Sumiso nato Parte XII: De vuelta con mis dueñas

Después de incontables días de lavado de cerebro, de numerosas pruebas y de un interminable proceso burocrático, finalmente el sujeto está nuevamente en manos de su Hermana y su Madre, quienes son sus Amas, sus Señoras, sus Diosas... y deberá tratarlas como a tales.

Mientras me lleva hacia la salida oigo los pasos de la adolescente que sigue aquí; creo que va hacia la Psigóloga.

  • Perdona, ¿podría ir con Vicky y este imbecil? Me gustaría conocer a sus dueñas.

  • Claro cielo, no hay problema- Responde la Psigóloga.

  • Gracias- La joven al despedirse de Ellas acelera el paso y nos alcanza.

Atravesamos una puerta y recorremos un pasillo; la adolescente clava su tacón en la espalda para divertirse; sabe que no puedo defenderme ni protestar.

Oigo el taconeo de las dos personas, situadas en direcciones opuestas, no sé a quien de las dos debo mirar, ¿a la trabajadora de carácter imponente, o a la Niña caprichosa que se divierte a mi costa?

  • ¡Gilipollas, sabes que no puedes ir por delante de una Señorita -Recrimina la trabajadora, clavándome la puntera de su zapato en mi costado-, ponte detrás de esta joven!

Ella ha respondido por mí, rápidamente me sitúo a escasos centímetro de sus tacones.

Sentirme a los pies de una Niña más joven que yo, que como todas las féminas tienen derecho a humillarme como le plazca, hace que me vea tan degradado que ya no me siento ni como un ser vivo, y mucho menos humano.

  • Jajaja, qué divertido ver a un chico tan docil siguiendo tus pies como un perro.

No tengo más remedio que colocarme detras de Ella y seguir el calzado y esperar a encontrarnos con mis supuestas dueñas.

  • Es mas, quiero que me beses los pies, hasta que nos reunamos con tus amas.

  • Si Señorita -Respondo al momento que empiezo a complacerla; Ellas no detienen sus pasos, lo que significa que yo no puedo detener los míos, intento centrarme en besarla pero cada vez que da un paso me golpea en la cara, dudo que sea deliberado, pero es una sensación muy molesta.

Vicky abre la puerta de la sala de espera y me saca a lo desconocido por mi. ¿A donde me lleva? A una sala donde están todas las Azafatas reunidas.

  • Cristina, cariño, hoy se llevan a este estúpido, ¿puedes llevarlo al hall, por favor?

  • Claro, será un placer entregarlo.

  • Venga, perro descerebrado, despídeta de estas chicas que te han atendido con todo su cariño como a un cliente muy especial -Ordena la jefa-, dudo que vuelvas a verlas.

De inmediato paso de besar empedernidamente el calzado de la Niña, a los zapatos de estas chicas tan ale-gres, extrovertidas y risueñas.

  • Sí Señorita.

Siento que el verdadero infierno empezará cuando salga de aquí, pero no puedo evitarlo, la despiadada Virfinia, hermosa y cruel como Ella sola, me ordena que siga sus pasos.

Besando irrefrenablemente los zapatos de esta Azafata, me cuesta ver a las Mujeres que con las que me cruzo. Cuanto más pienso en escapar inconscientemente más me entrego a este calzado. Tiene prisa y me lleva por un pasillo hasta otra puerta. Ya que dejamos la sala principal, ahora solo estamos Ella y yo cuando de repente se detiene.

Una puerta que abre y tengo suficiente tiempo para leer un letrero que dice Celia Navarro; es el despacho de la Psigóloga. Sigue avanzando y en su interior se encuentra un escritorio y su silla vacía, se mueve como si fuera su despacho, pero no.

  • Siéntate si quieres, cielo -Invita la Azafata.

  • Gracias, Cristina -Responde de buen grado la Niña.

Obediente dejo mis codos, barbilla y rodillas sobre el impoluto suelo.

Su dedo índice señala los zapatos de la Niña y me mira de forma desafiante, para ordenarme ponerme en reposo sobre el lugar señalado, junto al calzado de la caprichosa Niña para que se los bese.

Se sienta en esa cómoda silla de oficina.

La idea de que hubiera maltratado a alguien, que aparente tener la conciencia tranquila y la Azafata lo consienta sin mostrar resentimiento me aterra.

La Dama ojea documentos. Parece que está tramitando un mandato o algo así… no lo sé… Mis ojos están en esas botas bajo la mesa. Siento pequeños latidos como un soplo en mi corazón por la espara de mi futuro.

La oficina es un poco alentadora, estaba convencido de que me sacaría al exterior para entregarme definitiva-mente a mis propietarias, y sin embargo estamos en esta oficina que sólo me hace pensar que lo que hace no es mas que ultimar el trámite antes de entrarme con mi verdadera dueña. No sé… las constantes visitas, cuidados y frases repetitivas llegaron a su fin; ¿pero qué viene ahora?

De repente entra alguien a este despacho que me sorprende más a mi que a Virginia y a la Niña. Ni más ni menos que doña Celia Navarro…

  • ¿Y bien, ya has dado el acta?

