Superpuente de diciembre Parte 1
Lo que ha sucedido en esta semana de días festivos, en casa de una pareja que conocí por esta página. Una pareja deliciosa, bien avenida y sin complejos. Que tardamos en encontrarnos, pero una vez que lo hicimos no perdimos el tiempo y mereció la pena por lo bien que lo pasamos.
Recién salido del horno este relato. Este relato también será del presente. Y lo he dividido en dos partes. Empieza el sábado 3 de este mes, hace pocos días y siguiendo la recomendación de una lectora intentare ser algo más descriptivo y extenso, porque según ella en el detalle y no resumiendo tanto esta lo mejor. Aunque por un comentario de esta lectora, llegue a pensar si ir a esta nueva aventura o no. Pero como el mundo no es para los cobardes, al final no cambie de planes, a pesar de que había muchas papeletas para volverme antes de tiempo. Una pareja que conocí por medio de mis relatos, se interesó por mí. Estuvimos un largo tiempo chateando hasta que decidimos dar el siguiente paso y conocernos, sin forzar las cosas y con el misterio de no saber que podía suceder. Ellos no eran de Coruña, eran de otro sitio. Nuestro primer contacto había sido en Coruña. La primera impresión cuando lo vi fue buena. También porque ya nos habíamos descrito tan bien, que, pocas sorpresas podían haber. Ellos son Alberto y Mati, están entre los 45 y 50 años. No pongo la edad exacta para no dar muchas pistas. Ellos son de la misma altura y yo un poco más altos que ellos. En la primera conversación a él se le veía vigilante, observando todo, cada gesto, cada cosa que yo decía. Muy serio. Pero ella era más decidida, hablaba más, podía ser porque era con la que había chateado.
Esa primera vez fue buena en términos de acercamiento, pero muy mala en el resto. Veía que ella y yo nos teníamos ganas, pero él se le veía cauteloso. Quedamos en vernos otro día esa situación me dejo frio, yo esperaba más, tendrían que hablarlo y madurarlo más. Tuvimos a la semana siguiente un nuevo contacto y yo sabía porque lo habíamos hablado, que ella estaba con ganas, aunque bastante cortada por ser su primera vez, pero más que decidida. Como me decía ella que estaba necesitada. Su marido no quería ir a un hotel o a algún local de parejas, tenía más miedo a que los pillaran que a un terremoto. Tendríamos que esperar a que mi hermano y mi cuñada se fueran de fin de semana a ver a la familia de ella. Como digo la siguiente vez fue más de lo mismo, pero logramos convencer a Alberto de ir a tomar una copa a otro sitio más discreto. Los lleve a un pub, muy discreto y que escaseaba la luz y había rincones muy estratégicos. Ese pub tenía una peculiaridad, tu tenías que ir a la barra, pedias y te lo llevaban a la mesa, pero el camarero no iba a las mesas para saber lo que querían los clientes.
Ella ese día llevaba una falda y botas. Blusa y chaqueta. La blusa desabrochada lo preciso para tentar. Alberto fue a pedir a la barra y en cuanto lo hizo, le di un beso a Mati que fue correspondido. Yo se lo avise a ella, que no estaba dispuesto a estar tonteando que luego me iba con el rabo dolorido. Mati me decía que su marido es que era muy desconfiado, algo celoso y que si estaban en esa situación era por la insistencia de ella, aunque sabía que él lo deseaba. Ella me dijo que la dejara a ella. Donde estábamos sentados era de lo más discreto, nos habíamos alejado de la visión de casi todo el mundo. Nada más llegar Alberto, se sentó frente a nosotros, el camarero trajo las bebidas y bebimos un poco. No estaba dispuesto a esperar, puse mi mano en la rodilla de Mati mientras hablábamos y fui metiéndola por debajo de la falda, no llevaba ni medias ni pantys. Cuando llegue a sus bragas, paro de hablar y me beso como antes, estaba que se deshacía. Estuvimos así hasta que Alberto carraspeo profundamente y ella se disculpó. Ella se fue al WC y el saco un cigarro y me dijo que ahora venía, se fue a la calle a fumar y con cara de fastidio. Él se marchaba y yo me levantaba y me fui a buscar a Mati. Abrí con precaución la puerta del WC de mujeres y la vi refrescándose un poco la frente, ella miro a la puerta y me vio se quedó de pie mirándome y sin decir nada. Me metí y abrí uno de los reservados, la agarre y la metí dentro y echamos el cerrojo. Nos besamos como locos desesperados. Ella preguntaba por Alberto y yo le decía que fumando y ella me decía que saliéramos que no podíamos. Yo tenía mis dedos ya en su coño que estaba inundado, con la otra mano me desabroche mi pantalón y una vez que lo logre, lleve su mano a mi rabo que sobresalía por arriba del slip.
