T5. Castigo BDSM
Como dos mujeres me infringen castigos
Estoy en la cafetería cuando recibo un SMS de Sofia: “Ven ahora mismo a mi casa, te esperamos una
amiga y yo”.
Invento una excusa para poder irme y cojo el coche que tengo aparcado no muy lejos de allí.
Al llegar a casa de Sofía me abre la puerta una chica joven, regordeta y algo fea.
- Hola buenos días, soy Alberto, me ha citado Sofía.
- Pase, soy Gigi, la señora me dijo que debe desnudarse usted aquí, antes de que yo le llevé adonde está ella.
- ¿Aquí?.
- Sí, eso me dijo la señora.
Me desnudo mientras la asistenta espera y recoge la ropa que le voy dando hasta que me quedo en boxer.
- La señora ha sido muy explícita, totalmente desnudo.
- Bien, si lo ha dicho la señora...
Me quito el boxer y quedo completamente en pelotas.
- Venga conmigo – me dice mientras me guía hasta una puerta situada en el hueco bajo las escaleras que suben al piso superior - la señora le espera bajo.
Mientras bajo las escaleras en dirección al sótano la asistenta se encarga de cerrar la puerta tras de mí.
El lugar está acondicionado con toda clase de mobiliario e instrumentos para la práctica de bondage y sadomaso, una cama ginecológica con sus estribos, argollas en la pared, poleas en el techo para suspensiones, varios taburetes, sillas y sofás de diversas formas para las posturas de sumisión y castigo genital, así como instrumentos para ello, látigos, cuerdas, esposas y dildos de muy diversos tamaños.
Veo a Sofia al fondo de la habitación con la pierna apoyada en una silla, enfundándose una bota negra de charol que le llegaban hasta la rodilla, asoma solo el muslo mientras el resto está tapado por una bata de raso negro que lleva puesta. Junto a ella hay otra mujer, de su misma edad aproximadamente, vestida con una bata igual, que por los movimientos debe estar ajustándose el sujetador.
Me dirijo hacía ellas y Sofia sale a mi encuentro con un collar en la mano. Cuando llego a su altura, antes de que pueda decir nada, me ordena que me dé la vuelta. Me coloca el collar, y tirando de él hacia abajo me obliga a arrodillarme.
- Ponte a cuatro patas como un perro, tenemos que “ vestirte” para la ocasión.
Cuando lo hago se acerca Teresa, su amiga, por detrás y, tras unos segundos, siento el frío lubricante que comienza a untar por mi ano mientras Sofía mantiene mis nalgas abiertas.
- Vas a llevar puesto durante toda la tarde, verás como te gusta.
Esto es lo que me dice Teresa mientras me enseña un plugin de 4 cm de grosor. Acerca la punta a mi culo y comienza a empujarlo poco a poco hacia dentro mientras lo va girando. No tarda en entrar por completo.
- Ya estás vestido, !levanta¡, - me dice Sofía mientras tira del collar hacia arriba.
Me atan las manos por delante, las sujetan a un gancho que cuelga del techo y tiran de la cuerda haciendo que quede con los brazos en alto. Una vez que se aseguran que estoy atado se quitan la bata. Sofia lleva un vestido de látex negro a juego con las botas que le he visto ponerse. Es de cuello alto, manga larga ajustada a las muñecas y
pernera corta, como los coulottes, pero lo
que más llama la atención son los dos agujeros por los que asoman sus turgentes pechos y una abertura en la entrepierna que deja al descubierto su sexo y su ano.
Teresa lleva unos botines rojos y una especie de body hecho con tiras de cuero, que por supuesto no tapa absolutamente nada, dejando a la vista unos pechos algo caídos ya por la edad y su sexo depilado salvo un pequeño trozo en el pubis.
Teresa me acaricia el torso con una fusta y se dirige hasta mi entrepierna, cuando llega a mi pene le da un latigazo
. Coge mi polla y tira de ella hacia atrás dejando el glande al descubierto y lo golpea con la fusta. Mi polla está lubricada, lo que provoca que el prepucio vuelva a su sitio.
