Susurrando entre tus muslos morenos
Un hombre tiene sexo oral con una mujer para terminar penetrandola y acabar en un explosivo orgasmo.
Susurrando entre tus muslos morenos, paso mis dedos sintiendo la dorada sensación de tocar lo más suave que dio una madre a su hija. Delicadas son tus piernas. En ellas puedo pasar horas y horas, sabiendo que no llegaré a fin alguno, columnas que suben al cielo desde el paraíso donde posas tus pies. Tiernos y pequeños son esos pies que recorro con mi húmeda lengua sintiendo la magia del sudor salado... Los alzo y los apoyo contra la pared para poder dedicarme a tus piernas sin distracciones.
No dejo de recorrer cada porción de tus piernas. Llegando a la parte suave de todas, a la que no se ve desde fuera. Con mi cabeza entre tus piernas me acerco a tu floreada pasión, que es tu protegido pozo con el que refrescaré mi sed, saciándome con sus flujos interiores, segregados por mi proximidad.
Apenas me alejo de tu maravillosa joya oscura, como una noche sin su luna. Observo tu famoso abdomen, tan moreno como tu rostro, brillante por el aceite de coco, que delicadamente tus manitas esparcieron por todo tu cuerpo. Tus senos parecen adquirir más dimensiones que mis encantados sentidos advierten. Los sujeto, con ambas manos, tanteando su volumen y densidad.
Grande es la sensación que recorre mis manos al contacto de tus turgentes pechos. Rodeo con mi lengua tu estómago camino hacia la espalda, acaricio todas tus vértebras, dando forma a tu espalda, dirigiéndome hacia el cuello. Sujeto tus brazos y me dedico en exclusiva a tus hombros, tu cuello y tu nuca. Jamás, algo fue tan sabroso de ser besado, que la distancia de que hay de hombro a hombro. Mi lengua sigue su camino, con independencia de mi voluntad, dirigiéndose a tus tetas. Ya conocemos su peso, ahora veremos su sabor. No dices ni palabra, pareces sumida en un sueño del que no deseas salir. Eres una selva virgen que esta siendo explorada para mejor conocimiento de su encanto natural.
¡Ohh! esto ya es otra canción, si lo anterior había sido una tórrida serenata llena del encanto que tienen los atardeceres sedientos de la refrescante noche, ésta es intensa como el calor del desierto. Música sin letra endulza mis oídos. Sujetándolos dulcemente para mantenerlos en el aire, voy tanteando sus alrededores, poniendo especial cuidado en la separación que hay entre estas dos nubes blancas que me vuelven loco de pasión. Su sabor es una variante del anterior, aquí la magia de tu sexo se entiende de otra forma.
La sensualidad adquiere mayor sofisticación y mas tentador me resulta tu cuerpo. Mis labios se acercan a tus pezones, que pellizco delicadamente con mis dedos. Éstos, van adquiriendo firmeza a la presión aplicada. Duros, como rocas, se erigen sobre tus negras aureolas. Me distraigo largo rato degustando ese sabor tan especial, hasta llegar a tus circunferencias antes nombradas. Tienen un sabor amargo que contrasta con su alrededor. No pierdo tiempo y muerdo con mis labios primero y más tarde con mis dientes esas rocas que de ellas mana la leche que alimenta a recién nacidos. No envidio a los bebes que de tus pechos se alimentan, yo obtengo otra clase de alimento muy superior.
Aquí, permíteme reconocer mi satisfacción ante tu reacción, aprietas tus labios en un contenido gemido de silencioso placer. Acaricias mi cabeza con tus manos. Acercándome hacía tus labios. Nos fundimos en un largo beso, notas toda mi excitación sobre tu cuerpo, pero aun no te daré lo que ambos deseamos. Mi lengua, trabajará sobre tu vagina, primeramente acercándose sobre tu mata de bello, notando un electrizante calor que no se quedará en ese lugar. Separo tus labios con la lengua descubriendo cuan sensual es abrirte de esta forma.
Silenciosamente sigues acariciándome la cabeza, notando los cambios de intensidad cuando mas placer te doy. Tu clítoris, otrora oculto y seco, esta ahora colorado y lubricado, como una charca después de una lluvia torrencial. Le doy forma con mi lengua, sin oponer resistencia insistes en que no pare de chupártelo.
Mi boca esta llena de tus flujos, notando cuan excitada te encuentras. En estos momentos, reconozco que no hay nadie que mejor se mueva en estos parajes que yo. Muchas noches de pasión desenfrenada, donde dejábamos de contar al llegar al 69
En un momento cuando nada parece que pueda ser mejor, noto que ya estas preparada para que te tome, siento que te sientes abierta a mi y te entregas con las ganas de mil noches de amor, ahí, es cuando entra toda ella en ti, donde todas las sensaciones que nunca pensé tener tengo, despacio primero para que mi yo se acostumbre a tu interior, intensificando lentamente la acción. Sin dejar, por ello la suavidad de las entradas pasionales. Aprietas mi torso entrelazando las piernas como si no quisieras dejarme escapar, reteniéndome. Sin quererlo, sale en uno de esos embates, notamos el vació, la ausencia en la soledad, la huida de lo que estaba.
Accionado, como un mecanismo sin capacidad de razonar, me introduzco de nuevo en ti con unas ansias salvajes. La pasión mesada y tranquila de los prolegómenos ahora es un ansia por consumir todo tu ser. Como una ráfaga de viento cuando entra por una puerta entre abierta. El final no esta próximo pero el camino se esta andando. Mis manos sujetan tus caderas atrayéndote hacia mí, las miradas que se cruzan desafiantes, para saber si llegaremos a buen termino a la vez. Tus gemidos se hacen mas presentes entre los míos. Desaforados, los dos gritamos anunciando lo que tiene que llegar. Tus manos sujetan las sabanas, tironeando de ellas.
Las romperás como siempre que no das más. Cada vez me es más fácil penetrarte mas profundamente sin temor a que te rompas, empujo y empujo hasta que noto que esta llegando, una fuerza deseada me domina. Con mi permiso se adueña del control de la situación y nos lleva a un enorme e incontenible orgasmo que mana de lo más profundo de nuestro instinto de supervivencia. Tirados sobre lo que antes fue el campo de batalla donde nuestros amores lucharon, nos olvidamos de la carga de lo ajeno, dejando que nada importante o superficial rompa el encanto del polvo consumido