Supernatural (La maldición de la Lujuria II)

Sam se encuentra dividido, la maldición de la Lujuria ha abierto en el tres frentes infranqueables que debe solucionar. La necesidad de solucionar sus dudas será toda una aventura.

Supernatural

(La maldición de la Lujuria II)

Debido a que me quedé dormido bien entrada la mañana, desperté  cuando las anaranjadas luces del atardecer entraban en la habitación del motel, me hallaba solo en la cama y todas las lámparas estaban apagadas. Recordaba haberme dormido con tan solo una toalla, sin embargo me cubría aquella pesada manta por lo que deduje que Dean debió arroparme antes de salir.

Me levanté, me aseé y encendí el televisor pero no vi nada que me distrajese, pensé en llamar a Dean pero aún sentía aquella sensación extraña provocada por haber sido follado por Lujuria la noche anterior y el hecho de saber que mi hermano mayor me deseaba en secreto no mejoraba las

cosas, así que decidí no llamarle. La maldición de lujuria era algo realmente cruel y peor que cualquier dolor físico conocido por mi hasta ese momento,

percibía mi interior dividido en tres frentes, el primero era la sensación de libertad que me producía pensar en Dean simplemente como un hombre, un amante y este pensamiento me arrojaba de bruces contra el segundo frente y es que ese hombre era mi hermano mayor, mi propia sangre. Por supuesto el resultado de estas dos cuestiones, abría otro dilema que me confundía más aún; ¿acaso era yo gay sin saberlo o era todo

producto de los planes de Lujuria? Debía salir de dudas cuanto antes o las luchas en mi interior se harían tan intensas que terminarían por minarme el

poco juicio que me quedaba. Me puse los tejanos y una camiseta y salí del motel con dirección al centro del pueblo.

La noche caía sobre la pequeña ciudad, las luces de las farolas empezaban a encenderse y el aire se enfriaba poco a poco a medida que

la oscuridad se apoderaba del cielo. Una enorme luna llena se dejaba ver por encima de los tejados, los pensamientos se me apretaban en la cabeza hasta el punto de no saber como ponerlos en orden y mi ansiedad se acrecentaba fruto de la confusión en que me hallaba inmerso. Anduve sin rumbo hasta que por fin me detuve frente a la entrada de un club, no sé qué me impulsó a detenerme ahí, ese tipo de lugares me resultaban  sórdidos

antaño pero ahora empezaba sentir que las cosas nunca habían sido lo que yo creía. En la fachada del edificio, unas escaleras llegaban hasta

una puerta de doble hoja metálica pintada de negro, frente a esta había unenorme vigilante de seguridad con cara de no haber cagado en una semana. Sabía que tipo de club era aquel y sentí cierto nerviosismo pues no tenía del todo claro qué tipo de respuesta encontraría y mucho menos como. Subí la escalera después de pensarlo un momento:

-       No recuerdo tu cara, es la primera vez que vienes por aquí ¿verdad?- pregunto el gorila mirándome de pies a cabeza.

-       Soy nuevo en la ciudad- dije sin vacilaciones.

-       No busques líos ¿vale guapito? Y podrás volver cuando quieras- sentenció mientras abría la puerta y añadió – No eres del tipo de hombre que suele venir a este local-.

El local estaba bastante oscuro pero se percibía que era amplio y lleno de recovecos, tan solo algunas luces azules iluminaban parcialmente rincones estratégicos del mismo. Había dos barras, una en cada extremo opuesto del local y en el centro una pista de baile. Me dirigí a unas

de las barras y pedí una cerveza, pagué y me quedé apoyado en la barra observando el entorno en que me había metido, después de todo lo ocurrido

necesitaba salir de dudas y comprobar si Dean era el único hombre por el que podía sentir atracción o si podía sentir lo mismo por cualquier otro.

Me hallaba absorto en mis pensamientos con la mirada puesta en ninguna parte cuando de repente oí;

-       No eres el tipo de hombre que uno espera encontrar por aquí – sonó una voz a mi lado que me sacó de mi trance.

-       Es la segunda vez que me dicen eso esta noche- declaré con cierto desinterés.

-      Te invitaría a tomar algo pero veo que ya estas servido – comentó mientras se sentaba a mi lado.

El chico era algo más joven que yo, pelo negro, ojos azules y cristalinos, piel blanquecina y con un gran magnetismo, eso lo noté en

seguida. Nunca había sentido mariposas en el estómago al estar en compañía de otro tío y reconozco que me puse nervioso por no saber como actuar. Pidió una cerveza y pagó.

