Susana, la mujer de mi hermano
Las vacaciones de verano, le permiten hacer realidad sus deseos.
Susana, ese es su nombre.
Es la esposa de mi hermano mayor, Antonio, y yo, estoy loco por ella.
Mi nombre es Marcos, tengo catorce años, y mi sueño es mi cuñada.
No se trata de amor, ni nada parecido.Lo mío es puro deseo, deseo de poseerla, de tocarla, de follarla.
Antonio y Susana, se conocieron hace unos cuatro años.Al año de conocerse, anunciaron su boda, y poco más tarde, eran marido y mujer.
Mi hermano, tiene ahora 33 años, y Susana, 29.
Es un pedazo de hembra.Una morena de las que hacen girar la cabeza.Alta, guapa de cara, y con un cuerpo perfectamente distribuido.Pechos grandes, sin ser excesivos.
Cintura estrecha, caderas rotundas, y lo mejor de todo;un culo rotundo, firme, y poderoso.
Este es mi objeto del deseo.
Al iniciarse el verano, surgió la posibilidad de irme con ellos de vacaciones.No me lo pensé dos veces.A primeros de julio, nos fuimos los tres, a un pequeño pueblo de la Costa Brava, cerca de Barcelona.
Tras registrarnos en el hotel, subimos a nuestras habitaciones.Ambas estaban contíguas, y daban a la piscina del hotel.Un hermoso espectáculo.
Era media tarde, y a pesar del cansancio del viaje, decidimos dar una vuelta, para conocer un poco la localidad.Media hora después caminábamos por las concurridas calles del pequeño pueblo.Lo normal para la época.Muchos turistas y atestadas terrazas.A mi en particular se me iban los ojos detrás de todas las chicas.Pero siempre acababa fijándome en mi hermosa cuñada.
Tras tomar un par de cervezas, decidimos que lo mejor por ese día era ir a descansar.
Nos despedimos frente a la puerta de nuestras respectivas habitaciones.
Me tumbé desnudo en mi cama.
No podía dormir, por lo que decidí salir un rato a la terraza.Me encontraba observando el movimiento de gente que había más abajo, cuando escuché ruido en la terraza contígua.
Se trataba de Susana, que al igual que yo, no podía conciliar el sueño.
A pesar de haber cubierto mi desnudez con una toalla, la erección que tuve nada más verla era de escándalo.Susana estaba en ropa interior.Unas diminutas braguitas blancas, y un sujetador del mismo color, eran todo su atuendo.
Tras saludarnos, y decir cuatro tonterías sobre lo bonito del lugar, lo bién que lo ibamos a pasar y demás, decidimos retirarnos.
Fui directamente al cuarto de baño.Me deshice de la toalla, y comencé a masturmarme pensando en lo que acababa de ver.El cuerpo de mi cuñada se me aparecía en todo su esplendor.En pocos segundos, un chorro de esperma salió disparado.
Más tranquilo, volví a tumbarme sobre la cama, y poco después conseguí dormir.
A la mañana siguiente, tras desayunar decidimos pasar nuestro primer día en la playa.
Alquilamos un par de sombrillas y tres hamacas, y comenzamos a desvestirnos.
Susana llevaba puesto un bikini.Yo esperaba que una chica de su edad, en una playa llena de desconocidos, hiciera top-less, y tomara el sol tan sólo con la braguita.Pero mi decepción fue enorme al ver que comenzaba a darse crema solar, sin quitarse el sujetador.
En un principio pensé que al estar yo delante, sentía cierta vergüenza.Pero tras fijarme un poco más, pude comprobar, la blancura de sus pechos por encima del sostén, por lo que deduje que no era una mujer dada a tomar el sol medio desnuda.
Entre juegos diversos, y algunos chapuzones transcurrió gran parte del día.
A media tarde pensamos volver al hotel y darnos un baño en la piscina.
Fue mi hermano Antonio el que insistió en que nos diéramos el último baño por ese dia en el mar.Convencimos a Susana, y nos metimos en el agua.
