Sumiso nato XI: Los últimos momentos en el centro
El sujeto 1000 es sometido a una prueba final antes de dar por finalizado el tratamiento. Después de esta última evaluación espera en una diminuta perrera que impide completamente cualquier movimiento mientras se prolonga su humillación... hasta el último minuto.
- Sígueme perro -Ordena Vicky.
No responde nadie.
- ¿A quién perteneces?
Tampoco responden a esta pregunta. Esa voz Femenina sigue haciendo preguntas sin recibir respuesta alguna. Puede que se trate de alguien que no puede hablar o de que no hay nadie identificado con ese número.
- Descríbenos el cuerpo y cara que tienen y la edad.
Nadie habla...
Siento unas manos que me cogen la cara, me gira la vista hacia la izquierda, luego a la derecha, ahora al frente. A parte de las sombras que posiblemente sean de unas Señoras sentadas no hay nadie mas, sencillamente un haz de tres luces concentradas en un punto, pero no hay nadie en ese lugar.
Mira al lugar donde esperabas a que te llamáramos, ¿Ves a alguien ahí?
Muy bien Bridgidia, llévatelo.
Sí. Doña Bárbara.
998, colócate donde se juntan las luces.
Esa voz Femenina repite las preguntas de antes pero nadie responde.
Alguien se ha colocado detrás de mí, me ha cogido de la cara por la cabellera y la mandíbula para volver a dirigir mi mirada hacia el suelo, siento como restriega su lengua por mi cuello y parte de mi cara, me produce una sensación bastante incómoda, ahora coloca sus finos dedos en mis costillas y aprieta en mi pecho clavándome sin piedad sus uñas; no he tenido ocasión de verlas, pero creo que están afiladas. Si puede hacer esto creo que podría hacer cualquier cosa.
Ordenan a ese 998 que se retire, y llaman un tal 999, le ordenan que se retire y finalmente solicitan que se acerque el 1000. No entiendo nada, no he visto a nadie más que responda con un número; pero no puedo pensar en ello, me han llamado y debo responder.
Me dispongo a avanzar para colocarme donde me indican, pero alguien me empuja para acelerar mi paso y llevarme a un lugar cara al público, exactamente donde se juntan las luces, hacen que me ciegue la vista, intento taparme los ojos.
Veo que a un lado del escenario hay una mesa larga con cuatro Damas, la Directora de la fundación y doña Celia Navarro con sus dos compañeras de la consulta.
¡Insolente! -Exclama una voz femenina, dulce pero firme y autoritaria- ¿Quien te ha dicho que te tapes la cara?
Nadie Señorita, pero la luz me desl...
¿Si no te decimos que te tapes no tienes derecho, y lo sabes de sobra.
Lo siento mucho, pero...
¡Y cállate de una vez, no quiero oírte hablar, no estás aquí para dar explicaciones!
Esta Dama está usando un micrófono para que se le oiga por todo el auditorio.
En cuanto a Ella, tengo la sensación de que haga lo que haga me llamarán la atención por algo, un comen-tario fuera de lugar o un simple gesto, me esfuerzo por complacerlas, pero siempre meto la pata.
- Como saben, este espécimen es el sujeto 1000 -informa una voz femenina y bonita, mientras camina sobre este suelo de parqué-, para completar el millar de esclavos convertidos, resultó ser ideal; tras conocer su historial, siempre teníamos muchas espectativas sobre él, siempre mostraba tendencia a obedecer y respetar a su madre, su hermana ya sus profesoras y compañeras de lcase, en definitiva, a todas las féminas de su entorno sin importar la edad; aun siendo duramente humillado por ellas nunca se cansaba de obedecer y servir; conforme le lavábamos el cerebro hemos visto que esa tendencia a obedecer y dejarse humillar se ha incrementado progresivamente, cada vez le exigíamos mas, pero siempre mos sorprendía...
no veo bien a esta joven, la luz no me deja distinguir nada, la imagen negra de unas siluetas femeninas, no estoy seguro, pero creo que lleva unconjunto idéntico al de la dama que me ha agredido justo antes de traerme aquí.
...Nº 1000 -Se dirige a mí, tocánde la parte inferior de mi cara con la punta de sus dedos-, ¿Cual es tu nombre?
Gilipollas de mierda, Señorita.
No, tu verdadero nombre, ¿cómo te llamabas antes de de empezara todo esto?
No recuerdo si era tontio, retrasado, o gilipollas de mierda.
¿De verdad no puedes recordar algo tan simple como tu verdadero nombre? -Pregunta sonriente con tono burlón.
Así es, Señorita, me han llamado con todos esos nombres, y ya no recuerdo con claridad cual es el verdadero.
Levanta la mirada, desgraciado -Ordena sin apartar la mano de mi barbilla.
Sí, Señorita.
