Superando mis traumas

Llegue al punto de hacer todo lo necesario para superar mis traumas

Siempre fui una niña muy miedosa, tímida y retraída, hablaba poco con quien acababa de conocer, me era sumamente complicado entablar relaciones nuevas, conforme crecía, esto se agudizaba, pasaba por momentos muy difíciles en la escuela y en los empleos, momentos de ansiedad y pánico que me costó mucho logar vencer. Por lo mismo no tenía novio y a mis más de 30 años todas mis relaciones románticas habían fracasado gracias a que me era casi imposible abrirme emocionalmente y entregarme a ese sentimiento. No diré que no tuve relaciones sexuales, lo llegue a hacer, pero eran frías distantes e insatisfactorias, porque no lograba alcanzar el clímax por mis temores. Así que mis parejas (2) me dejaron, puesto que jamás pude entregarme de la manera que ellos querían.

En una ocasión, navegando por la red, encontré un anuncio que me llamó mucho la atención, era de una pareja que se anunciaba como coaching sexual, por el aviso parecían ser profesionales, ya que en la descripción aparecían como terapeutas. Pensé que no perdía nada en probar con apoyo profesional el superar mis traumas y miedos que me impedían disfrutar plenamente de mi sexualidad. Así que llamé e hice cita.

El día de la cita no podía estar más ansiosa y llena de miedo, dudé tanto en asistir, pero me armé de valor y fui, estando en las puertas del ascensor sentía el impulso de salir corriendo y regresarme, cuando estaba por darme la vuelta, las puertas del elevador se abrieron y me obligué a subir. Era en el último piso del edificio, por cierto, muy elegante y modernista.

Llegue por fin al piso 20, una travesía que me pareció eterna, paraba en casi todos los pisos y gente entraba y salía, vestidos muy formales, muy educados saludaban al entrar y al descender se despedían y yo apenas con voz audible respondía tímidamente. Cuando llegue a la puerta del despacho señalado temblaba como una gelatina, presione un botón de un intercomunicador, con esa misma voz tímida dije mi nombre y que tenía cita, se oyó un timbre agudo y la voz del otro lado me pidió que empujara la puerta y así lo hice.

Al entrar era como un consultorio más, una recepción donde una mujer joven, alrededor de unos 30 años me recibió, me pidió que tomara asiento y que en un momento me atenderían. Esperé como 10 minutos, que en lo personal sentí que fue una eternidad.

Por fin, salió un hombre a recibirme, si estaba temerosa, con ese hombre frente a mí, me sentí totalmente cohibida, podría describirlo como el hombre más hermoso sobre la tierra, muy alto, quizá medía 1metro 90cm, piel morena, rostro cuadrado con una barba perfectamente delineada y espesa, ojos grandes, marrón enmarcados por pestañas tupidas y rizadas, su cabello perfectamente peinado hacia atrás. Debajo de aquella camisa se dibujaba un cuerpo atlético, una espalda ancha, brazos y pernas fuertes. El hombre era todo un agasajo para la vista y cuando habló sentí un golpe en el estómago con esa voz ronca y profunda.

Amablemente me invitó a pasar y yo sintiendo que las piernas se me doblaban me levanté del sofá y caminé hacia dentro del consultorio, pasamos un pequeño pasillo adornado con cuadros de estilo renacentista llenos de desnudos y lasciva, era como ver pornografía medieval. Al entrar en el consultorio, todo parecía normal, un escritorio con un ordenador portátil, de las paredes colgaban numerosos diplomas y reconocimientos, detrás del escritorio obviamente una silla ejecutiva y detrás un librero repleto. También del otro lado había un pequeño sillón de tela roja y al lado un diván a juego. Había una puerta más por la que entró la chica que me recibió, pero no se percibía luz, se veía oscuro.

Como cualquier doctor, primero me paso a su escritorio y me tomo algunos datos generales, los cuales llenaba en su ordenador, cuando terminó me pidió que pasáramos al diván, me pidió que me recostara porque íbamos a hacer un ejercicio de relajación para que pudiera comenzar a hablar con soltura de mis problemas.

Sentía que me faltaba el aire, me mareaba, me costó tanto trabajo poder levantarme y caminar unos cuantos pasos al diván, obviamente él se percató de ello y me tomo por un brazo, con esas manos enormes y fuertes, fue peor, pero como pude me puse en pie y ya en el diván me recosté.