Una vez que lo toco decía que era más de lo que se había imaginado. Lo apretaba bien y lo saco del slip. Me dijo que se salía de allí, que Alberto se enfadaría, cuando se dio la vuelta para abrir la puerta, la empuje contra ella, aparte de malas maneras sus bragas y lleve mi rabo por detrás hasta la entrada de su coño, ella decía que no, pero mi rabo entro hasta adentro, lo siguiente que dijo fue que ya que había empezado que me diera prisa y no parase. Se quiso girar para apoyarse mejor sobre la cisterna del wáter. Así se podía agachar mejor, levante la falda y me gustaba ese culo que tenía, no era perfecto, pero sí muy rico y la manera de moverlo mientras la follaba lo hacía más rico. Oímos que alguien entraba, pero estábamos tan, tan, que pasamos. Hasta que se oyó la voz de Alberto, se notaba que estaba como mínimo alterado. Sus protestas cesaron cuando Mati le dijo que se callara que hasta que no se viniera no iba a salir. Se quedó todo en silencio menos los gemidos de Mati. Le costaba llegar al orgasmo así, me hizo señas de que me sentara en la taza del wáter, mientras ella se quitaba las bragas. Estábamos follando sin protección y se lo dije, ella se metió mi rabo y al oído me dijo que si su marido preguntaba que lo habíamos hecho con un condón. Desabroche su blusa, tenía dos tetas pequeñas, pero con unos pezones muy ricos y sensibles. Tuvo un orgasmo y se restregó bien según lo tenía y luego me corrí yo. Quise salir yo antes, pero ella haciéndome señas me dijo que lo haría ella primero, que seguro que su marido estaba allí. Efectivamente salió y lo primero que dijo fue que no se enfadara y a continuación le dijo, como estas, madre mía y eso que solo nos has oído, ya verás cuando te lo cuente con detalles y se salieron.
Les dejé un rato y salí, estaban sentados tranquilos y la cara de Alberto no era de tanto enfado estaba algo más relajado. Estuvimos más distendidos el resto de la noche y cuando Alberto se fue a fumar otra vez, ella me conto que muy enfadado no debía de estar que cuando salió nunca lo había visto tan duro, ni con viagra. Esa noche no pasó nada más y sabía que la próxima seria definitiva. Estuvimos chateando un poco más y fue cuando por sorpresa me propuso ir a pasar una semana o unos días a su casa. Ya me paso una vez algo similar, pero fue una noche y de forma muy puntual. Acepte, pero sin el compromiso de aguantar una semana, todo sería según me sintiera yo, a ella le pareció normal y la invitación fue la semana del día de la constitución y la Inmaculada, por ser festivos aquí en España. En un principio el vendría a por mí, pero al final le dije que no hacía falta, prefería ir yo con mi coche por si me daba la ventolera y me quería ir, sin necesidad de depender de nadie. Quedamos que llegaría el sábado día 3 de diciembre, siempre de este año.
Tarde en llegar una hora y media. Calcule mal y cuando llegue ya se había hecho de noche. Pare donde me indicaron y les llame por teléfono. Ella que fue quien atendió mi llamada me dijo que ya iba Alberto por mí. Traía la misma cara de huraño de otras veces. Mientras se fumaba un cigarro, me volvió a decir quien se suponía que era yo, el hijo de un amigo suyo que hicieron la carrera juntos y fueron compañeros de piso, etc. Yo le decía que ya me lo había aprendido, que no cometería ninguna equivocación, también me exigió discreción por sus hijos, que, aunque eran adolescentes, tontos no eran. Me estaba cargando ya demasiado, hasta que le tuve que decir, que me marchaba, que no me gustaba tanta tensión. Entonces cambio su cara y me dijo que es que era así, algunas veces un poco inquisidor, decía que tal vez por su desconfianza con todo el mundo. Una vez nos calmamos le decía que no es bueno vivir con tanta desconfianza. Me dijo que le siguiera. A la casa llegamos muy rápido, era una casa muy grande de construcción rustica. Había espacio para meter los dos coches dentro. Al oírnos salieron los hijos y Mati, me los presentaron la hija que la llamaremos María yo la eche como mínimo mi edad no era tan adolescente y el hijo unos 10 años. Me saludaron de una manera agradable. Y me di cuenta de que a la hija por lo menos le caí bien de entrada. Hablando todos, me entere de que la hija tenía 16 años, aunque ya bien pasados. Al contrario que su madre tenía unos pechos como el doble que su madre, era más alta y de cuerpo espectacular. Mati los mando a terminar de estudiar. Mientras ella me acompaño a la que sería mi habitación, todas las habitaciones estaban en la planta de arriba menos dos que estaban en la parte baja. La habitación era amplia y con un cuarto de baño propio. Nada más llegar a la habitación Mati y yo nos besamos con mucha pasión.
