Sus mujeres, mis putas. Episodio I: Madie

Hola. Soy Sebastian, antes de seguir con el último relato de Ana (que tanto han pedido), he escrito esta serie de 4 mini relatos que me sucedieron los últimos años. Todos son reales e involucran a mujeres con compromiso, infieles y muy cercanas a mi. Con esto pretendo demostrar que todas las mujeres son unas putas fáciles. Y que para follarlas, solamente basta con encontrar una señal. Espero que les sirva para su cacería

Hola. Soy Sebastian, antes de seguir con el último relato de Ana (que tanto han pedido), he escrito esta serie de 4 mini relatos que me sucedieron los últimos años. Todos son reales e involucran a mujeres con compromiso, infieles y muy cercanas a mi. Con esto pretendo demostrar que todas las mujeres son unas putas fáciles. Y que para follarlas, solamente basta con encontrar una señal. Espero que les sirva para su cacería.

Episodio 1.

Madie.

Conocí a Madie en una fiesta familiar que organizó la familia de mi esposa. Era el cumpleaños de la abuela, 80 años que no debían pasar desapercibidos.

La familia era de la Ciudad de México y decidieron que la fiesta fuera en un jardín lujoso en Morelos. Clima tropical, sol y aire libre.

Al ser un día importante, todos los familiares foráneos viajaron. Entre ellos se encontraba la prima Karen. Una chica lesbiana de aspecto varonil, nada atractiva pero muy agradable. Años antes se había mudado a la playa para hacer su carrera profesional.

Iniciando el evento nos presentó a su novia: Madie. Una morena, robusta tipo gordibuena pero con gran silueta y a la que se le veía la clase media baja. Como era de esperarse, al ser costeña, tenía un culo digno de los dioses y par de tetas capaz de asfixiar a cualquiera, rematando con esa melena rizada y unos labios carnosos, ideales para mamar hasta la verga más gruesa.

En pocas palabras, un culote andando.

Era linda, alegre y risueña. Su vestido entallado me permitía apreciar cada centímetro de su cuerpo y su figura, como si no tuviera nada puesto. Desde ese momento paso por mi mente una escena donde ella y yo teníamos sexo, llenos de sudor, y haciéndola sentir lo que su novia jamás podría.

Pasé toda la fiesta mirándola. No podía detenerme. Al ser un lugar abierto, tenía mis gafas de sol puestas, así que nadie podría darse cuenta, ni mi esposa.

Y es que aquel enorme pedazo de culo me prendía cada vez más, sobre todo cuando la vi bailando. No podía dejar de imaginarla empinada en la orilla de una cama, con la tanga puesta y perdida entre esas nalgas, lista para hacerla a un lado y poder respirar su aroma antes de darle el primer lengüetazo a su ano, que en aquel momento lo imaginaba virgen y cremoso. La verga se me ponía tiesa a cada rato. No les miento, verla era un manjar.

En mi mente no podía dejar de pensar en ella, tendría que haber alguna manera de acercarme y averiguar si estaba dispuesta a entregarme su cola.

La fiesta fue transcurriendo, poco a poco todos los invitados se ponían más ebrios y más desinhibidos.

Fue así que pude tener el primer acercamiento con ella. Pues vi que se paró de su mesa hacia la barra para pedir un trago y yo me levanté enseguida para seguirla. La barra estaba fuera de las carpas así que nadie podría vernos fácilmente, de hecho nosotros podríamos apreciar a todos pero ellos a nosotros no. La música era muy fuerte así que nadie podría escuchar lo que hablábamos, y pues nadie sospecharía de una lesbiana n del esposo perfecto. Era el momento ideal.

Al ir tras de ella, pude apreciar como meneaba el culo con cada paso, cada nalga se movía para un lado y yo solo pensaba desesperadamente en que quería follarla. Me imaginaba su ropa interior, el nivel de humedad y el olor.

