Surtido de supermercado
Con no más de 175 centímetros de altura, y con bastante más de 175 kilos de peso, esa imponente figura iba caminando por los pasillos.
MICRO RELATOS III.
SURTIDO DE SUPERMERCADO.
Desde que lo vi, mi mente se concentró en su figura y desaparecieron todas las góndolas del supermercado.
Un gordo así vistiendo un traje de color negro, no puede pasar desapercibido para nadie, ni mucho menos para mí.
Con no más de 175 centímetros de altura, y con bastante más de 175 kilos de peso, esa imponente figura iba caminando por los pasillos, tomando de la mano a una señora que llevaba a su bebé en brazos.
Mientras se me acercaban, miré a los ojos al gordo que tenía su mirada distraída observando los artículos que hacían fila en los estantes, a la espera de que sus gordos dedos los deleitaran con sus caricias para ponerlos encima del carrito que empujaba con la mano desocupada.
Cada tanto, una mirada al bebito le hacía estallar una sonrisa en ese rostro mofletudo y totalmente carente de vello alguno, a excepción de su cabello.
"Mírame, papito." Le lancé como una orden telepática. "Por favor! Una sola vez! Quiero sentir posar esos ojos verdes achinados sobre los míos, para regocijarme aunque sea tan sólo con eso."
Era inútil.
Ese hombretón tenía varias cosas en su vida que lo mantenían ocupado.
Le lancé una última mirada de frente antes de que pasara a mi lado y...
"Bingo!!!"
Tan sólo fue un leve y fugaz vistazo a mis ojos. Así como al pasar... Fue tan rápido que hasta diría que ni siquiera se percató de mi presencia. Tal vez estaba mirando la góndola que tenía a mis espaldas y yo le obstaculicé la vista.
Pasó delante de mí y yo lo seguí con la mirada, mientras movía sus nalgas voluminosas de camino hacia la caja, donde se puso al final de la fila que se movía en forma muy lenta.
Detuve mi vista en su descomunal trasero.
"Oh, Dios!!! Mataría por meter la lengua entre esos cachetes gigantescos."
El gordo se agachó para hurgar dentro de su carrito; le vi tomar un paquete de servilletas, lo abrió, extrajo una hoja, volvió a dejar la caja conteniendo el resto en su lugar y metió su mano izquierda dentro de su saco para sacar una lapicera.
Cómo me gustaría que con esa zurda manipulara mi miembro que ya estaba pidiendo a gritos que lo agiten!
Luego de escribir por unos segundos, le dio un beso a su esposa y comenzó a caminar hacia mí.
Casi me orino en los calzoncillos!
"Mírame, papito! Otra vez... aunque tan sólo sea igual de veloz que hace un rato"
Nada!
Me ignoró totalmente.
Se detuvo a un paso de donde yo estaba.
Me pidió permiso sin mirarme siquiera, como diciendo "no me moleste, señor", y tomó dos paquetes de turrones del estante, giró hacia su izquierda para quedar de frente a su esposa y tuve su ancha espalda a milímetros de mi rostro que me ocultaba todo el resto de la visual.
"Los ángeles no tienen espalda!" Pensé y sonreí. "Aunque este ángel es la excepción a la regla."
Alzó su mano zurda en dirección a su esposa.
"Querida, quieres blando o duro." Le gritó mostrándole los turrones.
Mientras su voz terriblemente gruesa y ronca me inundaba de adrenalina y de líquido preseminal, su mano derecha me rozó los dedos y me dejó allí un papel en forma totalmente disimulada.
"Blando, amor." Le contestó la mujer.
"Muy bien! Que sea blando para ti, como siempre." Comentó en voz fuerte, y tomó dos turrones más del estante y agregó entre dientes para permitirme escuchar tan sólo a mí. "Yo me llevaré duros para mí, porque siempre me gustan bien duros."
Sin siquiera regalarme una sola mirada. Ni siquiera la más mínima, ni la más fugaz, volvió al encuentro nuevamente de su familia.
No pude quitar mi vista de su espalda hasta que abonó la compra y las puertas de salida tragaron su tremenda humanidad,
Todo lo hizo sin voltear ni una sola vez.
Respiré hondo, volviendo lentamente a mi ritmo cardíaco normal.
Miré el trozo de papel que tenía inconscientemente apretado en forma muy fuerte dentro de mi puño, y mi sorpresa antecedió a una sonrisa de oreja a oreja:
"Mi culito está terriblemente hambriento. Te paso a buscar por la entrada de este supermercado en dos horas. Sólo espero que tu turrón esté acorde a mi gusto."
FIN DE ESTE RELATO FICTICIO.