- Este ya está cachondo, mira como le chorrea. Ahora verás como se le pasa, sujétale la polla para que le pueda dar.
Sofia tira de mi polla llevando el prepucio hacia atrás y la sujeta así, entonces Teresa castiga con la fusta mi glande varias veces hasta que éste enrojece.
Ahora su objeto de tortura son mis pezones, Sofia los pellizca y retuerce hasta que se ponen duros, en ese momento me coloca una pinza en cada uno de ellos. Las pinzas van unidas con una pequeña cadena y tira de ella haciendo que los pezones se estiren siguiéndola; cuando parece que va a arrancármelos una pinza se suelta y se me escapa un gemido de dolor.
- Huyyy, ¿te ha dolido?, espero que sí eso es lo que quiero, pero la próxima vez no vuelvas a quejarte.
Vuelve a colocarme la pinza y repite lo mismo con el otro pezón, y así varias veces. Cuando acaba, se acerca a lamerlos para curarlos dice, pero después de lamerlos los muerde produciéndome de nuevo un intenso dolor.
Me descuelgan del techo y me llevan hasta un sofá, al andar siento el plugin moviéndose dentro de mi culo. Sofía se arrodilla en el sofá, se inclina hacia delante y abriéndose las nalgas con las manos, me ofrece su ano.
- Arrodíllate y chupa – me dice.
Con la punta de la lengua lamo toda su raja, de abajo arriba y de arriba abajo. Bajo buscando el orificio de su vagina pero ella no lo permite. Detengo la lengua en la entrada de su ano y fuerzo la lengua para entrar dentro de él.
- Sí muy bien – me dice – mete la lengua bien dentro y fóllame el culo con ella.
Inundo con mi saliva su agujero deleitándome mientras paso la lengua por él, cuando está bien húmedo empujo la lengua hacia dentro todo lo que puedo.
Cuando se siente satisfecha le pasa el turno a Teresa que hace lo mismo. Se coloca frente a mí y separa las nalgas con la mano, veo unos labios grandes que sobresalen y cuelgan de su coño y un poco más hacia arriba el agujero de su ano. Es de color oscuro y con surcos indicando la dirección de entrada, me acerco a él y le obsequio con un beso negro al igual que he hecho con Sofía. Mientras lo hago, Sofía se entretiene en empujar y mover el plugin de mi culo y propinar cachetes a mi polla.
Tras un rato disfrutando deciden tumbarme en el suelo y Sofia se sienta encima de mi cara poniéndome su coño en la boca.
- Chupa cerdo.
Saco la lengua y chupo su coño como si fuera un helado. Recorro los rincones entre sus pliegues, acaricio su clítoris y meto la lengua en su vagina, mientras Teresa juguetea con mi polla, masturbándome a veces y castigándola con la fusta otras.
Disfruto muchísimo practicar sexo oral con mujeres. Siempre pienso en una orgía donde estoy yo solo con multitud de mujeres, a la espera de que les chupe el coño a todas ellas. Coños rasurados, coños depilados, coños peludos de espeso pelo negro que tengo que apartar con la lengua para llegar a su clítoris.
Teresa le pide a Sofia que se aparte, que tengo que beber. Se coloca de pie encima de mí, se abre los labios del coño con los dedos y se queda quieta esperando. Tras unos segundos comienza a salir un chorro de orina que cae sobre mi pecho y salpica el suelo. Se mueve hacia delante
y su chorro sube en dirección a mi cara, donde salpica. Cierro la boca para
que no entre en ella, pero me ordena que la abra y que me la beba. Cuando el chorro acierta en mi boca siento la orina caliente dentro de de ella y voy tragándola poco a poco para no ahogarme. Las últimas gotas de orina caen deslizándose por sus labios y luego por sus muslos.
- Déjame que te limpie el coño con la lengua – le digo.