Obedezco y de inmediato me parte la cara, no sé por qué, pero se permite sancionarme con un bofetón.
Ahora besa mi mano, inutil.
Sí, Señorita -Respondo sosteniendo sus delicadas manos como si fueran un auténtico tesoro. Veo que sus uñas están pintadas de color carne y prcedo a besarlas.
¿Por qué me besas?
Usted me lo ha ordenado, Señorita.
Es cierto, pero incluso después de partirte la cara por qué sigues mostrando tanta devoción por mí?
Es mi obligación, ustedes mandan y yo obedezco, no importa si son muy crueles, tengo la obligación de obedecer incondicionalmente todas su órdenes.
Muy bien, en ese caso levántate, ponte de pie.
Sí, Señorita -Respondo acatándo inmediatamente su orden.
Pero antes de que pueda ponerme del todo en pie, Ella me coge del pelo, me da un rodillazo en los genitales y tirando de mi cabellera me obliga a caer al suelo.
Agonizando, encorvo mi espalda para adoptar la posición fetal mientras estoy gimiendo de dolor.
¿Te he ordenado que te tires al suelo o te lamentes por el dolor, perro?
No, Señorita.
Me da un pisotón sin piedad.
Enconces levántate, imbecil y recuerda que debes mantenerte erguidocueste lo que cueste.
Sí Señorita.
Me da otro rodillazo y pese al inmenso dolor mantengo la compostura.
- Dame la mano.
Yo se la doy, y me la dobla para obligarme a caer. Esto es demasiado, siempre encuentra el modo de ponerme en evidencia. Da unos pasos y se aleja unos tres metros de mí.
Ella me da una patada en la boca del estómago, clavándome la punta de su zapato.
- El público está ahí, no debes darles la espalda porque hay un centenar de Damas -Me da otra patada para darme la vuelta por ka fuerza-, al menos ten un poco de dignidad y muestra todo el respeto que debes también a Ellas.
Tiene razón, al caer y encorvarme no me había dado cuenta de que estaba cara a la pared.
Mientras me volteo se aleja a unos tres metros de mí.
Está claro que no puedes mantenerte en pie, es normal no eres una persona civilizada, pero que les des la espalda a estas Señoritas es inaceptable.
Venga, ahora besa mis zapatos.
Sí, Señorita -Respondo acudiendo a ella a cuatro patas.
Estoy justo delante de sus pies; cuando me dispongo a besarlos rápidamente y sin previo aviso levanta un zapato y me pisotea la cara sin compasión.
Perro, no debes levantar tu patética cara de mierda por encima de mis pies, me has demostrado que no eres digno de ello.
Sí, Señorita.
Se aleja otra vez.
Venga, te doy otra oportunidad; no dirás que no soy permisiva.
Gracias Señorita, le agradezco el detalle de todo corazón -Respondo arrastrando mi cara por el suelo.
Una vez mas, estoy frente a sus pies decidido a besarlos; esta vez no me lo impide. Siento mucha vergüenza, esta Joven me humilla delante de la Señorita Navarró y sus colegas de la consulta, la Directora de este infierno y si han dicho la verdad, un centenar de Mujeres que no sé si cononozco o no, no puedo verles la cara, la luz me deslumbra.
Siento que se pone de cuclillas y siento su mano acariciándome como si fuera un simple animal de compañía.
El tacto de su mano me hace estremecer del miedo a la incertidumbre. Siento el impulso de salir corriendo, pero... instintivamente beso sus zapatos con más entusiasmo.
¡Qué cariñoso! -Comenta sonriente, intento evitarlo, pero el sonido de su voz hace que me entregue con más ímpetu a sus pies- ¿Por qué me besas con tanta... pasión?
Usted me ha ordenado que los bese, Señorita.
¿Pero por qué con tanta pasión? -Pregunta de nuevo, resaltando mi entrega desenfrenada.
Sólo quiero complacerla de la mejor forma posible, Señorita.
¿Aunque te humilles hasta lo grotesco, vejatorio e imaginable?
Sí, Señorita, sólo cumplo con mi deber.
¿Y cual es tu deber?
Entregarme con todo mi corazón a la autoridad de mis Propietarias para tratarlas como Damas que son y obedecer de modo incondicional sus órdenes y de un modo igualmente sumiso de todas las Féminas del mundo.
Entonces, si una niña de cinco años de ordena de que lirvas un vaso de aguga o que te desplaces a cuatro patas para que la lleves como si fueras un caballo, lo harías?
Sí Señorita, obedecería con la misma convicción que obedezco a usted.
Y si queremos agredirte supongo que te dejarías ¿verdad?
Sí Señorita, cualquier Dama tiene derecho a torturarme, humillarme y maltratarme como le plazca, y yo tengo el deber de aceptarlo.