Dice esa Mujer responsable de mi cautiverio. No puedo evitar voltearme para verla, va tan bien vestida con traje de oficina... no es que vaya arreglada de modo muy especial, pero el conjunto que lleva le favorecen de sobremanera.

Sus botas de fino tacón se acercan y no tardo en reaccionar a sus movimientos, de inmediato me siento como poseso, lleno de curiosidad acudo a la Señorita que acaba de entrar para hablar con la Dama que me ha traído a esta sala, beso la puntera de su calzado para mostrar de este modo mi sumisión y cortesía a la Dama que me ha condenado; no sé cómo lo hago, es un acto reflejo. Por mucho que me sofoque ignora mi entusiasmo.

Virginia se levanta de la silla y se llo cede a la Señorita Navarro.

  • No es imprescindible que el sujeto firme -Explica la Psicóloga apartándome de sus pies con una patada-. Espera a que llegue su dueña y acompáñala a mi oficina.

  • Está bien -Responde la Azafata.

Con el gesto de esta Mujer entiendo que no tenía derecho a besar sus pies, por lo que vuelvo a los pies de la Niña para besarlos y seguir idolatrando y besando sus zapatos. Doña Celia, que no aceptaba mi saludo mira los documentos sobre la mesa…

  • ¿No ha llegado aún? -Pregunta la Niña.

  • Está esperando fuera con su Hija – Responde la colegiada.

  • Entiendo. Bueno, pues llévale el cerificado y que me lo firme si es que no le apetece conocer nuestras instalaciones.

  • Vale, la duda que tenía es que no sabía si lo tenía en orden.

cristina toma los documentos de la mano de Celia se dirige a la salida, tras Ella va la Niña y yo no me separo de sus pies para besarlos constantemente.

Mientras permanezco a cuatro patas, me siento más asustado, humillado y confuso que nunca, me pregunto qué será de mí a partir de ahora. Mientras caminamos por el pasillo los nervios hacen que mi respiración se acelere y mi corazón esté sobresaltado pero sigo sintiendo que me falta el oxígeno y la visión se me va nublando poco a poco. Tengo que caminar como un perro para ajustar mi conducta a los deseos de estas Féminas que marcan unas pautas claras y sencillas pero prioritarias; dichas pautas las marcan con una frase, una insinuación o un simple gesto para señalarme un lugar o hacer un chasquido. Ellas caminan paso a paso sin dificultad, pero de este detalle tan sencillo establecen a qué velocidad debo moverme. Nunca pesé que alquien pudiera degradarme tanro, pero en este momento lo único en lo que debo pensar es en no elevar mi cara por encima de estos pies ni adelantarlos ni despegarme de ellos, para besarlos constantemente.

Mis antebrazos y piernas ya tocan el hall. A penas tengo tiempo de asimilar que pronto saldré de este infierno para entrar en uno peor. Los pasos de Virginia son cada vez más ligeros.

  • Vero -Llama la Azafata.

En ese momento siento que mi respiración y mis latidos se multiplican 20 veces.

  • Hola -Una Señora con voz madura.

Dios mío, esa voz, ese nombre es de... tan sólo de oírla me estremezco tanto de miedo que me quedo parali-zado.Y si he entendido bien su Hija también ha venido. Ahora me asaltan una infinidad de dudas, ¿debo besar sus pies o calzado? ¿no debería besar más bien sus manos? ¿acompaño el saludo con una frase de cortesía...

  • Retrasado -Me llama con tono burlón la Niña a la que permanecía pegado, mientras me da una ligera patada en la cara, para apartarme de Ella-, ¿no saludas a tus Amas?

Con mucha vergüenza me giro para verlas y arrodillarme ante Ellas. Llevan conjuntos muy bien arreglados, pero no para una celebración, estas vestimentas resaltan la increíble belleza de ambas, además parece que abrigan bastante; no sé cuanto ha pasado desde que me trajeron pero parece que estamos en invierno. Lo primero que veo es el vestido verde oscuro de invierno de la Señora Ibañez, sin dibujos estambados ni bordados, sus medias y zapatos también son de color verde. Lleva un abrigo colgado de una mano y un bolso colgado del hombro.

Tiene el rostro en forma de diamante, las cejas son curvas, los ojos almendraados con el iris azul como el cielo y una raya en el borde de sus párpados que resaltan su mirada, su cabello castaño lo lleva liso y suelto hasta los ombros, su nariz es chata y sus labios de tamaño medio los tiene pintados de color borgoña, lleva un collar de perlas; no sé si lleva algún tipo de cosmético que rejuvenezca la piel, pero la tiene suave.

A su lado hay una Niña, es un poco mayor que la joven a la que he estado pegado, pero más joven que yo, también tiene un conjunto más juvenil, vestido y medis grises pero con botas marrones, las cuales llevan una plataforma de unos 2 cm en la parte de los dedos, pero en los talones se elevan hasta 6 cm. Se ha alisado el pelo, suelto, le llega hasta la cintura pero con una fina trenza que se formpa junto a la oreja, se ha adornado las orejas con unos pendientes de erretes.

Comparte los mismos rasgos faciales con mi propietaria, cara ovalada, cerjas curvas... la diferencia está en los complentos, la ropa y el maquillaje; en este caso lleva una diadema negra con estabados de pétalos de rosas moradas, y una boca perfectamente simétrica con brillo de labios.

