa es que nos estamos besando con desesperación. Me acorrala contra la pared de vidrio del ascensor, ahora ella maneja el beso, ella es quien explora dentro de mi boca. Su sabor e invade, toda ella me tiene descontrolada, torpemente pongo mis manos sobre sus caderas y elimino lo poco y nada que quedaba de espacio entre nosotras.

Ahora siento sus manos recorrer mi espalda, me aprietan, me acarician al igual que lo hace su lengua. Y ya no me puedo controlar. Paso mis manos bajo su blusa, siento el calor de su piel, la suavidad de su piel, y la acaricio. Recorro su espalda desnuda hasta llegar a sus hombros, y en la bajada desabrocho su sostén, vuelvo a acariciarla un par de veces más, siempre por su espalda y sus costados, mientras seguimos devorándonos la boca. Y ahora, con determinación, y mientras abandono con pesar la delicia de sus labio, y dejando u rastro de saliva por su mentón, beso su cuello, mientras mis manos entretenidas provocando sensaciones en su piel, avanzan hacia su parte delantera, y no me detengo, quiero tocarla toda, quiero sentirla toda, así que con determinación, y mientras muerdo la unión de su hombro derecho con su cuello, desabrocho su pantalón y meto mi mano dentro de él. Y todo termina, un fuerte ruido me saca de mis pensamientos, sacudo la cabeza y veo a la chica del quinto piso mirándome de una manera divertida, está al otro lado de la caja de acero, la puerta está abierta, y su ropa esta tal cual. Esto nunca sucedió, mierda mierda mierda. Bajo la cabeza y camino a toda velocidad hacia mi destino original recordando que aún tengo resaca.