Al llegar a la barra me armé de valor, pues sabía que era mi única oportunidad para obtener la señal que tanto esperaba. Así que saqué mis dotes de macho para comenzar a platicar con ella. Yo sabia que de entrada era lesbiana pero no sabía si era al 100% o era bisexual. Y aunque fuese lesbiana, haría todo lo posible para seducirla, porque si de algo estoy seguro, es de que todas las mujeres son putas y en el fondo, esperan ser atravesadas por un buen pedazo de verga.

Lo primero que hice fue mostrar interés sobre su vida, hacerla sentir importante, hablar sobre su trabajo y sus sueños. Eso las hace sentir especiales aunque su vida sea un asco, además se clavan tanto que se quedan platicando contigo mucho tiempo. Claro, en cada oportunidad que tenía, hacía comentarios que la hicieran sentir halagada o que dieran pistas de que me gustaba.

“Ese vestido te queda espectacular”.

“Por lo que me cuentas, eres una mujer maravillosa, ojalá existieran más personas como tú”.

“Hacer ejercicio ¿verdad? se te nota en cada centímetro”.

Y así, después de 1 hora y con ayuda de unos tequilas que le pedía al Barman, la conversación se fue tornando algo acalorada hasta que (con miedo y nervios) pude decirle que su culo me parecía impresionante. Ella sonrió coquetamente y algo sonrojada respondió:

-Mi culo no parece impresionante, es impresionante. No tengo estrías ni pelitos, Karen pasa hasta una hora comiéndoselo. Dice que sabe rico.

-Qué rico. Envidio mucho a Karen.

-Jajaja eres un cabrón, respétame.

En este momento sabía que no podía fallar, justo aquí podría darme cuenta hasta dónde quería llegar ella, así que la tome de la cintura y le respondí lo siguiente.

-Yo te respeto mucho pero siendo honestos, y ahora que lo dices, me gustaría faltarle al respeto. Darte unas nalgadas que se te queden bien marcadas, jalarte el cabello mientras te pego a mi cuerpo y amarrarte para que no te puedas mover mientras te lamo el culo.

Enseguida pude ver cómo se le ruborizó el rostro, un rubor que no era de vergüenza. Era de calentura. Pues en ese momento la había hecho imaginarse una escena de sexo conmigo y a la muy puta le había encantado.

Se mordió el labio.

Al ver eso, sabía que ella era mi perra, y sin pensarlo baje mi mano de su cintura a su culo y lo apreté con fuerza para que se pegara a mi un poco más.

En seguida ella me puso los brazos sobre  el cuello, se acercó a mi odio y respondió:

Nadie me había hablado así, papi. Me dan ganas de voltearme para que me subas el vestido, me bajes la tanga y me cojas. Pero estás casado, de no ser así, en este momento te llevaría a mi habitación a que me probaras. También se ve que coges delicioso, mira que satisfacer a una mujer como tu esposa no debe ser fácil.

Después de eso me mordió la oreja y se alejó.

-Ya me voy. Antes de que realmente me ponga de perrito aquí en jardín para que me des verga, en serio estoy a dos de entregarte el culo aquí frente a la familia de tu esposa y de mi novia.

-¿Entonces no eres lesbiana?

-Si soy pero con un hombre como tú, podría dejar de serlo.

Discretamente se quitó la tanga sin subirse el vestido y me la dio.

Ten, para que te acuerdes de mi y te des una idea de lo que vale mi culo. Como yo estoy caliente, le voy a decir a Karen que ya nos metamos a la habitación para que me coja, además en cuanto sepa que ya no tengo ropa interior, se volverá loca.

Así terminó nuestra plática, mientras yo olí discretamente aquella prenda.

A lo mejor aquí todos dirán: Eres un pendejo, te la hubieras cogido, la perra ya quería verga.

Sí, sí, sí. Pero recuerden que estábamos con la familia de nuestras parejas, sería algo arriesgado, además ella ya era mi perra, solo era cuestión de tiempo para poder mamarle el culo y que se diera unos buenos sentones en mi fierro.

