Sumisión romántica. Bondage y dominación.

En primera persona, un chico relata los juegos de sumisión que experimenta con su pareja. Juntos utilizan esposas, correas, mordazas, dilatadores, fustas y otros objetos en una espiral de sexo duro y salvaje en el que no hay tabúes ni censura. Humillaciones verbales, sexo sucio y romántico a la vez.

¡Ahora sí puedes entrar! – exclamó desde el otro lado de la puerta.

Me decidí a entrar en la sala de estar y, al pasar junto a la mesa, me fijé que él había colocado todos los juguetes y accesorios que utilizaría conmigo. Entonces me dirigí al sofá donde él estaba sentado y con un gesto me indicó que me parase de pie ante él.

Mi Amo aclaró las reglas del juego: “Como mi Sumiso que eres, harás todo lo que yo diga sin rechistar y sin preguntar; si desobedeces algo que ordene sabes que elegiré el castigo apropiado para ti. No podrás correrte hasta que yo lo considere oportuno, y si cumples lo dicho hasta ahora, recibirás tu recompensa”.

Yo estaba totalmente de acuerdo; la idea de ser un Sumiso me excitaba muchísimo y no podía esperar a ver qué es lo que mi Amo dominante me tenía preparado.

¿Te has lavado y limpiado bien? – preguntó

Asentí con la cabeza

Quítate la camiseta y los pantalones – me ordenó.

Obedecí y me dejé puestos únicamente los calzoncillos, dejando al descubierto mi blanca y depilada piel.

Ahora siéntate encima de mí – siguió mi Amo

Sentado sobre él, comenzó a besarme profundamente, jugando su lengua con la mía. Me encantaba cómo me besaba y mordía los labios, y cómo su lengua pasaba por mi cuello. Sentía ya mi pene muy duro en el calzoncillo. Mi Amo me agarraba del culo mientras me besaba; me apretaba los glúteos, los masajeaba y los azotaba (y eso me encantaba).

Seguidamente, me tumbó boca abajo y perpendicularmente a él, dejando ante él mi culito en ropa interior. Bajó mis calzoncillos y me los quitó, mostrando mi culito recién depilado. Comenzó a azotar mis glúteos con su mano, cada vez más fuerte. Yo no entendía muy bien si me azotaba como castigo, ya que hasta el momento no había desobedecido en nada. Pero entonces recordé que no podía poner en duda nada de lo que mi Amo hiciera, así que seguí disfrutando de los azotes que me propinaba, cada vez más fuertes. Yo emitía un pequeño gemido cada vez que su mano impactaba contra mi suave piel.

¿Te gusta que te azote el culo, eh? ¿Quieres que te dé más fuerte? Estás disfrutando con esto, mira que te pone cachondo que te castigue – decía sin dejar de azotarme.

Tenía ya mi culito de color rosado cuando mi Amo se detuvo. Se levantó y me dejó en el sofá. Cuando volvió tenía unas esposas, las cuales puso en mis manos, quedando éstas pegadas a mi espalda, y yo sin poder separar mis brazos. Él se levantó y se quitó los pantalones y calzoncillos, descubriendo su gordo pene, ya erecto y duro. Tras quedarse semidesnudo, se sentó y me puso de rodillas ante él.

Ahora voy a follarte la boca; quiero que te metas mi polla entera– y entonces me agarró del pelo y sentí todo su pene en mi boca, llegando hasta mi garganta. Todavía cogiéndome del pelo, comenzó a mover su pelvis para meter y sacar toda su polla, follándome con cada embestida. A mí me encantaba lo que me estaba haciendo y gemía como podía, ya que su pene llenaba toda mi boca y disfrutaba viendo que era capaz de introducirla toda dentro de mí. Mi Amo también gemía y elogiaba mi habilidad para las felaciones. Yo sentía ganas de agarrarle la polla mientras se la chupaba, pero mis manos atadas a mi espalda me lo impedían, así que continué haciendo lo que mi Amo dictaminaba.

Joder, así me gusta. Me encanta tener mi polla en tu boca, me entran ganas de correrme ya y llenártela toda con mi semen. ¿Eso es lo que quieres, verdad? Te encanta el sabor de mi leche caliente – decía mientras se la chupaba y miraba cómo disfrutaba.

De vez en cuando sacaba su polla de mi boca y azotaba mi cara con ella, me ordenaba que sacara mi lengua y la pasaba toda caliente y dura por ella. Tras hacer esto, me cogía la cabeza y me introducía de nuevo toda entera en la boca, agarrándome del pelo para dirigir mi cabeza y así follarme mejor.

