Surrealistamente hablando

Prosa poética (casi) erótica.

Surrealistamente hablando

Surrealistamente hablando, quiero abrir agujeros en el cielo nocturno, tanteando las estrellas, hasta que empiece a llover dentro de esos agujeros y, tanto el gozo como el placer que salen de esos grandes orificios, penetren en tu cuerpo descubriéndote más a ti misma, impúdicamente.

Los periodos dulces y pequeños –para mí siempre serán pequeños–, que pasamos en tu apartamento o en el mío, son como una rutilación que no molesta ni lastima, y que no se parecen en nada a ese brillo solar que no deja ver los semáforos que están arriba de nuestras cabezas. Son, como un pulso feliz o como un cuerpo aparte que es capaz de respirar en el aire y en el agua –de la ducha–.

Quiero escuchar de tu garganta mujeril, exhalaciones tuyas que son, en un domingo lluvioso, hechas con té negro. En un domingo nublado, hechas con té verde. En un domingo con nubes y sol, hechas con té de manzanilla. Y en un domingo soleado, hechas con té de frutilla.

Exhalaciones tuyas que en un lunes lluvioso, están hechas con té de laurel. En un lunes nublado, hechas con té de orégano. En un lunes con nubes y sol, hechas con té de canela. Y en un lunes soleado, hechas con mate cocido.

En un martes lluvioso, hechas con té de cedrón. En un martes nublado, hechas con té de menta peperina. En un martes con nubes y sol, hechas con té de cáscara de limón. Y en un martes soleado, hechas con té de coco y vainilla.

En un miércoles lluvioso, hechas con té de tilo. En un miércoles nublado, hechas con té de boldo. En un miércoles con nubes y sol, hechas con té de romero. Y en un miércoles soleado, hechas con té de frutos rojos.

En un jueves lluvioso, hechas con té de anís. En un jueves nublado, hechas con té de rosa mosqueta. En un jueves con nubes y sol, hechas con té de jengibre. Y en un jueves soleado, hechas con té de ruda.

En un viernes lluvioso, hechas con té de valeriana. En un viernes nublado, hechas con chocolate caliente. En un viernes con nubes y sol, hechas con té de hierbas. Y en un viernes soleado, hechas con jugo de naranja. En un sábado lluvioso, hechas con café. En un sábado nublado, hechas con té rojo. En un sábado con nubes y sol, hechas con leche descremada. Y en un sábado soleado, hechas con jugo de manzana.

Sin desmerecer nunca la influencia de tus ánimos, y de los últimos poemas que leíste antes de hacer con nuestros cuerpos y nuestras mentes, el concepto más adulto y más censurable de lo que es el amor.