Sumisomasoca (la escena del vestuario)

Escena de sexo y humillación en los vestuarios de unas instalaciones deportivas. Violación de sumisomasoca por un chulo del gimnasio.

Hola, me llamo Miguel, tengo 23 años, soy delgado, depilado y cabezita rapada, culito respingón ojete abierto y muy tragón, buen chupapollas, complaciente, servicial, sumiso y promiscuo por naturaleza. En general buen amante.

Os contaré lo que me sucedió el año pasado. Llegaron los finales de septiembre y el complejo deportivo estaba a medio gas. Solo los verdaderamente obsesionados con el deporte, los que  habían pasado los exámenes, algunos de los que estaban en examenes y algunos no universitarios (pero con pase de la piscina municipal) hacían uso de las instalaciones... vamos, que la mayoría unos cuerpazos! Mmm… y yo, que por circunstancias (que ya comentaré más adelante) me había quedado solo en el piso y sin chulo que me zurrara la badana disponía de la mayor parte del tiempo para darme a los placeres.

Y por eso me pasaba todo el día metido allí.

Así, con los vestuarios de la piscina, los del gimnasio, las saunas, la sala de hidromasaje, las pistas casi vacías uno podía deambular todo el tiempo que quisiera... de las duchas a la sauna, de la sauna a los vestidores, de los vestidores a los servicios de los servicios a la sauna... rondando el territorio de caza, buscando hueco donde apostarme y exhibirme como una presa para aquellos que necesitaran descargar la testosterona acumulada de los exámenes y el ejercicio físico.

Así estuve dos semanas yendo regularmente de la mañana al mediodía, y después de comer volvía y hasta la hora de cierre, pensando en sexo, en pollas, en semen, en mi agujero abierto...aunque había follado bastante aquellas semanas, con desconocidos, y con habituales, y con los que podía pillar allí no tenía suficiente y mi compulsión iba a más. Al cabo de tres semanas, había conseguido captar las atenciones de tres chavales, de cuyos nombres nunca llegue a saber, y de un par de hombres adultos, Jorge y José, a los que complacía con mi boca, mi culo y mis caricias, y que me follaban siempre que querían y coincidíamos a solas.

Yo siempre estaba dispuesto, acostumbrado y entrenado a putear en el ambiente siempre tenía buscado algún sitio donde poder arrodillarme a chuparles la polla, o donde ponerme a cuatro patas y recibir una buena enculada a escondidas de miradas indiscretas. Entre polvo y polvo iba a la sala de musculación, o a la piscina, a hacer algo de deporte para refrescarme, para observar la fauna, y para dejarme ver.

Pero eran polvos normales, sin mucho que resaltar, sexo suave, como la mayoría, y yo estoy hecho para las sensaciones fuertes, o eso creía. Aun así el placer que me proporcionaba chupar una polla (o diez, o veinte…), de arrodillarme ante ellos y ver como se la meneaban delante de mi cara o me ponían contra la pared y me la metían para correrse a los 5 minutos muchas veces... era suficiente por el momento, además alimentaba aun más mi apetito sexual, y alimentaba mi ego de esclavo del sexo con el que luego me hacia pajas brutales en ausencia de mi chulo habitual. Aunque muchos se corrían fuera de mi culo (o de mi boca) sin darme el regalo de su semen, solo por el hecho de hacerlo, de regodearme en caer tan bajo y sentirme tan puerco lo hacía con todas mis ganas  es por lo que día tras día, durante aquel mes de vacaciones repetía estos encuentros ininterrumpidamente.

... cuando un dia...

Los vestuarios estaban, aparentemente vacios, y habíamos entrado en un probador con Jorge, un machaca de 1,80 y 85kg de puro músculo y sobre todo 20 cm de polla dura, bastante gorda, y un par de cojones gordos y peludos, y siempre a reventar de leche. Jorge era un tipo callado, silencioso, de pelo en pecho (pero recortado) y que casi nunca decía nada... pero un salvaje en el sexo. Pero esa vez… esa vez sí que puse a prueba mi límite.

