Superando mis traumas ii

Jamás imagine que la segunda sesión con mi terapeuta superaría cualquier expectativa que pudiera tener.

Gracias a mi terapeuta aprendí a conocerme de una forma en la que jamás habría intentado por cuenta propia, el destapo en mi un lado que ni siquiera llegue a pensar podría tener, fue abrir los ojos a la sexualidad ¡a mi sexualidad! Entre a un mundo que no sabía que podía ser tan fascinante y morboso al mismo tiempo.

Toda aquella semana después de esa magnífica primera sesión estuve como niña con juguete nuevo, todos los días usaba mi juguete, quedaba exhausta y dormía plácidamente, pero durante el día, mientras hacía mis actividades diarias, cabe mencionar que trabajaba desde casa, pero pensando ansiosa en el momento en que me llamara mi terapeuta para agendar la nueva cita.

Pasó la semana sin novedades de la terapia, hasta que un día sonó mi teléfono, concentrada en lo que estaba haciendo, contesto sin fijarme quien era y escucho la delicada voz de la asistente, sentí como si me dieran un golpe muy fuerte en el estómago, como pude conteste, me dijo que me esperaban al día siguiente por la mañana para hablar de los resultados del estudio, me esperaban por la tarde, sería la primera consulta del día y los honorarios se pagarían por la misma vía que la sesión anterior. Sinceramente no recuerdo que le contesté, pero colgamos y en la noche con más emoción que nunca usé mi juguete.

No recuerdo haberme despertado con tanto gusto, jamás en la vida, así que salí de casa emocionada, no me percaté de que no tenía mis recurrentes crisis de ansiedad por salir al mundo. Llegué e hice el mismo recorrido que la ocasión anterior. Al llegar al consultorio y entrar me saludó por mi nombre la hermosa asistente, a la cual no podía dejar de ver y creo que hasta me sonroje cuando hable con ella. Me pasó de inmediato al área de consulta y ahí estaba en su escritorio ese dios griego, tampoco pude evitar sonrojarme en exceso cuando lo vi, a él pareció hacerle gracia mi timidez, me saludó amistosamente y comenzamos a hablar, me pregunto qué si había hecho la “tarea” que me dejó, le respondí solo con la cabeza y se dio cuenta que estaba sumamente nerviosa, así que me paso de nuevo al diván, encendió las velas aromáticas, hicimos los mismos ejercicios de respiración de la vez anterior para poder relajarme, pero ahora fue más difícil porque solo podía pensar en ese monumento de hombre fornicando con la asistente.

Hice todo lo posible por relajarme lo suficiente para poder articular una frase completa sin tartamudear, me preguntó de nuevo por la “tarea”, no quería darle detalles, me daba mucha pena, pero insistió, así que le conté como después de salir de la consulta me compré mi juguete y cada noche lo usaba, lo placentero que era utilizarlo, los niveles de placer que alcanzaba con él y sin pensarlo le dije que pensaba en su asistente y él cogiendo cuando lo usaba. Me dijo que le parecía excelente, también me dijo que había estudiado con detenimiento mis resultados de la prueba y que había ciertos picos que encontraba interesantes, sobre todo los que estaban relacionados con el sexo oral, que de todo lo que había pasado en la sesión, era donde se hacía más importante la reacción. Me pidió que me pusiera en pie y que pasaríamos nuevamente al cuarto oscuro para una sesión más. Yo solo podía pensar en que nueva situación me tocaría presenciar.

Cuando entramos al cuarto me dirigí nuevamente al sillón de la vez anterior, pero me detuvo, me dijo que ahora sería algo diferente, me pidió que me sentara en medio de la sala en una silla alta, enfoco la cámara hacia mí y encendió la pantalla, me hizo hincapié en que no estaba grabando nada, que solo era para que yo pudiera tener una visión más amplia de lo que iba a pasar.

Yo estaba sumamente nerviosa, no dejaba de tronarme los dedos, veía hacia la puerta de entrada, me daban ganas de salir de ahí, la incertidumbre de lo que estaba por pasar me estaba matando de nervios.

Nuevamente la asistente salió del mismo cuarto que la ocasión anterior con esa bata transparente, se acercó a mi sonriendo, yo solo temblaba, se puso detrás de mí y susurrando me dijo que no me preocupara. Con sus delicadas manos comenzó a recorrer mis brazos, mis hombros, yo llevaba una blusa tipo camisa, unos jeans y el cabello recogido en una coleta. Sus manos subían y bajaban por mis brazos y hombros, era como si quisiera darme un masaje, pero me tensaba más cada que sentía su respiración cerca de mi cuello, tenía los ojos cerrados y la cabeza agachada, pero nuevamente se acercó a mi oído y murmuró, mira la pantalla. Abrí los ojos y me vi en la pantalla ahí sentada con esa mujer desnuda detrás, mi corazón se me salía del pecho, no va a pasar nada que tu no quieras murmuró de nuevo.

