Susanita es un poco putita
Este es el relato de como me he follado a la mujer de un compañero de trabajo. Ahora estoy indeciso. No se que hacer. ¿Continuar? ¿Qué harías tu?
Voy a hacer un inciso en la serie "cadena de favores" para contaros una historia que me sucedió hace diez días. Y que me tiene algo confuso.
Desde hace cuatro meses, trabajo de consultor, en una empresa que está a 130 km de casa por lo que alquile un piso con otro compañero y pasaba 2 o 3 días a la semana separado de Monica y los niños
Allí conocí a Fernando, un excelente gerente de cuentas con el que iba a colaborar estrechamente. Con el comencé una gran relación profesional y personal muy interesante. Pero no temáis no es esto otra cadena de favores que empieza ahora, ni mucho menos.
Fernando es un tipo estupendo, de los que cuando te hace falta algo te ayuda. De esas personas con la que puedes contar. Cuando estas de consultor externo en una empresa, no sueles estar bien mirado, todos creen que ganas mucho haciendo lo que ellos ya saben hacer. Todos te miran como un bicho raro. Quizá nuestra cercana edad o nuestras comunes aficiones me hicieron apoyarme en Fernando. Tanto que llego a cuajar una buena relación.
En ocasiones me invitaba a comer en su casa, aunque al principio me negaba, su insistencia me hacia aceptar. Para mí era un poco violento. Nunca me ha gustado intimar con compañeros de trabajo, luego tu vida privada se convierte en una extensión del mismo y no sabes dónde acaba. Pero el ambiente familiar de su hogar, me hizo sentirme cómodo y muchos días frecuente los agradables manjares de la cocina ocupada por su suegra.
Me llevaba bien con sus hijos, su suegra me preparaba los platos que me gustaban y con Susana, su mujer, departía interesantes conversaciones sobre la educación infantil o marketing empresarial, en especial del sector en que ella trabajaba.
Durante este tiempo, nunca me sentí atraído por su mujer y no creo que ella se fijara en mí, de forma sexual. Aunque yo no estoy nada mal y Ella es una chica guapa, de 35 años, rubia, como de 1,68 m de altura, con buen busto, con ese culo que se le pone a las madres, redondo y grande y unas piernas delgadas, muy bonitas, quizá su nariz, un tanto redondita era su único defecto, que para nada la afeaba.
Nos llevábamos tan bien que conocían a mi familia. Pasamos juntos varios fines de semana e incluso algún viaje. Una relación muy noble y divertida.
Pero ocurrió lo que menos me esperaba. Hace diez días me llamo Fernando. Estaba de viaje por el norte visitando ciertos clientes.
Gabriel, necesito que me hagas un favor, recoge una carpeta azul de encima de mi mesa y llévasela a mi mujer.
¿Cuándo?
En cuanto puedas.
Puede ser en media hora.
Bien, cuanto antes.
¿A tu casa?
Si, la está esperando.
La verdad es que no me apetecía ir para nada, tenía muchas cosas que hacer y romper el ritmo de trabajo me desagradaba. Pero bueno, todo sea por un amigo.
Llegue a su casa, y efectivamente me estaba esperando, muy nerviosa.
Hola Susana.
Gabriel, muchas gracias. Se me ha estropeado el coche y necesitaba estos papeles para esta tarde. De lo contario habría ido yo a la oficina.
No te preocupes. Me llamo tu marido y me dijo que lo trajera. No ha sido mucha molestia.
¿Quieres algo?
No, me voy, quiero terminar hoy a las dos y volver a casa pronto.
Vale, tenemos que juntarnos otro día, los niños se lo pasaron muy bien el domingo pasado.
Si, debemos repetirlo.
De verdad que no necesitas nada.
Pues un vaso de agua me vendría bien. He subido corriendo las escaleras y estoy sediento.
Pasa.
Entre en su casa, hasta la cocina. Serian como las doce y media de la mañana, ella estaba sola, su madre en el mercado y los niños en casa de unos amigos. Me sirvió un vaso de agua que bebí con rapidez y le pedí más. El segundo lo hice más despacio apoyado sobre la barra de la cocina. Susana vestía con un traje estampado con pequeñas flores compuesto de falda una camisa blanca que dejaba ver el contorno de su sujetador.
No entiendo a mi marido, sabe que necesitaba estos papeles y no me los trae hasta ahora. Increíble.
Sabes que es un poco despistado.
Despistado, lo que le pasa es que da más valor a cualquier cosa que a su familia. Y así no es.
La situación estaba bastante caliente, incluso me incomodo que hablara así de su marido. Intente cambiar de conversación y largarme de la casa. Pero lo empeore.
Fernando volvía mañana ¿verdad?
Esa es otra, pasara la noche en el norte y llegara mañana a la hora de comer. No entiendo como no vuelve esta tarde.
No podrá. Son muchos kilómetros.
A mi marido le da igual, es mas yo creo que le gusta, así sale. Se cree que no lo noto.
