Sus ojos dominaban tanto como sus palabras

No podía mirarle a los ojos, ella no era así, pero con él... solo estar a sus pies, a sus ordenes, no le conocía pero era lo que le nacia de dentro

Es la primera vez que escribo, y lo hago a petición de un amigo, espero que os guste, la historia continua, si es así, hacédmelo saber y os seguiré contando su historia. Todo son hechos reales, cambiando el nombre de los personajes por privacidad. Por supuesto acepto cualquier crítica constructiva. Disfrutad de la lectura

Desde que puso sus ojos en Lobo no podía quitárselo de la cabeza, aunque bueno… se tendría que conformar con eso, tenía claro que aquel Señor, no se fijaría en ella. Metro ochenta, moreno, empezaban a aparecer las primeras canas tanto en el pelo como en su prominente barba, no estaba nada mal, pero no fue eso lo que llamó su atención, sino su mirada, esa mirada azul penetrante, era imposible mirarle y decirle que no a cualquier cosa que te pidiera. Como tenía claro que no se fijaría en ella, siguió a sus quehaceres… hasta el sábado en la cena.

Se arregló la primera para poder poner un poco de orden en la fiesta, controlar a 90 personas en una casa, por muy grande que sea, es complicado. Necesitaba descansar un minuto, así que se sentó en el sofá, sin fijarse en que Él estaba justo en frente. Lobo se levantó, la cogió de la mano para ayudarla a levantarse y le dio dos besos volviendo a presentarse, no la había conocido, normal, se había pasado los dos días anteriores con la ropa manchada y sin arreglar. Ella hizo como si nada y se dejó hacer, aunque se le quedó mirando extrañada.

-¿Ocurre algo?- Preguntó el mirándola a los ojos.

Ella no podía mantenerle la mirada, era tan penetrante, casi te follaba con ella.- No, no, tranquilo, son cosas mías.- Dijo mientras notaba como todo el calor se dirigía a su coño. Sin más, se levantó y se marchó, evitaba cruzárselo. Pero al fin y al cabo, estaban en una casa, grande, sí, pero una casa. Así que finalmente antes de pasar a cenar lo volvió a ver. La agarró de la muñeca y se la llevó a una zona apartada.

-Siento lo de antes, no te había conocido Sucky.- Le dijo con esa media sonrisa suya.

Bajando la mirada de nuevo, le dijo que no pasaba nada. –Si todo fuera dar besos… con lo que a mí me gustan los besos.

-Vaya… no era eso lo que me habían contado de ti.

-¿Cómo dices?- Preguntó asombrada.- ¿Qué te han contado de mí? ¿Y quién?

Lobo la seguía mirando, pero ella notaba que empezaba a desnudarla con la mirada, notaba como su tanga cada vez estaba más húmedo, y seguía con la mirada baja.

-Me habían dicho que no eras tan sumisa, más bien una rebelde.

De pronto, todo el calor le empezó a subir a la cara, notaba como se ponía roja de vergüenza, sí, normalmente era una rebelde, no acataba órdenes así como así, pero con él, no podía evitar bajar la mirada y mostrarse sumisa. Lo que le dijo a continuación ni siquiera lo pensó, lo dijo sin más.

-Sí, así es normalmente, pero contigo no me sale así, me miras y lo único que quiero es arrodillarme ante ti y esperar que me digas que deseas, que quieres, y quiero pensar que lo haría a tu gusto, si no… me sentiría muy mal conmigo misma por no saber complacerte.

Él no dijo nada, no le contesto, simplemente  empezó a andar delante de ella, y ella, sin saber por qué le siguió. Entraron en la mazmorra que sus amigos habían improvisado y cerraron la puerta. Sin mediar palabra, Lobo le subió la falda, se la enrolló en la cintura para que no cayera y luego la miró, para posteriormente dirigir su mirada a la cruz de san andres. Sucky no necesitó que le dijera que hacer, simplemente empezó a caminar hasta colocarse en la cruz, él se acercó por detrás, su cuerpo pegado a su espalda, Sucky podía notar el bulto en de su entrepierna. Sin preguntar, Lobo llevo su mano al coño de ella y noto a través de su tanga toda su humedad.

-Veamos si es cierto eso que dices. – Le susurró al oído. Luego separándose de ella despacio continuó.- Verás… quería comprar este flogger, pero no sé si me gusta… primero quería probarlo. Sin añadir nada más le golpeó con el flogger en el culo no muy fuerte, primero quería ver como reaccionaba, viendo que soltó una pequeña risita de burla, volvió a la carga, pero esta vez más fuerte. Sucky emitió su primer quejido con él. Pero no fue de dolor sino más bien de placer. Los golpes se continuaron hasta unas veinte veces, entonces Lobo paró y volvió a su espalda. Primero le acaricio el culo para calmar su ardor, luego… a conciencia, le rozó toda su polla ya bien dura contra este.

-Ahora, voy a soltarte, pero no quiero que te muevas,  quiero ver, si de verdad quieres complacerme, voy a volver a azotarte, si te mantienes en tu posición continuaremos, si no, saldré a cenar y haremos como que no ocurrió nada, te ha quedado claro.

Su voz era tan autoritaria que no cabía lugar a la chanza como habría hecho en otras ocasiones. Simplemente contesto un sí Señor.

La soltó de las muñecas y de los pies, se alejó de ella, quien no se atrevía a mirar ni mover un solo musculo, aquello le estaba gustando demasiado y no quería que acabara. Lobo dio varios golpes al aire, lo cual provocó en Sucky la típica reacción de susto al no saber si eran para ella, pero el tercero sí qué fue directo a su culo. Los anteriores habían sido fuertes, pero este había sido despiadado, son saña. Si le hubiese visto, habría visto como sonreía y su mirada expresaba sus ganas de follarla. Pero ella no se movió ni un milímetro. Continuó golpeándola, hasta que su culo pasó de rojo a empezar a amoratarse. Entonces paró, pero ella no se había quejado, no había dicho nada, aquello la tenía demasiado excitada, le gustaba mucho como para pararlo.

Entonces Lobo la cogió de la mano, la abrazó, mientras acariciaba y masajeaba su dolorido culo. Y al oído le susurró.- Creo que se me olvidó comentarte que soy un poco sádico.- Ella  no contestó, estaba a gusto entre sus brazos. Después de un tiempo así, ella se apartó y con los ojos un poco acuosos le dijo. –Gracias, me has hecho sentir cosas que hacía tiempo que no notaba.

Él, recalcándose la ropa, y ayudando a ella a hacerlo la cogió por la barbilla y le dio un beso. –Vamos a cenar, después veremos qué pasa.