Sumisión y dominación de Alice cap-24
Prólogo: Tras muchas dudas y problemas, finalmente mi marido se había avenido a dejarme trabajar. Solo quedaba presentarle a Beatriz y ya estaría todo como deseaba Raúl, pero la visita de Bea venía con una inesperada sorpresa.
Capítulo - 24
Por fin mi marido podría conocer a Beatriz mi jefa
Al final quedé con Beatriz para que viniese a tomar café el domingo por la tarde. Este fin de semana Daniel tuvo que trabajar también, pero reservó el domingo para conocer a Beatriz, como él quería.
Además, a mí me hacía muchísima ilusión ver a Beatriz. Mi dulce y querida Beatriz, era mi gran consuelo en esta vida a la que me veía abocada por el cabrón de su marido.
Era curioso cómo podía sentir cosas tan enfrentadas por los dos miembros de aquella transgresora pareja, teniendo cuenta que Zoe hacía lo que le ordenaba Raúl, y en esa situación no dudaba en putearme. Aun así no podía dejar de quererla, mi dulce Zoe…
Habíamos quedado a las seis, pero a las cinco yo no podía más de lo nerviosa que estaba, y me puse a preparar las cosas. Daniel dormitaba en el sofá, y ni siquiera hizo un intento de ayudarme. De todas formas me daba igual, yo estaba ilusionada como una niña que lleva a su mejor amiga a su casa.
Cuando dejé todo listo en la cocina fui a ponerme otra ropa, un poco más bonita que la que usaba para estar en casa. Quería estar guapa para Beatriz, pero sin que se notara demasiado.
Elegí una falda ancha, con dibujos geométricos, que me llegaba a medio muslo, y un top blanco de tirantes, que sabía que me favorecía mucho. Me puse un conjunto blanco muy sexy de sujetador y unas braguitas pequeñas.
Sabía que tenía prohibido usar ropa interior, pero esperaba que Beatriz no le dijera nada a Raúl si lo descubría, si Daniel veía que teníamos visita y no usaba ropa interior, cuando menos se extrañaría.
Una vez lista volví al salón con Daniel, a esperar. A las seis en punto sonó el timbre de casa. Beatriz era muy puntual, como exigía siempre Raúl.
Ilusionada fui a abrir la puerta, y cuando la abrí, mi cara debió transformarse y cambiar mucho y mostrar mi sorpresa, porque él inmediatamente esbozó una amplia sonrisa consciente de que me había sorprendido con su presencia.
Allí estaba Beatriz, y a su lado el cabrón de Raúl, con esa sonrisa de oreja a oreja al ver mi cara de sorpresa. Sabía que no le esperaba a el, habíamos invitado a Beatriz, pero claro, Cómo iba el cabrón de Raúl a desperdiciar una ocasión como esta!, de estar conmigo con mi marido delante, eso debía excitarle, estar frente al pobre Daniel que nada sabía, y junto a mi, su dulce esposa, que el había convertido en una zorra y que se había follado multitud de veces como una cerda.
Sin duda, era una situación para no perdérsela, sabiendo como le gustaban estas perversiones al cerdo de Raúl. Dentro de mi, pensé que había sido muy inocente por mi parte, no imaginar que el también vendría, aunque esperaba que como mínimo se comportase con educación, algo que sabía hacer…, si le venía en gana.
Sólo esperaba que no se atreviera a hacer nada que me comprometiera, y tampoco a decir nada, que sutil o descaradamente, como por casualidad, dejase ir como un comentario casual, pero con el fin de ponerme en aprietos en mi propia casa con mi marido.
Beatriz miraba al suelo, no si por sumisión, o porque le avergonzaba la putada que me estaba haciendo Raúl, aunque conociendo que adora a Raúl, no creo que nada de lo que el hacía le pareciese mal.
— ¡ Hola putita… – dijo Raúl en voz baja. – ¡ Gracias por la invitación…
— ¡ Hola… Amo… –dije yo también en voz baja - mientras le maldecía interiormente y permanecía con mi mano en el pomo de la puerta sin terminar de invitarles a pasar, turbada por la inesperada sorpresa de aquel sinvergüenza.
— ¿ No nos invitas a pasar Ayira ? – Dijo bajito, pero gozando al verme tan turbada.