Ciertamente, son mi Madre y mi Hermana; doña Verónica y su Hija Silva Ibañez; ¡claro! son Ellas las que vienen a por mí, tenía que haberlo pensado; no sé cómo no se me ha ocurrido antes.

Nunca había pensado en lo bEllas y bien conservadas que están, ni en el buen gusto que tienen para la moda, pero son mi ma... mis Amas y propietarias, y debo mantener la compostura.

Oh Dios mío, ¿qué querían decir con eso de que Ellas serían mis propietarias? ¿me tratarán tan malcomo esta Niña caprichosa a tratado a su esclavo?

Su enigmática sonrisa me produce una gran incertidumbre, ¿Qué estará pensando?

Siento una fuerte patada en el dorso de mi espalda, que me empuja hacia estas Damas.

  • ¡Eh, desgraciado, que vayas a cuatro patas como el perro que eres, hasta llegar a sus manos y besarlos como debes.

Instintivamente obedezco la orden de esta Niña y me hacerco a mi propia Madre de un modo tan humillante que nunca hubiera imaginado.

Al llegar a Ellas, primero rindo pleitesía a los pies de Silvia, pero rápidamente me ordena que levante el tronco para abrazarla por la cintura, y me acaricia con sus suaves manos que me producen una extraña sensa-ción, como si me electrocutara, pero no puedo evitar mirar sus uñas cuidadosamente pintadas de granate.

  • ¿Cómo estas, subnormalito? -Pregunta con burla y desprecio- ¿Nos has echado de menos? -Hace otra breve pausa para coger aire- ¿Sabes que a partir de ahora... no puedes desobedecer... ninguna... de nuestras... órdenes, verdad?

Se nota que le encanta insinuar su tremenda ventaja y control sobre mí, y que disfruta de cada palabra que dice.

  • Y espera a que te vea el resto de la familia, las amigas de mi Hija y mis amigas -Añade la Señora Ibañez-. Espero que comprendas que ya no hay nadie que te vea como un ser humano.

  • Silvia -Llama la Azafata-, Te presento a Victoria, estaba muy ilusionada por conocerte.

Ya no me acordaba, la Niña que me ha conocido cuando estaba en la jaula sigue aqui.

Mi Hermana me tiene arrodillado con la cara pegada a su falda, Ella me acaricia y me sonríe con total normalidad, es como si fuera lo más natural del mundo.

  • Anda, ve a besar la mano de mi Madre, o lo que te indique.

  • Sí Señorita Ibañez.

Me despego de la adolescente que parece ser más cruel que cuando me trajeron aquí y acudo a los brazos de mi Señora. Mientras acudo a sus brazos, oigo la conversación que tiene la Azafata con las dos chicas. Noto que se dan un cordial saludo.

  • Hola -Saluda Victoria-, tenía muchas ganas de conoceros, dicen que es el paciente más aplicado con el que han experimentado, seguro que no se cansará de complaceros -Explica riéndose a carcajada limpia.

  • No te imaginas lo que se excita cuando alguien le habla con voz entusiasmada y alegre. Te lo juro, antes estaba encerrado en una jaula y parecía que quisiera traspasar la verja para acudir a mis pies, y no ha parado hasta que le han llamado la atención y le han exigido que deje de hacer ruido.

  • ¿De verdad? Creo que mis amigas se van a dirvertir mucho con él, y no creo que se canse de humillarse para entretenernos.

El silencio viene luego, en el momento que llego a las manos de mi Señora y beso la palma de su mano… y más besos y besos en las manos de doña Verónica, mientras sumerjo mi cara en el agradable vestido que lleva puesto y me dejo empriagar por su perfume.

Con la cara pegada a su falda, como si tratara de hacer que la barbilla atravesara su ropa.

  • Hola precioso, ¿me echabas de menos, no? Jejeje! -Pregunta con sarcasmo mi propietaria el sólo tacto de sus dedos es estremecedor, su mirada y su sonrisa diabólica intimidante.

Doña Cristina nos mira sonriendo a mi dueña y a mí y dice…

  • Señora Ibañez, si le parece bien doña Celia, les espera en su despacho para que firme el certificado de entrega, puedo acompañarla si quiere.

  • Ah, gracias, es perfecto, también quiero agradecerle en persona lo que nos ha ayudado.

La situación en el hall para mí es totalmente humillante, pero para el resto de gente no parece que sea nada extraño. Yo, comportándome concenadamente literalmente como un perro faldero, dejándome acariciar por mis supuestas amas.

  • Bueno, espero que os vaya bien, os va a cambiar la la vida muchísimo -Se despide la Niña-, ya lo vereis.

  • Vale, hasta luego -Responde la Señorita Ibañez.

  • ¡Desgraciado! -Exclama mi Hermana- ¡quiero nos sigas a cuatro patas, y con tu miserable cara de perro pegada a mi cadera!

En unos segundos paso de la falda de quien en un pasado legano me cuidaba como a un hijo, a la falda de su prepotente y despreciable Hija.

Sin poder evitarlo, mantengo mi cara pegada a Ella mientras dejo que me acaricie y Ellas siguen a la Azafata.

