Sunday.

"Domingos sin amor"

De regreso a casa pensaba: "Fue un buen día". Tras el cristal miraba.

Paisaje semi urbano; montañas verdosas a lo lejos, cableado eléctrico de cerca.

De regreso a casa sonreía, "Fue un gran día".

Camioneta familiar.

Matub.mp3 en el celular.

Bóxer ajustado.

Playera angosta.

De regreso... a casa... recordaba:

De esos días que parecen que todo va  a salir mal, pero te esfuerzas para que no sea así, muy temprano dejé en mi cama a Morfeo y soñolienta me hundí en el closet, no trataba de buscar Narnia, sino buscaba algo cómodo/lindo/digno que ponerme. De esas veces que las mujeres sentimos que cenicienta tiene mejor ropa que una... y… nada... nada... nada... esto si… no mejor no… ¿Por qué estoy tan gorda?... blah blah blah … le recriminaba a la mujer del espejo.

Risas a lo lejos… “Ya no voy”…. “Espérenme 10 minutos”… “¿Alguien ha visto mi toalla?”… “¿Dónde meto esto?”… “¿Y las cervezas?”…

Sí, salida dominguera familiar… bueno, masiva diría yo… pues en mi familia se tomaron muy enserio eso de “multiplicad la tierra”. No es que no me gusten los domingos familiares, sino que llevaba días viviendo entre fiebres y mocos que ir a nadar no se me hacía una idea buena, mas accedí a ir porque necesitaba un des estrés social urgente. Y así partimos en caravana hacia las afueras de mi estado, a una reserva natural con complejo de “parque acuático”, caracterizado por pozas de aguas y cascadas de un lado, restaurantes a manera de bares en el centro, y al otro lado, piscinas y más piscinas. Una delicia aquél lugar.

Me sentía enferma, no sé si de salud o de espíritu, pero me sentía muy muy enferma.

La efusividad de los míos dejaba en desventaja mis intentos por parecer alegre. A toda prisa nos instalamos en lo que parecía ser un bungaló tropical, aunque yo lo decía “choza”.

En mi familia tenemos un especie de dicho: “Primero lo primero”. Sí señores, eso primero no es otra cosa que comer. Así que ya se imaginarán que fue lo que llegamos a hacer.

Las madres sacaban la gran variedad de comida que cada quién aportó, mientras otros preparaban la barra para dar inicio al bufet que en breve tendríamos, y mientras mis primos y hermanos se tomaban la típica selfie, me escabullí al rincón de la choza.

Y así, sentada encima de la barra, a un lado de una gran palmera, miraba a mi alrededor, estábamos instalados en una de las #ZonasVips, no por pretenciosos sino porque solo en la zona vip cabíamos tantas personas juntas. Dicha zona quedaba en lo alto, a manera casi jerárquica habían más chozas de menor tamaño en la parte baja, incluso sombrillas y sillas, para los más necesitados supongo.

Miré… miré… me gusta mirar pensé… mi atención se centró en una de las chozas vecinas de abajo… un hombre adulto fumaba… una anciana le ponía bloqueador a una niña, una mujer adulta revisaba una maleta, un chico se estiraba, un bebé de poco más de un año hacía rabietas…. Una chica se sentó, cargó al bebé y se dispuso a amamantarlo… el bebé no quería, jugaba con su comida, constantemente se desprendía de aquel pezón proveniente de un pecho firme y grande; y como buena lencha pensé “yo quiero” mientras me mordía el labio inferior con cierta lujuria, de pronto se tapó, quitando abruptamente al niño. Alcé mi vista y ¡oh sorpresa! La chica me estaba mirando, ¡Puta madre! Volteé a ver la palmera ¡Que obvia! Volví a mirarla, me seguía viendo, ¡Sí, si se dio cuenta! Me escandalicé en silencio, corrí al centro de la choza, rezando que no viniera a reclamar o algo por el estilo; el banquete estaba listo, casi por inercia me senté a comer, cucharada tras cucharada, ¡qué oso! Pensaba, poco a poco fui recuperando la calma; y me concentré en el bullicio que hacia la familia, que Vouyer y enferma eres, me dije. Sonreí como un niño se ríe de alguna travesura cometida.