Alguien con ropa de sanitario se acerca a mí, de pelo moreno, ondulado y no demasiado largo.
No te muevas -Ordena mientras me palpa en el cuello y me... inyecta.
Muy bien, ahora mismo tendrás la oportunidad de demostrar tu lealtad al sexo Femenino, porque has dicho que eres esclavo del sexo Femenino, no es así? -pregunta la Dama mientras me introduce esta sustancia.
Sí Señorita.
Tras mi respuesta, Ella me da un pico y se aleja perdiéndose en la oscuridad de la sala.
- Muy bien; Quiero doce voluntarias menories de veinte años que suban al estrado, por favor.
En unos segundos oigo unos pasos de zapatos subir unas escaleras; por el sonido parece que lleven zapatos juveniles. La Joven cuyas medias besaba mientras respondía a sus preguntas me da una patada para indi-carme que me aparte de Ella.
Venga, Chicas, rodeadle y pisotearle sin compasión, tened en cuenta que no es un ser humano, es en eslvo, un objeto a nuestro servicio, y como bien ha dicho, no puede protestar por muy crueles que seais con este elemento -Sugiere con un tono despectivo denotando el desprecio que siente por mí.
Y tú, mírales a la cara -Me ordena dándome otra patada para que me de por aludido-, contempla a estas Damas en su totalidad, que te tratan como si tuvieras menos valor que la mierda.
Pese a las luces de los focos, puedo verles la cara, rostros ovalados, alargados, forma de diamante... de pelo moreno, castaño o rubio; rizado, liso, ondulado... recogido en un elaborado moño, una trenza, con flequillo recto, suelto con la raya en el centro... las que lo llevan suelto lo tienen de diversas longitudes, desde los ombros hasta la mitad del abdomen... de labios grandes y carnosos, finos y delgados, de labio inferior mas pequeños que el superior y viceversa, con el arco de cupido muy definido... los ojos de cada una son tan distintos como hermosos... las cejas también; verlas a trasluz hace que se vean un poco oscuras, pero puedo distinguir facilmente sus miradas perversas, por cierto, ni sus pómulos, ni la barbilla, ni la frente tienen arrugas, en efecto, la Fémina que estaba hablando ha pedido que suban menores de veinte años, y ciertamente, son mayores que yo, pero no mucho mas. Algunas llevan una falda corta de pana con unas medias de tonalidades oscuras, gris, negro, granate o marrón y calzado de invierno botas o zapatos que no llegan a los tibillos, a otras si les llegan y a otras les llegan hasta las rodillas; otras llevan pantalones largos de mezclilla de color negro, azul claro u oscuro, blanco... camisas de manga larga o sudaderas a juego con sus faldas o jeans...
- ¿Qué estás haciendo, gilipollas?
Dios mio, tengo que responder de inmediato, pero no sé qué dec...
- ¡Contesta!
Se está impacientando, es normal, no debo hacerla esperar.
- Estoy mirando los hermosos rostros de estas jóvenes, el buen gusto que tienen para la moda y la estética, son muy hermosas y dignas de admiración y veneración.
Liberado de todo mi pudor y del sentido del ridículo no tardo en responder; después de todo creo que es mejor así.
Intento analizar una a una el conjunto de ropa que llevan, sus hermosos e imponentes miradas, rostros y peinados, pero el mierdo a lo que temo que pasará de inmediato no me deja apreciar a los bellezones que me rodean.
- Bueno Chicas, todas sabemos para qué está a nuestros pies, no le hagais esperar mas, quiero que aplasteis todas las partes de su cuerpo, hasta las yemas de sus huevos.
Rápidamente me pisotean y me golpean con las puntas de sus zapatos y botas, castigan cada centímetro cuadrado de mi cuerpo; en la cara, el estómago, los genitales, como si no les importara que mi escroto quedara destrozado.
Ellas no paran de agredirme, tengo la impresión de que esto no acabará nunca.
Vale, ya es suficiente -Anuncia la señorita que las había invitado a subir-, ahora quiero que te arrodilles, les abraces por la cintura, les digas cosas bonitas y quieren que les hagas una muestra de cariño y deboción también.
Sí Señorita -respondo correspondiendo a su voluntad, me duele todo el cuerpo, pero no tengo elección.
Me siento tan humillado que no tengo valor ni para mirarles a la cara, la primera persona a la que doy un abrazo de rodillas lleva unos legins negros muy ceñidos, por lo que resaltan sus definidas piernas. Ella me corresponde rodeando mi cuello con sus brazos, el tacto de su pies es estremecedor, es como si me produjera una descarga eléctrica.
- Sus manos y brazos son tan suaves y confortables que desearía perderme en el océano de su piel.
Ella me ofrece su mano y me invita a besarla; yo acepto de buen grado; sé que no significo nada para Ellas, pero no puedo evitar deleitarme.
