Suplicando a una diosa 1ª

El protagonista cumple la fantasía de servir a una diosa

La conocí a través de instagram, después la vi varias veces de fiesta, me parecía la chica más preciosa que había visto, no era muy alta, mediría alrededor de 1´60 pero tenía una cara preciosa: ojos achinaditos pintados con una raya dejando un rabito estilo egipcio que hacía que se la resaltaran y siempre con una sonrisa burlona en sus gruesos labios. A parte de su carita preciosa la chica, que después de hablar con ella supe que se llamaba Cristina, tenía un enorme trasero redondito y respingo al más puro estilo Kardashian coronado en una cinturita de avispa increíblemente ajustadita, no me hacía falta más para desearla perdidamente y cada vez que la veía intentaba hablar con ella.

Pasadas unas semanas, fuimos quedando más y yo de siempre he sido un chico al que le gusta ser sumiso de las chicas, y no podía aguantar las ganas de que Cristina me dominara y me tuviera como su juguetito. Un día que quedamos ya no podía más, me arme de valor y la conté que me gustaría mucho ser su esclavo personal y que me usara para sus más oscuros deseos, que yo con tal de complacerla haría cualquier cosa. Mi sinceridad la pillo de sorpresa e incluso parecía extrañada, pero después vi curiosidad en su mirada, y así era. Empezó como a ponerme a prueba.

-¿Asique me complacerías en todo lo que yo te pida? ¿En todo, todo?

-Si, por supuesto, te lo acabo de decir -Viendo que parecía que la gustaba la idea con ese “todo todo”, acabe la frase con un “mi ama”.

Se rio coquetamente.-Con que tu ama, y tu mi esclavo. ¿Y si te digo que me limpies el culo con la lengua? ¿Lo harías?

-Sería un honor, poder complacerte de tal forma.- La dije mirándola directamente a los ojos.

-Ummm, puede que sí que me guste la idea de tener un esclavo, se me están ocurriendo unas cuantas cosas que me gustaría hacer con un perrito como tú. Porque no vienes esta noche a mi casa y probamos lo obediente que eres ¿Qué te parece?

No quería que se me notaran las ganas increíbles que tenia de ir, asique la dije que me parecía una buena idea. Antes de levantarse y marcharse me agarro de la mandíbula acercándome a su cara y me dijo “Cuando abra la puerta quiero ver a mi perrito bien arrodillado y suplicando por entrar para que una diosa como yo me divierta con él ¿Entendido?”. Y se marcho dejándome ver su magnífico culo.

Me mandó por mensaje su dirección y la hora a la que quería que estuviera allí. Llegue 10 minutos antes y espere en su portal pensando que iba a decir, cuando llegó la hora toqué el timbre y subí a su piso. Me arrodille en su felpudo avergonzado por si algún vecino me pudiera ver y recordando lo que había memorizado decir, llame al timbre, y me puse en posición de súplica a la japonesa. Se abrió la puerta y pude ver los dos pies de Cristina enfundados en unos elegantes zapatos de piel de tacón alto que dejaban ver sus dedos y la mayor parte de su empeine y talón.

-Mi diosa, este humilde servidor ruega que le dejéis entrar – dije suplicando.- Para mí no habría mayor honor que poder complacer sus deseos, haré todo lo que usted me pida, seré su perrito sumiso y obediente. Por favor ama déjeme entrar.- y me abalancé sobre sus pies para besarlos.

Ella apartó rápidamente el pie y me piso la cabeza con él, aprisionándomela contra el suelo. – ¿Te he dicho acaso que podías besarme los pies? ¿Y quieres que te deje entrar? Besa el suelo de la casa de tu diosa mierdecilla.

La presión de su pie sobre mi cabeza aumento y yo sin dudarlo empecé a besar el suelo de la entrada de su casa, entre beso y beso suplicaba que me perdonara que no volvería a ocurrir un fallo así y que me dejara entrar. Dejo de aprisionar mi cabeza con su pie y me dijo que pasara sin mirarla a la cara “moviéndome de rodillas como el perro que era”. Una vez dentro, pasó delante de mí y me permitió mirarla desde mi posición del suelo. Llevaba un vestido negro palabra de honor bien ajustadito de una sola pieza que hacía que se le marcaran todas las curvas de su cuerpo.

-Quédate en el suelo y quítate la ropa, voy al salón, es esa segunda puerta de la izquierda, cuando estés como tienes que estar en presencia de una diosa como yo vienes.

-Si mi ama, ahora voy.

Me quite como pude la ropa desde mi desventajosa posición y me arrastre hasta el salón, donde me esperaba ella viendo la tele.

