Susana, la cuñada perfecta - Capítulo 2

En este segundo capítulo os explico como conseguí el primer tanga de mi cuñada y como fue la primera vez que vi su culito desnudo

La coleccion de fotos robadas de Susana empezaba a ser grande. A día de hoy, que aún la conservo, son más de 3Gb de fotografías para que os hagáis una idea.

Pero necesitaba algo más. Me propuse el objetivo de robarle unas braguitas, a ser posible usadas. Os explico como tracé el plan.

Yo estaba totalmente integrado en la família. Con mi mujer ya teníamos planes de boda y vivíamos juntos. Había estado en casa de Susana en varias ocasiones y sabía que en un pequeño lavadero que se accede desde la cocina tenía un cesto con la ropa sucia. El plan era: esperar pacientemente el día que volvieramos a casa de mi cuñada, rezar para que tuviera alguna braguita en el cesto de la ropa y cogerla, esconderla sin que Raquel se diera cuenta y que nadie sospechase nada.

Soy una persona muy cortada. Tenía pánico de pensar en quitarle las bragas a mi cuñada y meterlas en un bolsillo y que alguien pudiera darse cuenta. Pero el plan era perfecto y tenía una solución para esto.

Al fin llegó el día. Habíamos quedado un sábado con Susana y Pedro para comer en su casa. Y allí estábamos los cuatro comiendo felizmente, mientras yo no paraba de pensar en cuándo sería el mejor momento de poder entrar al lavadero sin que nadie se diera cuenta.

Terminamos de comer y empezamos a recoger la mesa. Esta era mi oportunidad. En uno de los viajes que dí a la cocina con platos, abrí un poco la puerta del lavadero, lo justo para poder ver el cesto. Tenía lo que tanto deseaba ante mí. Pero fui paciente, sabía que si salía al lavadero cualquiera podria entrar en la cocina y verme.

Una vez recogidos todos los platos, tuve la inspiración:

  • Por favor, dajádme a mi preparar el café. Vosotros ponéos cómodos.

Grandioso! Estaban todos en el sofá del comedor y yo en la cocina preparando unos Nespresso. En el tercer café, nada más pulsar el botón de la cafetera (para aprovechar que con el ruido que hace no me oyeran), salí al lavadero y abrí el cesto. Fueron 2 segundos, no me dio tiempo a mucho. La suerte estaba de mi lado. Vi un tanga rosa pálido con encajes en la parte delantera precioso que no dude en coger y guardar en mi bolsillo. Entré de nuevo a la cocina justo antes de que la cafetera acabase. Me temblaban las manos. Tuve que esperar unos segundos para recomponerme y poder coger las tazas.

Cogí una bandeja, y llevé todo al comedor donde estaban los demás. Dejé los cafés y fui a por mi paquete de tabaco:

  • Vaya! Solo me queda un cigarro.

  • No te preocupes, coge de mi bolso un paquete que tengo sin empezar - dijo Raquel.

  • No, no te preocupes, ya bajo a comprar. Prefiero Camel, sabes que no me gusta mucho el que tu fumas.

  • Como quieras, era por ahorrarte el viaje...

Ja! Si era eso precisamente lo que quería. Me aseguré de tener las llaves del coche y bajé a comprar tabaco. Puer suerte había aparcado frente a un bar, a dos calles del piso de mi cuñada. Entré, compré tabaco y salí. Me acerqué al coche y abrí el maletero. Metí medio cuerpo dentro como si estuviera buscando algo. En ese momento saqué el tanga de Susana de mi bolsillo y me lo llevé directamente a la nariz. Aquel olor fue indescriptible. Fue la primera vez que probé el olor más íntimo de mi cuñada. Era maravilloso. Me incliné más para estar bien dentro del maletero y que nadie de la calle pudiera ver que hacía. Volví a mirar el tanga y tuve el instinto de dar un lametón a la parte del tanga que va en contacto con su chochito. Qué sabor! Se me pone dura ahora mismo solo de recordarlo cuando lo escribo. Refregué un poco el tanga por mi dedo corazón para que se quedara impregnado de su aroma. Escondí el tanga en una bolsa que metí debajo del doble fondo, junto a la rueda de repuesto. Raquel no iba a mirar ahí nunca.

Subí al piso y me tomé el café con ellos. Fue muy excitante estar sentado viendo a Susana y llevándome de tanto en tanto la mano a la cara para acercar mi dedo corazón a mi nariz y olerla. Fantaseaba pensando que ese dedo lo había tenido metido en su vagina y que ahora estabamos ahí sentados tranquilamente.

Decidimos salir a dar un paseo. Susana y Pedro tenían que cambiarse de ropa. Empezamos a movernos, mientras Raquel y yo esperábamos y recogíamos las tazas del café, íbamos al baño a asearnos, ellos se empezaron a vestir. Susana dijo que si no nos importaba esperar 5 minutos, que quería darse una ducha. Le dijimos que por supuesto. En ese momento estábamos todos en el comedor, menos susana que había abierto ya el grifo de la ducha. Yo fantaseaba lo maravilloso que sería poder estar dentro de esa ducha con ella, refregando toda mi polla por su culo mientras la enjabonase. El grifo de la ducha se apagó y pocos segundos después oí como se abría un poco la puerta del baño. ¿Para qué abre la puerta del baño si sigue dentro? Después entendí que tenía esa costumbre ya que su baño no tiene ninguna venta, y con la ducha se forma mucho vapor. Así que cuando acaba de ducharse abre unos centímetros la puerta para que entre aire y se vaya el vapor. Y claro, yo que estaba pendiente de todos sus movimientos, aproveché para ir a por un vaos de agua a la cocina. Sabía que tenía que pasar por el pasillo y que tendría la puerta unos centímetros abierta. Era muy difícil poder ver algo, pero tenía que intentarlo. Y gracias a Dios que lo hice. Pasé por el pasillo, sin pausa pero sin ir demasiado rápido. Y lo que ví me dejó pasmado: pude ver el reflejo del cuerpo de Susana en el espejo del baño. La polla se me puso dura al instante. Ella estaba de espaldas al espejo, con un pie sobre un taburete, inclinada hacia delante ya que estaba secando sus pies con una toalla. Así que lo que pude ver es la espalda con ese culo al aire y ligeramente inclinada. Estaba en la postura perfecta para acercarse por detrás, coger sus caderas y bombearla hasta morir. No podía dejar de pensar la suerte que tenía Pedro de follarse a ese cuerpazo.

Nos marchamos a pasear. Yo seguía recordando lo que había vivido ese dia, tenía el tanga de Susana en mi coche y había visto su culito desnudo.

Los días siguientes olí y chupé el tanga hasta dejarlo sin olor. Acabé masturbándome con el, corriendome encima. Acabé tirándolo a una papelera para librarme de la prueba del delito.

No podía imaginar por entonces lo que iba a pasar posteriormente. Eso lo dejo para el próximo capítulo.