Pasó tiempo, todos se alistaban para meterse a las aguas, yo estaba muy llena, temía que se me reventara una tripa, como según los cuentos de mi tía, sucede si te metes a nadar sin haber reposado la comida. Miré  a la choza vecina, ya no estaba nadie. Suspiré aliviada. Me reí nuevamente.

Fui el tributo voluntario para cuidar la choza, puse música clásica ¿Por qué no? Me dije. Abrí anticipadamente una botella de tequila y un squirt, ah claro pero sin hielos, no buscaba una recaída gripal. Me puse las gafas, y a observar gente para evadir mis pensamientos.

Pasó un rato, llegaron mis primos.

-Vaya, vaya, comienzas sin nosotros.- Dijeron.

Sonreí y alcé mi vaso para invitarlos a mi personal festín.

Después de un rato, me aburrí de su relajo.

-Daré una vuelta.- Les dije.

Recorrí las piscinas, los bares, y llegue a las pozas de agua. “Qué belleza” susurré.

La mitad de mi familia se encontraba ahí, los adultos en una y los niños en otra, de menor profundidad, supuse. Dude en meterme, pero al final lo hice. Nadé y nadé, después de un rato me harté. Quise hacerle compañía a los niños, el agua llegaba a mis caderas, piedras duras y dolorosas como piso, caminaba entre hojas y peces, si peces grandes. Que miedo… era un gran lugar para observar, mas no para nadar ahí.

-¿Vamos a las piscinas?-Propuse.

-Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii- Lo dijeron con tono de, si por favor sácanos de este pantano.

No sé ni cómo carajo me metí, pues no podía salir, me puse en medio de lo que parecía unas escaleras improvisadas para ayudar a salir a todo mi Kinder Garden, uno por uno, eran 11. Cuando lo hacía sentí que alguien aguardaba al final de esas escaleras improvisadas, miré de reojo y era una mujer acompañada de una niña; que se esperen, pensé.

-Pss psss

No Volteé.

-Psssss Psssssss

¿No se pueden esperar? Pensé con fastidio.

-Psssssssssssssssssssss Pssssssssssssssssssssssss

-Ahorita nos quitamos- Dije sin voltear.

-No es eso, quiero preguntarte algo.

-No, no todos son mis hijos.

Rió.- Tampoco es eso.- Replicó.

Por fin terminaron de pasar todos, con cuidado y miedo crucé por completo las escaleras, la miré bien. Sí, la chica de las tetas ricas. Me escandalicé en silencio- ¿Qué querrá?- Pensé recordando la pregunta que me quería hacer.

-¿Está muy hondo?

¡Excelente! Los lentes me camaflujean, me dije.

-No, pero está horrible. Hay piedras, peces y hojas, y creo que hasta personas muertas.

-¿Queeeeeé?- Grito la niña acompañante.

-No es cierto está jugando- Le dijo mientras reía.

-Estoy jugando niña.- Le sonreí, para calmarle.

  • Es mejor las piscinas, vámonos.- La niña

-¿Estamos un rato y nos vamos sale?- La chica de las tetas ricas.

-Adiós- Dijo la chica vouyer, tratando de escapar de ahí.

-Espera, ayúdame a bajar ¿Sí?

-Mi kínder me espera, lo siento- Dije alejándome- Cuidado con las serpientes- Alcancé a gritar.

Atrás oía a la niña escandalizarse, temí que descubriera que era yo la pervertida de la zona vip. Nos instalamos en una alberca dividida, una mitad no pasaba de los 50 cms  y la otra se mantenía cerca del 1.40; ideal para todas las edades infantiles, me gustaba la compañía de los niños, no en plan pederasta, sino que, son tan divertidos, que me gusta reírme de sus ocurrencias. Jugamos, competimos, nos aventamos del tobogán, lloraron, fuimos al baño como 6 veces, me harté y los enseñé a orinar dentro de la piscina, se rieron. Nos reímos. Y así pasaron dos horas. Me salí con las niñas a acostarnos en los camastros. Con un ojo al gato y otro al garabato, pues los chicos se echaban clavados. La vi pasearse, con su berrinchudo hijo, me noto mirarla, sonrío y se acercó.

-¿Eres maestra entonces?

-Sí, claro, los traje de excursión- acomodando rápidamente las gafas- ¿Te divertiste en las pozas?