Teníamos una pequeña pelota, con la que habiamos estado jugando parte del día.Mi hermano y yo comenzamos a pasárnosla por encima de Susana, de tal forma que ella quedaba en el medio.En un momento dado, sus dedos rozaron la pelota, haciendo que cayera justo detrás de ella.Yo me lancé intentando cogerla también.Un segundo después, ambos nos encontrábamos bajo el agua, intentando coger la pequeña pelota de goma.Mis manos buscaban en todas direcciones.Tiré con fuerza, y tras sacar la cabeza fuera del agua, pude comprobar, que lo que había atrapado era la parte superior del biquini de mi cuñada.Mientras mi hermano se reía a carcajadas, Susana y yo nos encontrábamos quietos, incapaces de reaccionar.A escasos centimetros, tenía aquellos maravillosos globos de carne con los que tanto había soñado.Ella reaccionó, y mientras con una mano intentaba taparse, con la otra arrancaba de mis manos la diminuta prenda.
Balbuceando, me disculpé.Ella, con una sonrisa forzada salió del agua.
Mientras caminábamos hacia el hotel, a mi cabeza volvían una y otra vez, los pechos desnudos de mi cuñada.Era evidente que ni mi hermano ni ella le daban yá, más importancia, pero la tremenda erección de mi pene, demostraba que no podía quitarme la imagen de mi mente.
Me enrollé la toalla alrededor de la cintura, intentando disimular mi estado.Susana, miró mi entrepierna, luego me miró directamente a los ojos, y el sonrojo de sus mejillas me hizo comprender, que se había dado cuenta de todo.
El agua helada de la piscina enfrió mi estado de ánimo.
Súbimos a las habitaciones, para arreglarnos y bajar a cenar.
Media hora más tarde, mientras tomaba un refresco en el bar del hotel, esperaba la llegada de mi hermano y de su mujer.
Aparecieron.Susana estaba radiante.Aunque tal vez la palabra adecuada era que estaba buenísima.
El día de playa, había dado un color rosaceo a sus mejillas.Enfundada en un vestido de una sola pieza, ajustado hasta la cintura.Mi mirada se perdió por el canal de su escote.
Cuando nos dirigíamos al restaurante, tras mirar en su bolso, Susana dijo que iba a subir un momento a la habitación, ya que había olvidado su pulsera.
No lo dudé.Esta era la ocasión.
Alegando una excusa tonta me ofrecí a acompañarla.
Mientras subíamos en el ascensor, sin quitar la mirada de forma descarada de su cuerpo, intenté olvidarme de todos los problemas que se me podían venir encima si llevaba a cabo lo que estaba decidido a hacer.
Llegamos a la puerta de su habitación.Susana introdujo la tarjeta magnética, y mientras entraba, dijo;-Será sólo un momento.
Entré tras ella.
Mientras se inclinaba sobre el tocador en busca de sus cosas, mi mano, como si tuviera voluntad propia, se posó sobre su culo.
Su cabeza giró bruscamente, mientras con los ojos muy abiertos, exclamaba;-Pero qué haces, ¿Estás loco?.
La tenía frente a mí. Mis manos agarraron sus pechos, mientras la empujaba contra la pared.
-Mira Susana, a mí ya me da igual lo que pase.Mi hermano está esperando, y si nos damos prisa, podremos bajar enseguida.
Mi cuñada no daba credito a lo que estaba pasando.Marcos, el pequeño Marcos, el hermano de su esposo la tenía atrapada contra la pared, mientras con una mano intentaba introducirse por su escote, con la otra comenzaba a levantarle la falda del vestido.
¡Por Dios, Marcos, estás loco¡.¡Soy la mujer de tu hermano¡.Antonio te matará en cuanto se entere de esto.
-¿Y quién se lo va a decir, tú?.A mí puede que me de dos hostias, pero tú eres su mujer.
Tarde o temprano su cabeza empezará a pensar cosas raras, y, entonces, ¿quién crees que saldrá peor parado?
Susana no sabía que decir, no sabía que hacer.
-Espera, espera.un momento, por favor.Esto es una tontería pasajera.Vámonos ahora mismo, y te juro que Antonio no sabrá nada de esto.
Mis dos manos estaban ahora bajo la falda de mi cuñada.Con una de ellas le agarré el culo, mientras la otra forcejeaba por tirar hacia abajo de su braguita
Susana forcejeaba, empujaba, pero mi decisión y mi fuerza eran superiores.
-O te quitas el vestido, o te lo arranco-dije.
Ella tubo un momento de indecisión al oir mis palabras.