— ¡ S…sí, claro…, pasad por favor, os estábamos esperando, pero aquí llámame Alice – dije mientras con mis ojos le interrogaba, porqué estaba el también
— ¡ Adelante…!
Los acompañé al salón, Daniel estaba de pie, esperando.
— ¡ Daniel… – dije – ella es Beatriz mi amiga y el es su marido Raúl
— ¡ Hola dijo Daniel, encantado de conocerte Beatriz y también a tu marido…– dando dos besos a Beatriz y saludando a Raúl con un enérgico apretón de manos, como hacen los machos… buuuff.
— ¡ Hola Daniel, encantado también de conocerte – dijo Raúl.
— ¡ Sentaos, por favor, poneos cómodos – dijo Daniel cortésmente.
— ¡ Hemos traído unos dulces… – dijo Beatriz dejando un paquete en la mesa.
Pude darme cuenta de como Daniel miraba el estilo y la belleza de Beatriz, tan guapa y elegante como siempre, luciendo su sedoso pelo castaño. Llevaba el pelo suelto y se había puesto un vestido de tirantes negro muy sensual y elegante al mismo tiempo, con un amplio escote solo sugerente, no descarado, que junto a su hermosa cara, impactaba. Estaba muy guapa
Nos sentamos y comenzamos una conversación intrascendente, como suele pasar entre gente que no se conoce al principio, desde cuando vives en la urbanización, a que te dedicas, y cosas por el estilo...
Tras presentarnos y conocernos un poco, Daniel que estaba interesado en mi trabajo junto a Beatriz, dijo.
— ¡ Perdonad, que maleducados somos… ¿ Qué queréis tomar ? ¿ Café ? o preferís otra cosa ?
— ¡ Para mi un café estaría perfecto… – dijo Raúl
— ¡ Café también, gracias – Dijo Beatriz.
— ¿ Lo preparas cariño ? – me dijo Daniel – …., ya que para el y sus costumbres, le parecía lo más lógico que fuese yo, su mujer, la que preparase lo que iban a tomar ellosy les sirviese. Una costumbre muy arraigada en su familia, donde esas tareas solían ser paranosotras …., las mujeres.
Yo sabía que hacía estas cosas sin darse cuenta, como si fuese lo más natural del mundo, lo más lógico, pero cuando le salía esta vena de macho rancio no lo aguantaba. Seguramente si hubiera venido Beatriz sola no habría sido así, pero como estaban también Raúl…, el café era cosa de mujeres.
— ¡ Voy cielo… – respondí, levantándome para ir a la cocina
Mientras empezaba a dirigirme a la cocina. Inmediatamente Raúl dijo.
— ¡ Espera Alice, ¿Verdad ? - Como si no supiese mi nombre el muy cabrón, pensé para mis adentros - ¡ Que te ayudo…, Beatriz me habla siempre tanto de ti... – y se levantó tras de mí, lo que me produjo al instante, un mal presentimiento, porque sabía que tramaba algo sórdido, le conocía demasiado bien, para creer que solo venía a ayudarme. Pero no me atreví a decirle que no.
— ¡ No es necesario Raúl, no te molestes – le dijo Daniel - ¡ Alice nos lo trae enseguida. El muy inocente y bonachón machista.
— ¡ Tranquilo, no es ninguna molestia… – respondió Raúl – ¡ En casa hago yo todas estas tareas, al fin y al cabo Beatriz es la que trabaja. Yo vivo de las rentas y me encargo de la casa… jaja
Si, seguro que haces mucho en casa pensé yo. Menudo caradura estaba hecho, lo único que hacía era mandar y putear.
— ¡ Además, tú Daniel, a quien querías conocer es a Beatriz, que es con quien va a trabajar Alice, así que mejor charláis vosotros dos y la conoces mejor, al fin y al cabo yo me he colado en la reunión por acompañarla y conocer a Alice, aunque ya la había visto en alguna ocasión por la urbanización me parece recordar…
— ¡ Jaja, pues debe estar contenta Beatriz con un marido así tan servicial – se rió Daniel – ¡ Entonces mientras preparáis esos cafés, Beatriz y yo hablamos de ese trabajo del que tanto me ha hablado Alice. – y dirigiéndose a Beatriz les dejamos charlando
— ¡ Dime Beatriz, ¿ Para qué bufete trabajas y en que consistiría el trabajo de Alice ?.