Sin dar tantos detalles, encendió algunas velas aromáticas e hicimos algunos ejercicios de respiración y relajación guiados, no puedo decir que me relaje por completo, pero si lo suficiente como para empezar a dar detalles de mi vida, estuvimos hablando alrededor una hora y media donde el me preguntaba de mis padres, de mi infancia, adolescencia y yo solo respondía de forma muy concreta ´porque así me lo pidió. Después de eso me pidió que pasáramos al cuarto al que había entrado la chica de recepción, me dijo que haríamos unos ejercicios de los cuales dependería el tipo de tratamiento que llevaría. Pero antes me pidió que firmara unas formas de consentimiento y de privacidad ya que la terapia que el daba no era común y poco ortodoxa por lo que necesitaba que yo estuviera de acuerdo. Leí las formas de consentimiento, en ellas no se leía nada de lesiones ni daños físicos, así que dispuesta a superar mis traumas, haría lo que me pidieran para ello.

Entramos a la habitación, las ventanas estaban cubiertas con cortinas negras que oscurecían el ambiente, y solo algunas lámparas con luces azules y rojas iluminaban, en medio de la habitación había una especia de aparatos extraños que no entendía para que podían servir y un tipo de diván en cuero negro que tampoco le encontraba mucha forma. Me pidió que tomara asiento en un sillón tipo reclianable, muy cómodo, me desabrochó la blusa para ponerme unos aparatos pegados a mi pecho y en mi brazo otro aparato para medir mi presión arterial, estos conectados a un monitor.

Me dijo que pusiera mucha atención en lo que iba a ver, que los aparatos a los que me conectó medirían mis reacciones a lo que iba a ver y que eso nos diría como llevar mejor el tratamiento.

Terminando de decir eso, su recepcionista salió de detrás de un biombo llevando puesto solamente una diminuta bata transparente, donde dejaba ver todo su cuerpo, yo me quedé atónita, completamente confundida, pues aún con la iluminación tan tenue se podía aprecia perfectamente su desnudez y la perfección de su cuerpo. Se acercó al terapeuta y lentamente le desabrocho la camisa mientras le besaba el cuello, mi respiración era entrecortada, sentía que estaba teniendo un sueño húmedo, que eso que veía no era real, mientras ella le quitaba la camisa y seguía besando su cuello y ahora sus enormes y musculosos pectorales, después los pantalones, quito el cinto, bajo la cremallera del pantalón y éste calló dejando ver su ropa interior ajustada a sus gloriosos glúteos y a un enorme bulto en la entrepierna que al momento de quedar expuesto ella comenzó a acariciar lentamente por encima de la ropa interior y el también metía las manos debajo de la delgada bata y apretaba sus nalgas con esas enormes y morenas manos que contrastaban con la blancura de la piel de ella. De un tirón bajo la ropa interior de él y me quede en shock cuando vi las dimensiones de su entrepierna, jamás en mi vida pensé que pudiera existir en la vida real un miembro de ese tamaño. El volteaba a verme fijamente, yo sentía que me consumía, empecé a sentir unas cosquillas en mi vagina que jamás había sentido y por un momento pensé que me estaba orinando porque sentía como me mojaba de ahí. Cuando ella se puso en cuclillas y empezó a engullir el falo de él contuve la respiración, no podía creer como devoraba ese trozo de carne mientras el hacía lo posible por no quitarme la vista de encima, yo estaba atenta a la felación pero podía sentir su mirada sobre mí, de pronto él la puso de pie y prácticamente le arrancó la diminuta bata dejándola completamente expuesta, la paro delante de mío y él detrás de ella, pasó sus manos por debajo de los brazos de ella y comenzó a acariciar delicadamente sus redondos y perfectos senos y con el dedo medio rozaba los pezones en pequeños círculos y se veía como se levantaban, luego bajo sus manos a sus caderas y poco a poco las fue resbalando a la pelvis hasta llegar a su perfectamente bien depilado coño, para mi sorpresa ella subió una de sus piernas al brazo del sillón donde estaba y me dejo ver su labios vaginales, y él tomo con sus dedos los labios mayores y los separó dejándome ver su perfecta vulva que escurría, como sentía yo la mía, yo sentía que mi corazón se iba a detener en cualquier instante, atónita contemplaba su coño, cuando con el dedo medio derecho comenzó a tocarla, me dijo acércate y observa bien, te voy a mostrar un clítoris. Con muchos nervios, pero con más curiosidad me acerque y la abría diciéndome que si veía bien, a lo cual solo asentía con la cabeza que sí. Y lo vi ese pequeño órgano, apenas sobresalía de un discreto capuchón de piel rosada, el cual recorría delicadamente y que al parecer ella disfrutaba mucho pues constantemente sus piernas parecían rendirse mientras gemía y movía su cadera buscando la pelvis de él.

