Sus pies.
Una cena entre amigos, un invitado inesperado y unas sandalias.
Sábado
Llevaba tiempo queriendo organizar una cena en casa y por fin hoy era el día, iban a venir los amigos mas cercanos, aproveche la mañana para recoger y dejar todo preparado y sobre las 2 me desnude, me tire en la hamaca y mientras me fumaba un canuto me masturbe tranquilamente.
Los primeros fueron una pareja que conocí cuando llegue a vivir a Acanelonar, les tengo muchísimo cariño, y ademas se conocieron una noche de fiesta y su boda iba a ser el año próximo, vinieron tres amigos del trabajo y solo quedaba mi ex que en realidad era mi mejor amigo, no resulto bien la relación pero la amistad se consolido mas, sonó el timbre.
- Hola guapo, que ganas de verte y por fin ver tu casa¡¡¡
- Hola¡¡¡ pasa¡¡¡
- Perdona te presento a Pedro, esta en casa hasta que encuentre una habitación y le invite,- con mirada de cordero degollado me pidió perdón.
Apareció un chico mas joven que yo y mas alto, cuerpo normal y una cara con una barba densa pero bien definida, unos ojos negros muy profundos, melena corta y vestía muy elegante, le mire los pies, llevaba unas sandalias con casi todo el pie al aire, unos pantalones cortos beige y una camisa semi abierta de lino también marrón clara.
- ¿Podemos pasar?, - me dijo Rafa mi ex.
- Si si claro, pasad.
Una vez todos presentados y con varias botellas de alcohol sobre la mesa, me ayudaron a sacar la comida y me senté, con la suerte que a mi lado se sentó Pedro, no suelo ponerme nervioso, pero aun estando en mi terreno me sentía desmontado, me encontraba allí pero los ojos se me iban a sus pies constantemente, tenia la pierna sobre la otra y su pie se balanceaba frente a mi cara.
- Samu, ¿estas bien?,- me pregunto Sandra mi compañera de curro.
- Si, ¿por?,- estaba claro.
- No esperaba que viniera con nadie, nadie lo esperaba y menos sin decírtelo antes.
- ¿Crees que están juntos?,- mi mirada fue de confuso.
- ¿Tu no?
- Me lo hubiera dicho.
- Entonces todo bien, ¿saco los mojitos?
- Si por favor.
Esto me hizo dudar pero en ningún momento sentí eso, en verdad hacían buena pareja, pero no se les veía como cuando alguien comienza algo que no puedes parar de tocar, ademas el chaval me miro varias veces y bueno que ya no voy a darle mas vueltas.
Entre mojitos y canutos la velada se extendió hasta altas horas de la madrugada y sobre las seis de la mañana todos se comenzaron a ir, menos mi ex y Pedro.
- ¿Samuel te importaría que me quedara a dormir y Pedro también?
- Claro.
- Perdona de verdad, no me encuentro bien para conducir y Pedro creo que no le ha sentado muy bien las ultimas caladas.
- Tranquilo, ahora os abro el sofá cama y podéis dormir juntos.
- No es mi pareja ni nada.
- Vale.
- Vale.
Le abrí el sofá cama y cayo redondo, Pedro estaba en un sofá de la terraza tirado observando el cielo.
- Pedro, me voy a la cama, ¿estas bien?
- Yo ya me voy a casa perdona.
- Tranquilo ya hable con Rafa, tenéis el sofá cama abierto el cayo ya.
- Me sabe fatal de verdad.
- A mi no.
- Gracias.
- ¿Te apetece una coca-cola?
- La verdad que si.
Traje un par de vasos bien cargados de coca-cola y al sentarme levanto sus piernas para incorporarse pero le pedí que no lo hiciera.
- Si hombre, aquí yo tirado y tu sentado.
- Pon encima tus piernas, no me molesta.
- Eres muy buen anfitrión,- me sonrió mientras sorbía.
Tenia sus pies mas cerca, lo había estado deseando desde que lo vi en la entrada, sus piernas depiladas y morenas eran muy apetecibles, me limite a dar pequeños sorbos de la bebida y de reojo miraba sus dedos.
- !Bonitas sandalias¡
- Gracias, son muy cómodas.
- Lo parecen,- se me caía la baba.
- ¿Que numero tienes?
- 43.
- Ahora te las pruebas.
- No tranquilo.
Retiro sus piernas y en nada sus sandalias estaban en sus manos delante de mi.
- ¿Puedo?, se refería a probármelas, mi boca y mi glande babeaban mucho.
- Claro.
Deje las chanclas a un lado y le di un pie, lo aguanto del talón y fue metiendo la sandalia, eran como un guante, me coloco una y luego la otra.
- Te quedan mejor que a mi tienes unos pies muy bonitos.
- ¡Enserio¡ yo creo que no, los tuyos son mucho mas bonitos,- mi boca ya no podía parar.