No entraré en muchos detalles, después de eso nos hicimos “amigos” en redes sociales, platicabamos mucho. Yo seguía con mi técnica de hacerla sentir importante y a su vez, decirle que quería hacerla mía. Ella me mandaba nudes para calentarme y yo le enviaba fotos de mi verga para que viera lo que le esperaba.

Un día me escribió algo alterada porque ella y Karen habían discutido y terminado su relación. Estuvimos al teléfono un par de horas hasta que se tranquilizó.

Pasaron un par de meses en lo que ella lidiaba con la ruptura y yo ideaba un plan para poder cogerla. Tenía que aprovecharme de la situación, pues ella se encontraba vulnerable y eso haría que todo fuera más fácil.

Así que un martes, completamente decidido, compré mi vuelo hacia la playa. Le dije a mi esposa que era un viaje importante de negocios, y como ya había hecho un par ese mismo año, no dudo ni tantito.

A la par, reserve una suite muy lujosa con alberca y jacuzzi privados. Sabía que en esa suite, pasaría horas cogiendo a Madie.

A ella le avise unos días antes de viajar, le dije que me daría un espacio para estar con ella, pues quería verla para que se distrajera, salir a comer y a la playa.

No sospechaba nada.

El día llegó. Muy temprano me dirigí al aeropuerto y antes de despegar le mande un mensaje a Madie: Hermosa, ponte linda, te voy a llevar a comer a un lugar muy lujoso, quiero que todos te volteen a ver cuando lleguemos. Te recojo a las 3 por ti para pasar un rato a gusto.

Y así es mis queridos lectores. Ese rato se convirtió en una semana...

Pase por ella a su casa y mis ojos no podían creer lo que veían. Madie se veía más que deliciosa pues su vestido era color piel y detalles en color menta, el vestido se transparentaba un poco lo cual me dejaba ver su ropa interior de color azul, acompañada de unos tacones del mismo color que levantaban y le daban forma y firmeza a su enorme cola. Desde ahí sentí una punzada bajo mi boxer porque mi reata no aguantaba más.

Se subió a la camioneta de lujo que renté. Obviamente, como todo un caballero le abrí la puerta después de saludarla con beso en la mejilla y decirle que se veía tremenda.

Todo transcurrió con normalidad en el camino. LLegamos al restaurante y desde que se bajó, los valet parking no dejaban de clavarle la mirada en las tetas y el culo. Pues si bien, ahí llegaban mujeres espectaculares, para ellos era nuevo ver a una mujer costeña como ellos, con esos atributos y en un lugar tan lujoso. Estoy seguro de que más de uno, pensaron que era una puta y no estaban equivocados, Madie era mi puta pero hasta ese momento ella no lo sabía.

Bebimos unos tragos antes de que nos sirvieran la comida que degustamos con un buen vino y rematamos con dos carajillos.

Cuando ya estábamos entrados en la charla de sobremesa, decidí que era el momento de decirle la verdad, pues honestamente, yo quería que su culo fuera el postre de esa tarde, así que le comenté.

-Madie, voy a confesarte algo y no es para que lo tomes a mal. al contrario, estoy seguro que después de esto, serás muy feliz.

-¿Que pasa? puedes decirme lo que sea, ya lo sabes.

Y sonrió.

  • Pues la verdad es que no vine a trabajar. Todo esto fue un invento mío. Estoy aquí por ti, porque desde la fiesta en la que nos conocimos no he parado de pensar en ti, en tu cuerpo, en tu culo. He rentado la mejor Suite en El Imperial porque una mujer como tú merece lo mejor, eres una diosa y quiero tratarte como tal. Quiero ofrecerte la mejor semana de tu vida, llena de lujos y el mejor sexo que jamás nadie te haya dado. Y antes de que respondas, te traje esto para que veas que es real.

Saqué de mi pantalón una caja pequeña con un collar que le compré, era un collar costoso pero era la llave para entrar en su vagina.