A continuación abrazo a una que lleva una falda corta de color granate y tejido de pana, me ha parecido ver que lleva las uñas pintadas de granate; abrazo con la misma devoción a esta Dama, su perfume es asfixiante.
Su perfume es sumamente embriagador, con gusto lo inhalaría hasta sucumbir y perder el conocimiento para siempre.
¿Ah sí? Me alegra que lo digas, pero no llevo un perfume especial, es sólo mi olor corporal -responde complacida.
Es increíble que una persona desprenda un olor tan agradable.
Y así voy abrazándo una a una a estas Señoritas que hace una rato me han torturado sin piedad.
- Ahora quiero vengan otras seis personas, pero mayores de veinte años...
Esta Dama les explica cómo deben agarrarme.
Mientras las jóvenes que acaban de agredirme bajan del estrado, vienen otras desconocidas, un poco mayores, pero dudo que muestren un mínimo de compasión. Desde que ahn parado de maltratarme me retorcía del dolor que acababan de infrigirme, y aún lo siento, pero debía mantener la compostura para atender su demandas.
Van ligeramente más arregladas, aunque con atuendos similares.
Alguien me coge otra vez del pelo y me tira también al suelo, entre todas me voltean y me olbigan a tumbarme boca arriba.
Gilipollas, por esta vez puedes resistirte a sus agresiones, intenta defenderte si quieres, pero recuerda que no debes ni levantar la mano a nadie.
Sí Señorita.
Una se arrodilla delante de mí, colocando sus piernas ocultas tras una falda bajo mi cabeza, para permitirme usar su prenda como almohada, otra se tumba sobre mí de modo que nuestros labios casi se tocan, puedo sentir su respiración y su carmín rosa suave, mientras con sus cálidas manos me obliga a mirar su perversa sonrisa, intento escapar, pero entre todas me inmovilizan sin problemas; las cuatro restantes me cogen cada una de mis extremidades.
La Señorita que en que tengo encima es preciosa, debe ser diez años mayor que yo, puede que incluso mas, pero por sus rasgos físicos no parece que se conserve mal con la edad; no deja de intimidarme con su mirada, es hermosa, tiene el rostro ovalado la piel suave como un folio, las cejas casi rectas con una leve curvatura, su labio superior de mayor tamaño que el inferior y su cabello rubio y liso con la raya en el centro está suelto, por lo que tapa toda mi cara con facilidad. Lleva unos pendientes en forma de herretes.
Poco a poco acerca su boca a la mia y empieza a besarme con lengua. Hasta ahora trataba con todas mis fuerzas de resistirmee y escapar del dominio de estas Mujeres, pero el saborear este pintalabios y estos besos, pierdo totalmente mis fuerzas y me dejo dominar.
Siento un tremendo golpe en mi zona genital, pero estas Chicas siguen cogiéndome de los brazos y piernas, y la Dama en quien apoyaba mi cabeza, me ha rodeado por el cuello con su brazo y no solo también inmobiliza mi cabeza para obligar a mirar a la que tengo encima, sino que también llega a asfixiarme.
De nuevo forcejeo con Ellas para librarme de este trato tan inhumano, pero son demasiadas, no consigo escapar.
Me coge del pelo y mientras castiga mis atormentados genitales, con una mano co goge del pelo y con la otra me da una bofetada tras otra, luego golpea mi cabeza contra el suelo, tengo la impresión de que no le preocupa abrirme la cabeza o castrarme literalmente, de todos modos les han dicho que destrocen hasta las yemas de mis huevos.
- ¡No quiero que te resistas, maldito desgraciado, pedazo de... ¡mierda...
Se ha vuelto histérica, nunca había visto a nadie así. Mi vida se ha convertido en un verdadero infierno, lleno de humillación, sumisión y... dolor mucho dolor.
- ¡Y creo que ya deberías saberlo!
Sus agresiones siguen y siguen, no parece que vaya a terminar...
Pero sí, por fin ha parado, en cualquier caso es posible que vuelva a agredirme sin piedad. O tal vez no, acaba de levantarse, las otras Damas también me han soltado, pero la que me estaba estrangulando me da una patada también en los genitales...
Bueno, este elemento -Interrumpe doña Rocío, la compañera de la Señorita Navarro-, el sujeto 1.000 ya ha demostrado que no se cansa de demostrarnos su plena convicción de obedecer y servir a la autoridad de sus Propietarias y no sólo a Ellas, sino de cualquier Dama que le de una orden, como bien habeis dicho es esclavo del sexo Femenino.
Ponte de rodillas imbecil -Ordena Ésta-, aunque esto es muy interesante, hay otros especímenes que deben ser revisados.
Sí, Señorita -Respondo obedeciendo automáticamente.