En la cena Mati y Alberto guardaban las apariencias, él contaba anécdotas con el que se suponía que era mi padre, como decía que yo me parecía y todas esas absurdeces. Yo le seguía la corriente. Yo me di cuenta de que la hija se insinuaba, pero la madre también se dio cuenta o eso creía yo. Eso me hacía mantener la distancia con la hija y eso debió como ser un reto para ella porque se puso más pesada. Menos mal que acabo la cena estuvimos hablando un rato y nos fuimos todos a dormir. La verdad que la hija estaba rabiosamente buena. Pero la madre atraía más, sobre todo por la cara de buena que tenía y la mirada de pécora que tenía, que hacía que mi rabo estuviera bien a tope. Cerca de la 1 de la mañana estaba oyendo la radio por mi móvil, escuchaba un programa de deportes, todo sobre el Barça y el R. Madrid que jugaron esa tarde, aunque estaría mejor follando, pero supuse que al día siguiente se quitarían a los chavales de en medio y seria el momento. Oí que se abría la puerta y también oí que echaban el bloqueo de la puerta. Era Mati, encendió la luz y cuando la pregunté por su marido, me dijo que durmiendo y le insistí de si estaba segura, diciéndome que sí, que para dormir toma unas pastillas, por un asunto referido al sueño.
Se desnudó completamente y aunque no tenía un cuerpo 10, tenía un cuerpo y sobre todo una cara que eran de puro pecado. Y yo dispuesto a pecar más de una vez esa noche. Se metió conmigo en la cama, se fue derecha a mi pantalón de pijama y me lo quito de forma apresurada y se quedó mirando mi rabo durante un momento, después me miro a la cara puso una sonrisa maledicente y se metió el rabo en la boca. Me retorcí en la cama, el placer que me daba era de categoría, me logré colocar entre sus piernas y me puse a lamer su coño. Yo quería antes algún contacto como preámbulo, pero ella me decía que otro día, que estaba demasiado caliente para tonterías. Según ella y su marido, sería la primera vez de forma completa con alguien lo que ocurriera ese viaje, pero Mati si tenía alguna duda que no creo, se le había olvidado, chupaba con muchas ganas. Paro de chupar porque quería follar, así de clara que fue. Follamos en distintas posiciones, no le costaba llegar al orgasmo, pero o era incansable o no se quedaba a gusto. Hasta que me dijo que su postura ideal era ella a cuatro patas y que yo se la metiera estando casi de pie. La entendí perfectamente, una vez que se colocó no me pude resistir en comerme ese culo que tenía, ella me decía que se la metiese ya, que el culo si me portaba bien, otro día con más tranquilidad lo mismo me dejaba. En esa posición su manera de gemir, era prácticamente un chillido, que para que no se le oyese se metía la ropa de la cama en la boca, era absolutamente desproporcionado el griterío. Tan cachondo me puso que me corrí dentro de ella.
Ella me decía que bien le había sentado y yo le decía que todavía no habíamos acabado y ella me dijo que si, que mirara la hora, habían pasado dos horas. Que rápido pasa el tiempo cuando uno está en la gloria. Mati me decía que nos quedaban más momentos como ese que llegarían, que a ella también le gustaría seguir y además que también le daba pereza subirse ahora a su habitación, que le gustaría quedarse como estábamos ahora, acurrucaditos. Se marchó con mucho pesar y me indico que ni una palabra a Alberto. Para ser la primera noche no había estado nada mal.
El domingo 4 salimos a pasear y me enseñaron el lugar. Era un lugar con encanto y me enseñaron por donde había rutas de senderismo y para mountain bike, que les dije que de haberlo sabido me hubiera traído mi bici. La hija sin tardar nada me dijo que no había problema, que en casa tenían y que, si me gustaba, mañana que sus padres trabajaban por la mañana, ella me enseñaría alguna ruta, no sabía que responder para no ofender a la madre y no sé si de buena gana, Mati dijo que era una buena idea. Ese paseo me sirvió para darme cuenta de dos cosas primordiales, eran muy conocidos y respetados. Paramos en un sitio a tomar unas cervezas y unos pinchos característicos de aquí. Mucha gente saludaba y luego otros matrimonios se sentaron con nosotros. Personas muy bien arregladas y con pinta de creerse superiores a los demás. Fue el momento de peor rollo para mí. La hija pretendía que saliera una noche con ella y sus amigos, no me comprometí a nada y notaba que eso la desesperaba. Esa noche no pasó nada porque una amiga de la hija se quedó a dormir y no se quiso arriesgar la madre. Yo hasta que me acosté lo pasé un poco mal porque tanto la hija como la amiga que también estaba de muy buen ver, aunque no tanto como María, ayudaba a su amiga en comprometerme y las dos se divertían mucho.
El lunes 6, me desperté porque oí ruidos y se abrió mi puerta, era Mati que traía un vaso de café con leche, no estaba todavía arreglada del todo, traía el pelo húmedo. Venía con albornoz. Entro para decirme que cuidado con su hija que era un poco peligrosilla y se había dado cuenta de que le gustaba. Yo la tranquilice y ella riéndose me dijo que lo que le preocupaba era que ella tuviera los mismos genes que ella, que entonces no me escaparía. Me bebí el café y ella se iba a despertar a Alberto, cuando se dio la vuelta se quitó el albornoz y me dijo uno rapidito si nos da tiempo. Dicho y hecho se puso de rodillas en la cama y fue una invitación que no se podía rechazar. Era notar el rabo entrándole y volverse loca, que manera de moverse, eso me gustaba de ella, que quería gozar y lo hacía dándole igual todo. Su orgasmo llego antes que el mío y como yo tardaba se quieto haciéndome una mamada única, hasta que logro que me corriera sin remedio en su boca. Se puso el albornoz y me dijo que me fuera levantando que me tocaba bicicleta. Me aseé y me puse ropa de deporte que llevaba, porque ya me avisaron que haríamos senderismo.