Conforme caminamos veo a docenas de Damas de todas las edades, jovencitas con uniforme de Azafata, o gente que está de paso.

No tardamos en llegar al despacho de la Psigóloga. Cristina llama a la puerta y la colegiada invita a abrir.

  • Celia, esperabas que llegaran Vero y su Hija, ¿verdad?

  • Ah, sí, esperaba con impaciencia -Responde la Señorita Navarro.

  • Por cierto, si no te acuerdas esto tiene que pagar por incordiaros cuando hablabas con la Madre de Victoria.

  • Sí me acordaba, pero gracias, cielo.

La Azafata se despide y nos deja a solas.

  • ¿Como? ¿Aún no ha salido de aquí y ya se ha portado mal?

La situación no podía ser más degradante, me encuentro rodeado por tres Señoritas tan crueles como hermosas, y además delante de mi Madre, sabía que me tenía mucho desprecio, pero esto es... ya no tengo palabras para explicar cómo me siento.

Sigo manteniendo la cara pegada a la cadera de Silvia, desde mi perspectiva las veo darse un saludo efusivo y cordial

  • Sentaos, estais en vuestra casa.

Pero yo sigo pegado a la prenda de mi Hermana, ni me han autorizado a despegarme ni me han ordenado que me coloque en otro lugar, y por supuesto, tampoco me han dado permiso para hablar.

Creo que mi Madre está firmando unos documentos apoyándose en el escritorio del despacho, salvo por las caricias de la Señorita Ibañeztodas permanecen ajenas a mi humillación.

-Quédate con la copia rosa -Indicadoña Celia que espera a que mi Madre separe las copias por iniciativa-, aquí tienes un informe sobre la valoración del tratamiento, nuestras conclusiones sobre tu sujeto y esto es un decálogo de su conducta, no es nada, pura formalidad, para justificar el dominio que teneis sobre él, eliminarlo no le devolverá su condición humana.

  • Gracias, pero lo cierto es que no sé hasta que punto esto es legal… -Comenta indecisa.

  • Ya te lo expliqué el día de la gala… Este sujeto que tanto te adora ha sido anulado e incapacitado en nuestra sociedad. Desde el principio su opinión es totalmente prescindible. Todas sus pertenencias pasan a ser vuestras y su cuerpo y alma te pertenece de forma legal a ti para toda la vida. Y si alguien le pregunta no dudará en decir que os obedece por voluntad propia y lo dirá porque vosotras se lo habreis ordenado. La gente no tiene por qué pensar que está forzado, ni condicionado ni inducido.

  • Él sólo tiene el derecho a la vida, si quereis, claro, cuando os canseis de él podeis regalárselo a quien querais u ordenarle que se degolle por sí mismo en un lugar público. Todo lo demás son obligaciones y normas que vosotras como propietarias le podeis imponer.

  • Qué fuerte!, no sé si podré asimilarlo.

  • Mírale, ¿lo ves?… sabe que está legalmente incapacitado y condicionado únicamente por la voluntad de cualquier fémina; debe obedecer cualquier orden que le den y lo hará sin titubear, claro que también es posible que cometa una falta, siempre será por descuido, pero son cosas que no se deben permitir no dudeis en castigarle como os plazca, de todos modos, para disciplinarle siempre podreis inventaros una excusa si quereis, y si no, da igual él se dejará sin poner pegas.

Las tres me miran apoyando mi barbilla en la regazo de mi Hermana. No sé qué situación me espera cuando lleguemos a casa. No sé siquiera si me dejarán salir a la calle, aunque sea para hacer la compra o acompañarlas cuando compren ropa y tenga que cargar con sus volsas. No sé que lugar voy a ocupar a partir de ahora. En cualquier caso, eso no depende de mí, sino de Ellas. Pero allí están Ellas sonriéndome y mirándome como un animal asustado que busca refugio desesperadamente. Y lo único que tengo son los dedos de mi cruel Hermana que no deja de acariciarme.

  • Por cierto, gilipollas -Me llama mi Madre-, ¿recuerdas que te tenemos que castigar?

Mientras me hacen esta pregunta Silvia me levanta la cara y me obliga a mirarlas.

  • Sí, Señora Ibañez, tiene razón.

  • Celia, ¿tú qué sugieres? ¿Cómo crees que debemos castigarle? -Pregunta mi Madre.

Abre un cajón del escritorio, la Psigóloga quiere sacar algo. Ella me sonríe, se levanta y rodea el mueble moviendo sus cadera de modo refinado y Femenino.

  • Ponte de pie, gusano -Ordena acercándose hacia mí.

  • Sí, Señorita Navarro -Respondo obedeciendo.

Lleva un aparato en su mano derecha, lo coloca junto a mí y me produce una tremenda descarga que me hace caer al suelo. Me encuentro boca arriba.

Me da un pisotón en la boca del estómago y otro en la boca.

  • ¡Estúpido! ¡No te he dicho que te tumbes!

  • Lo siento mucho, Seño... me parte la cara y no deja que me disculpe.

  • No hay excusa que valga.

Silvia también se levanta de su silla y delante de mí se pone de cuclillas para apoyar la rodilla en mi pecho y acariciarme.

