Susan
Campesina es prostituida y llega a Madama
SUSAN
Esta historia transcurre en la última década del siglo XIX
Mi nombre es Susan, vivía en pequeño pueblo del interior, mi familia era humilde, unos pobres campesinos que trabajaba unas tierras arrendadas a un terrateniente, de la comarca, que era más que una persona una bestia. Explotaba a sus arrendados a trabajar sus tierras por unas míseras monedas y el que no podía lo echaba, yo tenía en aquel entonces 17 años a punto de cumplir los 18, como cualquier joven algo soñadora y la cabeza llena de pajaritos, esperaba la llegada de mi príncipe azul que me apartase de la miseria en que vivía.
Mi madre estaba enferma, los médicos no le daban más de un año de vida, y mi padre que había sido herido en la última guerra, cobraba una pequeña pensión que apenas nos daba para vivir.
Yo me encargaba de las tareas de la casa, además de la pequeña granja con una baca, unas pocas gallinas y una pequeña huerta donde plantábamos unas patatas, cebollas, zanahorias, lechugas y un par de cerdos que al llegar a la época de la matanza, nos daban para mantenernos durante unos meses, ya se sabe que del cerdo se aprovecha todo.
Además, con el fin de evitar gastos y sacar algunos dineros que nos ayudasen a vivir, me dedicaba a hacer faenas en casas ajenas, como cocinar limpiar y atender los animales, de esa manera comía en casa ajena y me ganaba unas monedas que nunca venían mal. Mi aspecto físico no era cosa del otro mundo, pelo castaño, ojos castaños, nunca me preocupe de cuales eran mis medidas, eso sí, tenía unos bonitos pechos, prietos que cuando corría por alguna razón ellos me decían que querían saltar de su jaula y tomar el sol, los pezones eran grandes y la areola de un color café con leche, me sentía orgullosa de mis tetas, porque no decirlo, cuando me acercaba al pueblo a hacer alguna compra, los hombres se volvían para recrear su vista en ellos.
Un día, el Sr. Hans, le pregunto a mi padre, si yo podría ir a su casa a limpiar y hacer las labores del hogar, ya que la mujer que lo cuidaba, había muerto y no tenía a nadie que se encargase de ello, yo me quedaría a dormir en la casa en la habitación de la difunta criada, me vestiría y me daría un dinero para que se lo mandase. Mi padre, acepto, el se podía manejar un poco ya que hacer la comida estaba acostumbrado, y a cuidar el ganado lo llevaba haciendo desde pequeño.
Acepto, de que fuese a trabajar a la casa del Sr. Hans, cuando llegue, la casa estaba sucia y desordenada, mi cuarto, tenía una cama con un colchón más sucio que ni las ratas querían anidar en el. Me pase una semana adecentando solamente la casa, además de hacerle la comida, atender a las gallinas y la baca que tenia, tenia además un perro, un gran danés, color gris, si se ponía en dos patas era tan alto como el Sr. Hans, que media 1,90.
Cuando ya tenía la casa adecentada, me dedique un poco a adecentar mi cuarto, deshice el colchón, lo airee, varee la lana del mismo, lave la funda y lo rehíce nuevamente, la casa había quedado como nueva, no había ningún plato ni cacerola sucio, la ropa de la cama del Sr. Hans, estaba limpia y ordenada así como la suya propia. Cada día al terminar la jornada, caía rendida en mi pequeña cama por cansancio, y al día siguiente cuando el Sr. Hans se despertaba, yo ya había ordeñado la baca, recogido los huevos, y preparado el desayuno, me levantaba a las 6 de la mañana.
Yo me di cuenta que un día que estaba recogiendo unas patatas, el Sr. Hans, me veía con unos ojos muy libidinosos y cuando le serbia la comida, sus ojos no se apartaban de mis tetas.
Un día me dijo que tenía que bañar al perro, me parecía una labor demasiado para mi, ya que el tamaño del animal era enorme, su peso si yo me ponía a cuatro patas el perro era más alto que yo., afortunadamente no era fiero, más bien dócil y cariñoso, se llamaba Trak, lo cogí por el collar y lo ate a un poste. Con una esponja lo moje bien y enjabone todo su cuerpo, al frotarlo aprecie que su pene se excitaba, no le di importancia. Lo encontré normal, si lo estaba bañando y frote su vientre al enjabonarlos le debió de gustar las caricias que le hacía en la tripa. Para quitarle el jabón, lo moje abundantemente masajeándole todo el cuerpo pero él con sus clásicos movimientos de sacarse el agua del cuerpo, me dejo completamente empapada, mi blusa quedo pegada a mis pechos, haciendo resaltar mis pezones. El Sr, Hans que estaba viendo la escena se le salían los ojos de las orbitas al ver mi blusa empapada marcando las redondeces de mis pechos y pezones, ya terminado de bañarlo, me retire a mi cuarto para cambiarme y secarme, me supongo que mientras me cambiaba el Sr. Hans se masturbo pensando en mis pechos, ya que cuando regrese, el estaba más sosegado y Trak lamia el suelo.