No querrás que se quede encerrado en el hotel
No, pero tampoco me gusta que luego llegue con la ropa oliendo a putiferio.
Me extraña que Fernando vaya a esos sitios.
Si le he pillado un par de tarjetas de esas de los clubs en el coche.
Serán de cuando acompaña a los clientes, en su trabajo
No lo defiendas tanto.
En este punto quería irme de allí como fuera. Susana estaba muy cabreada y parecía que yo tuviera la culpa.
No es solo eso, a veces le tira los trastos a mis amigas.
¡Fernando! ¿Por qué lo dices?
Tiene algunas insinuaciones que en ocasiones se pasa. ¿no vistes lo que le dijo a tu mujer el domingo?
Bueno, no tiene importancia, son bromas entre amigos.
Y aquí en lugar de largarme prendí la mecha, aunque no lo creáis sin querer hacerlo.
También podría haber tomado como una insinuación lo que me has dicho al entrar.
¿Qué te he dicho?
¿Quieres algo? Sonaba al ama de casa que recibe al fontanero en una película porno. Te ha faltado humedecerte los labios mientras lo decías.
¿Qué hubieras pedido si hubiera sido así?
Podía haber pedido que me dejaras meterte mano, dije en tono jocoso.
Creía que ibas a pedir que te la chupara. No es eso lo que os gusta a los hombres.
No todos. Yo soy más de chupar que de que me la chupen.
Méteme mano. Dijo ella mientras de forma orgullosa se sacaba la camisa.
Su sujetador, muy bonito por cierto, se quedo al descubierto. Envolvía unas buenas tetas mínimo una noventa quizá más. Yo no sabía qué hacer, me encantan las tetas grandes y llevaba como 10 días sin acostarme con mi mujer.
Tienes muy buenas tetas
¿Te gustan?
Claro.
Pues comételas.
Se desabrocho el corchete, dejando caer sus pechos. Eran dos buenos ejemplares, de pezón grande, se notaba su blancura en comparación con el resto del cuerpo resultado de la marca del bikini, había disfrutado del sol de la playa.
Me concentre en chuparle los pezones, al tiempo que ella Me echo mano al paquete y noto que la tenia dura, como era de esperar. La acaricio por encima del pantalón, manoseándola con lujuria, me bajo la bragueta y de manera brusca me masturbo.
El resto fue dejarse llevar. Nos besamos con deseo, bruscamente, no fueron besos suaves y cálidos, sino ardientes, mordiscos más que besos, la verdad es que cuando uno se casa "desaprende" la forma de besar y ya no besa igual que antes.
La levante cargando su peso sobre los brazos y la senté en la barra de la cocina, le baje las bragas (por cierto horribles) y le remangue la falda. Mi cara quedo frente a su coño peludo y lo deguste con el ansia que reclamaba la situación. A ella debió de gustarle, pues me apretaba la cabeza contar su chocho y suspiraba con intensidad.
Déjalo ya. Follame.
Me aparte, ella se quito la falda y yo me baje los pantalones a los tobillos, me la folle sobre la cocina entre el fregadero y los fogones. Ella con las manos apoyadas sobre el mármol resistía mis embestidas ayudadas por mis sobre su culo.
No me aprietes los muslos, me haces daño.
Quiero darte por detrás.
No, sigue así. Más rápido.
Mi excitación era tal que comencé a gemir fuerte.
Calla, las paredes oyen. Dijo antes de bajarse de la cocina
¿Te gusta por detrás? Le dije yo al ver que sus gemidos habían parado.
Me gusta más cuando estoy yo encima.
Que culo tan fantástico. Me correría aquí mismo. Le dije mientras pasaba delante de mí hacia el salón.
Ni se te ocurra. Vamos al sofá.
Susana entro con prisa en el salón para correr las cortinas.
No hables fuertes, esta pared da con la cocina de la vecina y son dos viejas chismosas.
¿Quieres que te la meta por el culo?
No, ven siéntate aquí.
Yo continuaba con la polla erecta, se puso encima y seguimos por el coño, ella desbocada botando sobre mí. Yo veía sus tetas grandes delante, moverse. Yo acompañaba sus movimientos con las manos en sus caderas, para de vez en cuando meter mis hocicos en sus pezones. Se la veía disfrutar.
Las tetas saltando me ponían a cien. Me puse de pie, la levante en pesos y continuamos follando hasta que no pude mas.
Me corro.
Sigue, sigue hasta el final
Y así lo hice, le deje la descarga dentro. Que gustazo. Hacía que no follaba de esta forma años.