- Por supuesto, era lo que pensaba hacer, cerdo cabrón.
Se sienta encima de mi cara y lamo su coño para limpiar los restos de la meada que me acabo de beber. Mientras lo hago noto un quemazo en un muslo pero no puedo moverme, a los pocos segundos siento otro y luego otro. No sé que me está haciendo pero voy notando como los quemazos van en dirección a mi entrepierna.
- Quítate Teresa y que vea el castigo.
Al levantarse veo a Sofia con una vela y como va dejando caer sobre mí la cera que se derrite. En ese momento cae una gota encima de un testículo y Teresa me pone un bocado para que no pueda gritar. Las gotas siguen cayendo sobre mi polla que poco a poco queda completamente cubierta de cera. Sofia se aleja y Teresa quita la cera fría que ha quedado pegada a ella.
- Ahora viene lo mejor, - me dice - ya veras.
Sofia se acerca con una vela más grande y Teresa tira de la polla hacia atrás dejando mi glande al descubierto, emito un gemido de desaprobación sabiendo lo que va a hacer, pero no hace caso y una gota de cera caliente cae sobre el frenillo de mi glande desnudo provocándome un intenso escozor; la siguiente gota cae un poco más hacia arriba y la siguiente un poco más, sujeta el glande con dos dedos y tira de él abriendo el orificio de la uretra, acerca la vela y deja caer una gota de cera justo en la entrada, me quejo a través del bocado que llevo puesto pero no les impide seguir y deja caer gota tras gota, primero cubre el glande y luego sigue hasta que tengo la polla totalmente cubierta de cera.
Después de limpiarla me levantan del suelo. - Ven y túmbate ahí – me dice Teresa.
Me señala una especie de potro al que, una vez recostado en él sobre el pecho, me atan las manos y los pies a él quedando abierto de piernas e inmovilizado. Desde donde estoy, veo como Teresa está colocándose un arnés en la cintura con una polla negra que unta con lubricante.
- Ahora te quitaré esto y tendrás en culo bien abierto para poder follármelo.
Saca poco a poco el plugin que llevo dentro, noto una sensación extraña y mi culo muy abierto. Se coloca detrás de mí y siento como encara, la punta fría del dildo
, e
n la entrada de mi culo. Empuja despacio y siento entrar poco a poco ese trozo de goma. Emito un pequeño gemido, pero no detiene el movimiento y sigue empujando hasta que mete por completo la polla dentro de mi culo. Inicia un movimiento rítmico, follándome, mientras se dirige a mí con tono humillante.
- ¿Te gusta cabrón?, ¿sientes como te la meto hasta dentro?, desde aquí veo tu culo dilatado, pidiéndome que te folle bien fuerte.
Sofia se sienta delante de mí con la piernas abiertas y se acerca hasta apretar su coño contra mi boca; mientras Teresa sigue dándome por el culo, chupo el coño de Sofia con gusto.
Después de un rato, y cuando comienzo a sentir el culo irritado, Teresa deja de sodomizarme.
- Vamos Sofia, fóllatelo tú ahora.
- Sí, me lo voy a follar, pero le voy a meter una polla más grande.
- Vale, a ver si le rompes el culo a este cabrón.
Sofia se dirige hacia la mesa donde tienen todos los juguetitos. Cuando se gira y viene hacia mí, veo como cuelga de su arnés una inmensa polla.
- Veinte centímetros de polla y bien gorda, para que la sientas bien – me dice.
¿Me vas a follar con eso? - le pregunté.
Claro que sí, ahora sí que vas a saber lo que es que te den por el culo.
- Tú chúpame el coño y deja de hablar. - es la voz de Teresa, se ha puesto delante de mí, donde antes había estado Sofia, y aprieta su entrepierna contra mi boca, impidiendo que hable, un coño de labios grandes y clítoris abultado.
Siento el frío lubricante en mi ano y
después la presión de la polla intentando entrar en mi culo.