Al salir en la cocina me encontré a Alberto, que nada más verme y sin darme ni los buenos días, me dijo que tuviera paciencia que hoy sus hijos se irían. Me acababa de alegrar el día. Mi dicha era tan grande que cuando hicieron acto de presencia María y su amiga Carmen, las dos se quedaron sorprendidas por mi buen humor. María llevaba un maillot y un culotte negro y color pistacho, la amiga igual, pero en color fucsia. Con esa indumentaria lo que más destacaba eran sus culos, que si no eran perfectos rayaban la perfección. Todo el recorrido lo hicimos por una ruta que había todo naturaleza, castaños, eucaliptos, pinos, etc. Todo paradisiaco y nos encontramos con pocas personas. Ellas iban delante de mí para guiarme y de vez en cuando se levantaban del sillín de forma innecesaria, aunque a mí me parecía perfecto por el vaivén de sus culos. Hicimos una parada, donde me hicieron un auténtico interrogatorio que fue subiendo en intensidad en las preguntas más íntimas y personales. Trataba de mantener la compostura en todo momento, hasta que me inflaron las narices. Empezaron con comentarios de que lo mismo era rarito, que lo mismo tenía otros gustos, lo mismo era virgen, etc., hasta que como digo me harte y les conteste, que si lo que quería saber era si me gustaban las mujeres que sí, que me gustan y para cortarlas y que me dejaran en paz les dije, y si soy raro en una cosa, no me gusta acostarme con una sola mujer, tiene que ser como mínimo con dos a la vez, sino no me quedo satisfecho.
Paso lo que yo quería se quedaron sin saber que decir, se pusieron sus cascos y continuamos la marcha. En donde hicimos dos paradas más y hablamos, pero ya no sacaron más el dichoso temita. La lección había sido buena. Una vez acabada la marcha dejamos todo y nos fuimos a vestir. Como yo terminé rápido me salí de la casa, quería ver la propiedad, era un lugar muy amplio, tenía una pequeña huerta, unas gallinas, etc., mientras yo lo veía, salieron ellas y María me conto que era el hobby de su padre. Llamaron a Carmen por el móvil y se apartó de nosotros para hablar. Me enseño los huevos de las gallinas, que eran muy grandes, me decía que al final hasta les sobraban y estábamos hablando de eso cuando de pronto me pregunta si era verdad lo que les había dicho esta mañana, sobre lo de mi rareza. Me aguanté la risa y le dije que sí. La segunda pregunta era si eso lo conseguía con facilidad y le dije que no me podía quejar, que esa necesidad la tenía bien cubierta. Después de mi contestación me dijo que no me creía y le dije que lo que ella pensase me daba igual. Acabo diciéndome que era un chulito creído y nuevamente le dije que su opinión me daba igual, pero no se lo decía por faltarle al respeto ni enfadarla, que era simplemente porque no nos conocíamos de nada y que ese tipo de opiniones me preocupan cuando me lo dicen amigos.
Se aguantó la rabia, pero daba igual porque se le notaba. Al mediodía cuando llegaron los padres el hijo ya tenía preparada su maleta, se iba esa semana a casa de sus tíos, que tenían un hijo de la misma edad y los primos se llevaban muy bien, uno menos. La liebre salto cuando se suponía que la hija también se iría, pero de eso nada, había cambiado de planes, se quería quedar, Mati se tuvo que contener y Alberto miraba sin tener ni idea de lo que pasaba. Vino el tío y se llevó al niño, Mati y Alberto hablaban en voz baja, Mati con un mosqueo enorme, le decía a Alberto que tenía el, la culpa por tenerla tan mimada y consentida, el solo decía que no entendía, que se había tirado más de un mes convenciéndoles para estar unos días fuera y ahora pasaba eso. Mati le dijo que no se enteraba, que estaba claro que a la niña le picaba el chocho y se había enchochado conmigo, el padre decía que era muy niña y la madre carcajeándose le decía que no se enteraba de nada. Bajo la hija y les preguntó a sus padres si no les importaba que además de su amiga Carmen, se quedara también Sara. Los padres aceptaron y la niña volvió a hacer otra petición que la dejasen salir esa noche, a lo que Mati accedió al instante. Se iban a un pub karaoke que estaba fuera de la localidad y que las llevaba el hermano de una de ellas.