Ella abrió la caja, observó bien el collar y la marca. Jamás le habían regalado algo con ese valor, así que su sonrisa era enorme. Después, con su mirada retadora y mordiéndose el labio respondió sin titubear.

-Jamás pensé decir esto y menos a un hombre, pero...

De ahora en adelante soy completamente tuya, hazme lo que quieras, pídeme lo que quieras, trátame como quieras, voy a complacerte en todo, si quieres puedo mamartela aquí.

-No esperaba menos de ti.

Respondí y le di un beso que correspondió.

-Lo primero que deseo es comer un postre, y ese postre será tu culo. Así que vámonos de aquí porque ya no aguanto.

Salimos directo al hotel y en el camino Madie me dijo.

Te tengo una sorpresa que te va a encantar.

Se levantó el vestido para poderme dejar ver sus bragas las cuales se hizo a un lado. Yo iba manejando así que no podía voltear ni ver bien. Ella tomó mi mano derecha y la acercó hasta su vagina para que la acariciara.

Pude sentir que no había ni un solo bello ahí lo cual me calentó mucho.

-Ya no aguanto Madie, ya quiero comerte todo.

Mientras yo seguía sobando sus labios húmedos.

Por fin llegamos al hotel. Ya había pedido que me instalaran una barra con varias boletas de champán.

Abrí la puerta de la suite para que Madie entrara primero y pudiera quedar sorprendida.

-No me esperaba tanto, papi.

-Te dije que quería ofrecerte lo mejor.

Ahora te toca a ti.

La tome de la cintura de espaldas y la guíe hacia la cama para que pudiera quedar bien empinadita. Subió las rodillas al colchón y quedó con las manos recargadas en él.

-¿Que me vas a hacer?

-Shhhh aquí mando yo, tú no puedes hablar si no te lo permito

Me agache hasta quedar a la altura de su cola. Podía oir su respiración agitada.

Coloqué mis manos en sus nalgas para recargarme y sin levantarle el vestido, me acerqué a su culo y clave mi nariz lo

más que pude entre sus nalgas para poder darle el primer respiro. Aquel olor era tan espectacular que me hizo salvar, y se combinaba con el perfume de su cuerpo. Mi piel estaba estremecida con semejante pedazo de carne y yo estaba ahí oliéndolo cual flor.

Me aleje un poco y lentamente levanté su vestido. La tela se deslizaba suavemente sobre aquel pedazo de carne morena,  hasta que sus dos nalgas estaban completamente expuestas ante mi. Podía ver a qué culo completo, por fin, servido para mi. La tela de sus bragas se clavaba entre su vagina, dejándome ver esos labios lisos.

Baje lentamente las bragas y se las quité con mucha delicadeza, como si estuviera destapando un caramelo muy frágil.

Ahí estaba yo. En medio de aquella enorme cola desnuda. Lamí su pierna derecha mientras acariciaba la izquierda. Verla ahí con el culo bien abierto y en tacones hizo que mi deseo se convirtiera en lujuria.

Quería hacerle de todo. Ella solo soltaba pequeños suspiros que me indicaban que estaba disfrutando el momento.

Me acerqué nuevamente, mi nariz ahora si pudo tocar fondo y el olor era 10 veces más penetrante y rico. Su culo estaba tibio y cremoso por el calor. La oli unos segundos y después, así sin más, pase mi lengua por su ano. Un ano terso, firme y apretado que sabía mejor que cualquier cosa que hayan probado antes. Le llene la cola de saliva mientras mamaba su culo, lo succionaba, lo besaba y los escupía. Era uno de los manjares más finos. Y poco a poco para empezar, empecé a lamer su vagina, tenía un sabor neutro y suave. Ella soltó el primer gemido, tenue y prolongado.

Estuve varios minutos mamando y apretando su cola. Cuando estaba lo suficientemente lubricada y caliente, me puse de pie, me desabroché el cinturón y baje mi pantalón un poco. Mi verga estaba dura como nunca. Con mi mano izquierda tome su glúteo para apoyarme y acercarla a mi. Con mi mano derecha tome mi verga desde abajo y la acerqué a sus labios; con la punta en la entrada de su vagina, la rozaba lentamente. Mi intención es que se pusiera tan caliente que me suplicara por metérsela y así fue.