Esa noche, al ponerle la cena al Sr. Hans, le comente que a Trak le había sentado bien el baño, su pelo brillaba mas y estaba más elegante al andar con su gran porte.
Y le dije: Hablan mucha gente de la vida de un perro, se creen que es una mala vida, y es todo lo contrario, si el animal es bueno, sus amos le cuidaran, le darán de comer, irán de paseo con él, en la época de celo, le buscaran una hembra o un macho para procrear o aliviarse, el a cambio, vigilara la casa y los defenderá en caso de peligro, el perro es el mejor amigo del hombre, un buen animal si es cuidado nunca lo abandonara, no como el hombre, que cuando el perro ya no le sirve, lo abandona o lo mata.
El Sr. Hans, afirmo mis comentarios y dijo que tenía que buscarle una hembra al perro, ya que tenía 2 años y era buena fecha para cruzarlo.
La edad de el rondaba los 55 años, no sabía si había estado casado o había tenido pareja, pero las miradas que me echaba, muchas veces me hacía temblar, eran miradas en las que veías el deseo carnal del hombre.
En una ocasión en que yo me estaba bañando en mi cuarto, tenía un barreño lleno de agua y yo me encontraba en su interior, bañándome, claro está me encontraba completamente desnuda, mi piel branca destacaba en la penumbra, cuando al volverme vi que el Sr. Hans se encontraba en la puerta viéndome como me bañaba, me tape mis senos y mi pubis y le invite a que se marchara, el no dijo nada, sonrió y salió de la habitación.
Cuando a la hora de la cena le puse el plato, me agarro por la cintura y me dijo:
-Susan, hoy te vi como tu madre te pario, y de verdad que te pario bien, tienes un hermoso cuerpo, y con el puedes hacer mucho dinero, si quieres yo te enseño como conseguirlo.
Con un movimiento brusco, me separe de él y le dije:
-Sr. Hans, yo no soy de ese tipo de mujeres, yo me uniré al hombre que me quiera y me ame no a cualquiera que desee pasar un rato para desahogarse.
Durante toda la cena estuvimos callados yo estaba un poco nerviosa y el me veía con unos ojos de deseo que no podía ocultar lo que pasaba por su mente.
Cuando me retire a mi cuarto cerré la puerta atrancándola con una silla. Durante toda la noche no pegue ojo.
Al día siguiente, le dije que iba a mi casa a ver a mi madre, que se encontraba pero de su enfermedad. De lo sucedido el día anterior, no le comente nada a mi padre, que ya tenía bastante con la enfermedad de mi madre. Esa misma tarde mi madre falleció, la pobre se encontraba muy enferma y ya el médico nos había dicho que en cualquier momento se produciría lo no deseado. Le mande recado al Sr. Hans comunicándole que no volvería a la casa hasta dentro de unos días, tras el sepelio de mi madre.
Al día siguiente, el Sr. Hans se persono en casa de mi padre para darle el pésame, estuvo hablando con él, al marchar, le dio un apretón de manos al mismo tiempo que le daba una cantidad de dinero, para el entierro de mi madre.
Tras el sepelio, regrese a la casa del Sr. Hans, y mi padre se quedo en la casa, yo quede en que iría a visitarlo todas las semanas.
El Sr. Hans, durante un tiempo me trataba distinto de cómo lo había hecho antes era más condescendiente y había hecho unas pequeñas reformas en la casa, me había arreglado la habitación y me había comprado una cama y un colchón.
En una de las visitas a mi padre, me dijo que como estaba solo, había hablado con el alcalde y el le había conseguido una plaza en un asilo en un pueblo de la provincia y que había vendido los animales y me dio el dinero para que me comprase lo que quisiese, que ya me escribiría para darme la dirección del asilo para que fuese a visitarlo.
Me pareció bien la decisión de mi padre, ya que estaría más atendido sin las preocupaciones de la granja y mas acompañado.
Cuando se lo comunique al Sr. Hans, me dijo que mi padre había tomado una sabia decisión, ya que estaría mejor atendido y cuidado y que si alguna cosa necesitara para el se lo dijese que él se la haría llegar.