Me abraza con ternura, parece que ahora quieran ser amables, pero sólo lo parece, me han demostrado con creces que no tengo más dignidad que la mierda o un judío para un alemán en la época nazi.
- ¿Nos perdonas, subnormalito? -Pregunta la Dama que me estrangulaba.
Ahora me infantilizan.
No hay nada que perdonar Señorita, no debo rebelarme contra su voluntad, si quiere agredirme estoy obligado a dejarme dominar por mucho daño que me hagan; es mas, soy yo el que debe perdir perdón por los problemas que haya podido causar, por no cumplir de inmediato cada orden que me daban y hacerlas esperar, y por no mostrar más pasión en cumplir vuestras órdenes.
Entonces, como muestra del amor y lealtad que sientes... -Responde mientras se levanta su camisa rosa dejándome ver su ombligo- ...dame besitos en la barriga, quiero que beses mi piel, pero esta vez con ternura -Ordena con un tono suave y sensual-, recuerda, con ternura, no con pasión.
Sí Señorita.
En el momento que me da la orden, comienzo a obedecer. Pienso en la desmesurada tortura a la que me han sometido los dos grupos y el inmenso dolor que me han impuesto.
Todas Ellas son sensuales, su belleza estremecedora, sus miradas desgarradoras, sus labios y la piel de cada una tentadores...
Trato de escapar, pero de inmediato me entrego a Ella para besarla con más ímpetu. Son impulsos contradictorios, opuestos a mi voluntad.
Mientras beso su estómago y me dejo acariciar por sus manos oigo los pasos de la Joven que castigaba mis genitales, se ha colocado detrás de mí.
¿Por qué besas su barriga? -Pregunta satisfecha una fémina.
Ella me lo ha ordenado, Señorita.
¿Estás diciendo que lo haces por obligación y no porque te guste?
En realidad disfruto... -Me estrangula dándome a entender que pare de hablar.
Te he preguntado si le besas porque te guste o por obligación, no si disfrutas o no; así que limítate a responder.
Le beso porque es lo que me ha ordenado, pero le prometo que también disfruto con ello, porque es muy confortable.
Pues si te digo la verdad, también lo es para nosotras, recibir tus servicios, tu amor, tu entrega con obediencia ciega e incondicional... podríamos llenarte el cuerpo con agujas y que cada vez seas más sumiso y obediente... la sensación que sentimos no se puede explicar...
Me ordena que bese también sus manos. Mientras me hablan de mi desmesurada humillación y del trato inhumano al que me han sometido desde que estoy en esta sala, se me nubla la visión, me tiemblan las piernas, cada vez me cuesta mas permanecer en esta postura...
Me duele mucho la cabeza, tanto que siento que me va a reventar; oigo un sonido que me resulta muy confortable, ya lo había percibido muchas veces, pero no consigo identificarlo, y no sé por qué, hasta ahora no lo escuchaba con tanto interés; siento un extraño olor... de mi cuerpo, ¿Me habrán aseado? Intento extender mis brazos y piernas, pero algo me lo impide, abro los ojos, pero me escuecen mucho y vuelvo a cerrarlos, ¿qué sonido es ese? es tan placentero que quiero abrir los ojos para ver de donde viene...
Creo que llevo una camiseta muy ajustada y unos pantalones cortos aún más ajustados, tanto que me aprietan muchísimo en la cintura y los testículos, acabo de darme cuenta de que los brazos los tengo atados al pantalón por detrás de mi espalda...
un momento, ¿cuánto tiempo llevo aquí? Lo último que recuerdo es que estaba entre dos jóvenes extremadamente crueles, mientras abrazaba de rodillas a una de Ellas poco a poco empecé a desvanecerme, como cuando estaba en casa de... pero la última vez me desvanecía de forma mucho más repentina, casi instantánea.
Vuelvo a centrarme en el panorama que tengo delante, los zapatos son de tacón, de unos 6 cm, No me lo creo, nunca había pensado que esto me causaría tanto confort. Son de color granate, la persona que los calza lleva una falda del mismo color y unas medias totalmente negras, intento levantar la mirada para ver el resto del conjunto y la cara de esta persona, pero desde mi situación no puedo verla, de todos modos no necesito ver más para saber que es una persona con una excelente figura, que sabe vestir muy bien, sacar esta conclusión me motiva para salir y verla mejor, pero es imposible. Camina sin un rumbo fijo por la sala y me ignora completamente, es como si yo no existiera para ella, estoy aprisionado en un espacio muy reducido, como un nicho o una perrera, una puerta en forma de regilla se interpone entre ella y yo. Quiero pedir ayuda, desearía que esta joven o señora me sacara de aquí, pero por alguna razón no digo nada; sencillamente me limito a observar estas piernas que tengo delante.