-Has tardado mucho, ven, arrástrate hasta aquí. ¿Querías servirme en todo verdad? Pues ven mete tu cabeza entre mis piernas que me apetece ver la tele mientras me lo comes.

Me coloqué entre sus piernas las cuales tenía todo lo abiertas que el vestido la dejaba y vi que no llevaba ropa interior, tenía el coño totalmente depilado y se veía súper delicioso, cerradito y rosado.

-A que estás esperando imbécil, usa bien tu boca de esclavo en mis labios.- Me dijo esto mientras me agarraba la cabeza y me forzaba a llevarla hasta que la tuviera totalmente pegada a su glorioso coño. –Eso es, primero restriega bien tu cara, quiero que la tengas empapadita en mis jugos.

De primeras la suavidad de su conchita estaba seca pero a las pocas pasadas de mi cara contra ella, empezó a lubricar y pronto estuve completamente cubierto de sus dulces jugos, su mano no dejaba de apretarme para que me restregara más fuerte y ya casi no podía respirar, pero me encontraba en la gloria siendo humillado de aquella manera, me agarró del pelo y me separó de mi labor haciendo que mi cara se inclinara para mirar a la suya. Tenía cara de placer y una sonrisa perversa que me hizo desear más querer arrastrarme para complacerla.

-Ama por favor no separe mi cara de su divino cuerpo, aun no estoy suficientemente empapado, aun puedo darla más placer.

-¡Cállate! Yo digo lo que puedes hacer. Y mírate, te caen gotas por la cara, y aun así te sigues humillando como un buen perro.- Instantáneamente me dio un tremendo  bofetón y me lanzó un par de escupitajos que me acertaron en el ojo derecho y en la parte superior del labio. –Eres una diversión para mi crueldad sexual, recuérdalo, tú solo eres un simple objeto con el que divertirme, sin más valor que la tele por ejemplo ¿Entendido? Y ahora quiero oírte suplicar, humillarte y alabarme.

–Mi diosa por favor vuélvame a escupir, mi boca aun no ha tenido el privilegio de recibir algo, por favor, me haría tan feliz saborear su saliva.- Saqué la lengua todo lo que pude con la boca bien abierta, mientras la miraba con la mayor cara de suplica que podía.

-¿Asique me ofreces tu boquita para que escupa?..... Pero ahora que la veo así tan abierta y suplicando que la utilice se me ha ocurrido un uso mejor para ella. La serie está a punto de terminar y no quiero perderlo, pero tengo muchas ganas de ir al baño, porque no te das la vuelta y le damos un buen uso a esa bocaza.

Di la vuelta sobre mis rodillas posicionándome frente a la tele con la boca bien abierta, ella se levantó del sofá y colocó su enorme culo pegado a mi cara. Eran unas deliciosas vistas, mi pene no había dejado de estar duro desde que me arrodille en la puerta de su casa, pero en ese momento creía que me iba correr solo con sentirlo tan cerca de mi cara. Se lo abrió usando las dos manos y me dejo a la vista su rosado pero oscuro ano, el cual me pareció glorioso, nada más verlo sentí la necesidad de lanzarme a chuparlo cual perro tras un hueso.

Pero ella me reservaba otro cometido. Inclinándose sobre mí, dejó su divino ano sobre mi boca, a escasos centímetros, tan pocos que sentía el calor que emanaba de su culo en mi boca. De repente su culo se dilató y saboreé un aire cálido, meloso, agrio y terroso, se acababa de tirar un pedo en mi boca que sentí enseguida en mi nariz. Me encontraba en el paraíso, no me podía sentir más humillado por aquella chica tan preciosa, sobre todo porque sabía lo que venía a continuación.

Su ano se dilato bastante y dejó asomar la punta de un chorizo marrón verdoso, pronto me llegó el olor de la mierda que estaba tan contento de recibir.

-Aquí está el mayor honor que puedo darte esclavo, desde ahora serás mío hasta que me plazca y para lo que me plazca- Dijo entre jadeos.

En mi boca el primer trozo ya había caído tan limpiamente que chocó contra mi campanilla. A pesar de lo asqueroso de la situación me encontraba en tal éxtasis que deseaba que cayera más. Y así fue, el segundo trozo me dejo la boca completamente anegada de la mierda de mi diosa. Después de eso soltó un sonoro pedo acompañado de restos de mierda que me salpicaron por toda la cara.

Mientras ella se daba la vuelta para mirarme, yo del placer que sentía casi comencé a hacer gárgaras con los troncos que había dejado en mi boca. Apestaban y sabían divinamente.

-Que bien me lo voy a pasar contigo. Cierra la boca pero no trague, quiero que tengas eso hay un rato. Ve a por el papel higiénico anda que me quiero limpiar.

BubbleDreams.