Sumisión y dominación de Alice cap-01
Este es un relato desarrollado conjuntamente con otro escritor amateur desarrollando cada uno por separado las acciones de los personajes que nos asignamos al inicio del mismo. Escribir un relato entre dos, es excitante y con situaciones imprevisibles, al "llevar" cada uno, distintos personajes.
Sumisión y dominación de Alice
Capítulo 01
Republicado al haberse extraviado del catálogo
Hola me llamo Alice y os voy a contar mi intensa y cambiante historia, que ha hecho que mi situación personal haya sufrido vaivenes importantes, ajenos a mi voluntad, pero la vida es así de sorprendente e injusta en ocasiones . Soy una chica de 35 años, nacida en Glasgow el 9 de Julio de 1982, soy Licenciada en Empresariales, pero en la actualidad y desde hace años no trabajo.
Estoy casada con Daniel de 45 años desde hace cuatro, un marido atento, atractivo y que me cuida como una princesa. Él, hijo ya de empresarios, siempre ha pertenecido a la élite empresarial catalana y posee una importante fortuna, fruto de su trabajo y sus empresas, a las que dedica mucho de su tiempo. Responsable, educado es el hombre perfecto, pero en muchas ocasiones me gustaría que tuviese más tiempo para mi y poder hacer cosas juntos, y fuese más amante de la diversión, los viajes y tantas cosas que se pierde por su dedicación al trabajo. Nadie es perfecto, pero a Daniel le debo el estatus que tengo y la seguridad y las atenciones que me da.
Debo reconocer que vivo como una princesa pero realmente esta no es la vida que soñaba con tener cuando tenía veintitrés años y muchos proyectos.
Las circunstancias me han convertido en una atractiva casada, ciertamente algo distante y estirada, como una nueva rica.
Mi aspecto físico es en conjunto, muy resultón, como dicen algunos, de cuerpo pequeño, mido solo 1,65 y peso 50 kg, con manos delgadas igual que mis muñecas y brazos y una medida de pecho de 95 copa B, me gustaría tenerlos más grande
s
, pero me conformo con los que tengo, porque son naturales y firmes…, lo que más llama la atención de mi figura son mi bonito culo y mis piernas. El primero duro y respingón sin ser grande, es lo que más atrae las miradas hacia mi, para realzar mis piernas, utilizo siempre zapatos o sandalias, con bastante tacón, casi siempre de 15 cm, que además de hacerme unas piernas largas, caminar con tacones, hace que mi cuerpo y culo, se muevan más sensualmente.
Mi cara sin ser una belleza sin más, es bonita y le saco a ello todo el partido, siempre bronceada, en invierno con sol artificial, no necesito maquillarme, simplemente resaltar el contorno de mis ojos y pestañas, que son oscuros, puramente mediterráneos, como mi madre, también expresivos y que muestran mi vitalidad e impaciencia, soy muy inquieta, a mis labios solo les doy brillo dejándolos en su color natural rosado.
Siempre con el pelo bien cuidado, me gusta llevarlo con una medida de media melena, y en ocasiones que descanse sobre mis hombros y espalda, de color castaño con un toque rojizo, le da a mi cara movimiento y soltura.
Mi actual estatus al casarme con Daniel, hace que reprima mi verdadero carácter que es abierto, simpático por naturaleza, y no pueda mostrarme atrevida y transgresora como realmente soy, o había sido.
Me gusta vestir bien, por lo que me compro mucha ropa, pero no me atrevo a comprarme según que estilo, optando por la elegante, pero formal.
Con ocasión de ir a fiestas o sitios donde lucirme más, me atrevo con escotes insinuantes y algunas transparencias, que hacen que los hombres me miren con deseo.
Donde si me gusta lucir mi cuerpo, es en la piscina comunitaria y privada del conjunto residencial de 20 casas donde vivimos. Con el deseo de que no me queden marcas del bikini y porque me gusta que me miren con deseo y en ocasiones con pensamientos lascivos, mis bikinis, siempre son con tanga en la parte inferior y algunos con la tira que mantiene el pequeño triángulo de tela, de silicona transparente luciendo mi culo con total impunidad para dar rienda suelta a mi faceta exhibicionista, que ahora, con Daniel no puedo lucir para que no se moleste.
En ocasiones a pesar de que la parte superior es también muy pequeña, tapándome solo la mitad de mis pechos y atados con una fina tira, cuando me pongo boca arriba, no me vuelvo a atar la tira de la espalda y tomo el sol en top less, lo que complace a mi
s
vecinos masculinos y no sienta muy bien a algunas de sus esposas.