  • Eres un niño muy... -Hace una breve pausa que me infunde intriga y miedo al mismo tiempo- malo.

Una vez mas estoy rodeado por dos auténticas bellezones, son la crueldad personificada.

  • Espero que te guste el dolor, gilipollas de mierda -Advierte la Psigóloga sonriendo con voz melosa-, porque con esa absurda actitud renegona que tienes, estoy segura de que te van a hacer sufrir hasta lo imaginable.

  • Y mucho mas -Añade mi Madre, que hasta ahora permanecía en silencio-. Sufrirás hasta lo que no está escrito. Porque ser del sexo masculino ya es un crimen inaceptable... -Hace una pausa que me provoca un miedo terrible- y debes... pasarte... la vida... pagando... por... ello.

Mi Madre disfruta y se deleita saboreando cada palabra que pronuncia; sabe que con cada una mi miedo hacia Ellas aumenta.

  • Eso es cierto -Continúa la diplomada-. Vamos a ver, ¿a cuántos seres insignificantes e ignorantes como tú has visto que ni siquiera comprendan el valor y el atractivo del maquillaje, de las faldas, los vestidos y bikinis y sean reacios a vestirse y maquillarse como Nosotras? ¿A cuántos has visto que sean tan torpes y desconsiderados como tú, tan cutres que prefieren llevar el pelo corto que no se cuidan ni la piel ni las uñas? ¿Y cuánto hace que no ves a un adefesio o espécimen tan repugnantemente feo que le sale barba si no se cuida la cara y se queda calvo?

Mi Hermana comienza a darme una bofetada tras otra, y no parece que se canse.

  • ¿No lo ves? -Interviene Silvia mostrando una sonrisa perversa que nunca había visto en nadie-, perteneces a una especie extinta, pero es que además tú te niegas a desaparecer.

  • Y mientras sigas existiendo -Interviene mi Madre- tu única función en la vida será obedecer, servir e idolatrarnos porque Nosotras te mantenemos a cambio de que seas nuestro deboto esclavo, además del descanso que nos merecemos depués de cada día de trabajo. también sufrirás hasta lo groesco y mas, simplemente porque Nosotras trabajamos muy duro y necesitamos eliminar el estrés de algún modo.

  • Y no te quejes -Añade la Psigóloga-, ya que te permitimos vivir en este mundo lo menos que puedes hacer es adaptarte a nuestras normas.

  • Sí, doña Celia, como ustedes digan.

  • Los tiempos cambian, ahora Nosotras tenemos el poder.

  • Bueno, ya es suficiente -Interrumpe mi Madre-, Celia, gracias otra vez por ayudarnos.

  • Ha sido un placer -Responde la Señorita Navarro levantando su escultural cuerpo para despedirse de mi Madre.

  • No, enserio, ya no sabíamos qué hacer con él para que cambiara.

Celia saca su teléfono y envía un mensaje mientras mi Madre sigue agradeciendo mi condena.

Mi Hermana y yo nos levantamos, pero la Psigóloga me parte la cara.

  • Subnormal, nadie te ha dicho que te levantes, venga apóstrate a los pies de tu Reina y Señora, y muestra tus respetos besándolos hasta que te diga.

  • Sí, Señorita Navarro -Respondo atormentado.

Sin dudarlo un instante obedezco dicha orden y sim hacerle esperar comienzo a besar los zapatos de... mi Reina.

Llega una Azafata; o Dios mío, es...

Posiblemente no haya pasado más de un minuto, pero cada segundo que paso a los pies de mi Señora, me parece eterno.

  • Vicky, acompáñalas a la salida, por favor -Pide doña Celia.

  • Venga gilipollas, despídete de esta Dama -Ordena mi Madre.

  • Y no olvides darle las gracias por ayudarte. -Añade mi Hermana.

Me pongo de rodillas frente a mi Psicóloga y beso sus manos, suaves y cálidas como ninguna.

  • Muchas gracias, doña Celia, me ha ayudado mucho haciéndome ver cual es mi lugar.

Mientras beso sus manos y le doy las gracias, Ella me corresponde con agradables caricias, que yo acepto de buen grado.

No sé cuánto se supone que debo estar aquí, pero como no me dicen nada sigo en sus manos.

  • Bueno, ya está bien, ¿no? -Interrumpe mi Señora- Que tampoco tiene todo el día, supongo que tiene mucho trabajo.

  • Bueno, tengo que hacer ver a otros desgraciados... -Responde la colegiada- ...que cada uno también es el único de su especie, que en este mundo están fuera de lugar y que como vuestra mascota también tienen que someterse a la autoridad de cualquier Mujer y Niña del mundo.

Ahora si que ha empezado la cuenta atrás; vamos paso a paso al coche para dirigirnos a casa, donde empezará mi verdadero infierno.

Tan pronto como salimos y cierran la puerta observo la cazadora de mi Ama.

  • Mi señora, ¿no quiere que le lleve el abrigo?

  • ¿Con tus sucias manos, después de restregarte por todo el suelo y sin saver cuanto hace que te lavas? -pregunta con voz despectiva-, costaría mucho trabajo lavarlo.