Sollozaba, mientras sus manos se dirigieron a su espalda, para bajar la cremallera del vestido.
Sacó los tirantes del mismo por sus brazos.
Estaba frente a mí , llorando, intentando taparse con sus brazos el sujetador negro, casi tranparente, que cubría sus pechos. _Será mejor que nos demos prisa.Le dije, o tu marido podría impacientarse.
-Pero, qué quieres.Qué quieres, balbuceaba. Déjame hacer a mí.-dije.
Mi mano derecha, se introdujo en el sostén, y le saqué una teta.Acto seguido, hice lo mismo con la otra. El espectáculo impresionaba.Con los brazos a ambos lados del cuerpo, no paraba de gemir, mientras, sus tetas se bamboleaban arriba y abajo.Dirigí mi boca a los pezones, chupando, succionando.Me hubiera quedado así indefinídamente, pero el tiempo apremiaba.
Lo que vayas a hacer, hazlo de una vez, cabrón.
Su insulto me envalentonó.
Me bajé el pantalón.Mi polla estaba dura, palpitaba.
-Hoy no hay tiempo para mucho, así que cógeme la polla y empieza de una vez, puta.
Su temblorosa mano agarró mi pene, y comenzó a masturbarme;lenta, indecisamente.
Mi mano derecha atrapó de nuevo sus tetas, estrujando, apretando.Pellizcando los pezones.Con la mano izquierda, me introduje entre los plieges de sus bragas.
Mi dedo corazón, se introdujo en su vagina.Acariciaba.frotaba sus labios.
-Más rápido, más rápido, -grité.
Su mano aceleró el movimiento alrededor de mi polla.
No pude aguantar mucho más.Un caliente chorro de semen salió disparado contra ella.
Su mano, su tripa desnuda, su vestido.Todo quedó pringado con mi esperma.
Me separé de ella, exhausto.-Cambiate rápido.Tenemos que bajar ya mismo.
Nos limpiamos.Ella se puso otro vestido, y se arregló un poco el maquillaje, para intentar tapar las huellas de su llanto.
-Ya está bién.Exclamó mi hermano malhumorado.
-No hemos encontrado la pulsera después de mucho buscar.Por eso hemos tardado más de la cuenta.Mañana volveré a mirar.-Acertó a decir Susana.
Mientras cenábamos intentaba averiguar que estaría pasando por la cabeza de mi cuñada.
Mi hermano se dio cuenta del cambio de cara de su mujer.¿Que te sucede?No tienes muy buena cara.
-Habré tomado demasiado tiempo el sol, seguramente.
Tras acabar de cenar, fuimos a tomar algo a una de las terrazas del paseo marítimo, a pesar de que Susana en un primer momento, no quería, diciendo que le dolía la cabeza.
Su marido insistió, y finalmente accedió a venir.
En un momento dado, mientras nos encontrábamos tomando algo en una terraza, mi hermano se excusó, alegando que iba un momento a los servicios.
Cuando me encontré de nuevo a solas con Susana, mi mano se deslizó bajo la mesa, atrapando su pierna.Ella intentó apartarse.
-Te voy a decir una cosa, que espero te quede claro, Susana;lo de antes ha sido tan sólo el principio.A mí me dá lo mismo lo que pase.Si no accedes a mis deseos, todos saldremos perdiendo, pero segúramente, tú saldrás la peor parada. Con que a partir de ahora;ya lo sabes;donde yo quiera, y cuando yo quiera.¿Entendido?-¿Entendido?, grité más fuerte.
Susana, bajando la cabeza, asintió.
Esa noche, en la oscuridad de mi habitación, un torrente de sentimientos afloraban.
Cierta vergüenza, y miedo ante las posibles consecuencias que de mi actuación se pudieran derivar.Pero junto a eso, el tremendo deseo de poseer a una hembra como ella, inclinaban la balanza del lado más oscuro.
Al día siguiente, al salir de mi habitación, me dí de bruces con mi hermano.
-Buenos días.-¿Qué tal?.¿Y Susana?
-Olvídala.Dice que tiene un terrible dolor de cabeza.
Tras desayunar, Antonio y yo, nos fuimos a la piscina.
No podía dejar de pensar en la negativa de Susana a salir de la habitación.De alguna manera debía obligarla, si no quería que mi hermano terminara por descubrir la verdad.