-Ya cógeme por favor, clávame. Te lo ruego.

-Eres una puta

-No soy una puta, soy tu puta y tú mi macho. Ya métemela.

Sin decirle nada, le di la primer clavada hasta el fondo y con mis manos en su cintura la pegue a mi cuerpo con fuerza.

Ella soltó un gemido con balbuceos.

Yo empecé a clavarla lentamente pero

fuerte. Ella gemía al ritmo de mis embestidas.

Cuando sentí que se acostumbró, empecé a taladrarla fuerte. El sonido de sus nalgas chocando con mi cuerpo me prendía cada vez más, pues sabía que Karen, su ex, jamás habría podido experimentar algo así.

Pasaron pocos minutos antes de que se viniera, con la ultimas embestida gimió muy fuerte hasta que se quedó sin voz y dejó caer todo su cuerpo en el colchón.

-Muy bien perrita, ya te veniste y apenas vamos empezando. Pensé que me durarías más pero tú culo me deseaba. Ahora me corresponde hacerte venir más veces, hasta que te desmayes. Voltéate.

Ella se volteó para quedar de frente a mi mientras, yo me desnudé. Me subí a la cama y le quite el vestido, se quería quitar los tacones pero se lo prohibí.

Ya encima de ella, comencé a besarla, nos mordimos los labios y chupaba mi lengua mientras acariciaba su cuerpo. Lamí sus pezones y loa mordí. Le bese el cuello y acaricie nuevamente su vagina para después introducir un par de dedos y masajearla. Sentí sus jugos a los pocos segundos, la putita estaba lista de nuevo.

Una vez más le acomode mi verga y la introduje poco a poco. Con mi mano derecha estaba recargado en la cama y con la izquierda la tomaba de la cintura para acercarla a mi mientras la penetraba con movimientos de cadera intensos. Entre más la clavaba más me me besaba. Ella me tenia abrazado de la espalda y sentía como me apretaba cada vez que una envestida lograba tocar su fondo.

-Me la estás metiendo bien rico, se me va bien rica tú verga.

Susurraba en mi oído.

Quite mi mano de su cintura y la pase hacia su mentón, sujetándola con fuerza para que pudiera verme a los ojos.

-Es lo que te gusta ¿verdad putita? Querías esto desde la primera vez. Pues ahora lo tienes y aún falta lo mejor.

Acerque mi boca a su boca y le escupí.

-Eres una puta ¡repítelo!

Y volví a escupirle la cara.

  • Soy una puta

-Dilo más fuerte, perra

Yo la seguía follando delicioso y duro.

Ambos gemíamos de placer.

-¡Soooy unaaaa putaaaaaa!

Gritó.

En ese momento ella estaba ida, así que yo la controlaba. Tomé sus piernas y las puse sobre mis hombros. En esa posición yo podría atraviésala con todo mi peso. Y así, sin tenerle piedad, la taladre como un semental. Sus gemidos se convirtieron él gritos de placer.

-aaah, aaay, aaah, aaaaaaaay

De nueva cuenta, pasaron pocos minutos antes de que se viniera. Esta ves sentí como me chorreó la verga con sus fluidos mientras se retorcía lo poco que podía, pues mi cuerpo la tenía bien clavada en la cama. Cuando por fin soltó la última gota de su venida, sus piernas estaban temblando, me levanté y quedó tirada como bulto. Apenas respiraba.

Pensó que era momento de descansar, pues aún se veía ida y derrotada. Pero no iba a permitir eso. Así que me baje de la cama, estire el brazo para tomarla del cabello y jalarla de un golpe.

  • aaeeeeeeeh

Grito agudamente mientras la sentaba de golpe.

-Aun no terminamos, perrita.

Sin soltarla, hice que se pusiera en cuatro pero esta vez con su cara hacia mi.