  • Eh gilipollas de mierda, ¿no tienes que estar besando los zapatos de mi Madre? -No he dado ni diez pasos desde que abandonamos el despacho y ya me están riñendo otra vez.

  • Tiene razón Señorita Ibañez -Respondo avergonzado.

Comienzo a besar el calzado de esta señora, con su andar me golpea contínuamente en la cara, para mí es totalmente molesto. Esto, añadido a las contínuas risas de la gente que nos ve, y entre Ellas la Azafata que nos acompaña a la salida, aumenta la sensación de vergüenza que siento, especialmente las carcajadas. Serán Damas que no han asimilidado la superioridad que tienen sobre mí, pero con cada risa o carcajada que oigo, cada beso que me ven dar a este calzado y cada golpe que recibo, aumenta mi vergüenza e inexplicablemente mi entrega a estos zapatos.

Finalmente salimos a la calle, o eso creo, antes de atravesar la puerta, la coordinadora de Azafatas me da una patada en el costado.

  • Estúpido, ponte de pie, está bien que camines a gatas, pero no puedes dejar que nadie te vea salir de aquí como el perro que eres.

  • Lo siento mucho, Señorita -Me disculpo levantando mi cuerpo.

En el momento que estoy totalmente de pie, me da una colleja mientras me insulta.

  • Estúpido.

  • Bueno, seguro que os irá muy bien -Comenta Vicky mientras intercambia con mis propietarias dos cálidos besos con un efusivo abrazo-, es el sujeto más aplicado que hemos tratado.

  • Mas le vale, responde mi Señora.

  • Y recuerda que a la mínima corrección no debeis dudar en disciplinarle, de todos modos si quereis, tampoco hace falta un motivo él se dejará incondicionalmente.

  • Tengo ganas de comprobarlo -responde Silvia.

Miro a mi alrededor, hay como una docena de personas, todas Ellas Niñas, adolescentes o Señoras. Nadie me mira con cara de compasión ni amabilidad. Al contrario, me miran más bien con desprecio, como si fuera un insecto repugnante o con sonrisas macabras como si supieran cuanto voy a sufrir.

  • ¡Imbecil! -Me llama mi... Princesa- ¡Sal de una vez, no tenemos todo el día!

No paro de pensar que son mi familia, pero para Ellas, no es razón para no ser totalmente crueles conmigo.

Ya está, ya hemos salido del edificio.

Hace frío; maldita sea, no se en qué mes estamos, pero debemos estar en invierno; y yo me encuentro únicamente con unos pntalones rosas muy finos y ajustados que me aprietan en las piernas, esto es particularmente molesto en los genitales, también llevo unas medias; no sé cuan largas son, pero deben ser finos; y la camiseta, es blanca y de encaje; a juzgar por mi vestimenta y colores esta ropa es más bien de verano. Pero entonces, ¿por qué no llevo ropa de abrigo?

  • ¡Gilipollas de mierda, abre la puerta! -Grita mi Hermana.

  • ¿Sí, Señorita Ibañez?

Acudo a la puerta del coopiloto y abro para que suba Ella sin hacerla esperar. ¿Y para qué? Conforme se acerca tiendo a bajar la mirada.

Como agredcimiento por mis servicios me parte la cara. Debido a su agresividad me retraigo y encojo de hombros.

  • Cada vez estoy más convencida de que te gusta el dolor, porque no paras de darnos motivos para darte una aztaina -Comenta Ella-. ¿Por que no nos dices de una vez que quieressufrir contínuamente? Para mí sería un placer complacerte, siempre y cuando hayas cumplido con tus obligaciones a la perfección.

  • Sí, Señorita, se lo agradecería mucho.

No me lo puedo creer, es que ya no sé ni lo que digo.

Por fin entra en el coche, cierro la puerta y busco con la mirada a mi Señora, está esperando a que le abra también a Ella. Voy rápidamente y le abro.

No paro de lamentarme por tener que comportarme como el criado de mi propia familia y dejar que todas las chicas del mundo puedan aplastarme, agredirme y tratarme sin compasión de forma tan degradante, humillante y vejatoria como les plazca. Por si esto no fuera suficiente, por lo que me dicen no es mas que el principio.

Por otra parte pienso en las cosas que me han pasado desde que he vuelto a reunirme con Ellas; me han insultado, humillado y agredido públicamente más de lo que imaginaba. Posiblemente sólo hayan pasado... dos minutos, pero me ha parecido terriblemente una eternidad.

Entro en el automovil y me siento detrás de mi Señora.

  • Nos vamos a casa -Comenta la Señorita Ibañez-. Estarás contento, ¿no?

  • Cielo, coge esto -Pide mi Señora entregando los folios que la Psigóloga le ha entregado-. Lee lo que dice.

Mientras mi Madre hace unas maniobras para salir de la plaza de aparcamiento y empezar a circular, Silvia me mira de forma cruel; por consiguiente, yo le miro también, obervo sus herretes, a la luz del día brillan mucho mas. Siento un ardor en mi estómago que sube y me quema la cara por dentro, hirónicamente, pese al supuesto invierno, creo que empiezo a sudar. Avergonzado bajo la mirada, pero la levanto para seguir mirándola.