Me empujó contra la pared del probador con cara de mala ostia y simplemente, me dijo con voz ronca por la excitación...

  • vamos, putita, ya sabes lo que me gusta. Quítate esa mierda de bañador y pon el culo.

Sonó un poco extraño, como si no fuera él, la voz demasiado alta, un poco estridente, una actitud muy agresiva, y demasiada cháchara de guión porno cutre, él que siempre era tan callado, y más rabioso por follarme que nunca. Estaba claro que quería humillarme verbalmente... quizá físicamente, usarme, hacerme su puta en ese momento y...

Obedecí automáticamente, sin pensar, como un autómata, me parecía alucinante que aquel hombre, tan callado, en apariencia tan reservado, que desde el primer día que lo hicimos no decía ni mu, que le chupaba la polla y se corría en mi boca y se las piraba sin dirigirme la palabra, o me cogía por detrás y me follaba hasta correrse, y en perpetuo silencio la sacaba se subía los boxers y se marchaba sin decir producir ningún sonido... aquel día... se estaba comportando como un rudo semental abusón desesperado por descargar los huevos en un agujero. Y estaba como... ¿cabreado conmigo?. ¿Por darle lo que estaba pidiendo a gritos?.

Yo me puse nervioso entre excitado y temeroso de la clavada que me podía meter con esa herramienta, siempre había sido rudo… pero esta vez… Yo, que era el que le decía guarradas al oído para picarlo y calentarle, ahora callaba, expectante, a la espera de lo que podía pasar, pensando “¿Qué coño está pasando aquí?” Y al mismo tiempo feliz por sentirme una puta viciosa y complaciente con un macho como ese.

No llegue a bajar el bañador a los tobillos, cuando, en esa postura, casi con las manos en los tobillos sujetando el bañador, la entrada de mi orificio se ofrecía completamente expuesta para recibir un envite. Y sin esperarlo tan pronto, el muy cabrón hundió su polla en mi ojete con todas sus fuerzas. Sin lubricante ni nada. De esta forma aunque mi agujero por muy salido y dilatado que está, sin lubricación, parecía como si fuera virgen. Debido a lo gastado que tengo el agujero de tragar pollas y hacerme lavativas tengo los pliegues anales bastante resecos y sin un buen salivazo o lubricante no me entra bien, sin embargo la gran polla de mi amante atravesó el obstáculo de la lubricación por la fuerza bruta, embistiendo con todas sus fuerzas desde la punta del capullo hasta la base de los huevos. Haciéndome soltar lágrimas y quedándome mudo debido al shock, la follada, sin lubricación, me rozaba más, lo irritaba lo inflamaba y lo forzaba abrirse hasta que la mucosa intestinal empezó a recubrir todo su miembro, y la penetración empezó a ser más fluida, al notar ya el camino libre empezó a bombear de una forma aun mas frenética, salvaje, jodiendome a mala leche, como queriéndome partir en dos. Si al principio sentía que me desgarraba, ahora sentía que me machacaba por dentro. Sobre todo al llegar al fondo del culo, donde hacia tope y ahí, incándola con todas sus fuerzas es donde su polla cabezuda golpeaba más duro.

Yo chillaba, gemía, jadeaba, como un puerco, y por momentos sollozada, me quejaba y lloriqueaba como una niña. Me sentí violado, y al mismo tiempo no estaba siendo violado. Sentía que me estaban partiendo en dos y dolía, pero me daba placer... y era tortura marabillosa. Hacía tiempo que no me follaban así que no fuera mi chulo y sus colegas, y de eso hacía meses. Estaba en el séptimo cielo. O en el séptimo infierno... según se mire.