  • Me la vas a mamar hasta que termine y quiero que te tragues toda mi leche ¿ok?

Justo cuando iba a respóndeme, le metí la verga hasta la garganta. Tosió a punto de vomitar y se intentó alejar pero con mis dos manos le agarre la cabeza para que no se pudiera safar.

-Respira por la nariz, perra. De aquí no te sueltas.

Le sostuve el cabello y empecé a meter y a sacar mi verga de su boca. Mi verga estaba llena de su saliva y flemas. Era tanta la cantidad que no podía pasársela así que la escupía. Hasta sus manos que estaban agarrándome el fierro ya estaban escurriendo.

-un minuto más perra, sigue.

-aaaaah sigue perra

-te voy a llenar la boca de leche

Y así como una manguera a punto de estalla, vacié toda mi leche dentro de su boca.

Le jale el cabello para que su cara quedara hacia arriba, con la otra mano me sacudí la verga en su lengua, me la exprimí y saqué el último chorro de semen.

Pude ver sus ojos llenos de lagrimas por las veces que se estaba ahogando mientras me la chupaba. Su maquillaje estaba corrido y su cara empapada de su propia saliva.

  • Te ves hermosa.

Ahora pásate toda mi leche porque ese es

tu premio.

No dijo nada y de un solo trago se los tragó.

-Eso hermosa. Ahora sí puedes descansar.

Quedó tumbada boca abajo en la cama y se quedó dormida enseguida.

Era un manjar verla ahí, agotada, recién cogida.

Aproveché ese momento para hablar con mi esposa, Ana, me servi un whisky y me relajé en la terraza.

Pasaron 50 minutos para que Madie despertara.

-Me duele todo, pero estuvo riquísimo.

-Y se va a poner mejor. Métete a bañar.

Estuvo cerca de 40 minutos en el baño. Salió fresca y desnuda. Abrí una botella de champagne y serví dos copas para brindar.

-Nunca había probado el champán.

Comentó ella, yo solo sonreí.

-Ven,  acompáñame al jacuzzi de la terraza, aún hay un poco de sol y quiero cogerte ahí, además ya tengo todo preparado.

La tome de la mano y la lleve hasta el jacuzzi donde comenzamos una sesión de besos, desde la terraza podíamos ver el mar y el atardecer.

Yo le seguía sirviendo champán, pues para mi siguiente paso, necesitaba que estuviera un tanto desinhibida.

Cuando recién oscurecía le pedi que se pusiera de pie.

-Mira Madie, esta botella es muy costosa. No es cualquier champán, es una botella que cuesta lo mismo que un automóvil. Podría servirnos unas copas y la vaciaríamos en unos minutos. Pero quiero algo más. Quiero degustarla de la mejor manera.

-¿Qué tienes en mente? yo no quiero comer nada aún.

-Qué bueno que preguntas. Levanta el culo y baja tu torso. Quiero que esta botella pase primero por tu cola antes de que la bebamos. Solo así podríamos hacerle justicia a tan exclusivo líquido y burbujas. Un culo como el tuyo es lo que hace juego con esta botella.

Ella hizo todo lo que le pedí. Tome el champán y una copa, la copa la puse debajo de su vaguina mientras vertía el champan por su culo para que escurriera sobre él antes de entrar a la copa. Después de servir las dos le comenté

-Quiero beber directo del grifo.

Así que me acerqué a su culo y volví a servir el champán en su colita para poder beber directo de ella.

-Siéntate, vamos a brindar.

Después del primer trago le pedí que se pusiera de perrito en el jacuzzi.

Inmediatamente lo hizo y con la voz un poco nerviosa me preguntó

-¿Quéme vas a hacer?

-Quiero reventarte el culo, Madie. Voy a hacerte un anal tan rico que el día de mañana no te lo pediré yo, me lo vas a pedir tú.

-Por favor sé delicado, no me vayas a lastimar.

-Tú relájate, yo soy experto en esto.