Si tomo el sol en el solárium de nuestro d
ú
plex, desde el que es difícil que me vea nadie, excepto desde un par de lugares que quedan un poco más altos, tomo el sol con placer desnuda sobre la hamaca, todo un placer, pero que no me llena, porque en mi interior, si no fuese a ser objeto de las críticas de la gente, me encantará lucir mi cuerpo mucho más. Es algo que me excita mucho, y que en vida actual de chica bien, no me puedo permitir.
Pero no siempre mi vida ha sido tan placentera y colmada de caprichos…., también tengo una etapa oscura de mi vida, que me hizo tener que cambiar mi nombre real, de Beth Kirkpatrick, por el de Alice McAuli, iniciando una nueva vida, en un nuevo país y una nueva ciudad, de London City, a Bcn en España, pero eso, por fortuna, ya forma parte del pasado y quedó definitivamente atrás.
De mi anterior etapa, donde fui muy feliz y optimista hasta los 28 años y un excelente futuro por delante, conservo solo un tatuaje que me había hecho en mi etapa de la Universidad, situado en mi hombro izquierdo de una media luna de filigrana con un sol dentro.
Esa mañana, al entrar en el portal y abrir el buzón me encontré un sobre marrón a mi nombre, sin remite, ni franqueo. Era un sobre grande, que al tacto parecía lleno de papeles. No le di mucha importancia, pero me extrañó que no estuviese franqueado y no figurase ningún remitente.
Recogí el resto de la correspondencia y subí a casa, tras quitarme las altas sandalias, mucho más cómoda, ya que me encanta caminar descalza, me puse ropa cómoda y comencé con la correspondencia.
Lo primero que hice fue abrir el sobre marrón, por lo insólito de su formato, como si algún mensajero lo hubiese depositado en mi buzón, imaginé que sería publicidad, pero sentía mucha curiosidad por saber que podía ser, aunque imaginaba que no sería nada importante.
Nada más lejos de la realidad, en cuanto lo abrí y saqué los primeros papeles que contenía me entró un sudor frío que hizo que mis manos empezasen a temblar al ir sacando su contenido. No podía ver mi propia cara, pero debía estar pálida, y con los ojos abiertos y el corazón encogido, cuando saqué el primer recorte de periódico, además de mi orden de búsqueda….
Súbitamente sentí una sensación de ansiedad, solté el sobre en la mesa y tuve que levantarme.
¡No podía ser verdad.., tenía que ser una pesadilla, aquello no podía estar pasando de nuevo….,
Cogí un vaso y atolondrada, tratando de recobrar la serenidad, cogí la botella de Oban, y me serví un largo trago.
Apoyando mi culo en el mármol de la cocina, tras un largo trago, que me devolvió los colores y me espabiló, al sentir como el sabor seco, con aquel inconfundible regusto ligeramente ahumado, bajaba por mi garganta y llegaba a mí estómago.
Más relajada y mientras los acelerados latidos de mi corazón, iban recuperando la normalidad poco a poco, regresé a la mesa y bebí un par de sorbos cortos, antes de atreverme a vaciar el contenido del aquel maldito sobre, que me devolvía a un pasado ya olvidado.
Con un nudo en la garganta y el corazón encogido, fui sacando y mirando aquellos recortes de periódico, que tan frescos tenía todavía en mente y no necesitaba leer, pues sabía lo que decían, porque en su momento, los había leído cientos de veces. Recordaba lo que se decía de mi infundadamente y en los que mi foto de 6 años atrás se veía claramente, y en los que aparecía como la principal sospechosa de una estafa propiciada por mi jefe en la empresa en la que trabajaba entonces.
Esa estafa había sido la que me hizo cambiar de ciudad, de nombre y de vida, para escapar de una condena más que segura, ya que era yo la que había firmado todos los documentos que mi jefe me había puesto delante, fiándome totalmente de aquel embaucador, que se aprovecho de mi confianza en el también de mi inocencia y buena fe en el, ya que no hubiese nunca imaginado lo falso y mezquino que era en realidad.
Desde entonces se me buscaba, por esa estafa financiera que había llevado al cierre de la empresa y de la que yo no había visto ni una libra, pero en la que aparecía como la principal responsable, en el entramado que había tejido mi ex jefe.