Durante toda la cabalgada no fui capaz articular palabra coherente, quería decirle, "ah, para, bruto, me haces daño" pero también "sigue, sigue así... hazme tu puta" y lo único que era capaz de decir eran balbuceos sin sentido, entremezclados con jadeos, gemidos de placer y alaridos de dolor.

Él en cambio sí hablaba.

-Ahi tienes, zorra, puta, maricona, querías polla, ¿no? pues toma polla.

Eso era lo más fino que me decía. Y no paraba, seguía humillándome mientras me embestía en aquel probador de los vestuarios. A solas.

Al fin conseguí recuperarme del shok y dominar los temblores orgásmicos que me recorrían el cuerpo y pude suplicar entre sollozos siii... por favor... hazme tuyo... haz con mi culo lo que quieras, abusa de él, follame hasta correrte porfavor...

  • que gusto me da ese agujero que tienes, maricón. Quédate quieto, así, deja que yo haga...deja, te voy a dejar el culo abierto para toda tu puta vida... mariconazo de mierda. Me voy a correr en tu puto culo.

-por favor! si! lléname de leche, dámelo todo, dámelo dámelo! aaah aah cabrón me estas destrozando el culo.

Así siguió un buen rato jodiendome el ojete, yo lo tenía tan abierto e hinchado a la vez que su polla entraba y salía con total facilidad, casi sin fricción alguna. Sentía mi recto como una pulpa de gelatina, como una masa blanda y carnosa que recubría toda la tranca de Jorge y se adaptara a todo el recorrido de su mete-saca brutal. Yo sentía que eso estaba ahí ahora para esto, para él, y que yo era para él eso.. un agujero donde meter la polla y follárselo hasta correrse. Y se lo jadeaba mientras me jodía por el culo.

Y Así siguió un rato más… menos frenético pero embistiendo con más fuerza. Mi culo ya no podía más, el roce de su polla con las paredes del recto me provocaba convulsiones y mi cuerpo intentaba rechazar al intruso empujando para afuera todo el recto, pero no lo conseguía, su polla seguía deslizándose dentro a contra corriente, dilatando más profundo, empujando todo mi recto para dentro hasta que se dilató más y mis músculos anales se contrajeron tanto empujando con el estómago que se empezó a echar pa fuera engulléndose toda la polla, provocándome como unas descargas eléctricas por todo el cuerpo. Ya no podía más, deseaba que siguiera, deseaba complacerle, deseaba esto que me estaba pasando, pero mi cuerpo no respondía… y le animaba a que siguiera y le suplicaba que parase y Jorge seguía, incluso se esforzaba más al clavármela. Me decía, “calla, puta, y traga polla. Que pa eso vales. Maricóna. Las mariconas como tu les gustan la polla por el culo ¿verdad? Pues cállate, culo tragapollas”

Y siguió un ratito más, hasta llegar a su final… mi esfínter con las contracciones ya había apretado lo suficiente la polla como para incrementar el placer de Jorge hasta el límite pero jorge aguantaba todo lo que podía conteniéndose, concentrándose en el culo abierto que se estaba machando y que quería seguir penetrando… forzando… gozando… mientras yo sollozaba sin disimulos. Cuando ya de nuevo volví a creer que no podría mas… por fín se vino

agggh maricón... toma leche, toma! trágatela toda por el culo. zorra.

El cuerpo del cabrón de Jorge se enervo todo, los músculos tensados al máximo preparado para explotar, noté como su verga crecía aun más en grosor, pegado a mí, dio dos enculadas breves pero con toda la potencia de su musculatura que me hicieron ver las estrellas... y mientras mis lágrimas resbalaban por mis mejillas, sentí la lefa chocar contra el fondo del intestino, note como mi tripas aumentaba por el volumen, note algo caliente y fluido que me llenaba las entrañas y apreté el esfínter para intentar que no saliera nada, pero mi esfínter apenas respondía. Jorge estaba corriéndose dentro de mí con todo el placer y la satisfacción del mundo y no paraba, parecía una fuente que no iba a agotarse nunca, y mis tripas intentaban acomodar toda esa cantidad de semen y de polla dentro de mi culo sin lograrlo del todo.