Después de tan placentero sexo oral, mi Amo se quitó la camiseta y se levantó, ordenándome que me quedara arrodillado donde estaba. Volvió con un antifaz que colocó en mis ojos para evitar que pudiera ver lo que sucedía o lo que me iba hacer a continuación. Seguidamente, me quitó las esposas y me las volvió a poner, pero con mis brazos hacia el torso.

Me tumbó en el sofá boca arriba, colocando mis brazos por encima de mi cabeza, y yo no podía ver más porque mis ojos estaban tapados.

Tras unos segundos de espera, sentía como mi Amo pasaba su lengua por mi cuello, haciendo círculos y chupando mi piel. También me besaba profundamente y pasaba la lengua por mi cara y continuaba de nuevo con mi cuello. Seguía el recorrido con su lengua hasta llegar a mis pezones, que succionaba y chupada con fuerza, haciendo que me estremeciera de placer y haciéndome gemir. Mi Amo sabía que lamer y pellizcar mis pezones era algo que me encantaba, y me quería recompensar por haber obedecido durante lo que llevábamos de juego.

A continuación, notaba cómo me quitaba los calzoncillos, dejándome completamente desnudo. Mi Amo comenzó a masturbarme, cada vez más seguido, y entonces se metió mi polla en su boca. Comenzó a chuparla pasando su lengua por ella y, aunque no era capaz de introducir todo mi pene en su boca, se lo metía y sacaba utilizando su mano para masturbarme. También utilizaba sus manos para pellizcar mis pezones, y yo cada vez gemía más fuerte por todo el placer que mi Amo me estaba proporcionando.

¿Cómo alguien tan delgado y pequeñajo como tú puede tener este pollón? – decía agarrándome el pene – me encanta tenerlo en la boca y comértela toda. Quiero hacerte gemir fuerte – y continuó felándome el pene sin descanso, haciendo que me retorciera de placer, gimiendo cada vez con más intensidad.

Bajé mis brazos para agarrar su cabeza y poder follarle la boca mejor, pero cuando posé mis manos en su pelo, mi Amo se detuvo y con gesto y voz cabreada me ordenó que estuviera quieto y que posara mis brazos como él los había dejado. Yo obedecí y él continuó con lo que hacía, haciéndome estremecer y aguantar las ganas de intervenir en lo que hacía.

Mi Amo siguió pasando su lengua por mis testículos y siguió bajando. Me levantó las piernas y comenzó a pasar su lengua por mi ano (que me había lavado bien como mi Amo ordenó antes de entrar a la sala de estar). Chupaba y pasaba toda su lengua cada vez más fuerte, y eso era algo que me encantaba. Lo hacía mientras me masturbaba y seguía con sus pellizcos.

Entonces me puso a cuatro patas y siguió con lo que hacía, con mi culito expuesto todo para él. Pasaba toda su lengua y, de vez en cuando escupía en mi culo. Sin esperármelo, se detuvo y por lo que podría oír, mi Amo se había levantado y me había dejado a cuatro patas en el sofá, atado, y con los ojos vendados. De repente sentí que con su dedo esparcía algo fresquito alrededor de mi ano (el lubricante que vi en la mesa cuando entré). Sin esperarlo, introdujo en mi culito uno de los tres dilatadores que también había dispuesto en la mesa. El juguetito entró todo sin problemas a la primera, ya que no era de un tamaño muy grande y mi culito estaba loco porque mi Amo lo follara bien fuerte con su polla. Como se mantenía dentro sin necesitad de agarrarlo, mi Amo volvió a los azotes en mis glúteos un poco más y, finalmente, sacó el dilatador pequeño para introducir el de tamaño mediano. Éste segundo dilatador era un poco más grande y me hizo gemir más, pero no era suficiente para mi culito deseoso de sexo duro. Aun así, me folló el culito al introducir y sacar dicho juguete cada vez más deprisa, haciéndome gemir fuerte (ya que él me masturbaba mientras follaba mi culito). Finalmente, me preparé para recibir el que sería el dilatador más grande, que era de un tamaño considerablemente mayor con respecto al anterior.