Ella llena el ambiente de la sala conel olor del perfume y consigue embriegarme. Una vez mas, intento moverme pese a no tener ninguna posibilidad; finalmente, al golpear el interiro de la jaula consigo llamar su atención, ella acelera sus pasos hacia mí, se agacha y por fin cruzamos nuestras miradas; yo me quedo maravillado ante esta mujer de mediana edad, no es que vaya muy elegante, pero me impone por sí misma, ella en cambio me mira de forma despectiva, como si fuera un asqueroso insecto, la vergüenza que me hace sentir me obliga a bajar la mirada, pero es tan hermosa que me muero de ganas por seguir viéndola, así que levanto la mirada, ella mantiene su mirada autoritaria y me veo obligado a volver a bajarla. ¿Quien es esta señora que me impone tanto sólo con la mirada? Lleva una americana a juego con su falda y zapatos, y una camisa o blusa negra como sus medias, su mirada es angelical y su rostro es maravilloso.
Sus ojos almendrados resguardan un iris marrón, las cejas son arqueadas con un ángulo muy definido en el punto más alto, ese detalle hace que los ojos parezcan mucho más grandes, sus pestañas llevan rimel que resaltan su mirada, sos labios están pintados de rojo con un toque rosado, el labio inferior es un poco mayor que el superior, la nariz espequeña, su longitud es menor y termina con una punta ligeramente hacia arriba y un tanto redondeada, su cabello castaño oscuro lo lleva recogido en un moño discreto pero elegante.
Reconozco que la combinación de su sonrisa con el maquillaje de su carmín y la forma de sus dientes son tentadores. La piel parece tan suave que me gustaría besarla en la cara, las manos, la espalda o en los pies, me da igual, pero desearía que me concediera ese placer. Un momento, ¿desde cuando tengo interés por besar los pies de una persona?
Oigo como se abre una puerta y la señora que tenía delante me ignora de nuevo y presta atención a una trabajadora con una falda que me resulta familiar; por un segundo he oído los pasos de esta persona con unos tacones que atraen toda mi atención, su sonido es muy distinto a los de la señora que acaba de sonreírme, peroes mucho más placentero, sólo ha dado unos pasos, pero he sentido el impulso de poner toda mi atención en estos tacones y escucharlos como si fuera un poseso. Creo que la falda, las medias y los zapatos son de un uniforme que ya había visto, pero no consigo recordarlo. Tampoco puedo levantar la mirada para apreciar a esta joven.
Hola cielo, ¿estás con mi esclavo?
¿Usted es la señora Jimenez? -Responde la empleada, su voz es dulce y juvenil. Me recuerda a... ¡Cristina, es esa azafata tan cruel que me ha atormentado tanto tiempo! Intento escapar con todas mis fuerzas, golpeo las paredes de esta jaula tan estrecha, pero mis esfuerzos son inútiles.
¡Gilipollas, quédate quieto y no hagas ruido! -Ordena esa cruel azafata en tono imperativo.
Repentinamente pego mi cara a la regilla de la perrera y dejo de acer ruido alguno.
Sí, ya me han dicho lo que mi hija y sus amigas han hecho con mi esclavo.
Tranquila, está bien. Le hemos hecho una prueba de sumisióny pese al dolor sigue obedeciendo a la perfección, que es lo que importa; le he dado unos calmantes y ahora está dormido. Sus partes están bien,tan sólo una moradura, pero en dos días se recuperará.
La voz de Cristina calma la preocupación con una sonrisa y la invita a pasar por la puerta de la que ha salido.
Otra vez ignorado… Pero no entra aún… mantiene la puerta y llama a una tal Victoria.
Espera aquí hasta que salgamos -Ordena la madre muy seca.
Mamá, no tiene importancia, ¿No han dicho que está bien? tanpoco es para tanto.
Es una voz casi adolescente que contesta a su madre.
- Mira… no me hagas hablar, espera aquí hasta que la veterinaria me lo entregue. Cuando volvamos a casa hablaremos tú y yo.
Escuchar el sonido de sus voces y sus pasos, y contemplar su aspecto físico me ha parecido sumamente confortable, tal vez sólo hayan pasado unos segundos, pero no quería perderme ni un detalle de la situación.
Sigo encerrado en esta jaula, con la cara pegada a la regilla mientras trato de oler su olor corporal o su perfume. Me he dado cuenta de que me estoy comportando como un animal, pero no puedo evitarlo.
Por una parte, ahora que lo pienso tengo curiosidad por el hecho de que esta familia tenga un esclavo, pero por otro lado, por lo poco que he visto ahora las tres son muy atractivas y autoritarias, bien por la belleza de cada una, o bien por el carácter, tengo la impresión de que hasta esta adolescnte podría doblegar mi voluntad si quisiera. No sé por qué, pero creo que la feminidad es tan compleja que no podría entenderla nunca.