A las 9 de la noche llego el hermano de Sara que ya conocían los padres y les decía que él se encargaba de traerlas sanas y salvas, los padres se lo agradecieron. Iban las tres como se va ahora, muy provocativas. La hija volvió a insistir para que les acompañase, pero mirándola intensamente le dije que no. Ella me dijo que yo me lo perdía y se marcharon. El padre les acompaño fuera mientras Mati y yo nos quedábamos dentro. Mati que iba con una falda y una blusa, se vino para el sillón donde estaba sentado y se sentó sobre mis piernas abriendo sus piernas y nos empezamos a besar. Alberto cerró la puerta e iba diciendo que cenáramos pronto y algo más iba a decir cuando nos vio concentrados en meternos mano. Se puso junto a nosotros y le dijo a su mujer, que no se había esperado ni 5 minutos. Entonces yo le dije Alberto reconócelo tienes una esposa muy caliente y muy puta. Ella que se iba quitando la blusa, le decía a su esposo, me conoce de dos días y sabe mejor que tu como soy y lo que quiero.
Ya me había desabrochado la camisa u me mordía y chupaba mis pezones haciendo todo tipo de ruidos con su boca mientras lo hacía. Alberto se sentó en el mismo sillón que nosotros y nos miraba con expectación. Ella estaba desaforada, se levantó se quitó su falda dejándose solo un tanga muy chico y que por detrás parecía que no llevaba nada. A continuación, ya que mi pantalón estaba desabrochado tiro de él y me dejo solo con el slip, que lo bajo solo un poco y se colocó para que su esposo pudiera verla bien como le chupaba el rabo a otro tío. Me costaba hasta decir nada, pero se lo decía a Alberto con que lujuria su mujer me comía el rabo, la cara de puta que tenía, que la iba a dar rabo esa noche por todos los sitios. Vi que Alberto ya tenía un bulto importante en su pantalón, no le quitaba los ojos a su mujer, que en ese momento pasaba su lengua de manera obscena por todo mi rabo y por mis cojones, que se los metía en la boca. Ella seguía haciendo ruidos con su boca, ruidos que nos ponían cachondos a Alberto y a mí. Ella sin dejar de mover su mano le decía a su marido, a que es una verga hermosa, a que sí y el marido dijo un suave si, ella volvió a chupar mi polla. Yo quería irme mejor a una cama, pero ella me decía que el mejor sitio de momento era allí, que, de rodillas en el sillón, me la follaría mejor. Yo quería comerme su coño, pero ella como la primera noche quería sentir mi rabo dentro.
Se puso de rodillas en el sillón junto a su marido, dejando su culazo enorme en posición. Era imposible no ver ese culazo y no darle una caricia y una pequeña nalgada, ella gemía y yo volvía a decirle a Alberto que menuda mujer de bandera tenia y que tenía un culo para ser follado un día sí y otro también. Me acerque y quite el tanga que llevaba quedando a la vista el coño tan gordo y deseable que tenía, que se veía brillante de lo cachonda que estaba. Alberto me conmino a esperar ya que me tenía que poner un preservativo y tal como estaba y no teniendo uno a mano le tuve que decir que no me jodiera, que no tenía ahí ninguno, él dijo que traía uno y se fue, me acerque a Mati y coloque la punta de mi rabo en su coño sin meterlo, solo mojándolo mientras llegaba el marido y le dije, sabes puta que me lo he pensado mejor y te lo voy a meter a pelo y ella lo único que dijo fue a que esperaba. Cuando Alberto volvió al salón vio como me follaba fuertemente a su mujer y ella que tenía a su marido de frente con un preservativo en la mano, solo le decía que yo era un bestia, que la estaba empotrando como un salvaje, pero que lo estaba gozando. Alberto se sacó su rabo y se puso delante de su mujer a hacerse una paja y ella le animaba, que le estaba poniendo muy cachonda verlo así. A Alberto se le salían los ojos viéndonos y yo le dije, Alberto cuando tú me digas me follo el culo de esta puta, tu mandas.
Él no decía nada solo miraba, Mati le pidió que acercara su polla y cuando la tuvo a su altura se la metió en la boca, la daba unos enviones que hacía que se metiera más la polla de Alberto, poco llevaba chupándosela que se quitó de pronto y se corrió fuera, no lo comprendí, pero la cara era de satisfacción y ella tuvo un orgasmo nada contenido, lo tuvo muy a gusto. Se quitó y se dio la vuelta chupándomela con rabia, hasta que me corrí en su boca, Alberto estaba mirando perplejo y le pregunto que había hecho y ella le contesto que tomarse toda mi corrida. Alberto extrañado le pregunto que como había sido eso si a ella no le gustaba y ella acariciando su polla le dijo que porque estaba muy buena mi corrida. Mati dijo de irnos a su habitación que el sillón ya se había manchado, nos subimos deprisa, ella iba delante y movía el culo de forma provocativa, yo me di la vuelta y le dije a Alberto, te das cuenta lo puta que es, que va pidiendo a gritos que le follemos el culo, Alberto me daba la razón. Al llegar a su habitación ella se puso otra vez de rodillas sobre la cama, quería que la follara en esa posición ya había cogido confianza. Le pedí a Alberto al oído lubricante o algo para el culo de su mujer, el dudando me decía que era muy grande mi verga para ella y le volví a decir que no le había pedido su opinión si no que trajera lo que le había pedido, él se fue al cuarto de baño y yo empecé a comerme ese culo. Mati me decía que lo hacía muy bien que no parase, pero que no me hiciera ilusiones. El marido me dio un bote ya abierto y empecé a ponerle el lubricante, me llegaba un fuerte olor como fresa y mis dedos se quedaban como fríos. Ella farfullaba algo casi ininteligible, pero se entendía algo como que por ahí no.