Este último no entró a la primera, pero mi Amo me habló al oído en ese momento - quiero metértelo hasta el final y follarte bien fuerte para que goces y grites- Poco a poco el dilatador de introducía más, y el hecho de que él me masturbara al mismo tiempo hacía que me retorciera de placer. Finalmente, consiguió que todo estuviera dentro; al principio me dolió un poco, pero finalmente me estaba aguantando las ganas de correrme.

Cambió la postura en la que me encontraba y me puso boca arriba. Entonces abrió mis piernas y prosiguió follándome con ese dilatador grande mientras gemía de placer. Se acercó a besarme bien profundo sin dejar de penetrar mi culito con el juguete, y entonces mi Amo se sentó enzima de mi torso. Agarró mi cabeza y metió toda su polla en mi boca, follándome de nuevo mi boca y, al mismo tiempo, no dejaba de meter y sacar el dilatador de mi ano.

Mira que te gusta tener algo dentro de ti follándote sin parar, ¿eh? – decía y yo asentía – pero esto no es suficiente para ti, tú lo que quieres es que te meta mi rabo hasta el final y que te folle como a una perra, ¿a que sí? ¿quieres que te reviente el culo con mi polla?

Esa sensación de tener toda la polla de mi Amo en la boca y de notar cómo mi culo era follado me encantaba. Era como si mi Amo me estuviera follando la boca y el culito a la vez, y eso me hacía disfrutar y gemir bien fuerte. No obstante, como había dicho mi Amo, yo quería su polla en mi culito, pero sabía que habría que esperar a que él así lo quisiera. Mi Amo preguntaba si me estaba gustando, y yo asentía con la cabeza, así que seguimos un rato más con esa “doble follada”.

Siguiendo con el juego, sacó el dilatador y lo colocó en la mesa de cristal (que había sido despejada de los objetos que tenía), ya que se podía mantener de pie por la “ventosa” que tenía. Seguidamente, me quitó el antifaz de los ojos y me ordenó que me sentara encima del dilatador y lo metiera todo dentro de mi culito con mis manos aún atadas. Bajo su mirada atenta cumplí lo que me dijo, y logré que estuviera entero dentro de mí. Mi Amo ordenó que “botase” encima de él, así que empecé a follar mi culito con el consolador. Así seguí un rato mientras que mi Amo me observaba, hasta que se acercó y me empezó a follar la boca de nuevo. Me hizo disfrutar mucho al sentir mi culito siendo follado y notar la polla de mi Amo en la boca, por lo que mantuvimos esa postura hasta que mi Amo ordenó que me detuviera.

Por fin mi Amo dijo lo que yo tanto esperaba - Se acabó, no aguando más. Ahora voy a follarte el culito con esta polla que tanto te gusta. Te voy a reventar bien, voy a follarte bien fuerte y duro.

Me colocó de pie frente al sofá, él se puso detrás y me inclinó para colocar mis manos en el respaldo de dicho mueble. Me dejó esperando y cuando volvió puso lubricante en su pene y en mi culito. Se notaba que mi Amo estaba muy cachondo y que estaba deseando meterme toda su polla, ya que estaba muy dura y muy caliente, y parecía que de un momento a otro iba a estallar para liberar todo el Amon que estaba reteniendo.

Sin previo aviso mi Amo introdujo toda su polla hasta el final. Esto me hizo lanzar un grito de placer, ya que mi culito estaba más que dilatado por lo que habíamos hecho previamente. Empezó a follarme cada vez con más fuerza, agarrándome con sus manos por mi cintura. Con cada embestida me hacía morir de placer, y yo gemía porque no podía evitarlo y porque sabía que a mi Amo le encantaba escucharlo. Cada vez me follaba con más fuerza, y me encantaba cuando lo hacía sacando y metiendo su polla entera con cada embestida. Me ponía muy cachondo que mi Amo sacara toda su polla y la metiera de nuevo toda entera con fuerza y rapidez; bien profundo. Mientras me follaba, mi Amo agarraba mi pene y lo masturbaba con firmeza, haciéndome gozar como nunca.

-¡Cómo me gusta follarte, joder! Tu culo se traga a mi polla, la está devorando toda. Se nota que le encanta que te folle así, metiéndotela y sacándotela toda entera, ¿verdad?. Eres insaciable y voy a tratarte como la putita que eres – me decía sin parar un segundo de embestirme.

Siguió follándome de esa manera pero colocándome a cuatro patas en el sofá, azotando mi culito y agarrándome fuerte los glúteos para abrirlos y que su polla me follara bien duro. También me agarraba del pelo, echándome hacia a atrás para besarme la boca y pasar su lengua por el cuello y por la espalda. Eso me encantaba. No os imagináis cuánto. No podía evitar gemir muy fuerte. Estaba a punto de correrme. No sé cuánto más iba a aguantar.