-Sí, ya sabes no todos los días una puede darse el lujo de nadar en fosas clandestinas- Lo dijo imitando mi sarcasmo.

-Me alegra, De casualidad ¿No encontraste a los 43 normalistas ahí?

-No, quizás estén en la poza de las cascadas. ¿Quieres ir?

-Ahí hay anacondas, y mucha agua para mis alumnos.

-Bueno… - La interrumpió otra rabieta de su hijo, quería meterse al agua al parecer.- ¿Qué hago en estos casos maestra?- Dijo riendo y cargando al bebé.

-Darle sus nalgadas, para que se eduque.

-Creí que me diría, darle de comer.- Me miró fijamente- Aunque no lo haría, hay cada gente… ¡Que para qué le cuento!- Dijo con una sonrisa de, ya sé que fuiste tú cabrona.

-¿Qué?- Fingí demencia, después me eché a reír- Yo no te estaba viendo.

-Ah sí mirabas la palmera, los cocos de la palmera.

-Por dios- reí de nervios- Disculpa- repliqué apenada.

-¿Te disculpas? Qué linda, no eres tan depravada como pensé- entró al agua.

¿Qué rayos? Algo quiere esta chava, y no creo que sea mi número de whatsapp, pensé. ¿Me estaba coqueteando? Obviamente sabía que yo la miraba lujuriosa, ¿Quién habla con alguien que te ve lujuriosamente, sino te hubiera gustado que lo hiciera? Ella me miraba constantemente y me sonreía. ¿Es una invitación a algo? Mis pensamientos fueron interrumpidos por los ademanes de unos de mis tíos. Quería que fuéramos a uno de los bares-restaurantes; a mi kínder no le dijeron dos veces pues corrieron a manera de competencia, yo me levanté pesarosa, y me fui sin mirarla. Podía sentir su mirada en mis espaldas, o culo, aunque culo casi no tengo, así que no creo que fueran dirigidos ahí sus ojos, así que me quedo con la hipótesis de la espalda.

Me pedí una botana buenísima para hacer enojar a mi gastro, si estuviera ahí obviamente, y además una de esas “Micheladas”. ¡Chingue su madre! Le dije a mi vesícula biliar. Pensaba en lo ocurrido, ¡Qué zorra! Concluí. ¿Qué querrá? Sexo casual seguramente, está casada. ¿La otra niña será su hija también? Lo dudé. Su primer hijo, ni un año y ¿Ya quiere ponerle el cuerno al marido? O al menos que quiera un trío. Sí un trío ha de querer. Me asqueé de pensar, me concentré en el relajo que hacía mi numerosa familia. Con los tequilas y las micheladas ya andaba entonada. Se fueron yendo del bar, me quedé con la borracha de mi tía y mi hermana que intentaba hacer la “cascada” con el humo del cigarro.

La vi entrar, me miró, percibí que solo se había ido a pasear por mí. Ni que tuviera tanta suerte, pensé. Las chicas no se consiguen así, como describen las escritoras de TR, a cada rato y por montones, en cada esquina una nueva. Esto es la vida real. Me paré como para evadir cualquier emoción que me produjera el haberla visto ahí. Busqué a mis primos. Sí, ahí en una alberca, ya entonados, jugando a quitarle los bóxer a uno de ellos. Me senté donde estaba nuestra bonita hielera, saqué una cerveza y los miraba divertida. Saqué otra y mostré “dedo” al salvavidas que me sugería beber lejos de la alberca. Otra más y me metí a nadar. Joder, ¿No es hermoso nadar ebria? Que sensación tan relajante, sentí que flotaba como una alga en el océano.

-Goe, vamos a la otra alberca.

-Yo los alcanzo, me reía como loca.

-Aquí te dejo otra, bebé.

En esa alberca había pocas personas, hasta que me topé con una niña que creía conocer. Si era la niña que acompañaba a la chica esa. Giré la cabeza buscándola, y ahí estaba apenas para entrar al agua, me miró y sonrió, atrás venía el sujeto, que intuí era su esposo. Ya vienen a proponerme un trío, pensé.

Me instalé en las escaleras, con medio cuerpo sentado en el agua, en la mano la cerveza que mi prima había dejado. Me miraba, con esa mirada que podría derretir el ártico, sin importarle su esposo, sin importarle nada. Lo juro, bueno quizás estaba ebria, pero juro que así me miraba. Bueno no me crean tanto. Pero si me miraba.