Le di varias lamidas a su ano para empezar a dilatarlo, eran lamidas suaves justo en el centro. Cuando su ano empezó a relajarse, coloqué mi pulgar derecho en la entrada de su cola y puse un poco de presión, lo empujaba y lo quitaba, un proceso lento pero rico para ella. Así estuve varios minutos hasta que estaba lista para sentir como empujaba mi pulgar hacia adentro. Gimió placenteramente mientras su ano se acostumbraba al grueso de mi dedo.

Tomé un poco de lubricante que dejé caer con un chorro muy fino alrededor de mi pulgar sin sacarlo. Cuando estaba cubierto, comencé a penetrarla con mi dedo muy lentamente.

Podía ver como se hundía en su culo y como su ano se botaba cuando sacaba mi pulgar.

Su respiración era agitada, estoy seguro de que nadie había llegado tan lejos.

-Siento muy rico, papi. Así síguele.

Tome esas palabras como su aprobación para hacerlo más rápido y duro.

Cuando su ano estaba lo suficientemente dilatado, me incorporé y le acomodé mi verga en la mitad de sus nalgas y la lubriqué. Le froté el culo con la cabeza de mi fierro tres veces... a la cuarta sin decirle nada, se la encajé completa de un solo golpe.

-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Grito ella, mientras trataba de quitarse.

-Sácamela hijo de tu puta madre.

Pero no pudo zafarse porque ya tenía mis dos manos en su cintura, así que la apreté hacia mí con mucha fuerza.

-Shhhh tranquila putita, ya la tienes toda adentro, solo te queda moverte poco a poco hasta que te acostumbres. Te recomiendo que dejes de apretar porque te va a doler más.

-mmmmmmm aaaaah mmmmmm

Decía mientras le sacaba media verga y se la volvía a clavar.

Así estuvimos pocos minutos hasta que empezó a sentir placer.

Y yo como verdadero macho, le di unas taladradas que le ponían los ojos en blanco y la dejaban sin aliento.

No terminaba ni de gemir bien antes de que el aire se le acabara.

  • Esto es lo que te mereces por puta, es lo que pedías gritos desde que me conociste. Y esto, es lo que yo deseaba de ti. Tu ano bien abierto comiéndose toda mi verga.

Le estaba pegando una cogida como ninguna hasta que sentí que comenzaba a desvanecerse y sus piernas comenzaban a perder fuerza. Así que la bombee más rápido para poder terminar dentro de su cola y así fue. Un chorro enorme de semen salió de mí para retacarle bien el culo. Era tanto que comenzaba a salirse por los lados.

La sostuve para que no se cayera y la senté en mis piernas, su cuerpo estaba recargado en mi. Ella apenas reaccionaba. Con una risa muy débil y micro gemidos, me acarició el rostro y me besó.

-Gracias, papi. Me cogiste como quería que me cogieras, siento que tengo fiebre, me destrozaste la cola, eso era lo que quería, que me acomodaras un cogidón así.  Hoy ya no puedo más, ya dejame ir a dormir.

-Se levantó con mucha dificultad y salió del jacuzzi. Apenas arrastraba los pies al caminar.

Pude ver como le escurría mi leche entre las piernas, saliendo desde su ano completamente irritado.

Yo me quedé en el jacuzzi hasta la madrugada. Tomando y fumando un puro. Acababa de coger a Madie de la manera mas cerda y a ella le había encantado.

Los siguientes 5 días fueron similares, ella era mi puta, en la playa, en la alberca, en el lobby. En todos lados me dejaba meterle los dedos al culo. Ella me seducía enfrente de la gente, pues todos los gringos del hotel la deseaban, ella se pavoneaba en su traje de baño, enseñaba el culo y cada que podía y nos miraban, me enseñaba el ano.

-Vámonos de aquí, quiero subir a la suite para cogerte.

-Yo quiero estar acá pero tú pagaste así que tú mandas. Si quieres que cojamos todo el día en la suite está bien. Yo solamente soy tu puta.

Fin.

borjamx87@gmail.com