  • Ya verás cuando te vean mis amigas, haremos una fiesta inolvidable en tu honor.

Estoy seguro que Silvia ha compartido los planes que tiene sobre mí, en nuestro círculo... quiero decir, su círculo de amistades.

Ella no para de mirarme y sonriéndome maliciosamente.

Pánico y desprotección es lo que siento ahóra mismo. Es lo que me infunde Ella con sus ojos.

Sin apartar la vista de mí, coquetea con su pelo, se coge su larga y voluminosa melena y se la recoge habilmente en una coleta, hasta la fina trenza que tiene, obervo cada movimiento de sus dedos y su mano en general, de sus brazos... cada detalle del proceso. Reconozco que lo hace con sutileza, con gracia y elegancia, mucha elegancia.

  • Espero que hayas prestado atención -Advierte Ella-, tendrás que hacerme una coleta y otros tipos de peinados.

Su insinuación incrementa el miedo y vergüenza que siento, y hace que me vuelva más inquieto.

  • ¿Te encuentras bien? -Se burla Ella- estás sudando mucho y estás tan colorado...

Se divierte humillandome con sus afirmaciones, cada palabra que pronuncia para mí, es como una puñalada.

  • Si, Señorita Ibañez, es que usted es muy hermosa y es elegante, incluso para recogerle su cabello.

Las dos rompen en tremendas carcajadas, seguramente no esperaban ni que hiciera un cumplido de semejante calibre. O tal vez sí, pero es la primera vez que lo oyen de mí.

Encienden la radio y ponen un disco de Tailor Swift.

  • Mira esos papeles -Pide mi Madre-. ¿Puedes leerlos?

No me acordaba. Silvia mantiene en la otra mano ladocumentación que le han entregado en el centro y respondiendo a su petición lo abre.Pero no lo lee en voz alta, se limita a echar una ogeada rápida. Tengo curiosidad por saber que han dicho de mí, pero no puedo pedir que lo lea en voz alta. Es mas, podrían leerlo todas la Mujeres, adolescente y Niñas del mundo, pero para mí estaría prohibido.

Una vez más se ríe a carcajasas, ahora sí que tengo miedo de lo que lee, y de lo que puedan hacerme.

  • ¿Qué dice? -Pregunta dejando escapar una ligera risa- Dímelo de una vez, quiero saber qué dicen de nuestro nuevo... ¿Lo llaman instrumento doméstico, mascota o cómo? ¿Lo llamamos Nosotras de otra forma?

Se toma unos segundos, está cogiendo aire me clava otra vez sus ojos sonriéndo feliz. Coge aire para leerlo, pero lo vuelve a soltar, cada vez estoy más intrigado y asustado.

Finalmente lee el informe, se deleita con cada palabra del texto. Habla con voz en parte melosa y en parte compasiva, en realidad lo hace para burlarse de mí, también lee con calma mientras gesticula alegre y satisfecha del informe, haciendo varias pausas para alargar el tiempo y de esa forma también mi agonía. Sabe que de esa forma cada frase, cada palabra, cada sílaba y cada pausa me sientan como un mazazo.

Estimada Señora Ibañez, yo, Celia Navarro, como coordinadora del equipo de Psigólogas del centro y la asociación feminista "Nosotras lo valemos", le informo satisfecha en nombre de nuestra institución, que ha sido un verdadero placer trabajar con su hijo y una experiencia bastante gratificante.

Atendiendo a sus demandas y las de su Hija, hemos inculcado firmemente en el cerebro de su esclavo (ya no hay necesidad de llamarle su hijo), la necesidad moral y vital de obedecer incondicionalmente y con auténtico esmero a toda fémina, así como todos los apsectos comentados en la pasada entrevista, pero comprendiendo a la perfección su vida de hace unos meses, y el considerable cambio que ha tenido hasta la fecha.

Ha respondido a nuestras indicaciones de un modo muy satisfactorio, y pese a que cada vez le exigíamos mas, siempre superaba con diferencia las espectativas que Nosotras teníamos en él, nunca se cansaba de obedecer y hacer mucho más de lo que esperábamos. Por lo que decidimos exigirle cada vez mas y mas y siempre nos complacía, a cambio dependiendo del gusto de cada una, le recompensaba con un beso; algunas le daban un beso suave, sutil, intenso oapasionado, con lengua o sin lengua; tambien ha habido gente que le daba un simple cachete o una sebera agresión; bien por una falta (que obviamente era accidental), o por el simple placer de torturarle.

Es cierto que ya esperábamos que fuera más aplicado que el resto de especímenes, pues no fue por casualidad, que se le etiquetara como el "Sujeto Nº 1.000".

pero él... Madre mía, no importa cuanto se le exija, siempre estará a la altura.

De igual modo, no importa cuanto le humillen o le agredan, lejos de mostrar un mínimo de rencor hacia sus agresoras, no deja de ser extremadamente servicial, docil y sumiso, con Nosotras (ni el sexo Femenino en general) y sobretodo con ustedes dos, Verónica y Silvia Ibañez (cuanto más cercanía tenga la fémina con el sujeto y más miedo le infunda, también será mayor la entrega y el rubor de este elemento), ya que después de todo son sus Amas y propietarias; y no ha sido dificil convencerle de que se debe plenamente a ustedes.