Ellos dos se quedaron hablando y seguida por Raúl, entramos en la cocina.
Como me temía Raúl no pretendía ayudarme con el café. En cuanto entramos en la cocina cerró la puerta, y me agarró del brazo, para colocarme frente a él.
— ¡ Bonito conjunto zorra… – me dijo – ¡ Aunque demasiado recatado para una puta como tú…
— ¡ Por favor Amo, tratemos de que mi marido quede satisfecho y yo pueda empezar a trabajar con Zoe, que es lo importante Amo… y poniendo un dedo frente a mis labios añadí
— ¡shhhh... mi marido nos va a oír Amo! – dije señalando al salón y temiendo que Daniel se diese cuenta de algo inusual, si Raúl se ponía borde.
— ¡ Tu marido no importa, ya te lo he dicho…! – es un cornudo, y cuanto antes lo sepa mejor para todos.
— ¡ No, por favor Amo, no me deje en evidencia… – supliqué - ¡ Tramamos la excusa del trabajo para poder estar siempre a su disposición mi Amo, no le diga nada, es mejor así. — ¡ Por favor se lo pido Amo… ¡ Representemos esta farsa con discreción, se lo suplico.
Aquel hijo de puta de Raúl siempre buscaba crear situaciones donde ponerme en apuros y en esos momentos era una de ellas de la que sin duda gozaba…, que asco y rabia me daba que se comportase así en los peores momentos para dejarme en evidencia.
— ¡Jajaja… ¡ Eres muy discreta mi zorra…
cuando quieres, porque bien que me pedías en la playa que te follara el culo… jaja !
¡ bien, te entiendo! – se rió – ¡ Tranquila, hoy no voy a decir nada que te delate…
— ¡ Pero quiero que a cambio, tu también te comportes con tu Amo como debes. Y metiendo la mano bajo mi falda y comprobando que me había puesto bragas, dijo mirándome con cara de desaprobación…
— ¡ Veo que sigues siendo muy desobediente… ¡ sabes que siempre tienes prohibido usar ropa interior puta y SIEMPRE es eso Siempre !
— ¡ Si mi Amo…, lo se…, pero estando también mi marido, comprenda Amo…, debo aparentar que sigo siendo la misma para que no sospeche…
— ¡ Y dale con el cornudo… – dijo en voz baja pero enérgica.
– ¡ Ya te he dicho y repetido que el no pinta nada sobre como yo, tu Amo, te ordeno y quiero que vayas vestida y las bragas las tienes prohibidas putita.
— ¡ Dame ahora mismo esas bragas…, o prefieres que te las quite yo mismo y te las rompa delante de él…
— ¡ P…pero , ¿ahora ?
— ¡ Exacto puta…., quítatelas ahora mismo guarra y dámelas. Ya estás tardando...
Titubeando me saqué las bragas, y se las entregué. Tendría que andar con cuidado para que Daniel no lo notase, aunque la falda no era excesivamente corta
Raúl cogió las bragas y las llevó a su nariz, aspirando profundamente, aunque estaban limpias dijo el muy guarro.
— ¡ Ummmhhh, me encanta el olor de zorra que desprenden tus bragas, mi puta
Y se las guardó en el bolsillo. Yo estaba roja de vergüenza, y aterrada por si Daniel entraba a la cocina de improviso y nos pillaba con Raúl sosteniendo mis bragas en sus manos. Por suerte le oía hablar distendidamente con Beatriz y eso mew tranquilizaba
—¡ Ahora el sostén – dijo Raúl - ¡Vamos…, vamos.!
Ya ni discutí, me quité los tirantes del top, y desabrochando mi sujetador y se lo entregué a Raúl.
Que me hubiese quitado el sujetador, si era mucho más evidente que el haberme quitado las bragas. Se notaba con claridad, que bajo el top blanco, no llevaba sujetador, porque era ajustado y marcaba perfectamente el contorno de mis pechos, y especialmente, mis pezones ahora eran mucho más evidentes y se notaba que bajo el top mis pechos estaban libres.