Lo vi introducir sus dedos en su coño, entraban y salían completamente mojados y los gemidos de ella eran más fuertes, la veía mover sus caderas al compás de los movimientos de sus dedos, veía como apretaba su vagina atrapando los dedos que estaban en su interior y yo sentía una excitación que jamás había sentido. Sudaba y me di cuenta que estaba moviendo mi cadera buscando que aquella sensación se hiciera más intensa. Los gemidos de ella ya eran gritos y de pronto un chorro de líquido fluyó de su interior, el sacó los dedos de prisa y la sostuvo de la cintura, se estremecía mientras el líquido se escurría por sus muslos y sus tetas se bamboleaban.

La tomó en brazos como si una muñeca se tratara y le acostó en el sillón raro, dejando sus caderas en lo alto del sillón, por fin tuvo sentido para mí la función de aquel sillón, quedaban de perfil a mí, pero el tomo un control remoto, encendió la gran pantalla y una cámara que hasta ese momento no me había percatado de ella y la  cuál enfocaba directamente a la hermosa y perfecta vagina de ella, jugosa y rosada, el, se hincó frente a ella y en la pantalla tenía una toma perfecta del rostro de él acercándose a su coño, sus manos abrieron de nuevo su vulva dejando de nuevo el clítoris expuesto, y con la punta de la lengua, el comenzó a rozar el clítoris, ella luchaba por no moverse, la veía contraer su abdomen y apretar los puños, su rostro tenía una expresión de inmenso placer mientras el lamía su clítoris. Yo por mi parte sentía que no parpadeaba viendo aquella escena, como él pasaba su lengua por todo el coño mojado, incluso metió la lengua dentro de ella, luego se prendió de su vagina, la comía como quien come una fruta dulce y jugosa, se escuchaba como sorbía y ella se retorcía de gusto apretaba con sus ansiosas manos sus senos desesperada de tanto placer que parecía estar recibiendo, repetía una y otra vez los movimientos con su lengua, su boca se prendía una y otra vez del rosado y sensible coño, comenzó a meter también sus dedos hasta que ella comenzó a retorcerse, casi convulsionar, gritaba gruñía, y chorros de sus líquidos empapaban la cara y pectorales de él, parecía un manantial inagotable.

Mientras ella aún se retorcía, él se puso de pie, tomo su falo y sin más, lo metió en el coño de ella de un solo golpe, ella solo hizo un grito ahogado, mientras la tomaba por la cadera y empezaba un cadencioso movimiento de cadera, en el vaivén se escuchaban los sonidos del sexo, la humedad de sus sexos se podía ver en la pantalla como aquella verga enorme y llena de venas sobresaltadas entraba y salía sin mayor problema de ese dulce coño, parecía magia como se perdía ese enorme y hermoso falo dentro de ella y salía empapado, viscoso, en ciertos momentos dejaba su verga dentro de ella por unos segundos y ella comenzaba a mover sus caderas apretando dentro de ella ese falo glorioso.

Sacó su verga y tomo de la cintura a la chica, la empinó en el sillón dejando sus caderas expuestas y tomando su verga con la mano derecha la acercó a su vagina nuevamente y sin mayor preámbulo empujo dentro suyo su enorme trozo de carne duro, ella pareció gozárselo y entre la maravillosa vista de sus nalgas separadas por aquella enorme verga y los sonidos del sexo cada vez más placenteros, el ruido de la humedad, el golpeteo de las nalgas de ella contra la pelvis de él y los gemidos de ella y una especie de gruñidos de él, que me veía y eso hacía que mis entrañas ardieran cada vez más. Nuevamente ella gritó aferrándose al sillón con sus manos y sus fluidos manaban copiosamente de su entrepierna escurriendo por sus muslos.

Yo sentía que no podía más, mi agitado corazón parecía enloquecido latiendo a una velocidad impresionante, mi sexo empapado palpitando, sudando por el éxtasis, mis pechos erguidos deseosos de ser tocados.

En un movimiento brusco el salió de ella, su enorme falo empezó a palpitar, como su tuviese vida propia, él lo tomo con su mano izquierda y lo levanto un poco haciendo movimientos masturbándose y un el chorro de su leche callo sobre las nalgas de ella, llenándola de semen, todo esto sin dejar de verme, yo estaba maravillada de ver la forma en que aquel chorro saló disparado de su verga mientras gruñía y jadeaba, un adonis de piel bronceada brilloso de sudor y de los jugos de ella, ella llena de néctar de hombre gimiendo y sudando, que maravillosa escena.

Él tomó una toalla que estaba en un perchero, se la puso y despacio se acercó a mí, mientras yo atónita aún tenía la respiración entrecortada y temblaba. Me desconectó de aquellos aparatos y me dijo que todas mis reacciones habían quedado registradas, que las iba a estudiar a detalle y que me daría cita para la siguiente semana, pero que me dejaba de tarea pensar en lo que había visto y jugara yo sola y en la siguiente cita hablaríamos de ello.