Sus manos pasaron de mis brazos a mi pecho, despacio quito cada botón, la abrió despacio y en la pantalla se veían mis senos cubiertos por el sostén deportivo más feo del mundo, pero a ella no le importó, tomo mi blusa, la termino de quitar y la arrojó sobre el sillón, sus labios comenzaron a pasar delicadamente por mi cuello, su aliento caliente me erizaba la piel e inconscientemente me descubrí haciendo mi cabeza a un lado dejando más expuesto mi cuello para que ella siguiera rozándolo con sus labios, por un momento se me olvido que el terapeuta estaba ahí también observando todo, cuando reaccione a eso, lo vi parado delante de mí, observándome detenidamente, se acercó y paso sus manos por debajo de mis brazos a mi espalda, de forma diestra desabrocho mi sostén y me lo quitó dejando mis senos expuestos, todo esto mirándome fijamente lleno de lascivia, sentí como comenzó a acariciar mis pechos que desde el momento en que los liberó se irguieron, su mirada era como un imán, pero sentía como jugaba con mis pezones cada vez más duros.  Cuando volteé a la pantalla, vi que entre los dos estaban tocando mis senos, ella tomo los dos por debajo y los levanto ofreciéndoselos a él, quien se agachó hasta ellos y comenzó a lamerlos, pasaba su ágil lengua por mis pezones, los mamaba y mordisqueaba delicadamente, mi cuerpo se estremecía con cada lamida, con cada mamada y más viendo como ella se los daba como una ofrenda y él se prendía disfrutando de ellos. El rostro de ella pegado al mío viendo como el saboreaba mis tetas me hizo voltear a verla, ella también volteo quedando de frente a mí y sentí la necesidad de besarla, ella parecía intuir lo que yo deseaba, y unió sus labios a los míos, los labios más dulces que hubiera probado, nos prendimos en un beso húmedo, nuestras lenguas danzaban dentro de las bocas delicadamente, saboreándonos, mientras él, seguía mamando mis tetas, él se apartó de mis pechos y entrelazó sus dedos en los cabellos de ella y acariciaba delicadamente mi rostro. Parecía disfrutar vernos sumidas en aquel dulce y cadencioso beso.

Ella se apartó de mí y él me bajó de la silla, quedé de pie frente a él y ella se acercó a él por detrás, lo rodeo por la espalda y lentamente lo fue despojado de sus prendas, primero su camisa, luego su pantalón y por último su ropa interior, un manjar para la vista, aquel cuerpo fuerte y atlético, su falo firme, grueso, lleno de venas. Yo no me movía, solo contemplaba atentamente lo que ella hacía, así detrás de él tomo su verga y empezó a masturbarlo mientras besaba su espalda, él extendió sus manos hacia mí, me acercó más a él y puso mis manos sobre su pecho, guiada por el me hizo recorrer su piel bronceada, cuello, pecho, me hizo rodearlo para que también tocara su espalda, sus nalgas, duras, paradas, perfectas. Ella se fue a mi lado y ahora ella me guiaba, me separó un poco, tomo mis manos y las llevo directo a su verga, la acaricié, la recorrí junto con sus bolas, su glande ya estaba babeando, ella me ayudo a hincarme frente a él como una deidad y empujado delicadamente mi cabeza hacia adelante, entendí lo que quería que hiciera, abrí la boca tímidamente de modo que solo la cabeza de su verga entro en mi boca, en cuanto sentí el sabor salado de su verga tuve la imperiosa necesidad de engullirla por completo, al principio creí que me vomitaría por la profundidad que alcanzaba su verga, pero pronto encontré la forma de que esto no sucediera y así empecé a mamar ese delicioso falo. Lo tomé por la base del falo, podía sentir sus huevos, era como lamer una paleta, recorría con mi lengua su falo sintiendo sus venas saltadas, eso me excitaba más todavía, pude subir la mirada y darme cuenta que lo estaba gozando, arqueaba hacia atrás su espalda, murmuraba algo que no entendía, y llevo sus manos a mi cabeza, me dejó inmóvil y el empezó a follarme por la boca, yo apretaba mis labios para que sintiera más rico, y acariciaba sus bolas, cada vez sentía más intenso el sabor de sus jugos, sentía como quemaba dentro de mí. Se detuvo abruptamente sacando de mi boca su verga, con la mirada encontré su rostro, tenía en la cara dibujada una sonrisa lasciva, se le gustaba lo que hacía con mi boca, luego la busqué a ella y la descubrí sentada en la silla alta con los pies arriba del asiento quedando en una pose donde tenía las piernas completamente separadas, dejando su coño abierto en su esplendor y ella tocándose mientras nos contemplaba.