Ahora si que siento dolor y emito un gemido, aunque enmudecido por el coño que tengo tapando la boca, Sofia se detiene un momento... vuelve a empujar hacia dentro, siento como si mi culo fuera a romperse, se detiene otro instante y poco después empuja hasta que mete la punta, emito un gemido de dolor m
ás fuerte que ant
es, pero eso no la hace detenerse.
- Ahora si que te duele verdad cabrón, hasta ahora solo te habían metido pollas de juguete ¿a que sí?, no te habían follado con una buena polla. Cuando te vayas de aquí lo harás con el culo bien follado y dolorido, pero seguro que volverás pidiendo que te lo folle otra vez.
Sigue metiendo y sacando de mi culo esa inmensa polla, lo hace de forma lenta, pero cada vez la mete un poco más que la vez anterior. Cuando nota que no puede meter más comienza a follarme más deprisa, sujetándome por las caderas. Con cada embestida con la que mete esa gran polla por mi culo, lanzo un gemido y trato de concentrarme en el coño de Sofia, que pese a todo sigo chupando, para olvidar el dolor que me está produciendo.
La muy puta está disfrutando, ahora juega a sacarla del todo y de repente la mete otra vez de golpe hasta el final, hasta que su pubis choca contra mi trasero.
Por fin termina de follarme el culo y saca la polla de dentro. Siento el culo dolorido y tan irritado que me quema, pero me ha prohibido quejarme
.
Pensé que ya me habían torturado bastante la polla, pero no es así, aún quieren más. Me desatan y vuelven a tumbarme en el suelo boca arriba, poniendo sobre mí una pequeña mesa. Ajustan la altura hasta que la tengo pegada a la barriga y sacan mi polla por un agujero que tiene en medio. No puedo creerme lo que estoy viendo, Sofia se ha subido a la mesa y comienza a pisarme la polla con los zapatos de tacón que lleva puestos. Aquello si que era nuevo para mí. Tenía la polla flácida y ésta se retorcía entre las suelas de sus zapatos como un trozo de carne inerte.
El dolor era soportable hasta que Sofia clavó su tacón de aguja en el centro de la polla, ahora si que dí un grito de dolor. Teresa se quejó de inmediato:
- Siempre tienes que quejarte, está claro que tienes que tener la boca ocupada.
Y sentándose encima me tapó la boca con su coño.
Mientras Sofia pisoteaba mi polla y mi lengua lamía los rincones del coño de Teresa, bajó al sótano la chica del servicio que me había abierto la puerta. Sofia se acerca a ella y le dice algo al oído que no llego a oír.
- Vale, de acuerdo – le contesta Sofia.
Cuando se vuelve para subir las escaleras y marcharse Teresa le pregunta:
- Gigi, ¿no te gustaría que éste te comiera el coño?
- No sé, a lo mejor él no quiere hacerlo.
- Está atado y no puede moverse, hará todo lo que le obliguemos a hacer, pruébalo.
Teresa se retira y se acerca Gigi mientras se desabrocha los pantalones, delante de mí se baja las bragas y muestra su coño peludo, de pelo abundante, casi negro, que le nace en el pubis y se extiende hasta el ano, incluso le llega hasta la ingles; poco a poco se agacha hasta tocar mi boca con él.
- Vamos puto cabrón, chúpame el coño.
- Bien – dijo Teresa – eso es, dile a éste lo cerdo que es y que te coma bien el coño.
- Sí, cerdo cabrón, chúpame el coño, seguro que disfrutas comiéndote un coño peludo como el mío, chupa, chupa.
- Me ha gustado ver como pisoteaban su “picha” pueden seguir haciéndolo, al puto cabrón este seguro que le estaba gustando.
- Seguro que sí, vamos a hacerle sufrir un poco más.
Y así estuvieron un buen rato, Gigi sin levantar el coño de mi boca y Teresa y Sofia pisando mi polla y clavando sus tacones en ella, hasta que no aguanté más y terminé por correrme.