Mati que al igual que yo sabía que mi rabo iba a entrar pronto en su culo, le decía a su esposo, Alberto que se ha empeñado en meterme su verga en el culo y tú no ni dices ni haces nada y ella con toda su cara dura y con voz de viciosa le preguntaba que tenía que hacer. Como Alberto no decía nada conteste yo. Mati cállate que yo te diré lo que tu marido no se atreve, que querías rabo pues toma rabo y en el momento que tu marido me llene bien mi rabo de lubricante te meteré mi rabo hasta los cojones. Mati me decía que bruto que eres, pero no creo que Alberto te dé, el pringue él. Mirando a Alberto le dije que esperaba y cogió el bote y me empezó a dar el lubricante. En un principio lo hacía cortado con dos dedos y cuando Mati lo vio le dijo que si lo hacía que lo hiciera bien. Fue cuando me garro bien el rabo y lo ringo bien. Me puse de pie y le pedí a Alberto que separara bien las nalgas de la puta que tenía, el muy servicial las separo, acerque mi rabo y empecé a meter la punta de mi rabo, que costo un poco. Ella se quejó y le decía a Alberto, no me puedo creer que le estés ayudando a él, que me hace daño. Espontáneamente Alberto le dio un par de tortazos en su culo diciéndole, cállate so puta, si fuera yo te metería la verga sin miramientos, todos sentimos como a Mati le gusto eso. Ella se quejaba algo, decía que le rozaba mucho, que le daba la sensación de que el culo le estallaría, Alberto le dijo, pero como puedes ser tan puta, si ya la tienes toda dentro.
Ella le pidió que se pusiera delante de ella y se besaban con mucha pasión, mientras yo penetraba con fuerza sin parar ese maravilloso culo, no paraban de decirse lo felices que eran, como se querían y ella le describía las sensaciones que tenía. Le hacia una paja a su marido y Alberto le preguntaba si estaba bien y ella le decía que estaba de primera. Él se notaba muy cachondo y más suelto, le decía que era su puta y ella le decía que el su cornudín maravilloso y se volvían a besar. Mati estaba tan cachonda que le pregunto si le había gustado agarrarme la vega, él le dijo algo que yo no pude oír y ella rio levemente. Mati con gemidos entrecortados nos avisó de que se venía y sí que se vino, tuvo un orgasmo inconcebible, por los gritos que dio y por las palabrotas que dijo, Alberto se puso también a rabiar corriéndose con la paja y yo me excité tanto con todo eso que me corrí en su culo. Aunque ninguno quería decidimos dejarlo en ese momento por temor de ellos ya que su hija no tardaría mucho en regresar. Con mala gana Mati y yo lo dejamos.
Llego el martes día 6, fiesta de la constitución. Casualmente los primeros en levantarnos fuimos Alberto que ya estaba en la cocina y yo. Él había quedado con unos amigos que los días de fiesta solían salir a caminar. Me invito a ir con ellos, pero decline la invitación, yo con ellos no tenía nada en común y él lo entendió. Desayunábamos y el muy sinceramente me decía que había dudado de mí, pero que se me veía un buen chaval. Me dijo también que menos mal que lo dejamos en ese momento porque a la media hora llego su hija y las amigas. Yo no me entere, porque fue meterme en la cama y dormirme. Mientras me tomaba un café bajo Sara, venía con un pijama muy gracioso, me vio me saludo y me dijo que hasta que no se tomaba un chute de café no era persona, mientras hablábamos del sitio al que habían ido anoche, aparecieron María y Carmen. María con un botón desabrochado de la chaqueta de su pija que cuando se agachaba un poco, se podían ver parte de los melones que tenía, pero no se veía lo suficiente, yo intuía que lo hacía para provocarme. Poco tardo en llegar Mati, que ya venía completamente vestida, ella y yo los únicos vestidos ya. Regaño a su hija diciéndole que le tenía dicho que a desayunar se bajaba arreglada, pero la hija paso de su cara. La madre le dijo a la hija que ella se iría en un rato con su padre y que luego fuéramos nosotros al restaurante donde comeríamos.