Decidí levantarme y pasear por la terraza con ella, eran muy cómodos, se adaptaban muy bien y no te daban la sensación de que se te fueran a salir, acercándome a el su cara era de ensueño.
- ¿Te gustan?
- Mucho.
Me senté y el que aun seguía de rodillas se acerco y me descalzo con cuidado mientras sus dedos rozaban mis pies, se me erizaron todos los pelos de cuerpo, levanto un pie para quitar la tira y al quitarla sin esperarmelo me beso el dedo gordo y de lo ruborizado que se puso se sentó a mi lado descalzo y con el vaso en la mano.
- Ponte como antes anda.
Como un niño que se sentía con ganas de jugar y a la vez sabia que había echo algo que no había pensado, coloco de nuevo sus piernas sobre mi y esta vez con los pies descalzos, mirándolo a los ojos mis manos se fueron acercando a sus pies y los apreté con los dedos, masajee su planta y me perdí entre sus dedos, el no dejaba de mirarme y de sonreír, una vez masajeado un pie comencé el otro y una vez termine subí uno a mi boca y como el había echo bese su dedo gordo, de sus labios salio un gemido, sin mas me lleve el pie a la cara de nuevo y plantado en mi cara le lamí la planta y mordí su talón, se retorcía de placer, saboree su pie y me deleite con sus dedos perfectos, nunca me había comido unos pies tan bellos y tan suaves.
- ¿Me dejas el tuyo?
Colocándome igual que el estire mi pierna y sujetando mi pie me imito en cada paso, mi pene comenzó a latir fuertemente en el pantalón, su lengua cálida y su saliva recorrían mi pie.
Nunca había vivido una experiencia parecida en mi vida, pero deseaba que ocurriera mas a menudo, nuestras bocas alternaban de pie y ya nuestros penes erectos asomaban por la bragueta, nos masturbamos lentamente mientras nos comíamos el pie del otro.
- ¿Nos desnudamos?
En menos de un minuto estábamos desnudos y de pie uno en frente de otro.
- Nunca me había comido unos pies.
- ¿Y que te ha parecido?,- deseaba que me comiera no solo los pies.
- Deseo seguir haciéndolo.
- Me alegra escucharlo.
Se acerco y me beso, coloco sus dedos de los pies sobre los míos y coloco su pene entre mi ingle, me beso apasionadamente mientras jugaba con los dedos y metía y sacaba su pene de mi entrepierna, le alce los brazos y lamí sus axilas, baje hasta su cadera y recorrí su contorno hasta llegar a su oreja donde me deleite un buen rato, le pedí que se tumbara y me metí su pene en la boca, un gemido salio de sus labios y para hacerlo callar note como su glande tocaba mas allá de mi campanilla, era gruesa y larga, su prepucio abundante goteaba mas de lo normal, sacándomela de la boca continué con las manos y elevando un pie se lo comí, no tardo en correrse, acerque su pie a su pene y deje que la lefa cayera sobre el, me limite a saborear ambos y dejarlos bien limpios, termine masturbandolo mamando su dedo gordo.
- ¡Joder¡
- ¿Un sorbo?,- mientras sorbía yo un poco.
- Ya, ¡ahora tumbate¡
Me tumbe a lo largo del sofá y me deje llevar, me beso los labios y con las manos me acariciaba el alma, por lo menos eso note yo, desde el cuello hasta mis pies beso cada poro, una vez en ellos se deleito dedo a dedo y con su pene de nuevo erecto lo paso por todo mi pie, se agacho y lamió desde los dedos hasta mi pene donde se lo trago, continuo mamando como un experto y me pidió que levantara mi piernas, se coloco entre ellas, pensé que iba a follarme, pero aun no iba a ser, se llevo un pie a la boca, con la otra mano me masturbo y con su pene en la entrada de mi ano me daba pequeños empujones, no recuerdo el tiempo que me masturbo, lamió y casi penetro, pero se hizo de día, notando como mi lefa salia disparada se acerco a mi pene y saboreo mi lefa, recorrió cada gota y finalmente termino sobre mi.
- Ves como tenia razón, eres un anfitrión increíble, - me decía entre risas.
- ¡Y aun no has visto ni sentido nada¡
- Deseoso estoy.
Nos besamos y tras una ducha rápida con la manguera fuimos a mi cuarto.
- Joder, no me acordaba de el.- le dije viendo a mi ex tirado en el sofá cama.
- Tranquilo dormirá hasta tarde.
Antes de caer en un placido sueño nos descubrimos los anos, los cuales nos apetecía lamer, nos corrimos cada uno en el culo del otro y tras una buena rebañada nos dormimos.
De esta experiencia solo puedo decir que os dejéis llevar y si hay algo que os gusta que os hagan y hacer, no tengáis miedo, decirlo y si no es la persona adecuada, mejor buscarla o dejarse encontrar.