Susan y Pam
Susan era una compañera de trabajo, rubia, guapa y con un cuerpo de escandalo. Decidí inmediatamente que tenía que acostarme con ella, cosa que sucedió casi por broma y terminó con una agradable y morbosa sorpresa...
Ha
ce unos años estuve trabajando en Londres donde fui para aprender inglés y acabé quedándome unos años. Mi primer trabajo fue, como no, en un restaurante, empleo que mantuve durante casi un año. Allí, entre otros, trabajaba una chica danesa, una rubia de pelo corto hasta el cuello, de ojos verdes y piel blanca como la nieve, de figura esbelta, de seno pequeño pero con un culo redondo y firme, ni demasiado grande ni demasiado pequeño, en fin, perfecto. Susan, así se llamaba, era una preciosidad y decidí enseguida que tenía que acostarme con ella, la cual cosa sucedió, de una manera casi rocambolesca y con una agradable sorpresa.
En el restaurante giraba la voz de que Susan se había acostado con un par de camareros italianos y que era una chica muy abierta, pero no me fiaba demasiado primero porqué no hay que fiarse mucho de los italianos (en cuanto a contar experiencias de sexo se refiere) y segundo porqué no llegaba a comprender como se podía follar a aquella belleza por sólo una noche y después olvidarse de ella. Las cosas eran dos: o las voces eran falsas o Susan follaba horrendamente mal. Fuera como fuera, decidí descubrirlo por mí mismo.
Pero todos mis avances no surtían efectos y, cuando salíamos, estábamos todos juntos y me era imposible quedarme a solas con ella aunque fuera durante unos minutos, ya que si no estaban nuestros compañeros estaba su amiga Pam, también danesa, también rubia pero mas feucha y un poco rellenita, que vivía con ella y se pasaba muy a menudo por el restaurante. El tiempo pasaba y lo máximo que conseguía eran simples roces como cuando ella estaba doblada encima de la mesa arreglando la cubertería y yo le pasaba por detrás rozándole el culo, pero visto que a ella parecía no molestarle, esos roces de accidentales pasaron a ser voluntarios. Lo cual no hacia otra cosa que subir mi calentura. Hasta que un día llegó al trabajo bebida...
Había pasado toda la tarde bebiendo con un compañero, que por la noche tenía fiesta, y llegó al restaurante bastante alegre. Aquella noche no había casi trabajo afortunadamente para ella, que no paraba de reírse, y para mí, por lo que pasó. Bajé al piso inferior (donde había bodega, cocina, lavabos y otra sala) para coger unas botellas. Y allí estaba ella, saliendo de los lavabos. Me vio, me sonrió, se me acercó y me dijo en broma (o eso creo): "Leo, ditalino". En el restaurante había muchos italianos y nos habían enseñado unos vocablos básicos sexuales (como bocchino por mamada, etc.) y ditalino quiere decir masturbar una vagina con el dedo. No dudé un instante: le puse la mano encima de la falda negra a la altura de la ingle y empecé a masajearla suavemente.
Visto que ella no se opuso, dejé caer la mano hasta donde terminaba la falda, la volví a subir por debajo de ésta acariciándole el muslo hasta encontrar la tela de su tanga; apreté un poco y moví el dedo en movimientos circulares; al notar que no estaba mojada quité la mano y me chupé un dedo delante la mirada curiosa de ella, lo volví a introducir debajo de la falda, acosté el tanga, acaricié su vello y, después de masajear un poco, introducí mi dedo en su vagina, estimulando suavemente el clítoris de vez en cuando. Ella suspiró, se arqueó acercando su cabeza a la mía rozando mis labios con los suyos. Con el dedo notaba que se estaba excitando y que su vagina estaba ahora bien lubricada, mientras con la otra mano bajé de la espalda al culo que empecé a manosear. Ella con su mano tocaba mi pecho y bajaba hacia mi pene que abultaba ya en completa erección. Pero cuando llegó a rozarle se alejó y dijo: "Aquí no." dejándome con una calentura que tuve que apagar solo en casa porqué a ella le hicieron marchar antes del cierre por su estado de embriaguez. Pero ésto era solo el aperitivo.
Unas dos semanas después era su cumpleaños y nos invitó a todos a celebrarlo en su casa el domingo siguiente, día de cierre del restaurante yo me presenté con una botella de cava, le dí dos besos y bromeé: "Esto es el primer regalo, el otro es un striptease en privado". Ella se rió y pasó a saludar otro compañero que llegaba conmigo. La fiesta pasó como muchas fiestas, mucha música, muchas risas y mucho alcohol. Yo me pasé la noche bebiendo y mirándola: por la ocasión llevaba un vestido corto celeste que favorecía sus piernas torneadas y que marcaba un tanga de hilo. Cuando acabó fuimos pocos los que se quedaron para recoger y, cuando estuve a punto de marchar me dijo: " Tu espera, todavía me falta un regalo".