Las tres se subieron a vestirse. Yo agarre a Mati y prácticamente me la lleve a rastras a mi habitación, ella protestaba en bajito, no fuera a que su hija o alguna de sus amigas nos pillara, pero como su hija pase de lo que dijera. Se dejó convencer rápidamente, mientras mis manos ya estaban debajo de su vestido rojo, le decía en el oído que dejaríamos la puerta abierta así oiríamos si bajaba alguna. Ella decía que no, pero me facilitaba que pudiera bajar sus pantys y sus bragas, me decía que era perverso y yo le decía que ella muy puta y que por eso le iba a dar rabo del bueno. No estaba muy lubricada, a los dos nos gustó más, porque si bien costo un poco el roce fue mayor y eso nos gustó, pero duro poco porque al rato estaba ya muy mojada. La follaba con violencia allí de pies los dos, ella me decía entrecortadamente que la volvía loca, porque podía ser dulce y mimoso, pero a la vez todo un animal. Ella me decía que ya llegaba que fuera más duro, oíamos que alguien bajaba y ella me decía que no parase, fue una gozada sentir su orgasmo conteniendo poder decir nada, una vez que acabo me dijo que saliera yo rápido, me metí el rabo como pude y salí como tal cosa. Eran María y Sara, María me pregunto por su madre y yo le dije que ni idea. Nos entretuvimos hablando y María me dijo que tenía manchado el pantalón, me mire y justo donde la cremallera de la bragueta tenía como un manchurrón, le dije que me había caído antes leche y que le di con agua, María muy graciosa ella dijo que en menudo sitio había caído la leche y Sara hecho a reír con su amiga.
Llego Alberto y nos preguntó por Mati, la hija dijo que estaría por ahí. El padre le dijo que cuando la viera que le dijera que el ya mismo estaba y se subió rápido a su habitación. Yo dije que iba a por agua a la cocina mientras ellas se quedaron en el salón hablando. A la cocina llegamos a la vez Mati y yo, le dije que su hija la buscaba, le pregunte porque había tardado tanto, lo que hizo fue meterme dos dedos en la boca, que traía mojados y sabían a su coño y llamaba a su hija, que vino al instante. A punto de llegar ella quito sus dedos de mi boca, Mati le dio el recado de su padre y hablaron de tonterías. La madre insistió que a las 2 y media en el restaurante. Nos preguntó qué haríamos mientras, yo dije que me quedaría escribiendo unas cosas, mi intención, era escribir lo que me estaba sucediendo. Mati le dijo a su madre que ellas se quedarían escuchando música arriba y la madre les dijo que nada de fumar. Alberto bajo y se fueron, yo me fui a mi habitación y me puse a escribir. Estaba tan tranquilo y relajado escribiendo, que se me estaba olvidando el calentón que había tenido con Mati y que me dejo a medias. Llamaron a la puerta y las tres a la vez me pedían permiso para entrar y le dije que podían hacerlo y cerré el ordenador. La excusa para esa invasión era por fumar allí, ya que su madre ahí no entraría. Les dije que las pillarían, que el olor al tabaco es muy identificativo. Ellas me enseñaron unos caramelos de menta muy conocidos y yo riéndome les dije si se lo pasarían también por la ropa, que la ropa coge el olor. María que se veía que era la cabecilla del grupo dijo, pues la solución es fácil nos quitamos la parte de arriba, total es como si estuviéramos en la playa con el bikini, este no se va a asustar. Las dos amigas como que no estaban de acuerdo, hasta que ella se quitó la ropa de arriba quedándose solo con un sujetador negro, eso no eran pechos, eran como dije antes dos melonazos incluso se podía ver un poco de las aureolas marrones de sus pechos. Animo a las otras dos y también hicieron lo mismo. Caerme si no se comparara con María tenía unos pechos normales de tamaño y Sara también estaba bien de tamaño, pero no llegando a lo que tenía su amiga María.
Menos mal que tenía mi ordenador justo en mí en mi regazo, porque evitaba que se viera a mi rabo otra vez en marcha. María empezó a subir el tono de la conversación y Sara no se quedaba atrás. María dijo algo que no me gustó mucho, dirigiéndose a sus amigas y sacando de contesto lo que yo dije, les dijo a sus amigas que a yo no consideraba lo bastante mujer a una mujer, que por eso tenía que hacerlo con dos a la vez. Por la cara de sus amigas sabía que ya se lo había contado antes y Sara fue la que más comentarios hizo y remato sus comentarios diciendo, lo mismo la tiene tan grande que por eso lo dice y María dijo, o tan pequeña. Yo no caí en sus provocaciones los que las enfurecía más. María a sus amigas les pregunto qué cuanto creían que me media y ellas riéndose, cada una dijo una medida, que si por el tamaño de las, de lo que median mis pies y por alguna tontería más, cada una dijo una medida. Luego me preguntaron que quien había acertado y yo les dije que nunca me la había medido, aunque sabía perfectamente lo que me media de largo y de grosor. María propuso un juego y si ganaban ellas yo me la mediría delante de ellas. Les dije que estaban muy seguras, pero y si ganaba yo que era lo que ganaría. Se quedaron calladas y Carmen dijo ya nos has visto en sujetador y yo le dije que yo no lo había pedido. Sara propuso quitarse los pantalones, que las tres eran lo que llevaban. Como era de esperar María asintió a la primera y a la que más le costó fue a Carmen, pero al final acepto. Quedamos en que tenía que ser un juego rápido. El juego propuesto por las tres y que estuvieron de acuerdo a la primera era a los chinos. Yo dije que no podía ser porque me llevarían ventaja, salvo que fuera un mano a mano con una de ellas. Fueron igual de rápidas al elegir a Carmen, una vez que acepte, me decían que ya me podía quitar los pantalones y lo demás, porque Carmen jugando a los chinos era una máquina. Lo que no sabían ellas que, en la uni, tanto al mus como a los chinos yo jugaba todos los días alguna partida.