Si mi marido se había fijado que antes lo llevaba, no le iba a pasar desapercibido, que ahora ya no lo llevase, y eso le iba a sorprender mucho porque era algo demasiado evidente. No sabía si el se había dado cuenta de que me lo había puesto, pero como en ocasiones, iba sin sujetador, rogué interiormente porque con lo distraído que era, no se hubiese fijado que antes si que lo llevaba, así si se daba cuenta de que no lo llevaba, simplemente me regañase cuando ellos se marchasen por ser de mal gusto. Pero bueno, Beatriz tampoco llevaba y eso le mantendría entretenido y en su caso, eso le complacía.
— ¡ Esto no lo quiero… – dijo tirándolo sobre la encimera – ¡ Me quedo con tus bragas con olor a de puta… Bueno… vamos a preparar el café… ¿ no puta ?
— ¡ Si Amo… – dije – preparé la cafetera y la puse al fuego, guardando mi sostén en un armario de la cocina para que no lo viese mi marido si entraba luego.
— ¿ Lo tomáis con leche ? - me pregunto – ¡ Bueno, tu seguro que sí te gusta con cremosa leche caliente …, Zorra… jajaja. – dijo riéndose mientras me m miraba con cara de vicio.
— ¡ Uy que despistado soy mi puta, perdona !
— ¡ Que descortés soy contigo, así que ahora – dijo – ¡ mientras se hace el café vas a tener que tomarte la leche, que tanto te gusta saborear puta, recién ordeñada para que la saborees bien….., al punto como a ti te gusta Zorra.
Cuando le vi desabrocharse el pantalón y sacarse la polla, no podía imaginar que su atrevimiento llegase a tanto. Pensé que tenía que haberme mordido la lengua en lugar de seguir el chiste, aunque me daba la impresión de que aquello ya lo tenía pensado de antemano, y que, en realidad, lo que estaba deseando, es que mi marido entrase y nos pillase, porque para el, seguro que hubiese sido una deliciosa y excitante sorpresa ver la cara de mi marido al verme chupándole la polla a aquel desconocido.
Entre asustada y agobiada por lo arriesgado de su juego le rogué.
— ¡ Po…po… por favor Amo... – dije – ¡ Ahora no… que nos va a pillar mi marido…
Me agarró con fuerza del brazo y me obligó a arrodillarme. Enseguida se sacó la polla que tenía completamente erecta. Le conocía lo suficiente como para adivinar que aquella situación arriesgada y atrevida hacía que se le pusiese dura solo imaginando que mi marido nos pillaba en esa situación.
Le empezaba a conocer bien y sabía que, si había decidido que se la chupase allí, no tenía otra opción que chupársela y rápido…, además no me cabía duda de que si hubiese entrado mi marido mientras se la mamaba, eso le hubiese complacido mucho al cerdo de Raúl.
Estaba muy nerviosa por la situación, pero al mismo tiempo sentí en mi coño y mi nuca ese cosquilleo tan evidente de que el riesgo era lo que más me estaba excitando de una forma tan sorprendente a mi también que nunca hubiese imaginado, si bien el miedo a ser “pillados” me atenazaba y me sentía rígida y en tensión.
Él que como siempre iba de sobrado, me apremió…
— ¡ Deja ya de hacerte la estrecha, zorra!, porque seguro que lo estás deseando, mi caliente puta, vamos tómate esa rica leche con miel de tu Amo, puta – dijo Raúl — ¡ Cuanto mas te entretengas más fácil será que el cornudo venga a ver que pasa y porqué tardamos, jaja y al verte con mi polla en tu boca de glotona puta, se le caigan los huevos al suelo de la sorpresa que se va a llevar, al así verte con tu boquita de pija y dulce y fiel esposa llena de polla de otro, cerda ! ….jajaja…, así que tú misma.
No lo dudé más, y me metí su húmeda polla en la boca, mientras de reojo miraba a la puerta, temiendo que en cualquier momento Daniel entrase.
El miedo a ser pillados así, me producía escalofríos de placer y me excitaba asl mismo tiempo, era increíble aquella sensación de riesgo y que me hacía chuparle la polla a Raúl con glotonería, ganas y prisa por terminar pronto.
Aquel guarro de Raúl, sabía como recrear situaciones terriblemente excitantes, y sin duda, estar chupándole a el la polla y que me llenase la boca con su semen a pocos metros de mi marido, era una situación muy arriesgada y transgresora.
Metía su glande hasta el fondo de mi garganta, ya me había acostumbrado a chupar pollas y no se me daba nada mal.