¿Nos duchamos?, dijo Susana
Recogió sus bragas y el resto de la ropa del suelo, me agarro la mano y subimos a la planta de arriba, cruzamos su habitación, por cierto unos muebles horribles de estilo clásico y un cuadro enorme de su marido y los niños en una de las paredes, nos metimos en la ducha, muy grande como de dos metros de largo, y ancha, nos podíamos mover en mucho espacio. El agua comenzó a brotar, suave, nos besábamos devorándonos, nuestra lenguas jugueteaban con nuestros cuerpos a lametones recorríamos cada rincón, me agache para comerle el coño, el agua no me dejaba casi respirar pero me apetecía alimentarme de sus labios vaginales, ella se apoyo contra la pared, cerro el agua y gemía bajito para no llamar la atención, su cabeza reclinada, su garganta reseca por los gemidos. Si no se corrió le faltaba poco. Estaba excitada, muy excitada. Mi polla todavía estaba flácida después del polvo que habíamos echado abajo.
Métemela.
Tendrás que trabajártela.
Miro, vio que estaba morcillona, se sonrió socarronamente mientras la agarraba con la mano, se arrodillo. Delicadamente me la lamia con movimiento de su cabeza adelante y atrás. Me apetecía agarrarle la cabeza y acompañarle en el movimiento pero no lo hice, me limite a dejar crecer mi rabo hasta que no le cupiera en la boca.
Ahora. Que hermosa. Follame.
Se puso de espalda, apoyo las manos en la pared y me abrió su culo, grande y redondo. Ella más bajita que yo me forzaba a doblar las piernas para poder metérsela. Antes de eso volví a abrir el grifo de la ducha, no sé qué palanca moví pero empezó a salir agua de diversos sitios. La culeaba desde el principio fuerte, no tenía intención de hacerla feliz, solo pensaba en correrme y si fuera posible dentro.
Tomas la píldora verdad.
¿No iras a correrte?
Solo por saberlo, decía mientras jadeaba por el esfuerzo.
Me encanta esta postura desde atrás viendo su culo, posando mis manos sobres su cintura y viéndole botar las tetas. Pensaba que me iba a correr antes, mi rabo entraba y salía por ese jugoso agujerito, dándome un gran placer, los dos jadeábamos, a ella parecía gustarle, le golpeaba el culo con mi pelvis, cada vez más fuerte, hasta quedarme casi sin aliento, me canse de empujar y tener las piernas flexionas.
Mueve ese culito, follame tu ahora.
Puso su torso formado un ángulo recto con sus piernas, el balanceo de sus caderas, adelante y atrás, suave en su inicio, acariciaba mi tallo dulcemente. Le sujete las tetas, apretándolas, jugueteando con ellas como si fueran almohadas. Los movimientos eran más rápidos, según se sentía más cómoda en el control de la penetración. Yo estaba a punto de reventar, le solté las tetas y acompañe sus movimientos con los míos, entonces fue cuando sentí el máximo placer y sin decir nada me deje llevar, solté mi semen dentro de su vagina. Aun así ella seguía moviéndose, yo la deje hacer entre sollozos de placer, deje que mi pene se desinflara en su interior.
Te has corrido. ¡Que cabron!
Increíble. El mejor polvo de mi vida. Le dije para consolarla
Se volvió y agresivamente me volvió a meter la lengua en la boca.
De repente se oyó una puerta abrirse. ¿Qué oportuno?- pensé si hubiera sido antes no la hubiéramos oído.
Nena, grito una voz de señora. Nena, volvió a repetir. Ella se llevo el dedo índice a la nariz indicándome que me callara.
Estoy duchándome mama.
He venido a recoger una cosa. Me voy a por los niños
Vale mama. Se oyó de nuevo la puerta cerrarse.
Menos mal. Si nos llega a pillar mi madre me la arma.
Se engancho de nuevo a mi cuello, su lengua repasaba mi garganta, repase con ambas manos sus deliciosos pechos, - Vaya tetas. No me detuve después de juguetear con ellas, pase a su culo, estuve acariciándolo un buen rato.
Ella me acerco una toalla para que me secara y salió a vestirse a la habitación.
Date prisa, mi madre no tardara y no quiero que te vea aquí.
Ambos nos despedimos fríamente con la mirada perdida, y sin hablarnos, quizá nos estábamos dando cuenta de lo que habíamos hecho.
Cerré la puerta tras de mí, y baje las escaleras de adosado. No sé porque me volví. Ella estaba todavía de pie mirándome, me sonrió dulcemente y cerró la puerta.
Os lo he contado todo con detalle. La verdad es que me lo pase muy bien, fue uno de los mejores polvos que he echado en mi vida. No sé si fue la tensión sexual que llevaba acumulada, el follarme a la mujer de un compañero, algo que nunca creí que sería capaz, con las veces que he presumido de amistad fiel.
¿Y ahora qué? Tengo un amante, ¿o tal vez no? No sé qué hacer, porque la tía me pone muy cachondo, y me importa un bledo, solo es atracción física. No sé qué hacer.
Me encantaría volver a follarmela, pero más tranquilamente, le propuse vernos otra vez pero en un hotel fuera de la ciudad. Me dijo que me respondería, y todavía no lo ha hecho y hace ya una semana, pero de vez en cuando me nada SMS muy atrevidos recordándome lo que hicimos.
¿Qué hacer?