Quedamos en que sería al mejor de tres partidas. Gane las dos primeras y no hizo falta una tercera. Puse una sonrisa grande y bien hermosa, pero no me regodee ni por haber ganado y, es más, les dije que olvidáramos todo, lo dije no muy convencido. Se levantaron y se fueron de la habitación, no me tocaba más que hacerme una paja, me iría al cuarto de baño. Cuando me iba a levantar aparecieron de nuevo las tres mosqueteras y dijeron que una apuesta era una apuesta. No me lo creía, se pusieron a quitarse los pantalones, María y Carmen llevaban tanga y Sara unas bragas de encaje únicas. Me llamo la atención que las tres tenían tres culos muy similares, pequeños, respingones y con una forma perfecta. Ahora fui yo el que las pedí que se fueran, porque mi aguante había llegado a su límite y por la necesidad imperiosa de hacerme una paja, que, entre la madre y la hija, ya no era un calentón si no un recalentón. Ahora se pusieron muy chulitas retándome, pero se oyó que se abría la puerta de entrada de coches, ya que cuando se abría o cerraba sonaba una señal sonora. Salieron las tres corriendo con sus ropas.
Inesperadamente había vuelto Mati, algo que dijo que se le había olvidado, pero que me reconoció a la primera que había venido a ver qué pasaba. Se quedó más tranquila hasta que le conté con bastante detalle todo lo que había sucedido y remate mi relato diciéndole que su hija había salido a ella, que era igual de puta. Yo esperaba su enfado, pero me dijo la genética es la genética y por lo que se ve tenemos el mismo gusto. Lo que pasa que se me hace cuesta arriba. Si me daría igual, porque tenemos mucha confianza y no le ha tocado un chico que la haga vibrar, que sale con uno que le gusta mucho, esta colada por él, pero lo mismo inexperiencia o que el muchacho no sabe. Me dijo que la daba más remordimiento el saber que mi hija iba detrás de mí, que el que nosotros hubiéramos follado. Se marchó como triste y se fue con su hija y sus amigas, bajando todas juntas y me dijeron de irnos ya todos juntos. La comida estuvo bien, pero la última conversación con Mati me dejo demasiado pensativo. Después dimos un paseo, tomamos algo por ahí y nos fuimos a la casa. Yo esperaba tener un momento con Mati para decirle que al día siguiente me iría. Aproveché que estaban jugando Alberto y las chicas a un juego de cartas y Mati fue a otra habitación, fui detrás y se lo dije, ella no me dijo nada. Volví a donde estaban jugando la partida y la hija, se empeñaba en convencer al padre para ir a comprar una comida preparada muy de moda ahora, pero tenía que ir fuera de su localidad, el padre se resitúa porque en ir y venir le llevaría una hora. María le decía que eso era como máximo. Yo me ofrecí y Mati dijo que ella me acompañaba, pero Alberto dijo que iría él y que le acompañarían 3 señoritas que él conocía, protestaron, pero se levantaron para ir a comprar. Yo me fui a mi habitación, mientras las chicas subían a cambiarse de calzado y seguían tratando de convencer a Alberto para que fuera el solo.
Yo no sabía cómo habían quedado al final, porque estaba con la puerta cerrada. Se abrió y apareció Mati desnuda, se vino hacia mi como un torbellino. En nada me había desnudado y estábamos como locos desesperados y al momento la tenía subiendo y bajando de mi rabo. Le decía ante su ímpetu frenético que no tenía que haber venido desnuda, por si no le daba tiempo a vestirse, ella me dijo que no me preocupara que Alberto le llamaría cuando estuviesen acercándose. Le dije que había sido muy generoso y ella me dijo que de generoso nada, que le había pedido que no se limpiase que quería saborearla bien. Ya follábamos a toda marcha y ella me decía que de irme mañana nada y que, si me tenía que follar a Mari, que lo hiciera con ternura pero que no la fuese a enamorar, que eso sí que no. Le preguntaba si estaba segura y lo único que me dijo era que la pobre también necesitaba saber lo que era gozar plenamente y que no le pasara como a ella de joven. En eso tuvo un orgasmo y de nuevo lo tuvo con mucha espontaneidad y gritando. Me apetecía hacer un 69 y nos pusimos a comernos como si de un banquete se tratara. Hasta que el sonido del móvil nos cortó el rollo, ella decía que era imposible, que no podía ser. Era Alberto lo supo por la melodía. Solo oía a ella que decía no me lo puedo creer, menudo cornudo este hecho mi amor. Dejando el teléfono con el altavoz. Había puesto a esperar a su hija y sus amigas mientras él se fumaba un cigarro, pero quería oír lo que hacíamos.