Estuvo un rato así, descansando en mi recto, recuperando la respiración, yo aproveché para enjugárme las lágrimas, reponer la compostura, aliviado de que por fin acabara su faena y quedara satisecho conmigo. La sacó despacio, intenté cerrar el ano al salir esa tranca de mi cuerpo para no dejar escapar ningún fluido, pero me fue imposible y el semen resbalaba por mi ojete y por mis muslos. Y tenía el culo abierto como una caverna. Aun así sentí su semen llenándome las tripas, pues se había corrido muy adentro de mi y notaba el fluido moverse por mi vientre.

  • Ya está. Marica. Ya tienes tu ración de polla así que largo

No lo pude evitar. Tenía que hacerlo. Un último acto de sumisión y entrega un esfuerzo más. Y lo dejaría completamente satisfecho y yo un último grado más humillado.

  • No! Espera… por favor, antes de irte… déjame limpiarte la polla… por favor.

Me giré agachado como estaba, y su vergajo quedaba morcillón a la altura de mis ojos,  me acomode de rodillas frente a él, con dolores y calambres en el esfínter, completamente abierto, notando él fresquito del aire dentro de mis tripas. La tenia semiflácida y ahun así era inmponente, e impregnada de su lefa y mucosa del recto.

  • Eso, sé una buena puta y haz tu trabajo, límpiame la polla con la lengua. Vamos… no tengo todo el día.

Y me metí ese trozo de carne en la boca, y lo succioné y lo lamí, y lo relamí tragándome todo lo que quedaba adherido a su piel, su capullo, sus pelotas… cuando se aburrió del trabajo bucal que le estaba aplicando, me aparto con la mano y sin más salió.

  • Ya has tenido bastante polla por oi, maricón, ala… ahora… pa casita.

Y se fue. Allí me quede yo, de rodillas, con la cara babada de limpiarle la polla. El culo abierto y pringoso de su lefa con una mirada estúpida y conusa y una expresión medio de angustia medio de felicidad.

Cuando me recompuse me incorporé y salí del cuartito y me dirigí a las duchas mirando para todos los lados por donde se había metido Jorge, después de aquella follada… quería hablar seriamente con él y no dejarlo ahí en un polvo esporádico. Esa experiencia en el cuartito es lo que llevaba buscando hacía mucho tiempo y me había marcado para siempre

Y cuando llegue a la zona de las duchas, no puedo describirlo… me quedé de piedra

Allí esta él, duchándose, entre 8 tíos más, unos enjabonándose otros aclarándose, manteniendo un silencio tenso que obviamente enseguida estalló cuando aparecí  y que se giraron todos para mirarme y verme el careto de pasmado que se me había quedado. Debí ponerme colorado como un tomate, y varios se miraron entre ellos hecharon a reir de forma un poco histérica y con toda la malicia del mundo. “Gilipollas” pensé. Otro le dio un codazo a Jorge y diciéndole mientras me miraba de reojo diciéndole sin cortarse un pelo:

  • así que este es el maricón de la piscina que te trajinas… cabrón que escondido te lo tenias

  • Sí, que pasa, -respondió Jorge de mala ostia amenazando con la mirada a su interlocutor- al menos yo no me escondo y tengo donde descargar los huevos y no como tú que te matas a pajas todo el día.

  • Tranqui tío… perdona! No tengo nada en contra de los maricones, y menos contra ti… pero él

  • Si… ese, se pasa todo el día metido en los vestuarios, vaya vaya, ya parecía extraño ¿no? ahora ya sabemos a lo que viene

<< y… sí, había algunos entre los asistentes, nadie intimo, nadie importante, afortunadamente… pero conocidos.>>

  • Que puta y que guarro te pones delante de una polla  ¿He miguelito? Maricóoon!