Amablemente me acompañó a la puerta y se despidió de mi tan cortésmente que parecía que nada de lo que había presenciado hubiera ocurrido.

Me fui a casa en shock, todo el camino de regreso solo pensaba en ello, el cuerpo de él, el cuerpo de ella, la forma de correrse de ambos, su manera tan plena de entregarse, su desenfado al mostrarse de una forma tan íntima. Pensaba en como llevaría a cabo la tarea que me dejó si jamás había podido masturbarme, nunca me concentraba lo suficiente y la culpa inculcada por tantos años en la familia no me lo permitían. Busqué en la red distintas formas de masturbación femenina y encontré una tienda en línea donde vendían juguetes sexuales donde prometían discreción absoluta y entrega a domicilio el mismo día, estaba tan ansiosa por evocar los vivido en ese consultorio que hice mi pedido, como no tenía ni la menor idea de que pedir, pensé que para empezar tendría que ser algo pequeño, así que me decidí por una bala vibradora, la cual decía tenía diferentes velocidades.

Cabe decir que todo el resto del día (desde que salí de la consulta hasta que llegó el juguete), me la pase ansiosa y sumamente excitada, la humedad en mi entrepierna no cesaba, solamente pensar en la mirada del terapeuta sobre mi mientras penetraba a la chica me erizaba la piel.

Por fin, tocaron a mi puerta y corrí a abrir, sabía que era el mensajero, moría de emoción. Recibí el paquete y jamás pude alzar la mirada al mensajero, sentía pena pero también gran morbo de pensar que el sujeto supiera lo que contenía el paquete. Probablemente al sujeto solo lo contrataron para entregar el paquete, pero mi mente volaba.

Abrí el paquete, lo encendí y non tenia carga, mi desesperación era demasiada, lo puse a cargar y trate de distraerme viendo algo en tv, de lo cual no tengo la más remota idea de que se trataba el programa, solo contaba los minutos para poder usar mi juguete nuevo.

Pasó una hora exactamente y salí corriendo a mi recamara, desconecté el aparato, que si era pequeño, quizá menos de 10 cm, lo encendí y era en verdad muy potente y solo era en la #1, fui probando cada una de las velocidades y pensaba que quizá mi compra había sido en vano, quien me garantizaba que esa cosa me haría sentir todo lo que sentí viendo aquel espectáculo sexual.

Me desnude, me recosté en mi cama, antes corrí cortinas y apague las luces, quedé completamente a oscuras, cerré los ojos y con un profundo suspiro comencé a evocar aquel escenario, los cuerpos sudados genitales escurriendo, tetas bamboleándose, sus manos sobre su culo, su lengua dentro del coño tan perfecto y tan jugoso, su verga llena de venas, grande, turgente, mojada, con la cabeza brillosa por sus jugos, mi cuerpo empezó a reaccionar, mis pechos subían y bajaban por mi respiración, mi coño comenzaba a babear, mis pezones se erguían y así fue como encendí el aparato, en la velocidad más baja, recodé como él jugaba con su dedo medio en el clítoris de ella haciendo pequeños círculos, imité la acción con mi juguete, con una mano sostenía el juguete y con la otra separaba mis labios mayores, coloque la bala justamente sobre mi clítoris y pude sentir la vibración no solo en mi clítoris, sino que sentí una corriente por todo el cuerpo, que delicia, mi coño se mojó mucho más y más, sentía como mi vagina se contraía, palpitaba y mis pezones se ponían duros, decidí aumentar la velocidad hasta el 3, la sensación era entre sublime y sucia, podía escuchar los gruñidos de animal en celo del terapeuta mirándome fijamente. Me descubrí gimiendo y moviendo mis caderas como si me estuvieran cogiendo de verdad, apretaba mi pelvis como queriendo apresar un falo, aumenté hasta el #5 la velocidad y mis movimientos empezaron a hacerse más bruscos, mis gemidos más intensos, ponía tensa mi pelvis apretando mi coño y el culo, arqueaba mi espalda , sudaba, temblaba y arqueaba mi espalda, en mi mente vi al terapeuta acercarse a mi coño y comenzar a lamerlo y ahí, precisa y justamente ahí mi cuerpo se tensó como una tabla, los dedos de mis pues se contraían igual que mis pernas, quería gritar pero solo abría la boca y el grito se quedaba atorado en mi pecho, mis jugos salían de mi coño sin poder controlarlo, por un momento hasta siento que dejé de respirar. Quite el juguete y poco a poco todo mi cuerpo se fue relajando, mi respiración poco a poco se fue haciendo regular, sentí como mi cuerpo se fue soltando hasta quedar completamente relajada y me descubrí sonriendo.

Esto lo estuve haciendo todos los días hasta mi siguiente consulta.