Al cerrar la puerta ya no se oyen. Y a pesar de pensar unos segundos sobre el maltrato a ese esclavo, transpiro todo ese aroma de flor que han dejado estas féminas y dejo de preocuparme. Aspiro y aspiro como un animal.
Ahoraacerca susbotas que le cubren hasta los tobillos, las cuales se abren con cremallera o desatando los cornes, se coloca en cuclillas delante de mi jaula y la veo a la perfección.
Su rostro de enfadada me descubre mirándola ypone cara de agradable sorpresa.
Comparte los mismos rasgos faciales de su madre, debe tener 13 o 14 años, lleva el pelo suelto y le llega hasta los pechos, a diferencia de su progenitora, ella me sonríe enseñándome sus labios con baselina, son tan tentadores como su piel, daría cualquier cosa con tal de salir y besar su barriga, su espalda e incluso sus pies. Me sonríe aún mas.
Lleva unos shorts cortos de vaqueros y unas medias grises; de la cintura hacia arriba lleva una blusa blanca con encajes.
- ¡Tú eres el esclavo de Silvia y Vero! -Exclama entuesiasmada.
Al verme se entusiasma y su voz es más motivadora. Tengo curiosidad por conocerla. ¿Quien es? ¿De qué me conoce? ¿Quienes son Silvia y Vero? Esos nombres me suenan, pero ¿quienes son? ¿Cómo sabe todo eso de mí si no lo sé ni yo?
Esa afirmación y el tono de su voz refuerzan la admiración que me inspira, tengo más ganas de salir de aquí, rídículamente intento con todas mis fuerzas atravesar esta rejilla y salir de esta maldita perrera, pero es obviamente imposible. Aspiro con más fuerza para tratar de indentificar el olor corporal de esta joven.
- Me han dicho que eres un somiso muy aplicado, complaciente, servil... -Informa metiendo su dedo índice en tre las finas barras de esta miserable gaula que me impide besar sus pies. sus uñas están pintadas de rosa. Ella consigue tocarme la frente, peroyo doy con mi propósito-, tus propietarias tienen mucha suerte detenerte en sus manos. Creo que te sacan hoy -Aspira mi olor corporal y continúa-. Si, parece que vas a salir. Estás aseado y perfumado.
¿Mis propietarias? ¿Quienes son mis propietarias? ¿Perfumado? ¿Me han echado perfume para prepararme?
Sentir el tacto de su piel hace que me estremezca, es siento que me produce una tremenda descarga eléctrica.
¿Cómo puede una persona de mi misma edad excitarme tanto?
La tengo tan cerca que aspiro su aroma a la vez que no quito la vista a sus pies buscando reconocer su olor. jadeo en confucion como un animal. Son tantas las chicas que he visto… Tantas superiores manejando mi adiestramiento… tantas visitas y curiosas. El caso es que no recuerdo si alguna vez he posado mis labios en su empeine aunque sea a modo de saludo. No sé si es que nos hemos cruzado durante estos días de paseos o entrenamiento. No lo tengo nada claro.
Mi respuesta es un jadeo exagerado como un animal, ella consigue que pierda toda mi dignidad y amor propio.
- Claro, cuando te vi estabas en pleno proceso de reprogramación, y entonces nadie imaginaba que te entregarías con tanto ímpetu... me pregunto quienes son tus propietarias, y cómo te tratarán y te humillarán.
Se levanta sabiendo que no podría responder y se sienta en el asiento más próximo a mi jaula…
- En fin, ya lo veré cuando vengan.
Ahora se mueve y escapa de mi campo de visión, intento seguirla con la vista, pero esta maldita jaula me lo impide, en el momento que da el primer paso pongo toda mi atención en el sonido de sus tacones; creo que se ha sentado en un sillón.
Me pregunto quien es esta joven que sabe tanto de mí si no recuerdo haberla visto antes.
Oigo el bibrador de su teléfono, aspiro todo el aire que puedo para tratar de reconocer su olor corporal, una vez mas intento atravesar esta puerta para acercarme a ella, pero no lo consigo.
¡Retrasado, deja de hacer ruido! -Órdena ella. Sin darme cuenta estaba haciendo medasiado ruido y la he molestado.
Lo siento señor...
¡Cállate gilipollas! -Interrumpe ella. No es nada permisiva, dios mío, no sé qué hacer.
Me pregunto si es cierto que hoy me liberan y quiénes son las propietarias de las que hablaba.
Entre la sensación de estar aquí atrapado y con las manos atadas, la incertidumbre de mi futuro y la presencia de esta bella adolescente que me trata como un bulgar animal, siento que la cabeza me da vueltas sin parar.
Ahora me ignora totalmente, sé que está aquí, porque no la he oído levantarse.