Con mi lengua excitaba el capullo tan sensible, sacaba la polla y la recorría con mi lengua. Bajé hasta los huevos y los chupé, los metí en mi boca, Raúl se movía excitado, mientras yo ahora ya se la chupaba con deseo con puro vicio gozando de aquella situación sublime de cuernos.
Volvió a meterme la polla en la boca, y comenzó a follármela, yo no podía evitar sentir alternativamente placer y también un pánico enorme a ser descubiertos, pero que el intenso morbo de aquella situación, me proporcionaba un sucio y transgresor placer…
Como Daniel entrase allí…, oh dios !… mi mundo se iba a venir abajo. Pero al mismo tiempo me sentía tan excitada como una perra en celo. Raúl metía y sacaba la polla de mi boca, con ritmo continuado, notaba su glande en mi garganta cuando llegaba al fondo, y sus testículos golpeando mi barbilla mientras me llenaba la boca de rabo duro y palpitante..
Me agarró la cabeza entre sus dos manos y sujetándomela con fuerza la apretó contra su pelvis, introduciendo su polla hasta mi garganta, me apretaba contra sí, con fuerza, y cuando ya me costaba respirar y mi cara enrojecía, me la sacaba unos centímetros para que cogiese aire y nuevamente me la metía hasta la garganta.
Me estaba produciendo arcadas, que no me podía permitir, porque nos hubiesen oído desde el salón Beatriz y mi marido. Eso no era comerle la polla, eso era torturarme sin más, no le podía estar dando placer, pero si se lo daba el verme enrojecer de asfixia con su polla asfixiándome como una guarra.
Por fin me soltó y me dejó seguir con el ritmo normal, aunque a mí aún me costaba respirar.
Pero no tenía más remedio que seguir e intentar acabar cuanto antes, Raúl seguía con su mete saca rítmico y noté como su polla comenzaba a hincharse, y me preparé para tragarme toda su corrida como le gustaba y exigía .
En el momento en que empezaba a correrse, de repente se abrió la puerta de la cocina y yo me llevé el mayor susto de mi vida, mi corazón empezó a se aceleró súbitamente y un sudor frío se adueñó de todo mi cuerpo, lo que tanto me excitaba y al mismo tiempo temía estaba sucediendo Daniel me iba a pillar mientras Raúl me follaba la boca y me la estaba llenado con su abundante y caliente semen.
No pude evitar girar bruscamente la cabeza hacia la puerta temiendo encontrarme con la mirada de Daniel, y eso hizo que el semen de Raúl en lugar de a mi boca fuera a parar a mi barbilla, y mis pechos, y sobre todo a mi top blanco.
Pude ver medio aliviada, que quien estaba en la puerta era Beatriz que soltó una carcajada al verme así
— ¡Jajajaja Ayira… como eres cariño, que atrevida al mamársela al Amo mientras tu marido y yo hablábamos… jajaja… muy bueno cariño…– dijo - Buff que sexy estás con la corrida del amo chorreándote por los labios y barbilla, golfilla... Jaja
Yo la miré entre asustada y aliviada al ver que era ella y preguntándole con la mirada por Daniel. Ella lo debió entender porque dijo.
— ¡ Daniel ha ido al baño, pero yo que tú me daría prisa en arreglar este desaguisado, porque no tardará mucho y os va a pillar… jaja..
— ¡ Perra inútil… – dijo Raúl mientras tanto, pero sonriendo satisfecho - ¡ Has desperdiciado el néctar de tu Amo. Sabes que no se debe tirar ni una gota.
Aunque yo sabía que me reñía por crueldad y esa situación al verme con mis pechos y blusa manchados con su semen, le excitaba por lo guarra que me veía.
— ¡ Pero Zoe tiene razón, estás muy sexy con mi semen corriendo por tu barbilla y pechos… ¡ me encanta verte así, con esa pinta de puta… mientras el semen escurre por tus tetas… jajaja.
Mientras decía esto me hizo limpiarle los restos de semen de su polla, cosa que hice rápidamente para poder terminar. Ahora si que me invadía la prisa, pringada mi cara y pechos con su semen.
Me levanté y fui al fregadero para limpiarme cuando Raúl me sujetó, y dándome un trozo de papel de cocina me dijo.
— ¡ No, no putita… nada de agua, listilla, …te permito que te limpies con este papel y ya está.