  • Mariconazo! Se te ha visto el plumero de vez! Que! Como te ha quedado el culito

Habían estado en la piscina… evidentemente nos habían oído follar y todo lo demás y más con aquellos gritos que había pegado, jadeando como una perra en celo pidiéndole polla a aquel macho de hombre ¿qué había pasado? ¿Jorge me había tendido una trampa? No podía ser, Jorge estaba muy dentro del armario, pero lo había querido hacerlo saltar por los aires.

Estaba muerto de la vergüenza y la humillación. Un par de ellos estallaron en carcajadas. Y yo, callado, sin saber cómo salir del apuro fui como un autómata a la primera ducha libre que vi, entre dos de ellos que se pusieron rígidos de inmediato y al tiempo intentando hacer como que no pasaba nada. Al contacto con el agua caliente de la ducha y al intentar racionalizar la situación y preparar un poco las defensas.

Y cuando se había conseguido recomponer un poco la actitud general… vino lo que peor que podía haberme pasado en ese momento.

Se me vinieron todos los fluidos de la corrida de Jorge al recto, e incapaz de contenerlos, por la cantidad de lefa que me había echado dentro, y por la escasa fuerza que tenía en el esfínter… dilaté como un cerdo, y solté una buena descarga de lefa a chorro. El agujero se me abrió y se hecho para afuera mostrando toda la rosa del culo. La sensación fue como un calambre de placer y vergüenza, me flaquearon las piernas y con cara de circunstancia me apoye con las palmas de las manos y las rodillas flexionadas contra la pared de las duchas, abierto de piernas, en semi-cuclillas y sin posibilidad de controlar mi cuerpo ni mis emociones deje abierto el culo y un par de espesos borbotones de leche terminaron por juntarse con la lechada anterior. Un gemido gutural seguido de un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, mientras oía a mis espaldas como alguien se desternillaba de risa mientras que los dos que estaban  a mi lado exclamaron

  • Que guarro el maricón este, se está corriendo por el culo

  • He, mirad que chocho tiene en el culo el tio este.

  • He mira fijate, ¡fijate! Yo flípo tio! Que lefazo, que puta corrida tios. Lo ha lleanao a litros el tío!

  • Que caverna, le entra la de Alberto doblada… y más.

  • Que va, le entra la de Alberto, la tuya, y la de todos… parece un túnel.

Jorge era un macho, imponía respeto, los demás se abstuvieron de hacerle ningún comentario imponía demasiado respeto y la gente tenía una imagen de él demasiado varonil demasiado heterosexual para ridiculizarlo, pero a mi… me tomaron por el pito de un sereno… aunque no me extraña

Me giré bruscamente y para mirar de frente a Jorge, y todos se callaron. Me lo quedé mirando entre cara de furia y cara de a punto de echar a llorar. Vi que no reaccionaba y pasaba como si no estuviera. Entonces me giré de espaldas a todos y me empecé a enjabonar como si no pasara nada, pero al llegar a la zona de mi culo lo masajee bien, lo abrí, se lo enseñe a todos, me enjaboné y me metí bien los dedos, sin ningún tipo de pudor, lavándome bien a fondo, y empujando el ano para afuera para enjabonarlo y de paso sobarlo. Cuando acabe mi meticulosa limpieza me salí y me sequé. Todo el mundo pudo ver perfectamente lo abierto que tenía el culo, lo que me entraba y lo que me salía de él y lo excitado que estaba pues mientras me montaba el numerito de las duchas empecé a experimentar unas oleadas de calor por la vergüenza que llevaron de nuevo a la excitación. Y ya no me importó nada de lo que pudieran pensar pero sí por lo que pudiera pasar. Así que en esas estuve hasta que me vestí y me fui hasta la calle sin dirigirle la palabra a nadie