Es verdad, lo había dicho en broma, pero ¿tenía que echarme atrás ahora? Sabía que podía hacer el ridículo, pero el alcohol ingerido me habría ayudado a superarlo. La sorpresa fue cuando me preguntó si me molestaba que asistiera también Pam, su compañera de piso. Ahora, yo soy un tipo absolutamente del montón, de corporación delgada y normal y mi único atractivo físico son mis ojos azules y mi mirada profunda (según dicen) así que no entendía tanto interés. Pero igualmente dije que no me importaba.
Me fui al lavabo a limpiarme bien mientras ellas elegían la música. El espectáculo comenzó y fue bastante penoso: me quitaba la ropa poco a poco y intentaba recordar los movimientos de stripper que había visto. Susan y Pam no paraban de reírse sentadas en el sofá del salón, pero las cosas cambiaron cuando me quedé en calzoncillos: noté que Pam no quitaba la mirada del bulto que hacía mi pene en una semi-erección a la idea de estar desnudo delante dos chicas. Entonces me lancé: me acercaba mas a ellas, les cogía las manos y las guiabas sobre mi cuerpo, el pecho, mi piernas y mi culo, cosa que parecían agradecer y que aumentaba mi erección.
Después de un rato que necesité para tomar coraje, estando de espaldas me quité los calzoncillos, les cogí las manos y las apoyé encima de mis nalgas que empezaron a manosear y noté como la mano de Pam se deslizó para tocarme los huevos. Me dí la vuelta y las dos se quedaron mirando mi miembro erecto. Volví a cogerles las manos me las puse sobre el pecho y las guié haciéndolas bajar lentamente y soltándolas después del ombligo, a la altura del crecimiento del vello.
Las manos siguieron solas el camino y agarraron mi pene que empezaron a acariciar suavemente. Susan y Pam se miraron y a la vez acercaron sus cabezas para besar el tronco de mi miembro. Fue la mejor mamada a dos bocas que jamás me hicieron: me chupaban el prepucio contemporáneamente, lamían mi miembro por toda las largueza de éste, se lo metían en la boca por turnos mientras la otra me comía los huevos, rozaban sus lenguas teniendo entre sus bocas mi glande...
Mientras, yo metí mi mano derecho encima de la pierna de Susan, acariciándola y subiendo por debajo del vestido hasta su tanga que deslicé para frotarle el coño. Con la izquierda hice lo mismo con Pam que pero llevaba un vestido largo que dificultaba la operación; notándolo, ella se su subió el vestido y abrió mas las piernas, abriéndome el camino. Las dos estaban ya muy mojadas y yo iba a mil. Dejé de masturbarlas y les cogí el seno a las dos, palpándolos y jugando con los pezones después de sacarlos fuera. Las tetas de Pam, al contrario de las de Susan, eran grandes aunque firmes y era un placer jugar con ellas. Quería desvestirles, jugar mas con ellas, pero me faltaban manos y, al ver y sentir aquellas dos rubias chupándome la verga, no pude contenerme mas y solté un chorro de leche caliente por toda la cara de Susan; Pam no dudó un instante, se lanzó sobre ella y empezó a lamersela ávida, después me cogió el pene y lo limpió con su lengua experta sin dejar una sola gota. Se fueron al lavabo a limpiarse y yo me senté en el sofá: aquello no podía acabar así.
La primera en salir fue Susan y se sorprendió al verme todavía desnudo. Me acerqué a ella y le dije: "¿Acabamos el ditalino?" y a la vez le puse la mano por debajo del vestido empezando a frotar encima del tanga mojado. Ella sonrió y se dejó hacer, cerró los ojos, buscó mis labios, y empezamos a besarnos jugueteando con nuestras lenguas. Encontré la cremallera detrás del vestido, se la abrí y se lo quité dejándolo caer a sus pies. Entonces volvió Pam. Sonrió, se acercó y dijo: "Yo también quiero mas de tu leche". Me agarró el pene con su mano e intentó reanimarlo pero éste necesitaba todavía mas tiempo de reposo. En toda respuesta le besé a ella también con un salvaje morreo.
Intenté quitarle el vestido pero no pude. Dejé que lo hiciera ella; yo volví a Susan, la hice sentar en el sofá y le quité el tanga levantandole las piernas. Su vulva era rosácea y luciente, coronada por un triangulo de vello castaño. Le abrí las piernas, me arrodillé y me acerqué con la cabeza, besando el muslo y acariciando con mis labios su entrepierna hasta llegar lentamente a su vagina que empecé a besar , a chupar y a lamer, penetrándola con mi lengua.
