SUS MANOS (Parte II)

Su cuello llamaba mi atención y moría por morderlo lateralmente, chupar su imponente nuez, deslizar mi lengua en dirección a su lóbulo...

Al no tener nada más que hacer, mis ojos se fueron en dirección a sus manos y empecé a descubrir que tienen un aspecto que me agrada muchísimo (tal vez más de la cuenta). Se marcaban unas venas muy potentes, sus tendones se movían por el vaivén de los dedos, mismos que se mostraban largos, ni muy gruesos, ni muy delgados, con un equilibrio perfecto que sus uñas cuidadosamente cortadas cerraban como con broche de oro, haciendo que todo se viera peligrosamente atractivo.

Él estaba muy cerca, tanto, que pude escuchar cuando su saliva bajó por la garganta, provocándome la misma reacción por acto reflejo. Podía sentirle respirar y me estaba generando sensaciones que yo no entendía en absoluto; su cuello llamaba mi atención y moría por morderlo lateralmente, chupar su imponente nuez, deslizar mi lengua en dirección a su lóbulo...

  • MALDITA SEA, ¡CÁLMATE LUISA! - Retumbaba en mi cabeza.

No podía controlar mi mirada, me gustaba todo lo que estaba frente a mi. Me lamía y mordía los labios soportando la tentación.

Sus brazos se veían más definidos que los de algunos chicos de la mitad de su edad y yo moría de ganas de que con ellos me sujetara con firmeza y me arrinconara contra la pared de enfrente. Su piel tenía toques que me recordaban que cuando yo estaba naciendo, posiblemente él ya había terminado la universidad y eso me estaba calentando enteramente.

Desesperada controlando mi respiración, inhalaba y exhalaba sutilmente para que no se enterara que estaba agitada a más no poder, pero mi mente seguía dándome con qué alimentar el morbo que ese hombre me producía.

  • Listo, ya quedó - Dijo sin percatarse de lo que a mí me estaba pasando.

Pero mis pensamientos estaban muy lejos de la computadora, en una situación imaginaria dónde ambos gemiamos con desespero, mientras mis nalgas, golpeaban contra su pelvis produciendo un ruido terrible que no nos importaba escuchar.

  • Mmmm muchas... gracias - Me salió un hilo de voz entre gemido y murmullo.

Giró su rostro inmediatamente hacía mi y sus ojos se clavaron en los míos con evidente asombro, su mirada me indagaba, tratando de entender lo que estaba pasando. Yo le sostuve la mirada por unos segundos y luego mis ojos se fijaron en sus labios entre abiertos, lamí nuevamente los míos con delicadeza. Estoy segura de que se dió cuenta de que estaba perdida, excitada y nublada, porque giró mi silla por completo hacia él, mirándome pero ahora con una mirada cada vez más viciosa, sus facciones ya no eran de duda o de preguntas... ahora me estaba mirando con deseo.

No decíamos nada pero pude notar por la posición en la que me encontraba, que entre sus pantalones algo estaba violentamente presionando. Me moví para poder rozar mis rodillas con su cuerpo y con una pierna hice el primer acercamiento atrevido. Nunca habíamos hecho algo parecido y tengo que decir que mis acciones me tenían impresionada, sin embargo, todo ese jugueteo nos estaba perjudicando con la misma violencia a ambos. Mi pierna subía, bajaba lentamente, volvía a subir, le miraba directamente y cuál fue mi sorpresa cuando se metió el dedo pulgar a la boca y acto seguido se dispuso a recorrer mis labios con el dedo mojado.

  • Que boquita - por fin me dijo mientras movía su dedo de un lado al otro lentamente.

  • Mmmm - gimiendo solo para él, respondí con aprobación.

Sentía su saliva y ese dedo moviéndose mientras me miraba la boca con un apetito desmedido. Yo le estaba dando el gusto de tener abierta la comisura, con el único fin de que lo metiera lo suficiente como para chuparlo, cosa que hizo acto seguido. Me encantó ver su cara cuando emprendí la placentera labor, cerré mis labios y chupé una vez, chupé otra vez, y una vez más, cada una como si de su polla se tratase, él era mi gollería y lo iba a disfrutar a mi antojo. Por su parte, nada mal lo estaba pasando pues se estremecía, apretaba los labios con una cara de perversión que me indicaban que la chupada debía ser directamente en otro lugar.

Me paró jalandome por la cintura y esa situación que me hizo sentir pequeña y dominada, pero fue cuando con sus manos me sujetó del cuello que pude entender que ya era mío. Me dió un beso desesperado respirando con dificultades, yo correspondí comiéndome su boca descarada y abusivamente. La excitación de ambos era demasiada y las lenguas no tardaron en jugar, su lengua lamía mis labios y luego profundizaba el beso en un mar de ganas imparables. Las manos que tenía en mi cuello, empezaron a descender, tocando mis hombros mientras no me dejaba en paz los labios, luego sentí como buscaba mis manos para luego ponerlas en su pecho.

  • Tócame - me dijo entre beso y beso.

Esa palabra, hizo que se me saliera un gemido y mordiendo levemente su labio me acerqué tanto cómo pude para sentirlo, su entrepierna me presionaba, eso me puso cachondisima y mis manos tocaron su pecho, sus brazos, cuello, cabeza, metí mis dedos entre su cabello para finalizar esa comida de labios que nos estábamos dando, sin embargo, él no quería dejarlo.

Sostenía mi cintura y me apretaba con brío, podía sentir el empuje de su pelvis como diciéndome "mira lo que estás haciendo".

Lento pero firme tocó mis nalgas, él no tenía afán y yo tampoco. Sentir sus grandes manos en mis nalgas me estremeció y desde ese punto me apretaba más a su polla mientras mi coñito estaba baboso por semejante presión y tamaño.

Le pedí que se sentara y abrí las piernas para sentarme encima, mi falda se subió sobremanera y él pudo observar el estado de mi braga empapada, cosa que lo enloqueció y subió por completo mi falda hasta dejarla a la altura de la cintura casi queriendo rasgarla. Arriba de su falo erguido me moví inmediatamente, rozando mi clítoris a mi antojo y masturbándome con la humedad y nuestra ropa de por medio. Gemía para él cada vez más fuerte sintiendo próximo un orgasmo pero no lo permitirí.

Mi culo gozaba del manoseo descarado cuando noté que metía mi braga entre mis nalgas, se notaba que quería sentirme desnuda, me apretaba y hasta una buena palmada me obsequió.

Me estaba moviendo como se me daba la gana cuando sonó su teléfono. Él no paró, seguía comiéndome la lengua ayudando al movimiento de mi cuerpo con sus manos, pero de nuevo sonó el teléfono, así que tuvimos que parar porque podría venir alguien.

Esa noche llegué a casa y no podía creer lo excitada que había estado, mis bragas llenas de flujo seco eran testigas de que ese hombre me tenía a sus pies. Todas las ganas las tenía acumuladas y cuando empezaron a aparecer  escenarios calientes en mi mente, pequeños palpitos en mi clítoris me indicaron que esa noche tendría que quedarme despierta un poco más...