Tengo el rostro pegado a las varillas de la jaula. Mi lengua se deja caer con las babas bajando por mi barbilla. Las gotas caen pronto al suelo.
Mi miembro me duele una barbaridad, no sé cómo permiten que permanezca en esta posición. Nunca imaginé que sentiría tanto delor en los genitales,
Victoria sigue ignorándome y yo no dejo de pensar en ella, sus zapatillas su conjunto, su sonrisa, su voz el parecido con su madre... inexplicablemente tengo celos del suelo donde se apoya. Está tan cerca...
Empapado de sudoroso
Y a mi mente vuelve los recuerdos de las azafatas que me han torturado sin piedad desde hace tanto que no puedo recordarlo.
Oigo ese sonido que desde hace tiempo me produce placer, especialmente desde que he seguido los pasos de aquella dama vestida con el característico uniforme de esta empresa, delante de mí veo una silueta femenina de una persona delgada, alguien que lleva un conjunto de oficina, de color veige con zapatos del mismo color y una blusa blanca de seda. Su perfume llena la sala y me embriaga, se coloca delante de mí, se pone de cu-clillas, pero sólo alcanzo a ver la barbilla, la cara no llego a verla, aunque sí puedo distinguir unos mechones de pelo castaño;con sus finos dedos cuyas uñas están cuidadas con manicura francesa abre la puerta.
- Vamos gilipollas, vienen a por ti -Informa esta persona me habla con una una voz muy dulce y juvenil, pero me coge de un collar del que no me había percatado y me saca sin pensar en el daño que me hace arrastrándome de esta manera tan ruda-. Estarás deseoso de volver a casa y empezar una nueva vida al servicio de tus propietarias, ¿no?
Salgo avatido. las rodillas me duelen más que nunca. Quisiera estirarme, pero no me dan tiempo… Ella tira de mí sin ningún reparo ni nada de tacto.
Ahora sí le veo la cara; a juzgar por su silueta de rombo, y sus amplios pómulos, tiene forma de diamante; su cabello es castaño y rizado, sus labios son pequeños, el inferior es del mismo tamaño que el superior, están pintados de granate, sus ojos marrones maquillados con un delineador de ojos y máscara de pestañas, sus finas cejas tienen una leve curva, su piel es suave, o eso parece con la capa de iluminador que lleva, su mirada es angelical, su nariz chata debe tener unos diez años mas que yo, veinticinco mas o menos. Aunque me ha sacado de la jaula sin ningún tipo de consideración sí que me habla con una voz muy dulce. Esto me da mucha vergüenza, además, con sus afiladas uñas me acaricia el costado como si fuera un perro; eso y el tono de su voz incrementa la vergüenza y humillación que siento. Un momento, a ella la conozco, es... ¡doña Celia Navarro, la cruel psicóloga a la que acudí para que me ayudara, que de algún modo convenció a mi madre para que me redujera a la nada y que me ha condenado para toda la vida! No puedo con esto, me voy ahora mi...
Voy directo a sus zapatos de 6 cm de tacón y los beso apasionadamente, ¿qué me pasa? ¿Por qué me humillo de forma espontánea sin parar? ¿Y por qué ahora todo el mundo me llama gilipollas o perro y no puedo parar de humillarme? ¿Por qué dicen que ahora tengo una dueña o propietaria?
Cada vez tengo más miedo y estoy más deseperado por salir, pero cuanto más ganas tengo de escapar, más ímpetu pongo en besar los zapatos de esta bruja.
- Es más tierno y entregado de lo que imaginaba -Comenta la coodinadora-, y más apasionado que nadie.
Sigo centrado en los zapatos de la señoria Navarro, la vergüenza no me permite mirar en otra dirección.
- Mírame, desgraciado.
Autómaticamente dirijo la mirada hacia la joven que me ordena mirarla; lleva unos zapatos de tacón de 6 cm y medias oscuras y transparentes, una falda a juego con su chaqueta, ambas prendas principlamente azul marino, los pliegues de la falda dejan ver pinceladas de rojo; la americana también tiene tejidos de color rojo, en la parte inferior, los botones, la comisura del cuello y de los bolsillos. Tiene puestos unos guantes negros de cuero. Reconozco este uniforme, es la coordinadora de azafatas, la miro a la cara, en efecto, es Vicky, lleva el mismo peinad que se puso cuando me trajeron y cada vez que la vi cuando me torturaban.
Me mira colocada con los brazos en jarra. Al mismo tiempo veo a doña Celia y la directora del centro hablando entre ellas.
- Voy a llevárselo a Cristina -Informa la coordinadora-, le diré que lo lleve a la salida para que espere a que vengan a por él.
Muy bien -Responde la directora.
Sígueme perro -Ordena Vicky.
Sí Señorita.