Decidió que cambiáramos de postura; esta vez se sentó en el sofá y yo me senté encima de él, introduciéndome toda su polla de nuevo en el culito al que pertenece. Me ordenó que utilizase su polla para follar mi culito, así que comencé a botar encima de mi Amo, introduciendo y sacando su erecto pene de mí. Él me agarraba los glúteos con sus manos y me abría el culo para que me metiera su polla y poder reventarme mejor. Mientras hacíamos todo esto, él agarraba mi polla y me besaba profundamente; juntando nuestras lenguas, pasando la suya por mi cuello y mordiendo mis labios.

Sin parar de follarme, se tumbó boca arria y yo seguí encima metiéndome toda su polla en mi culito, aún con mis manos atadas, ya que mi Amo así lo quería, y yo sabía que no podía quitármelas ni rechistar en cuanto a ello. Pero en realidad me encantaba estar atado y a la merced de mi Amo. Me excitaba la idea de estar atado para él y cumplir sus órdenes. Me ponía cachondo que me utilizara para darle placer, aunque en realidad sabía que me amaba.

Me gustaba mucho esa postura, porque podía mirarle a los ojos, que me miraban con deseo. Los conocía muy bien, y era como si pudiera mirar a través de ellos. Mientras tanto, me acercaba a besarle y él no dijo nada al respecto; me besó apasionadamente y después me miró con deseo directamente a los ojos. En ese cruce de miradas fue tan intenso que casi me corrí.

Cuando mi Amo lo consideró oportuno, me ordenó que siguiera igual, pero dándole la espalda. Así que me levanté, me giré y volví a introducir su polla dentro de mí. Él agarró mi culito y comenzó a follarme muy fuerte, azotándolo esporádicamente. Al ver que yo no hacía nada a parte de disfrutar con la follada, me dijo  - tienes permiso para masturbarte-  Así que agarré mi pene y comencé a masturbarme como pude con mis manos todavía atadas.

Seguidamente, mi Amo ordenó que me volviese a poner a cuatro patas. Yo cumplí con lo que dijo y, entonces, me volvió a colocar las esposas con los brazos en la espalda. Estar así en esa postura me quitaba mucha movilidad, y yo no podía imaginar lo que mi Amo me tenía preparado.

No vi lo que cogió, ya que estaba acomodándome en el sofá, pero de repente volvió y me introdujo toda la polla entera de golpe y sin previo aviso. Me folló de nuevo como había hecho antes. De repente se detuvo con toda su polla dentro, y comencé a sentir cómo mi culito se abría más; como si el pene de mi Amo se estuviera haciendo más grande. Giré mi cabeza como pude y entonces comprendí lo que sucedía. Estaba introduciendo el dilatador mediano al mismo tiempo que su polla estaba entera dentro de mí. Mi culito estaba bien abierto, y parece que quería aprovecharlo; afortunadamente, durante los cambios de posturas había estado utilizando lubricante generosamente.

Fue introduciendo el dilatador poco a poco, y manteniendo su polla quieta, comenzó a meter y sacar dicho juguete. Al principio dolía un poco, ya que mi culito nunca había estado tan abierto. Finalmente, logró introducirlo todo dentro de mí, y tras un rato follándome de esa manera despacio, desapareció el dolor para dar cabida al placer. Finalmente, dejó el dilatador quieto dentro de mí y lo que comenzó a meter y sacar de nuevo fue su polla. Esta doble penetración que mi Amo había preparado me encantaba, y me hacía gritar de placer el sentir mi culito tan abierto siendo follado por mi Amo de forma tan salvaje y desenfrenada. Tuve que aguantarme las ganas de terminar varias veces, y sentía que mi Amo no iba a resistir mucho más.

Tras unos instantes más de doble penetración, mi Amo dejó mi culito despejado, me tumbó boca arriba y me besó desenfrenadamente. - No sabes cuánto te quiero; has sido un buen Sumiso y ahora voy a correrme dentro de ti.