-       Soy Ray- se presentó.

-       Sam – contesté.

-       ¿Puedo preguntarte algo sin que te ofendas, Sam? – prosiguió.

-       Adelante ¿de qué se trata?- le animé.

-       Tal vez me equivoque pero… es la primera vez que vienes un club gay ¿verdad? – afirmó más que preguntó.

-       ¿Tanto se me nota? – protesté.

-       Bueno… ya te han dichos dos veces esta noche que no eres tipo de hombre que viene a estos clubs – declaró y prosiguió - ¿ha habido algún

hombre antes o esta es la primera vez?-.

-       Digamos que uno, pero es una historia muy larga y extraña para contarla aquí- aclaré.

-       Siempre lo es, ven, iremos a un lugar menos ruidoso- dijo levantándose para que le siguiese.

Le seguí por todo el local hasta lo que parecía una terraza trasera, esta daba a un callejón sin salida y enfrente el tejado de la

casa vecina.  Una vez en la terraza Ray se apoyó en la pared al lado de la salida, yo caminé hasta la baranda y me di la vuelta para mirarle.

-       Ya estamos en un lugar menos ruidoso- comenté-

-       Puedo ayudarte Sam, no es la primera vez que veo a alguien así-  declaró con cierto aire de suficiencia.

-       Así ¿Cómo?- pregunté a la defensiva.

-       Inexperto- aclaró.

-       ¿Y como vas a hacerlo? ¿existe algún test gay o algo por el estilo?- pregunté con cierto temor a la respuesta.

Ray camino hacia mí, me tomo de una muñeca y me llevo hasta la pared en la que había estado apoyado, me dio su cerveza y me dijo:

-       Trata de no derramar ni una sola gota- dijo mirándome fijamente a los ojos.

Acercó su cara  a la mía y cuando creí que iba a besarme se limitó a acariciar la comisura de mi boca con sus labios. Su aliento caliente rozaba mi piel y decidí que lo mejor sería dejarse llevar, continuó acariciándome con sus labios el lóbulo de la oreja y sentí sus manos apoyarse en mi pecho:

-       Cierra los ojos Sam, esto no va a dolerte- me susurró.

Hice lo que me pidió y cerré los ojos, sus labios continuaron descendiendo por mi cuello dejándome sentir su suavidad contra mi piel,

entonces me rodeó con sus brazos por la cintura y por encima de la ropa fue frotando su cara contra mi pecho hasta que encontró uno de mis pezones y lo mordió con suavidad, un escalofrío de placer me recorrió el cuerpo, mi respiración se aceleró y sentí como la polla se me agitaba debajo del tejano,

no pude evitar arquear la espalda cuando sus dientes lo mordisquearon de nuevo y una de sus manos soltó mi cintura y se fue directa a mi paquete. Por momentos deseé tomarle por la cabeza, colocársela frente a mi nabo y decirle !!!Trágatela¡¡¡ de repente me vino a la cabeza todo el caos de mi mente y me di cuenta que los esquemas mentales que tenía acerca de mi condición sexual se habían venido abajo la noche anterior, darme el permiso para ponerme a prueba de aquella manera con Ray  me lo demostraba.

Ray, ignorante de lo que se cocía en mi mente, había ido descendiendo hasta ponerse de rodillas y dejando rastros húmedos con su saliva en mi camiseta, levantó la tela dejando descubierto mi abdomen e introdujo su lengua en mi ombligo, haciendo circulitos y acariciándolo con ella mientras sus

manos se apoyaban en mis piernas. Deje moverse mi cadera hacia adelante como una señal para que continuara, que no se detuviese. Entonces, Ray descendióhasta poner su boca encima de mi verga y por encima del tejano empezó a propinarle ligeros mordiscos, por momentos creí que mi monstruo iba romper el pantalón. Cuando Ray desabrochó el tejano y se aflojó la presión que este ejercía en mi paquete, sentí que el líquido pre seminal había manchado el bóxer, entonces tiró de ambos y me os bajo hasta justo por debajo del culo. Por fin Ray con una mano me agarró las pelotas y tiró de ellas hasta hacer que mi polla descendiera y quedase apuntando directamente a su boca.

-       Este es el momento que has estado esperando, Sam- tras decir esto se tragó todo mi miembro.

-       Joder… si- dije casi gimiendo.