A nuestra izquierda Pam, que se había deshecho del vestido se quitó las bragas y el sujetador antes de quitarle el sujetador a Susan que empezaba a jadear. Después se puso detrás de mi y, mientras con una mano me meneaba el pene, empezó a chuparme la parte trasera de los huevos y de vez en cuando subía lentamente con la punta de la lengua hasta el nacimiento de mi ano. ¡Qué gustazo!Nunca me lo habían hecho antes, era una grata sorpresa y empecé a estremecerme de placer. Después bajaba sin dejar de quitar la lengua de mis partes, estiraba hacía atrás mi miembro que volvía a engrosarse y jugaba con el prepucio, lamiéndolo en circulo con la lengua e introduciéndoselo en la boca hasta que la posición lo permitía.
Giré la cabeza para verla. Pam me había sorprendido, suplía a su escasa belleza y su cuerpo rechoncho con una maestría en el sexo y una lujuria, como también luego demostró, sin par. Estaba allí, detrás de mí, con la cabeza metida entre mis nalgas comiéndose todo lo que podía alcanzar a comerse, con su mano izquierda en mi polla y su mano derecha entre sus piernas. No tuve mas tiempo de gozar de la visión porqué Susan agarró mi cabeza con las manos y la acercó a su coño mojado para que continuase con la labor.
Sus gemidos se hacían siempre mas agudos y su vagina siempre mas mojada, literalmente empapada a causa de sus fluidos mezclados con mi saliva. Estaba a punto de correrse. La penetré con mi dedo mientras que con la otra mano le acariciaba el clítoris para darle el máximo placer. Pero noté que Pam dejó de jugar con mis partes y se acercó. "Ya sigo yo" me dijo y empezó a lamer la vagina a Susan. Me quedé paralizado sin saber que hacer ni que decir: no podía creer que todo aquello estuviese pasando de verdad.
Lo primero que se me pasó por la cabeza fue subirme al sofá y ponerme de pie delante de Susan para ofrecerle mi miembro que ya estaba otra vez erecto, y así lo hice. Lo tomó en la boca sin dejar de gemir y empezó a chuparlo con movimiento secos y rápidos. Abajo Pam seguí con lo suyo, regalandole momentos de intensos placer. Sentí que no tardaría mucho en correrme: cogí con las manos la cabeza de Susan y empecé a imprimir el ritmo de la mamada, aumentándolo. Pero, después de unos segundos me paré. No era justo que yo y Susan llegásemos al orgasmos y Pam se quedara en blanco.
Saqué mi pene de la boca de Susan, bajé del sofá y me coloqué detrás de Pam , en la posición que ella había ocupado antes. El culo era casi el doble del culo de Susan, pero su vulva y sus partes completamente depiladas: no había ni un pelo. Acerqué mi cara cogiéndole las nalgas, olía a flujos, olía a sexo. Empecé a besarle la vagina y ella retiró la mano que había estado hasta entonces estimulándola. Obviamente recambié lo que me hizo antes: después de lamer su coño subí con la lengua hasta encontrar el ano; describí círculos con mi lengua a su alrededor y Pam empezó a gemir; entonces empujé con la legua el ano obligandole a dilatarse y gimió mas. Volví a su vagina e hice lo mismo.
Mi pene se había puesto todavía mas duro de lo que ya estaba. Tenía que penetrarla. Alejé mi cara del trasero de Pam justo cuando Susan llegaba al clímax de su orgasmo: vi su cara enloquecida, como gemía, vi su cuerpo contorcerse de placer. Me arrodillé y sin dejar de mirar a Susan busqué la vagina de Pam con la punta de mi pene. Se deslizó dentro con extrema facilidad y empecé a moverme con suavidad primero para después acelerar a ritmo de los gemidos de Pam. Susan nos miraba con ojos ávidos de mas placer y al cabo empezó a tocarse.
Yo no quería correrme otra vez, por lo menos no por el momento: deseaba penetrar a Susan. Seguí un rato mas, hasta que creí que Pam estaba a punto de acabar: saqué mi miembro empapado de sus flujos y seguí con la mano introduciendo poco a poco dos dedos, frotando y penetrándola, mientras que con mi lengua volví a jugar con su ano. Pareció gustarle dado que sus gemidos aumentaron de intensidad y de frecuencia y, al poco rato, enarcó la espalda y tensó los brazos y las piernas emitiendo un chillido que delataba un orgasmo intenso y placentero. Después se abandonó , con los ojos risueño y entreabierto, en el sofá.