De este modo, me quitó las esposas y agarró mis piernas con firmeza. Separó mis piernas y comenzó a follarme el culito en esa postura que tanto le gustaba a mi Amo. Me embistió con fuerza y me folló bien duro, agarrando mi polla para masturbarme y acercándose para besarme apasionadamente. Soltó mis piernas y se inclinó hacia mí para besarme mejor y yo le rodeé con mis brazos. Sentí su pecho con el mío y noté que estaba sudando por los esfuerzos que había hecho. Sentir el sudor de mi Amo me excitó más y gemí como nunca lo había hecho. No podía aguantar más. Era demasiado placentero para ser verdad. No aguantaba más. Pero tenía que esperar a que mi Amo me diera permiso para correrme.

Por fin, me lo dijo: “córrete de una vez”. Tras dicha frase lanzó un gemido y me embistió hasta el final para introducir toda su polla dentro de mí. Eso me estremeció y comencé a correrme, retorciéndome de placer. Mi semen salía de mi polla a gran velocidad y en abundancia, y mis gemidos inundaron toda la casa. Mirar la cara de mi Amo corriéndose dentro de mí me ponía aún más cachondo. Y sentía como toda su leche caliente llenaba mi culito, sin dejar de follarme. Mi semen caía por toda mi barriga y pecho. Y, finalmente, mi Amo acometió unas embestidas más hasta sacar su polla de mi culito. Restregó su polla alrededor, para luego volver a meterla toda y llenarme bien con todo su semen dentro de mí.

Tras sacar su polla de mi culito, se acercó a besarme cariñosamente, y entonces pudo observar cómo mi semen había manchado toda mi piel. Mi Amo pasó dos dedos por una zona en la barriga con mucho semen y los impregnó con este líquido. Dirigió sus dedos a mi boca y entonces comprendí que quería que limpiara mi propia leche. Así que obedecí y me metí sus dedos en mi boca, recogiendo mi semen y tragándomelo todo. Repitió el proceso un par de veces más, recogiendo la leche que había por mi cuerpo, hasta que me lo tragué todo.

¿Te gusta cómo sabe tu propia leche? Trágatelo todo, sé un buen sumiso y límpialo bien – decía mientras limpiaba sus dedos manchados con mi leche – ahora quiero que te pongas a cuatro patas, como una perra – yo obedecí y adopté la postura que me ordenaba.

Te ordeno que saques toda la leche que ha quedado dentro de ti – seguidamente, con un poco de vergüenza, apreté mis glúteos y comenzó a salir todo el semen de mi culito. Notaba cómo salía y descendía hasta empaparme los testículos, bajo la atenta mirada de mi Amo.

Fíjate cuánta leche tenía guardada para ti, estás expulsando mucha y es una lástima que la saques toda – acto seguido, comenzó a meter sus dedos dentro de mí, recogiendo con ellos parte del semen que había expulsado y volviendo a meter sus dedos más adentro. Finalmente, mi Amo agarró su polla aún dura y la introdujo toda dentro de mi culo, sacándola para limpiar la leche de mi culo y volviéndola a meter más adentro.

Por último, mi Amo se acercó a besarme profundamente, juntando nuestras lenguas en un beso que no quería que acabase.

Seguidamente, me advirtió - El juego aún no ha acabado. Eres mi Sumiso y te comportarás como tal.

Se acercó a coger una correa que había encima de la mesa y entonces apretó el collar al cuello y lo unió a la correa, como si fuera un perro al que hay que sacar a pasear.

Me ordenó que me pusiera a cuatro patas en el suelo. Obedecí, y entonces tiró de mí con la correa, y yo avancé gateando por donde mi Amo me dirigía. Recorrimos el pasillo hasta llegar a la habitación de mis padres. Sin quitarme la correa, me ordenó que me tumbara en la cama grande que había. Me percaté de los nuevos juguetes que había en la cómoda de la habitación.

Me quedé quieto y mi Amo se acercó. Me volvió a poner las esposas con los brazos pegados a la espalda. A continuación, cogió unas esposas para los pies y las colocó en éstos, evitando que los pudiera separar. Lo siguiente que trajo consigo fue una mordaza, que puso y apretó en mi boca, de forma que no podía mediar palabra. Finalmente, con el mismo antifaz de antes, me tapó los ojos y me había privado de movilidad, vista y habla. Esa sensación de dominación me encanta y me excitaba, así que asumí lo que mi Amo había dispuesto.

Por último, mi Amo quitó la correa, dejando el collar en mi cuello y me advirtió - Estarás así hasta que yo vuelva, pórtate bien y sé un buen Sumiso o te castigaré.

Escuché cómo mi Amo se alejaba y escuché un portazo, dejándome tumbado en la cama en dicho estado. