Sus ojos me sonreian

Deslizó sus dedos por mi mejilla y yo fui acercando mis labios a los suyos. Podía sentir su respiración tibia, mi corazón parecía salirse y vi su boca entreabrirse, sus ojos cerrarse y esperar que yo terminara lo que había empezado.

SUS OJOS ME SONREIAN

Cuando comencé a trabajar en aquella oficina la felicidad de haber conseguido un empleo no me permitió percatarme de su presencia. Pasaron varios meses hasta que me detuve en su belleza. El lugar de trabajo era un piso muy amplio de aquellos que dividen sus escritorios con paneles a manera de boxers que permiten que nos veamos todos los que allí trabajábamos. Éramos la gran mayoría de casi la misma edad, tanto hombres como mujeres, rondábamos entre los 25 y 35 años. Laura no compartía precisamente alguna tarea conmigo pero de vez en cuando algo aparecía, que hacía que una recurriera a la otra.

Calculé que tendría unos 30 años, su rostro tenía una belleza muy particular, era de esas personas que tienen el privilegio de sonreír con la mirada, rasgos proporcionados, estatura media, usaba el cabello muy corto al estilo Winona Ryder. Si bien me pareció preciosa cuando la vi por primera vez, admito que no sentí deseos por ella, y en definitiva mi apreciación quedaba en el registro de una opinión más. Tanto hombres como mujeres del lugar, coincidíamos en que Laura era una chica muy bonita, pero en lugar de acostumbrarme a su belleza me fui interesando cada día más en ella.

Me encantaba su manera de vestir, siempre con un look casual, jeans, calzado bajo, cómodo, suéteres sencillos, colores sobrios pero no tristes ni apagados. Trabajaba de manera muy eficiente, se desempeñaba con soltura y demostraba ser una persona muy inteligente. En ocasiones nos encontrábamos en la cocina del trabajo, lugar al que íbamos muy seguido porque era el sitio en que nos permitían fumar. La primera vez que fui y la vi pensé para mis adentros, que suerte la mía. Estaba preparándose un café instantáneo, tenía un cigarrillo encendido y en cuanto me vio llegar me ofreció uno y dijo "Que bueno! Otra viciosa como yo…" Yo sonreí y así comenzamos a conversar. Acepté su café más bien por cortesía porque en realidad detesto el café instantáneo. A diario esos encuentros alegraban mis jornadas. Me fascinó aún más. Podíamos hablar de cualquier cosa, ambas habíamos incursionado distintas carreras universitarias y teníamos las mismas aficiones por las ciencias sociales, podíamos discutir temas tremendamente complejos sobre cuestiones filosóficas hasta temas por demás irrelevantes como por ejemplo mi confesión respecto al café instantáneo y del exceso de azúcar del que me hacía víctima cada vez que ella lo preparaba.

Con el tiempo me fui enterando de su vida. Supe que tenía un hijo de un matrimonio poco feliz y que ahora hacía más de tres años que estaba en pareja con Manuel, quien se había convertido para ella en un excelente compañero. Saberlo me causó una cierta angustia, quedaba eliminada cualquier posibilidad de seducción por mi parte. Sin embargo, eso no hizo que perdiera la simpatía que ya le tenía. Sabía que era imposible que algo sucediera entre las dos, abandoné por completo cualquier fantasía pero no dejaba de estar en mi mente. Disfrutaba de su compañía y me complacía con el solo hecho de tenerla cerca y saber que ella también disfrutaba de la mía. Mi decisión fue tomar cierta distancia, la suficiente como para no crearme falsas expectativas. Por eso era ella la que siempre tomaba la iniciativa al invitarme con un café, compartir algunas cuadras a la salida del trabajo o buscarme como compañera de charla en las noches en que solíamos reunirnos en algún lugar con la gente del trabajo. Yo ya sabía todo sobre ella, conocí a su hijo y también a Manuel. Por desgracia el también me pareció un tipo encantador razón por la cual ni siquiera tenía la excusa de pensar que ella perdía el tiempo con un tipo que no valía la pena.

Ya había pasado más de un año desde que había comenzado a trabajar allí. Con Laura teníamos una amistad maravillosa y los sentimientos que ella despertaba en mí no me causaban ningún conflicto. Había aprendido a quererla más allá de cualquier deseo. Un día cerca de la hora de salida tenía yo que ir al subsuelo del edificio a buscar unos archivos y ella se ofreció a ayudarme. El lugar era bastante tétrico, con poca luz y muy frío. Ninguna nos habíamos un puesto abrigo, y tratando de hacer las cosas lo más rápido posible ingresamos a un cuarto bastante pequeño repleto de papeles de donde teníamos que ubicar los registros y trasladarlos. Estábamos internadas entre estantes que dejaban un corredor muy estrecho cuando una corriente de aire azotó la puerta del lugar. Ambas dimos un saltito y nos miramos asombradas, no lo podíamos creer, intuíamos que nos habíamos quedado encerradas. Fuimos hacia la puerta y confirmamos nuestra sospecha, en principio nos reímos por lo absurdo de la situación. Hicimos bromas respecto a nuestra estupidez de no prever que eso ocurriría. Intenté usar mi móvil pero era inútil, a esa profundidad no tenía señal. Pasamos unos cuantos minutos buscando la manera de salir de ese encierro y al cabo de numerosas ideas fracasadas decidimos relajarnos y esperar que se percataran de nuestra ausencia y alguien viniera a buscarnos.

Hacía un frío terrible. Laura temblaba y no paraba de repetir que estaba congelada. Yo opté por sentarme sobre una pila de papeles que improvisé a manera de almohadón. Acomodé una pila más por si ella quería sentarse también. El tiempo pasaba y nadie aparecía. Nuestra conversación fue pasando por distintas especulaciones y terminamos hablando de cualquier cosa, creo que para no entrar en pánico. Ella terminó sentándose a mi lado adoptando la misma posición. Hechas un ovillo en ese cuartucho helado me pregunto: - Tenés novio? La pregunta no me pareció para nada sorprendente, en definitiva pocas veces hablábamos de mí. Siempre fui muy discreta con cuestiones que tienen que ver con mi vida privada y si Laura me había caído tan bien era porque entre otras cosas siempre respetó mis reservas. Le conteste de inmediato: - No, …ni novia tampoco. Ella giro su cabeza para verme a los ojos, yo permanecí como si nada. Tenía un cigarrillo entre mis dedos, ella estiro su mano y sacándomelo con cuidado me pidió que le convidara pues no quería prenderse uno también, dado el reducido espacio con el que contábamos. Cuando intenté recuperar mi cigarrillo ella extendió su mano alejándolo y haciendo gestos de negación con su cabeza mientras daba pitadas rápidas como provocándome para que se lo sacara por la fuerza. Comenzó un juego tonto donde yo me abalanzaba y ella iba inclinando mas su espalda hacia el suelo a fin de tomar distancia. Yo le seguía el juego y la amenazaba con sacárselo costara lo que costara. Entre risas terminó recostándose en el suelo y yo caí sobre ella casi por accidente. Continuaba con la mano extendida y mientras nos reíamos por la situación lo apagó burlándose de mi derrota. En un momento mis ojos dejaron de mirar el objetivo perdido y se clavaron en los suyos. Nos quedamos unos segundos mirándonos con los rostros muy próximos. Ella acercó su mano a mi cara y me corrió un mechón de cabello que caí sobre mi frente. Deslizó sus dedos por mi mejilla y yo fui acercando mis labios a los suyos. Podía sentir su respiración tibia, mi corazón parecía salirse y vi su boca entreabrirse, sus ojos cerrarse y esperar que yo terminara lo que había empezado. Apenas rocé sus labios con los míos, fui descubriendo su calor, sus formas, mientras ella hacía lo mismo conmigo. Al cabo de unos segundos nos besábamos sin temor, podía sentir los latidos de su corazón contra mi pecho. Nuestras bocas no paraban de descubrirse y mi lengua se atrevió a buscar la suya. Respondía a cada uno de mis gestos y sentir su mano enredándose en mi nuca, hizo que deseara que ese encierro fuera eterno. De pronto unos golpes en la puerta y una voz que preguntaba por nosotras hizo que volviéramos a la realidad y sobresaltadas corrimos hacia el acceso para responder que allí estábamos.

No sabía cuanto tiempo habíamos pasado de encierro pero por la posición de héroe adoptada por Javier, el guardia de seguridad, estimé que mas de un par de horas. Laura hizo un breve sondeo de la situación y como si quisiera escapar del lugar dijo: - Es tardísimo!..Gracias Javier… te dejó con él para que te ayude con los archivos yo me tengo que ir…eh…Manuel … Lautaro (su hijo) deben estar preocupados…bueno…ehh…hasta mañana

Javier le recordó que pasará a buscar su bolso y su abrigo por el piso y ella caminando torpemente le agradecía todo el tiempo.

En la soledad de mi casa no pude dejar de pensar en ella. En sus labios, su sonrisa, en cómo se sentía su cuerpo debajo del mío. Me dormí con un millón de dudas y pretendiendo conformarme con ese único beso.

Al día siguiente Laura no se presentó a trabajar. Según me decían estaba con fiebre y mientras me pedían los detalles de nuestro involuntario encierro yo no podía dejar de pensar que esa fiebre no existía. Supuse que llamarla sería un error así que deje que pasará el tiempo y lo único que se me ocurrió fue dar por olvidado el asunto. Pasaron cuatro días hasta que la volví a ver en la oficina. La relación no volvió a ser como antes. Nunca dejo de dirigirme la palabra pero era evidente que evitaba estar a solas conmigo. Mantenía una distancia innecesaria pues lejos estaba yo de reclamarle cosa alguna. La justifiqué mil veces pero en el fondo sentía pena de tener que arrepentirme de aquel beso que para mi fui un regalo del cielo.

Al cabo de un tiempo me acostumbre a su nueva actitud. Era imposible echarla al olvido, me refugié en el recuerdo más bonito que me dejó y le di todo la libertad que ella necesitara. Cierto día Fernanda, una compañera nos invita a todos a la fiesta que haría por su cumpleaños. Sería un sábado y según dijo estaba abierta a cualquiera, que podíamos llevar a quien quisiéramos. No lo dudé, asistí pensando que dado el momento que pasaba sería una buena oportunidad de conocer a alguien y dejar de aferrarme a un recuerdo tonto. Me sorprendió encontrar esa a noche a Carolina, una chica con la cual por bastante tiempo mantuvimos una relación meramente sexual pero muy grata. Me alegró encontrarla allí pues de inmediato adoptamos esa posición de seducción que acostumbrábamos a tener, como si el tiempo no hubiera pasado y nuestra atracción fuera eterna. Laura también estaba allí, nos habíamos saludado ya y noté que en más de una oportunidad miraba la escena que componíamos Carolina y yo. En un momento voy por una cerveza y la encuentro sentada a la barra del lugar. Me sonrió y mientras esperaba mi cerveza le pregunté por Manuel, me dijo que había venido sola. "¿Aburrida?" Le pregunté. "No para nada", me contestó. "¿Estas con tu novia parece?" Preguntó de inmediato. Me causó gracia que alguien dijera que Carolina fuera mi novia, sonriendo le contesté que no, que solamente era una amiga. "¿Parece que tratas muy bien a tus amigas?", "¿Tenés alguna duda?" le contesté, aunque de inmediato me arrepentí. Me pareció una ironía de mal gusto. En ese instante se acercó Carolina que tomándome por la cintura me habló al oído algo que no alcanzo a entender pues me quedé mirando como Laura se paraba y se iba sin decir más. Quería detenerla, disculparme, pero se me perdió entre la gente. Me aparté de Carolina excusándome un momento, intenté encontrar a Laura pero me fue imposible. Volví con Caro y después de quedarme menos de una hora más en la fiesta, me retiré enojada conmigo. Toda la situación me había puesto de un humor pésimo y estando segura de mi incapacidad para pasar una noche de sexo liviano abandoné a Carolina.

Cuando el taxi estaba llegando a mi calle, reconocí el auto de Laura frente a mi casa. Me bajé y me acerque a su ventanilla. ¿Podemos hablar? Me dijo. Asentí con la cabeza y me siguió hasta mi portal. Una vez adentro arrojé mi abrigo en cualquier parte y desplomándome en el sillón, mientras buscaba mis cigarrillos, dije con fastidio, "¿qué pasa?" Ella permanecía parada frente a mí. La vi con sus brazos cruzados como quien se abriga a si mismo de un frío pegajoso. Me sentía de pésimo humor. Millones de cosas habían pasado por mi cabeza desde aquel beso. Había tenido una actitud excesivamente comprensiva con ella, pero ahora no entendía esa escena en el bar. Me había molestado, creí que disfrutaba teniéndome al pendiente, siempre complaciente y esperando por ella. Supuse que aquel beso había sido para ella sólo una manera de experimentar y que tenía miedo a la lesbiana que la pudiera perseguir. Tantas cosas por mi mente,… todo era muy confuso y sinceramente ya no quería sufrir más por ella.

Al fin pude encender mi cigarrillo y ella comenzó a hablar. – No sé qué decirte…Todo esto es muy difícil para mi… No puedo dejar de pensar en vos… Estas en mi todo el tiempo, me despierto pensando en vos, me acuesto pensando en vos, como pensando en vos, no hay un segundo desde que te conocí que no deje de pensarte…Yo tenía todo bajo control, mi hijo,…Manuel y de pronto apareces… y yo me derrito, me siento viva, no quiero dejar de estar con vos…Te tenía en sueños y eso parecía estar bien… Pero me besaste y yo sentí que tocaba el cielo con las manos y quería morirme a tu lado, no separarme más, …y supe que eras mi perdición, que no podía tenerte cerca porque me confundo…está Manuel...siento que lo quiero pero te veo y todo deja de existir

Se le llenaban los ojos de lágrimas y continuaba mientras se secaba los ojos torpemente. "Parece que no tengo el control, el corazón se me sale cuando te veo y me aturdo… no se qué es lo que tengo que hacer… no puedo sacarte de mi vida pero tampoco me siento capaz de prometerte nada… no creo que sientas lo mismo que yo y eso me asusta… me asusta no tener tu fuerza conmigo…pero creo que si esta noche no te tengo me voy a arrepentir toda la vida. Quiero y necesito hacerte el amor, no me importa si mañana dejo de existir para vos, pero te necesito

"¿Cómo sabes qué es lo que yo siento?", le pregunté. Extendí mi mano para alcanzar la suya y sentí la punta de sus dedos helados aferrarse a mí. Continué: "Vos no tenes ni idea lo que significas para mi". La acerque despacio hacia mi y comencé a secar sus lagrimas con mis labios. Fui dándole pequeños besos, recorriendo sus mejillas y sus manos tomaron mi rostro y acerco su boca a la mía. Fue como la primera vez, su aliento, su olor, la suavidad en su boca. Mientras me besaba desabotonaba mi camisa. Podía sentir sus manos sobre mis pechos, sus dedos descubriendo mis pezones erguidos esperándola, sintiéndola por sobre mi corpiño.

Me quitó la camisa con rapidez pero suavemente. Yo le quite su musculosa y me quede observando sus pechos desnudos. No podía creer que estaba desnudándola para mí. Tenía los pechos más hermosos del mundo. Me sacó el corpiño con la misma destreza. Y posó sus manos sobre mis hombros y se fue deslizando hasta llegara a mis senos. Los acariciaba suavemente como descubriéndolos y gozándolos a medida que los reconocía palmo a palmo. Extendí mi mano sobre uno de sus pechos y la apoye suavemente para sentir a pleno el contacto de su piel, de su pezón erguirse bajo mi palma. Le tomé su mano y nos fuimos a mi habitación. Mientras caminaba no podía creer que ella venía conmigo, que estaba aquí a mi lado. Ella me detuvo en el umbral y empujándome casi con violencia pero de manera deliciosa me mantuvo contra la puerta. Me beso con firmeza, pasión, sentí su lengua invadir mi boca y enredarse en la mía. Comenzó a bajar el cierre de mi pantalón. Decidí ayudarla y ambas nos desvestimos sin dejar de besarnos. Estábamos completamente desnudas y no podíamos dejar de contemplarnos. Sus pechos, su cintura, su sexo, sus piernas, todo era delicioso para mis ojos. Yo sentía los suyos descubrirme, y me excitaba enormemente ver como sus ojos me recorrían. Comencé a rodearla y la mantuve en su lugar mientras me ubicaba por detrás suyo. Apoyé mis pechos en su espalda, mi vientre sentía su piel, mi pubis sus glúteos suaves, mis muslos contra los suyos. Una de mis manos recorría su vientre mientras la otra acariciaba sus tetas. Le besaba el cuello y ella me invitaba a observarnos en el reflejo del espejo de mi cuarto.

Nos detuvimos a observarnos y era maravillosa la imagen de nosotras dos. Yo me reconocía mas mujer que nunca abrazando su cuerpo. Ella tomó mi mano y sin dejar de mirarnos en el espejo la condujo lentamente hasta su monte de Venus. Sentía su vello, la exploré lentamente. Ella no quitaba su mano de la mía pero me dejaba llevarla. Fui descendiendo y ella me pidió que lo hiciera despacio, -Quiero ver, sentir, saber que es tu mano la que me toca mi amor; -soy yo, es mi mano, es mi piel la que te recorre, te desea mi vida, le conteste. Sin dejar de mirar, me fui adentrando por su vulva, lentamente hasta encontrar su humedad. Sentirla mojada me lleno de felicidad. Ella comenzó a mover sus caderas a la par que mis dedos recorrían su vulva de arriba abajo. Allí estaba su vagina mojada por mi culpa, su carne, sus labios húmedos, su clítoris hinchado. La penetré despacio y sentí su cuerpo estremecerse.

Nos acercamos mas al espejo, me llevaba a sus espaldas prendida a ella por su vagina. Abrió un poco sus piernas y me invitó a inclinarme a la par con ella. Y nos quedamos mirando su concha penetrada por mis dedos, mientras mi pulgar refregaba su clítoris. Ella se giro y poniéndose frente a mí, me condujo a la cama. Su lengua comenzó a deslizarse por mi frente, siguió por mi nariz, atravesó mis labios, mi mentón, mi cuello, mi esternón,… se detuvo en mis pechos. Los besaba con pasión, podía sentir su lengua rígida enredarse con mis pezones. Acaricie su cabello tan corto, su espalda, …era mía, estaba aquí conmigo besándome, haciéndome gozar y juro que nunca me había pasado nada mas hermoso que lo que estaba viviendo esa noche con ella. Siguió bajando con su lengua por mi vientre, me hacia estremecer, se detuvo en mi ombligo, recorrió su perímetro y su marca de saliva era una marca a fuego para mí. Sentí un hormigueo cuando llego a mi bajo vientre. Abrió su boca y la posó con pasión sobre los bellos de mi pubis. Fue deslizándose y beso el interior de mis nalgas, podía sentir sus labios carnosos, su saliva, su lengua, sus dientes dando pequeños mordiscos.

Abrí mis piernas y se detuvo a observar mi vagina. Yo miraba sus ojos y me enamoró ver como su mirada reflejaba la felicidad de estar así conmigo. Acercó su nariz a mi sexo y pude sentir su punta rozar mi vagina. La sentía respirar hondo, me olía con tanta pasión. Me hizo desearla, desesperarme por sentir su lengua en mi sexo. Empezó a besarme lento, muy lento como para que sintiera que eran sus labios, hasta que fue poniendo mas presión y comencé a sentir su lengua adentro mío. Desparramó mi flujo por toda mi vagina y me sentí empapada, llena de su saliva. Por dios no quería que terminara nunca. Después empezó a refregar todo su rostro por mi sexo, podía sentir su boca, su nariz, sus ojos, sus mejillas revolcarse por mi concha. Era increíblemente delicioso saber que era Laura la que estaba allí desfrutándome y haciéndome gozar de esa manera. Tomé su rostro con mis manos y la traje hacia mi boca. Nos besamos y sentía mi olor por todo su cara. Nos sentamos enfrentadas y de manera que nuestros clítoris se pudieran refregar entre si. Ayudándonos con nuestra manos logramos frotarnos mientras nuestras tetas se pegaban entre si y nuestras bocas no paraban de besarse. Empezamos a sentir que nos veníamos y estando por acabar yo primero no paré hasta esperar su orgasmo. Resistí hasta acabar juntas. Sentí sus dedos aferrarse a mi espalda y sus espasmos en mi vagina. Yo sentía que me mojaba y la mojaba a ella también de una manera que nunca me había pasado. Podía sentir sus latidos. Metí mi mano entre nuestras vaginas y la penetré nuevamente. Ella dio un respingo y gimió con mucho placer. Volvió agitarse sobre mi dedo entrando y saliendo y rozando su concha contra mi, hasta que volvió a correrse. Terminamos abrazadas, llenas de placer, agotadas terriblemente satisfechas.

Permanecimos desnudas en la cama, fumando, acariciándonos, no podía dejar de decirle que la amaba y ella de contestarme que me amaba más. Sus ojos me sonreían y a mí se me agrandaba el alma.

Lautaro sabe perfectamente quien soy y qué soy para su mamá y yo lo adoró tanto como él a mí. Manuel no me odia, de hecho son grandes amigos con Laura y no deja de demostrar que es un buen tipo. A la única que sigo sin caerle bien es mi suegra, pero realmente me importa tan poco