Además de los recortes había una nota que decía.
No debes preocuparte por el contenido del sobre. Nadie más que yo sabe quién eres. Si haces lo que te diga no debes temer nada, no tengo intención de denunciar a la policía quien eres mientras cumplas y no me obligues a ello.
Preséntate mañana a las 18:00 en el Barítimo Lounge Club. Siéntate en una mesa, pide una bebida para disimular y espera. Cuando llegue me sentaré frente a ti y te explicaré claramente lo que quiero a cambio de mi silencio. Es así de sencillo.
Un amigo.
El pasado volvía a mi vida
Tensa y angustiada después de ver aquellos recortes, que me habían transportado de nuevo a un pasado que más de 5 años atrás, me sumergió en una pesadilla, y después de leer la nota que los acompañaba y que mezclaba frases tranquilizadoras con otras sutilmente amenazantes, mi estómago se cerró y decidí no comer nada.
Me senté en el sofá y encendiendo un pitillo, me puse a fumar, mientras mi mirada perdida sobre la vista de la ciudad y el placer del tabaco, no conseguían evitar que mi cabeza dejase de darle vueltas a la inesperada llegada de ese sobre, que me hacía retroceder a la etapa en que era la subdirectora en Attwood Financial Consulting, barajando e intentando imaginar, quien y que quería de mí aquel desconocido.
Pensé que lo más posible es que a cambio de su silencio, y seguro que sabiendo mi buen tren de vida, me pidiese dinero por su silencio, pero…, ¿ Se trataría de un precio por enterrar aquel episodio de mi vida para siempre, o el chantaje que se planteaba era sacarme dinero regularmente cada cierto tiempo y no me lo podría quitar de encima… nunca ? …..
Por suerte para mi, el dinero, si no eran cantidades muy elevadas, podría irlas consiguiendo, pero tratando de que mi marido, no lo supiera. Este feo asunto lo tenía que resolver sola, pertenecía a otra vida, y Daniel debía quedar al margen.
Como el no venía casi nunca a comer y hoy me había dicho que no vendría, me tumbé en la cama y no pude evitar llorar de rabia, a solas, liberando mi tensión.
Cuando conseguí calmarme, me lave la cara, y como quería y necesitaba estar sola, me puse el albornoz y salí al solárium tras coger de la nevera un refresco y me tumbé desnuda en la hamaca con las gafas de sol y los ojos cerrados, mientras los rayos del sol calentaban mi destemplado cuerpo, me empecé a sentir mejor, y tras darme la vuelta en varias ocasiones, terminé por dormirme un par de horas, hasta que me desperté ya con el sol que casi no calentaba, y regresé al Mundo real y a mis actuales problemas, pero esa tarde al sol y especialmente aislada de todo, me reconfortó mucho.
Me di un ducha y me puse una blusa playera estampada y un tanga limpio.
Daniel me dijo que llegaría un poco tarde, sobre las 10, pero que no preparase nada, porque pasaría por el Kay Shunka y traería comida japonesa y cenaríamos juntos con una buena botella de vino.
No tenía nada de apetito, pero cuando el llegase, con una cena con comida del japonés que solía traer de vez en cuando, que era ligera, podría comer y disimular, ya que no quería que notase mi preocupación, así que quedamos en que le esperaría.
Como era habitual en él, Daniel llegó algo mas tarde. No quería que él supiese nada de lo que me estaba ocurriendo, eso era mi pasado y Daniel pertenecía a mi nueva vida, así que intenté ser la misma de siempre, aunque esforzándome, me mostré tan feliz y cariñosa como siempre.
Como no tenía apetito, la ligera cena japonesa, fue una suerte para mí, aunque sí que tomé bastante vino para mantenerme con más chispa.
Tras acostarnos, el se durmió enseguida después de un largo día de trabajo y reuniones.
A mi me costó dormirme, pero me hice la dormida por si se despertaba, cosa que no solía ocurrir, ya que cuando se dormía lo hacía como un tronco, nada le despertaba.
Me desvelé en varias ocasione y la noche se me hizo eterna, pero solo era esa noche y fingí que había dormido bien.
Como siempre, por fin llegó la hora de levantarse, a las siete se levantaba para regresar a la empresa, yo me levanté y le preparé el desayuno y bromeamos un poco, antes de que se marchase tras darme un beso y desearme un relajado día de sol y piscina.
Cuando se marchó, me sentí aliviada. Prefería estar sola para tratar de pensar