El cabronazo se iba a aprovechar de mi situación para tenerme más tensa todavía, iba tener que estar toda la tarde con los restos de semen reseco en mi cara y pecho, y, además, lo peor era queno había forma de disimular la mancha del top.
Además, se notaba mucho que no llevaba sujetador, y encima mis pezones se habían puesto erectos. Daniel tenía que estar muy ciego para no darse cuenta. Tendría que intentar tapar con mis brazos sosteniendo la taza, lo que era tan evidente y a el le incomodaría, ver que no llevaba sujetador teniendo invitados.
Preparamos la bandeja con el café, y yo me apresuré a esconder el sujetador que Raúl había tirado sobre la encimera, para que no lo viera Daniel, si entraba en la cocina.
Salimos al Salón con el café, yo acalorada y temiendo que mi marido se diese cuenta de que algo me pasaba, porque todavía me sentía excitada y mis pezones no se relajaban porqué además, sentía el interior de mis muslos mojado con mis jugos. Sin poder evitarlo mi cuerpo reaccionaba como el de una zorra.
Salió primero Raúl con la bandeja, y detrás me puse yo, para que me tapase un poco con su cuerpo al acercarnos. Me seguía Beatriz, que aprovechó para darme un pícaro pellizco en el culo.
Daniel volvía del baño, así que nos sentamos.
Me miró con cara rara de sorpresa y me dijo.
— ¡ Alice cielo, vaya cariño te has manchado la blusa… (Sabía que era despistado pero no tanto como para no darse cuenta de que llevaba la blusa manchada)
— ¡ Uy, que tonta…! – dije con cara de sorpresa – ¡ no me había dado cuenta… habrá sido al abrir el brik de leche… ¡ Vaya perdonad, lo siento…, voy a cambiármela.
— ¡ No mujer, no es necesario Alice… – dijo Raúl – ¡ Hay confianza suficiente no hace falta que te cambies, estamos entre amigos y casi no se nota a pesar de que la pegajosa mancha era muy evidente y me sentía muy incómoda con aquel olor a sexo que subía hasta mi nariz por los restos de semen seco del cerdo de Raúl.
— ¡ Daniel nos miraba a los dos extrañado, no sabía si se había dado cuenta de que no llevaba sujetador, pero era evidente que no lo llevaba, aunque mi esperanza es que como lo cierto es que Daniel nunca había sido muy observador, imaginase que ya antes no lo llevaba.
De todas formas, mientras me miraba, intuí que no aprobada que teniendo invitados, no me lo hubiese puesto.
Sin decir nada más se puso a servir el café, pero le noté más incómodo imaginé que pensando que me había podido poner algo más discreto y elegante, y mucho menos aparente, ya que estábamos con Beatriz y especialmente Raúl.
La conversación siguió mientras empezábamos a tomar el café y las pastas que habían traído Beatriz y Raúl y mi marido comentó lo que habían hablado con Beatriz
— ¡ Beatriz me ha estado contando en que va a consistir tu trabajo – dijo Daniel – ¡ La verdad es que me ha parecido muy variado y al ser poco rutinario no te vas a aburrir…
— ¡ No, para nada, eso te lo aseguro Daniel…– dijo Beatriz pícaramente…
— ¡ Trabajo no le va a faltar… a Alice (añadió sutilmente con naturalidad ella) algo que ya me imaginaba, y que la traviesa Zoe, no dejaba pasar la oportunidad de comentar …, pero en otro sentido.
— ¡ Lo único que me fastidia es lo de que tenga que viajar -añadió Daniel - no estoy acostumbrado a llegar a casa y que no esté.
Para el caso que me hacía, pensé para mis adentros, pero claro, una esposa como debe ser siempre está en casa cuando su marido llega esperándolo solícita.
— ¡ Pero bueno… Lo entiendo… El trabajo es el trabajo. Añadió Daniel, y estoy seguro de que a Alice le va a gustar. Siempre se queja de que no la llevo a ningún lado, que siempre estoy trabajando. Y algo de razón no le falta.
Mientras comentaba esto con Beatriz y Raúl, Daniel me puso la mano en el muslo, en un gesto cariñoso y un sudor frío se apoderó de mí. Por favor, pensé en el mismo instante que sentía su mano en el. ¡ Que no suba la mano más arriba, pensé para mí, como metiera la mano fajo la falda iba a darse cuenta de que no llevaba ya las bragas, que antes si me había visto ponerme…, pero por suerte, Daniel era demasiado recatado y bien educado, como para hacer algo así ante nuestros invitados.
