SUS MANOS (Parte III)

Mi cuerpo estaba reaccionando a los estímulos de la situación, sentía que mi piel seguía caliente por el tacto de mi jefe. Lo ocurrido me generaba un huracán de dudas, pero las sensaciones que compartimos en esa oficina fueron indescriptibles.

Esa noche llegué a casa y no podía creer lo excitada que había estado, no asimilaba lo atrevida que había sido CON MI JEFE y me cayó todo el arrepentimiento encima, tanto, que casi me devuelvo a dejar la carta de renuncia.

Sentía demasiadas emociones a la vez y mil preguntas me pasaban por la cabeza...

¿Por qué me calenté así? ¿cómo es que fui tan descarada? ¿De dónde salió tanta valentía? ¿por qué no me detuve? ¿Todo por verle las manos? ¿Acaso soy una rarita que se desvive por ver manos? ¿El café tendría drogas? ¿Renuncio? ¿Nos besamos o fue un fallo en la matrix?

Me estaba muriendo, si, eso tendría que haber hecho. Vale, eso es demasiado dramático, pero como mínimo tendría que buscar otro trabajo al otro lado del mundo, eso sería suficiente. Suficiente? No lo creo, tal vez debía cambiarme el nombre y hacerme algún cambio extremo de imagen, seguramente rapada y con un tatuaje en media cara nadie me reconocería. Me estaba volviendo loca, loca de remate, loca de las que se dan golpes de cabeza contra la pared.

Hice memoria... Si, siempre me pareció que mi jefe tenía un aire muy sensual, que para su edad está mejor que muchos chicos y que sus brazos se veían siempre tan tentadores... Pero nunca! Nunca! Nunca había pasado algo parecido, nunca nos llegamos a mirar con alguna mala intención.

Fue en ese momento que me surgieron más dudas...

¿Qué pasa con él? ¿Por qué me besó así? ¿Cómo es que no puso ningún tipo de resistencia?

Por mi mente pasó el recuerdo de su voz diciéndome "Tócame" y me estremecí de pies a cabeza. No dejé que la claridad se fuera de mí y poco a poco cuestioné también su extraña actitud de entrega absoluta.

Aunque yo había iniciado, él no había cortado la situación y por el contrario, le dió más larga a todo. No era la única culpable, podía sentir la cordura y dignidad volviendo a mi, sin embargo, de repente me cayó de golpe todo lo que había en cuestión; que es casado! Que tiene una vida ya hecha! familia! Cómo es que yo había hecho todo eso y el no me había detenido? ¿Por qué no me alejó?

El recordar su dedo recorriendo mis labios a la vez que me decía "esa boquita" me volvió a estremecer. Uno a uno se fueron sumando todos los recuerdos e instintivamente levanté lentamente mi falda tocando mis muslos como lo hacía él, toqué mi trasero evocando todo el recorrido de sus manos. Tenía la braga metida entre las nalgas y sonreí porque fué él quien la metió ahí. Temblé al acordarme de cómo me apretaba, juro que lo hacía como si de eso dependiera su salvación frente al fin del mundo. Tenía marcas rojas que señalaban que el calor del momento, no me había permitido sentir que ese hombre me estaba apretando con rudeza.

Mi cuerpo estaba reaccionando a los estímulos de la situación, sentía que mi piel seguía caliente por el tacto de mi jefe. Lo ocurrido me generaba un huracán de dudas, pero las sensaciones que compartimos en esa oficina fueron indescriptibles.

Bajé mis bragas por completo y sonreí de nuevo al verlas llenas de flujo seco, mismo que se había generado como resultado del roce descarado que nos dimos. Mi lubricación le pertenecía a él.

Me parecía que podía sentirlo todavía, tenía todas las ganas acumuladas y mi cuerpo estaba acelerándose, empezaron a aparecer en mi mente los escenarios calientes que tuvimos y eso me provocaba leves descargas eléctricas en mi coñito, la respiración volvió a enloquecer, mi corazón estaba emocionado y mis piernas casi que se abrían solas de recordarlo. No tenía una foto suya, no tenía absolutamente nada más que el recuerdo latiendome en la rajita. Mis pezones también me indicaron que no solo la parte inferior de mi cuerpo lo estaba deseando, sino mi cuerpo entero.