El calor de la boca de Ray me provocaba una sensación increíble, sin soltar mis pelotas iba succionando cada gota de mi líquido pre

seminal, a la par que mi polla le taladraba la garganta que de vez en cuando sacaba para volver a engullirla y metérsela aún más adentro. Aunque tenía las manos ocupadas con las cervezas, inicié un movimiento de vaivén con la cadera, de manera que podía embestir su boca y

follársela sin sujetarle por la cabeza. El placer me inundaba sin censura, las cosas tendrían desde aquel momento la importancia que yo les quisiese dar, Ray estaba siendo de mucha ayuda y ni que decir acerca de que sabía como tratar a un hombre. Soltó mis pelotas que ahora le golpeaban en la barbilla cada vez que se tragaba mi verga, con una de sus manos me agarro el culo y con la otra se desabrochó el pantalón, se sacó la polla  y empezó a masturbarse.

A medida que se pajeaba iba subiendo la velocidad de la mamada que me estaba haciendo, la mano que tenía en mi culo empezó a moverse

buscando mi ano y tras encontrarlo lo acarició con un dedo. Mi esfínter reconoció la sensación y en cierta manera se relajó un poco, si hubiese

intentado follarme lo habría conseguido sin mucha resistencia. Por unos instantes heché la cabeza hacia atrás, cerré los ojos y deseé estar a solas del

todo con Ray, lejos de cualquier mirada suspicaz y poder follarmelo con calma, disfrutando de cada embestida, de cada gemido. Imaginé su cuerpo tendido y aprisionado bajo el mío mientras con mi polla entrando y saliendo de su culo, dejándolo abierto para la siguiente embestida.

Días atrás la sola idea estar con otro tío me habría puesto enfermo y sin embargo aquí estaba ahora, en la terraza de un club gay dejándome comer la verga por otro chico. El placer que estaba sintiendo era lascivamente imparable, no sé como ocurrió pero en algún momento cambie en mi

mente a Ray por Dean y una extraña felicidad me recorrió entero, el hecho de saber que me había hecho suyo me excitaba aún más. Ya no importaba nada, si esa era la maldición la aceptaba. Volví de nuevo a la terraza en la que Ray me estaba regalando su boca, extasiado y casi mareado por la intensidad de las sensaciones que me provocaba abrí los ojos y le miré. Ray empezó a gemir con mi nabo dentro de su boca, su movimiento se ralentizó y la mano que tenía en mi culo me lo apretó fuerte cuando se corrió. Ligeros espasmos le sacudieron el cuerpo y su respiración se entrecortó. Sacó mi polla de su boca y la tomó con la mano con que se había masturbado, la tenía manchada de semen y lo extendió por mi verga a modo de lubricación. El calor de aquel líquido era increíble, la mezcla de saliva y semen cubriéndome el miembro le añadía a la situación un toque básico, tenía

algo de Ray sin haberle penetrado ni tomado su cuerpo por completo.

Ray introdujo un mano entre mis muslos y con dos dedos empezó a hacer presión en mitad de la zona que va de las pelotas al esfínter, esto hizo que mi cuerpo se pusiese en tensión ante esta nueva sensación, Ray al notar mi reacción inició la masturbación. Creí que me volvía loco por momentos,

no había manera de contener aquella marea de placer que me arrastraba con una hoja al viento. Mi escopeta estaba lista para disparar, mis nalgas empezaron a contraerse y todo mi cuerpo se puso rígido, entonces Ray metió toda mi polla en su boca y estallé dejando ir un grito ahogado. Mi semen inundó su boca por completo pero no dejo ir ni una sola gota, las rodillas me temblaron y caí frente a él.  Nos fundimos en un profundo beso, pude sentir por primera vez mi sabor en la boca de otro hombre sin sentirme culpable por ello:

-       Tienes la mejor esencia que jamás haya probado de nadie, Sam- declaró Ray entre gemidos.

-       Gracias, me has ayudado mucho esta noche, más de lo que imaginas- confesé.

-       Espero que algún día me des la oportunidad de llevarte hasta el final- sugirió mientras se abrochaba de nuevo el pantalón.

-       Volveremos a vernos, Ray - aseguré.

Salí del club con la mente serena, la vida que hasta ahora he tenido no da lugar a mediocridades, estaba claro que las cosas habían cambiado y tendrían la importancia que yo les quisiera dar. Puse rumbo al motel, me sentí decidido a aclarar cosas con Dean, no solo entre hermanos sino entre hombres, por increíble que parezca sentía necesidad de él, sed de su piel por primera en mi vida y lo quería aquella misma noche, en aquel motel de mala

muerte pondría fin a un tipo de relación con Dean para dar comienzo a otra, ya no podía esperar.

(Continuará)