Yo estaba bastante nerviosa, e incómoda por culpa de Raúl y cada vez que me venía el olor a semen al tener los resto tan cerca de mi nariz, temía que Daniel se diese cuenta de que olía a sexo.
La verdad es que estaba demasiado callada y casi no atendía prácticamente a la conversación, simplemente hacía como que escuchaba atentamente pero sin tan siquiera prestar atención a lo que hablaban. Me llegaba a la nariz el olor del semen de Raúl, y no podía quitar la vista de la mancha en mi top, me sentía tremendamente incómoda y estaba pasando un mal rato deseando que la entrevista terminase pronto.
Siguieron hablando, la charla era distendida, y Daniel enseguida congenió muy bien con Raúl y Beatriz. Como no, especialmente con Beatriz que además de lo guapa y seductora que era, desplegaba toda su persuasión son mi marido, casi acaparándolo.
— ¡ Por cierto, Daniel, ¡ Que cuadro más maravilloso ! – dijo señalando un cuadro del salón – ¿ No me digas que ese Richard Walker ? ¿ Es original ?
— ¡ Si por supuesto Beatriz – dijo Raúl orgulloso – ¡ Lo conseguí en una galería de arte de Barcelona, y no me salió mal de precio.
— ¡ Uauuuu…! ¡Qué pasada…! – dijo Beatriz - ¡ Me encanta el arte abstracto! ¿ Puedo verlo de cerca ?
— ¡Claro!, ¡cómo no! – dijo Daniel levantándose y acompañando a Beatriz a ver el cuadro. Con la pintura Beatriz se acababa de meter a Daniel en el bolsillo totalmente.
Frente al cuadro, pude ver como Beatriz mientras lo miraba y escuchaba a mi marido, se pegaba sensualmente a el, la muy zorra lo estaba llevando por donde ella quería, y tampoco pasaban para mi inadvertidas las fugaces miradas que Daniel dedicaba a sus tetas y que al ser más alto que Bea, podía admirar perfectamente con lo pegada que estaba ella a el tan provocadora como siempre. Eso hasta me hice sentir algunos celos al ver como Beatriz manejaba a su antojo a mi marido.
Raúl se levantó y me hizo una seña para que nos pusiéramos detrás de Ellos.
— ¡ Yo la verdad es que no soy muy aficionado a la pintura – dijo Raúl
– ¡ La verdaderamente entendida es Beatriz. Lo que tenemos en casa lo ha comprado todo ella.
Mientras decía esto estábamos situados detrás de ellos a la espalda de Beatriz y Daniel, pero mi marido estaba tan enfrascado hablando con Beatriz y seguro que oliendo su seductor perfume, que casi ni se daba cuenta de que estábamos tras ellos ni nos prestaba atención.
Raúl tan transgresor y provocador como siempre, metió su mano por detrás de mi falda, y con absoluto descaro mientras les hablaba a ellos, empezó a acariciar mi culo desnudo.
Sentir su mano en contacto con mi culo, me tensó al instante y mis pulsaciones se aceleraron nuevamente tanto que temía hasta que pudiesen oírlas Beatriz y Daniel, al tiempo que mis pezones y mi piel, se erizaban escandalosamente de excitación al sentir su mano acariciando con deseo y descaro mi culo.
Le miré y con un gesto de desaprobación dándole entender que allí no, que no lo hiciese que estábamos junto a ellos, pero a el aquello le excitaba sin ninguna duda. Estar sobando mi culo frente a mi marido con descaro, debía ser sin duda un placer perverso y excitante para el.
Mis gestos de desaprobación, no sirvieron de nada, y Raúl siguió con su provocación, gozando de mi culo detrás de mi marido que no se daba cuenta de nada absorto con Beatriz y sus miradas.
Metió su dedo entre los cachetes de mi culo, y empezó a masajearme el ano con su dedo. La situación de sentir como jugaba con mi ano junto a mi marido me mantenía tensa como una cuerda de violín, pero al mismo tiempo, el muy cabrón, sabía que aquello me terminaría excitando por lo atrevido y morboso del momento, como así estaba sucediendo y notando yo mi creciente excitación.