Me desnudé por completo y me acosté boca abajo con las piernas abiertas solo un poco. Ya lo he dicho anteriormente, soy bajita, mi piel es más o menos clara, mi cabello es de color castaño, mis ojos son grandes y expresivos, mis labios son llenitos de carne y mi cuerpo es de proporciones pequeñas, pero lindas.

Mis pezones quedaron presionando con la cama y la sensación de estar sin ropa me hacía sentir muy cómoda y a gusto, además, sentía mi vagina llena de líquido babosito, resultado de todo lo ocurrido.

Me dieron ganas de mover la pelvis contra la cama, rozándome un poquito... La sensación fue deliciosa y suavemente continué con el movimiento. Sentía los labios de mi vagina apretarse contra mi clítoris mojado y se volvía cada vez más y más rico. Levanté mi pecho y con una mano empecé a tocar mi teta izquierda con movimientos delicados mientras aún movía mi vagina rozándome con mucha insistencia. Mi respiración incrementó y abrí la boca pero dejar salir algunos gemidos leves, las ganas de ese hombre me tenían disfrutando de mi cuerpo. Levantaba el culo un poquito y luego volvía a sobar mi vagina contra las sábanas, alternaba con un movimiento de arriba hacia abajo y de adelante hacia atrás.

Me puse boca arriba y no abrí las piernas inmediatamente, sujeté mis senos con ambas manos y lentamente apretaba empujándolos hacía arriba y hacía abajo, gemí suavecito y apreté mis pezones con movimientos circulares, haciendo que se pusieran erguidos y amenazantes, levanté mi teta derecha y deslicé mi lengua por el bulto hasta casi llegar al pezón. Bajé mis manos por mi abdomen tocando con delicadeza para reforzar el cosquilleo delicioso que se generaba en mi coño. Algo que me encanta de estar bien depilada, es que cuando el liquido lubricante sale, se chorrea lentamente hasta llegar al ano porque deja toda la zona expuesta a muchísima sensibilidad y cuando se cierran y se abren las nalgas se siente la humedad entre las mismas.

Ya no soportaba la tentación de llegar a mi clítoris así que abrí las piernas y toqué al rededor, deslizando mis manos entre los pliegues de las piernas abiertas. Al llegar a mi vagina, me encantó sentir lo húmeda que estaba y pasé un dedo por todo el líquido llevando una buena cantidad a mi boca para saborearlo por pura curiosidad, el sabor no era intenso pero se sentía viscoso en mi lengua. Volví a la labor de acariciarme y esta vez lo hice más insistente, deslizando mi dedo por todo lo que estaba mojadito,  empujé el dedo en dirección de mi huequito, lo empujé lento y repetí la operación una y otra vez. Que rico me estaba metiendo el dedo y la calentura la tenía por las nubes, ojalá mi jefe se diera cuenta que me estaba masturbando por su culpa. Continué dándome con insistencia y el sonido de mi vagina ya era de exagerado encharcamiento así que decidí meterme dos dedos. Me follaba con los dedos en forma de gancho, presionando en Vaivén mi interior, podía sentir como mis paredes internas desprendían demasiado calor. El sonido mojado llenaba toda la habitación, ya para ese momento yo estaba viciosa y no paraba de moverme y gemir, el cuerpo me pedía su polla. Levanté mis piernas y las doblé mientras me follaba con fuerza cuando empecé a sentir un deseo impresionante de orinar, seguí metiendo mis dedos cuando lo sentí, un apretón delicioso a mis dedos, mientras mi cavidad se contraía una y otra vez a la vez que chorreaba un líquido mucho más espeso y de color blanquecino. Me corrí en nombre de mi jefe y fue sin duda alguna, una delicia. Probé un poquito de ese líquido y no sabía muy diferente al inicial, sin embargo, si era más espeso.

Me levanté de la cama (que quedó con una mancha gigante de sudor y otra de lo que salió de mi coñito), quité las sábanas para llevarlas a la lavadora, puse las nuevas y busqué algo de dormir para cuando volviera de la ducha, sin embargo, al volver me dispuse a dormir completamente desnuda.

A la mañana siguiente tendría que enfrentar a mi jefe... Dormir bien, era indispensable (caí como piedra)