Me acerqué a Susan que seguía masturbándose. Le cogí la cara entre mis manos y la acerqué hacia mí mientras yo me doblaba. Nos efundimos en un beso apasionado, comiéndonos los labios, entrelazando nuestras lenguas. Yo bajaba lentamente mis manos por su hombros, me detuve unos momentos en su senos y luego seguí hacia sus caderas. Ella puso sus manos en mis muslo y subió hasta mi culo que empezó a magrear. Hice lo mismo con su culo: que bueno estaba tan firme, tan redondo, tan... La estiré hacía adelante cogiéndola por las nalgas posicionandola al borde del sofá. Ella entendió. Abrió las piernas lo suficiente como para poderme colocar entre ellas, me cogió el pene y lo introdujo en la entrada de su vagina; empujé despacio mientras ella volvía a agarrarme las nalgas.
¡Qué diferencia con la vulva de Pam! La de Susan era muy estrecha: aunque mojada podía sentirla perfectamente en el tronco de mi miembro. Intentaba, por eso, penetrarla despacio, con un ritmo lento y suave, evitando así de correrme pronto. Pero sabía que no tardaría demasiado. Pam nos miraba sentada a lado nuestro, no nos quitaba ojo de encima, observando fijamente la parte donde mi cuerpo y él de Susan se fundían en un cuerpo sólo. Y ésto me excitaba todavía mas.
Salí de dentro de Susan mas para retardar mi orgasmo que por otra cosa. Le dí otro beso, luego puse mis manos en sus caderas en ademán de darle la vuelta, cosa que hizo sin dudar un instante. Se colocó en la posición del perro, ofreciéndome el disfrute visual de su culo y de su vulva brillante por los flujos. Empecé a penetrarla, pero no conseguía mantener un ritmo blando. !Qué rico estaba! Follaba su coño mientras con las manos sobaba su precioso culo. Me sentí el hombre mas afortunado del mundo.
Susan gemía cada vez que mis huevos le rozaban. Con los pulgares empecé a acariciarle el ano. Cada vez con mas frecuencia y cada vez con mas presión. A ella parecía no importarle, entonces me detuve con mi pulgar derecho encima de su ano y empecé a frotar en circulitos. Ella seguía gimiendo. Si tenía que correrme, ¿donde mejor que en su precioso culito?
Saqué mi miembro, lo froté contra su ano, apoyé el prepucio en él y empecé a empujar. Pero Susan con un rápido movimiento de caderas evitó que entrara. "No, por ahí no" dijo. Me cogió desprevenido, la verdad es que no me lo esperaba dado que parecía gustarle. Pero bueno, me dispuse a volver a penetrar su vagina cuando Pam se movió a mi lado. "Prueba con el mío si quieres" dijo mientras se ponía a cuatro patas. ¿Que hacer ahora? ¿Quedarme con la guapísima Susan o probar el sexo anal con Pam? Susan me sonrío. Entendí que no se ofendería, así que me giré hacia Pam y me acerqué a ella.
"
Sólo mojamelo un poco" dijo. Empecé a besarle el ano como había hecho antes,tal vez con mas morbo todavía, lo penetré con mi lengua primero, después con mi dedo. Finalmente me levanté, apoyé mi prepucio encima de su ano y mientras Pam, con la cara hundida en el sofá se apartaba las nalgas con las dos manos, empecé a empujar. Su ano se iba dilatando poco a poco, dejando entrar el grueso tronco de mi pene. Seguramente no era la primera vez que alguien o algo entraba por allí porqué, casi sin darme cuenta, ya estaba todo dentro. Empecé a moverme ligeramente y Pam empezó a gemir. Muy pronto su ano se adaptó a mi miembro y comencé a moverme mas rápido. El orgasmo mas veces retenido no tardó en llegar: solté la leche que me quedaba en su culo. Fue,y es hasta la fecha, uno de mis mejores orgasmos.
El esperma empezó a salir del ano de Pam que, sin preocuparse de manchar el sofá, se dio la vuelta, me cogió el miembro goteante y pringoso y se lo puso en la boca, chupándolo y lamiéndolo hasta que quedó completamente limpio. Caí en el sofá rendido. "Wow" fue lo único que conseguí decir, Susan y Pam se me acercaron y se sentaron a mi lado. Susan me dio un beso dulce en los labios, "¡Vaya regalo de cumpleaños!" y me sonrió. Pam me cogió el miembro ya fláccido con su mano y empezó a menearlo, pero mi amigo ya no quería saber nada. "Puedes quedarte a dormir aquí si quieres" me dijo con una sonrisa picara. Y así fue. Dormimos los tres juntos en la cama king size de Susan y la mañana siguiente volvimos a empezar...
Desde entonces nos volvimos a ver, pocas veces los tres juntos, a veces sólo con Susan, a quien conseguí desvirgar por el culo (tal vez algún día os contaré como) y muchas veces mas con Pam que conseguía siempre hacerme disfrutar como loco y que me enseño que en el sexo la belleza y un físico bien proporcionado no siempre son sinónimo de máximo placer.