El sol menguaba, la luna necia de febrero se asomaba, sentía melancolía típica de las tardes del domingo, comencé a recordar a mi ex, quién me había hecho llorar cada madrugada desde hace un año que decidió irse, y que por alguna torturable razón aún no le superaba. Comencé a irme en pensamiento, pensé en el mito del Andrógino, medité sobre ese vacío infinito, sobre esa búsqueda para evitar estar en falta.

Siempre estaremos en falta concluí. Y al susurrar esto último, más triste me sentí.

Me fui en pensamiento y no sé cuánto tiempo pasó.

-¿Estás bien?-Me dijo en voz baja, poniéndose de cuclillas y colocando un mechón de su pelo detrás del pabellón auricular.

-Hola- La mire deslumbrada, como quien después de mirar tanto el cielo, mirar la sombra le ciega temporalmente.

-¿Estás borracha?

-Si te aprovecharás de mí, sí.

-Lástima que no traes un celular o la cartera en mano.

-Lástima tú que estés casada.

-¿Casada?- Preguntaba mientras se sentaba a mi lado- Con un buen abogado eso se arregla- Río.

-¿Qué quieres de mí?

-Besarte, tal vez.

-Pues bésame.

-Primero me tienes que invitar a salir.

-No salgo con casadas.

-No estoy casada, soy madre soltera. ¿Tampoco sales con madres solteras?

-Nunca he salido con una, ¿Tendremos que llevar a tú bebé?

-¿Sería problema?

-Sí, si te llevo a un motel en la primera cita.

-Bueno, entonces a la primer cita no lo llevamos, pero a la segunda sí.

-Mmm ¿Puedo darle sus nalgadas?

-No.

-¿Y a ti?

-Jajajaja, sabía que eras una pervertida.

-¿Puedo besarte sin haber salido contigo?

-No cita, no beso.- Río.

-Okay.

Me paré y caminé.

-¿Dónde vas?

-Ya me esperan- Señalé a la tribu requemada que en caravana acarreaban las maletas.

-¿Y la cita?

-No beso, no cita.

Se puso de pie y caminó hacia mí – ¿Es enserio?- Dijo con ironía.

-Sí- Seguí caminando.

-Qué idiota eres.- La oí gritar.

No ayudé a guardar nada, abrí las puertas de la camioneta, y me quité la ropa mojada, me puse el bóxer de mi hermana y una playera de mi papá. Me subí. Arrancamos. Saliendo del parque, ahí estaba ella en su carro, el señor que fumaba, la señora, la anciana, la niña y el sujeto que creí era su marido, el bebé estaba dormido, supuse. Me miró. La miré tras el cristal. Me miró como quién ve pasar a la fortuna. Sentí el impulso de bajar. Su mirada, derretía mi ártico. No lo hice. La dejé pasar, como quién deja pasar una moneda de 10 pesos tirada en la calle, con la certeza de que alguien que realmente la necesite, la tome. Le sonreí.

De regreso a casa, pensaba, de regreso a casa reflexionaba. Esto es la vida real, me dije. Aquí no pasan cosas buenas a gente buena, no es que sea buena, ni es que sea mala, pero me gusta pensar que estoy en medio. No es una historia de TR, me decía. No puedes seguir viendo en cada persona que te encuentres una posibilidad de que sea “la indicada”. Terminarás destrozada con cada amorío al que le tengas la fé de que será diferente, y, cuando venga “él indicado” no te quedará nada para dar, sino quitar. Y si está chica de las tetas ricas ¿Fuera la indicada? Piensa, ¿Qué tiene de común con los amores pasados? Que fue rápido, a primera vista, a primer impulso. Exacto. ¿Cómo sabré cuándo del  indicado se trate? No lo sabrás, mas ¿Para qué sirven los fracasos, sino para aprender de ellos? Solo preocúpate que no se parezcan a los anteriores. Me asquee de monologar.

Cansada de casualidades, si esta chica tiene que figurar en mi vida. Lo hará, tarde que temprano, la volveré a topar. Sino, pues ni hablar, una lagrima menos por llorar. Concluí.

Fue un buen día. Sonreí.

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