-Voy a ver que tal se encuentra Susana, -dije
Al llegar a la puerta de su habitación llamé suavemente con los nudillos.
-Susana, ábreme. Silencio. Será mejor que abras la puerta si no quieres que arme un escándalo.
Segundos después la puerta cedió.-No tienes muy buena cara.
¿Y que cara quieres que tenga?¿Pretendes que me ponga a reir sabiendo que el hermano pequeño de mi marido, un puto crio de catorce años, quiere usarme cuando le dé la gana?
-¿Un puto crio? ¿Eso es lo que crees que soy? Desnúdate ahora mismo, -dije enfurecido.
Este puto crio está cachondo, y quiere follarte.
Me acerqué a ella intentando arrancarle la larga camiseta con la que estaba cubierta.
-No hace falta.Lo haré yo misma.
Se quitó la camiseta, y quedó completamente desnuda.
Alargué mi mano, y agarré una de sus tetas, casi con rudeza, apretándola, haciéndola gemir.-Bájame el pantalón, le dije.
Ella tiró hacia abajo de mi pantalón, sin ningún miramiento, dejándomelo a la altura de mis rodillas.Mi polla, enhiesta, salió disparada, apuntando hacia ella.
Le introduje uno de mis dedos en su boca, mientras le gritaba -¡Chupa¡
Susana comenzó a pasar su lengua alrededor de mi dedo.Yo me pegué a ella, literálmente, frotando mi polla contra su tripa, contra su poblado pubis.
Bajé mi mano hacia su sexo.Comencé a frotar, lentamente primero, más rápido después.
Uno de mis dedos se introdujo dentro de ella.Estaba húmeda, probablemente muy a su pesar.Su respiración comenzó a ser más entrecortada.Deslicé mi otra mano alrededor de su cintura, buscando su culo, mientras mi lengua buscaba la suya.Recorrí la raja del culo, y uno de mis dedos se introdujo muy lentamente en su ano.Sus manos, sin mucha convicción ya, intentaban apartarme.
Súbitamente, me separé de ella y la contemplé.Apoyada contra la pared, con las piernas medio flexionadas, la cabeza apartada hacia un lado.Se daba cuenta, pese a la tremenda vergüenza que ello le daba, de que estaba a punto de sucumbir.
-Túmbate en la cama boca abajo.¡Vamos¡-casi grité.
Ella obediente, sin voluntad propia, se arrodilló primero, y luego se dejó caer sobre la cama.Me arrodillé a mi vez, entre sus piernas, separándoselas.
Su sexo, abierto, estaba a escasos centímetros de mi cara.Comencé a lamer, a chupar alrededor de su raja.Susana, empezó a mover su culo, arriba y abajo, frotándose contra mi cara.Estaba muy mojada.Me alcé, y cogiéndome la polla.apunté a su húmedo coño.
Ella separó más sus piernas, y alzó levemente el culo.Sabía que había perdido la partida.
Me dejé caer sobre su espalda, mientras mi polla entraba sin dificultad, hasta el fondo.
Sus manos agarraron la almohada con desesperación, mientras un gemido ronco surgía de su garganta.Empecé a moverme lentamente, sacando y metiendo, haciendo chocar mis huevos contra su culo.Metí mis manos bajo ella agarrándole las tetas, mientras aceleraba mis movivientos.Ella comenzó a mover su culo de forma rotatoria.Estábamos a punto.
Casi al unísono llegamos al orgasmo.Me descargué dentro, mientras ella hundía la cabeza en la almohada, ahogando sus gemidos.
Así estuvimos un rato.Me levanté y me dirigí al cuarto de baño, mientras la miraba.
Susana, tan orgullosa, había terminado dejándose llevar, casi pidiéndomelo.No con su voz, sino con su cuerpo.
Salí del cuarto de baño, tras limpiarme.Ella estaba en la misma posición.
-Debes levantarte.-le dije. Lo mejor es que baje yo ahora, y dentro de un rato, aparezcas tú.Salí.
Mientras me dirigía a la piscina, pensé en las infinitas posibilidades que se habían abierto de repente.
A partir de ese momento, y sobre todo al regresar a nuestra ciudad, los encuentros con mi hermosa cuñada serían contínuos.
Mi imaginación echó a volar, pensando en las formas y lugares en que podría hacerla mía.
Pero eso estaba aún por venir.