Asocia las órdenes que recibe con tomarse la libertad de usmear en vuestras pertenencias, y si le castigais por ello lo entiende porque no pidió permiso, y su estropeado y pobre cerebro, rara vez lo recordará; por lo que siempre tendreís la excusa perfecta.

También tiende a ruborizarse, empequeñecerse y encogerse de hombros (reaccionando verdaderamente como un subnormal, tal como solucitó su Hija) cada vez que vea a una fémina. No importa que tenga unos kilos de mas o granos en la cara, para él cada fémina del mundo es intrínsecamente bElla y por ello digna de veneración. Pero ese impulso a venerar, idolatrar y encogerse de vergüenza es más que notoria cada vez que Ella enseña una minúscula muestra de su Feminidad, que cada una, ya le desborda a él: una sonrisa, una caricia, una mirada, un simple gesto o un suspiro y el sonido de su voz que para él es más que angelical y bello. Al igual que la ropa que cualquiera lleva en la ciudad para la vida cotidiana, en invierno o verano (tanto Niñas y adolescentes con uniforme escolar, como empleadas de un comercio, Azafatas, ropa de paisana), ni ustedes, ni ninguna Mujer necesita vestirse de forma especial ni llevar un mínimo de maquillaje para conseguir que reaccione de esta forma, pero si lo hacen podrán ver que el efecto es mayor y quedará tremendamente deslumbrado ante las Damas, pues cuantos más factores se junten mayores serán las consecuencias.

También hay que decir que unas bañistas en Bikini o bañador Femenino quedestaca sus físicosy él los percibe como esculturales, sexis y sensuales, tienen el mismo efecto, es decir, queda igualmente idiotizado.

Un comportamiento brusco por parte de una Dama (un grito o una agresión en cualquier parte del cuerpo), también hace que se empequeñezca.

Pasará gran parte de su tiempo centrado en el rostro, peinado y vestimenta de quien tenga delante, así como en los pendientes y demás adornos.

La sensación de pánico y desesperación que le infundimos Nosotras, le produce reacciones contrapro-ducentes; el comprende su situación, le repugna y desearía con todas sus fuerzas escapar; pero cuanto más miedo sienta y más Femenino se muestre la persona que le transmite estas sensaciones, mayor será la entrega que muestre. Esto le causa más miedo, vergüenza y desesperación, lo que también mueve su entrega y así hasta que reviente (pero tranquilas, que nunca reventará).

Sinceramente, cualquier orden que se le dé, él no dudará en cumplirla de inmediato y a la perfección. para probarlo pueden ordenarle que se ruborice mas y mas hasta que le digan (si no quedan satisfechas, su rubor seguirá sufiendo sin límites) y que estando de pie se duerma al instante, ya verán el tortazo que se da.

Y por último, pero no por ello menos importante, hemos eliminado el sexo masculino de su memoria, por lo que ha olvidado irremediablemente a todos los varones que ha visto en su vida, y los que se cruzan con él, no los ve, simplemente son invisibles para sus ojos. ¿La razón? Muy simple, no debe distraerse con nada ni nadie a quien deba obedecer, al contrario, debe centrar toda, absolutamente toda su atención en Nosotras, el sexo Femenino, pues su única obligación en la vida es obedecernos plenamente, y debe eliminar cualquier distracción. Además, eso aumentará la sensación de soledad y estar amenazado como un ratón rodeado por una docena no, un CENTENAR de gatos.

Además le hicimos una prueba de gramática para evaluar su tendencia a escribir en mayúsculas que tengan connotación femenina. Así pues, palabras como Mujer, Dama, Señora, Señorita, Vecina, Hermana, Madre, Hija, Ella, Ellas y un largo etcétera, ha interiorizado la tendencia a escribir con máyúsculas la primera letra. En cambio, si las escribe en masculino las escribe en minúsculas. Una prueba mas para demostrar que para él la MUJER es superior al hombre.

En definitiva, ustedes, como titulares y propietarias del sujeto, pueden sentirse afortunadas, tienen en sus manos al sujeto más aplicado, sumiso, obediente y entregado, y al mismo tiempo totalmente carente de rencor con el que hemos trabajado. Es literalmente esclavo no solo de Nosotras, sino del sexo Femenino en sí y de todo, absolutamente todo lo que nos representa, bikinis, faldas, maquillaje...

Pero no se tomen el control a la ligera, no conviene exibir el control y dominio que tienen sobre él delante de cualquiera, bien porque algunos seres (el sexo masculino, claro está) no son dignos de verlo, o bien porquealgunas Damas, no están del todo preparadas para asimilarlo. Deben tener en cuenta que no se debe mostrar situaciones extremas que comprometan la seguridad y clandestinidad de nuestra institución y los planes que tenemos para el futuro.

  • Mamá. Podemos deshuevarle y aún sería fiel para seguirnos como un perro faldero.

  • Habla bien.

  • Lo siento, mamá no podía evitarlo.

  • ¿Y qué dice el decálogo?

También lo lee con calma, con varias pausas, gesticulando y con voz melosa que tembién denota pena. Como antes, sabe que me hace sentir agonía.