Dejó de tocarse, bajo de la silla se acercó a mí, me ayudo a ponerme en pie, me tomo de la cintura, desabotono mis pantalones y los bajó junto con mis pantis, me dejo completamente desnuda, me sentí vulnerable y expuesta, pero no me importó, dejé de lado esos sentimientos y solo me dejé llevar por el morbo y el deseo.

Los dos se acercaron y comenzaron a recorrer mi cuerpo con manos y bocas, de arriba abajo, mis piernas temblaban, tocaban y lamían mis tetas, pasaban sus manos por mi rajita, apretaban mis nalgas, arañaban suavemente mi espalda, mi coño se escurría, mis caderas buscaban unos dedos que quisieran entrar en mí, no solo pasar por encima, mi coño palpitaba y yo jadeaba como un animal en celo, nuevamente ella me beso, nos comíamos las bocas ansiosas y excitadas. En un impulso, la abrace y como una desesperada busque sus tetas, las acaricié, apreté sus pezones, los lamí, él solo nos contemplaba masturbándose, mientras la tocaba el no dejaba de verme y eso me calentaba mucho más.

Se acercó, nos apartó y me llevaron al sillón raro, se sentó ella primero, dejando las piernas abiertas, una a cada lado del sillón, luego me sentaron a mí quedando igual, con las piernas abiertas, el quedó frente a mí, como montando el sillón primero de pie ofreciéndome nuevamente su verga, la cual acepte gustosa, la metí en mi boca, la recorrí con la lengua, la apreté con mis mejillas tratando de sacar de ella ese néctar caliente y salado, me esmeré por mamarlo y que gozara, mientras la traviesa asistente tallaba sus tetas en mi espalda, rodeándome con sus brazos para alcanzar mis tetas. De pronto me jaló hacia atrás quedando casi acostada sobre ella, busqué sus labios y nuevamente nos besamos, mientras seguía jugando con mis pechos. Mientras hacíamos esto, sentí la como él tallaba su glande contra mi coño, que sensación tan fabulosa, lo tallaba llenando mi clítoris de sus jugos, mi cadera empezó a moverse, buscando algo más que ese juego, moría de ganas de saber que se sentía tener dentro esa monstruosidad, saber si me partiría en dos. Mis deseos fueron concedidos, con la enorme cabeza de su verga empezó a abrirse paso dentro mío. La humedad de mi coño le facilitó el ingreso, apenas estuvo un poquito dentro, comenzó su movimiento de cadera suave, empujaba despacio hacia dentro mío, poco a poco lo sentía entrar, me dolía, sí, claro que me dolía, casi 6 años de no estar con un hombre y menos de esas dimensiones, pero era mayor mi calentura, el deseo de tener esa verga dentro que cualquier dolor. Su falo estaba casi por completo dentro mío, contraía mi pelvis, apretando ese monstruo dentro mío, mientras ella besaba mi cuello y mordisqueaba mi oreja, el deslizaba poco a poco su erección en mis entrañas. Ya que estuvo por completo adentro sus movimientos de vaivén eran lentos, empujaba sus caderas y se quedaba quieto por unos segundos, los cuales aprovechaba para apretar su verga con mi coño, cada que hacía esto sentía que me faltaba el aire, poco a poco sus movimientos se hicieron más rápidos y esos sonidos del sexo comenzaron a inundar mi mente, tomo mis piernas y las levantó mientras me penetraba sostenía mis piernas con sus fuertes brazos, cada vez era más rápido su vaivén, más violentas sus embestidas, se escuchaba su pelvis chocar con mis nalgas y podía sentir sus bolas chocando con mi culo, mientras ella apretaba mis tetas y contemplaba aquella salvaje escena. No pude más, mi cuerpo empezó a contraerse, mis gemidos ya eran gritos, me arqueaba, mordía mis manos, jadeaba y los chorros de mis jugos brotaban de mi coño. Era mi primer orgasmo con un hombre.