Yo estaba tensa pero excitada, porque al mismo tiempo la situación me resultaba muy transgresora y tremendamente atrevida…, mientras mi marido seguía ahí, al lado, hablando de cuadros con Zoe que no le daba tregua, mi Amo con la mano gozaba jugando con mi culo, y yo me estaba excitando mucho a pesar de lo arriesgado del juego, empezando a sentir como mi coño se humedecía y oleadas de placer me invadían haciendo que yo, como una simple puta empezase a gozar ofreciéndole mi culo sin poder evitar mi instintivo deseo.
Raúl, no satisfecho todavía, bajó la mano y llevó su dedo hasta la entrada de mi coño. Yo abrí un poco las piernas para facilitarle el acceso, como una zorra Dios mío, pero es lo que el cuerpo me pedía ya en aquellos momentos, en que escalofríos de placer subían por mi espalda y mi vientre.
Pensé que solo llegaría hasta ahí a tocármelo y acariciármelo por encima, pero no Raúl no se conformaba con medias provocaciones y sentí, mientras le miraba con los ojos muy abiertos sorprendida, como su dedo entraba en mi coño y Raúl empezaba a masturbarme despacio, suave pero implacablemente. Eso sin duda le producía a el mucho placer, estar junto a mi marido y masturbarme con descaro como su zorra.
En esos momentos hubiese matado a Raúl…, pero era él, el que me estaba matando a mí, sintiendo como mi placer iba aumentando y estaba ya lubricada como una golfa deseando que no parase.
Beatriz seguía preguntándole a Daniel cosas sobre el cuadro, y le tenía completamente distraído.
Estaba segura de que la zorra de Beatriz, lo estaba haciendo aposta para que su Amo, pudiese detrás nuestro sobarme a gusto y jugar conmigo a su antojo…., mientras el pobre inocente de Daniel, se estaba casi ausente de nosotros pero atrapado en la sutil seducción de Beatriz .
Aún así sabía y temía que la masturbación que me estaba practicandoRaúl me provocase sin remedio un orgasmo, ya que al ritmo que me tocaba no iba a tardar en alcanzarlo.
La situación se estaba poniendo imposible para mí, a cada minuto que pasaba más excitada y más cerca del orgasmo me sentía, por lo atrevido y terriblemente morboso de la situación y sintiendo constantemente el olor a semen de Raúl en mi nariz, mientras mi Amo seguía follándome el coño ahora ya con dos dedos con absoluto descaro, haciendo que yo empezase a retorcerme de placer y mujer mis caderas sin poder evitarlo, aquello me estaba superando y temía que en cualquier momento, aquella sublime sensación de placer y morbo, me hiciesen estallar en un orgasmo que no sabría como disimular totalmente, aunque algo tendría que hacer, no podía permitirme ni suspirar de placer, estando tan cerca de Daniel…, y a cada instante, sentía como estaba llevándome sin remedio al clímax…
No pude saber si es que entre Beatriz y Raúl se entendían sin tan siquiera mirarse, como si un vínculo les uniese, pero cuando más apuraba estaba ya, mi querida Beatriz entró al quite con habilidad y naturalidad, preguntándole a mi marido.
— ¿ Y tienes más cuadros de este estilo… Daniel ? – Pregunto Beatriz.
— ¡ Si claro, mira este… Beatriz – dijo Daniel dirigiéndose a otro cuadro que teníamos en otra pared del salón.
Raúl sacó la mano de mi falda con naturalidad aunque dejándome con una sensación de vacío, pero alivio al mismo tiempo, lo que evitó que llegase al orgasmo en los siguientes instantes, algo que hubiese sido muy embarazoso.
Sabía muy bien que aquellos juegos de transgresión a los que era tan adicto Raúl, seguro que solo había echo que empezar y lo peor es que a mi, aunque mi cabeza me decía que no, que estaba fatal hacerlo, mi cuerpo reaccionaba de forma opuesta y el muy cerdo, había conseguido excitarme mucho mientras me sobaba y masturbaba al lado de mi marido sin que el se diese cuenta.
Era una variedad de sexo tan arriesgado y atrevido, que ese mismo riesgo y descaro lo hacía muy adictivo, … hasta para mi que como una golfa consentía a aquel depravado que me emputeciese más y más.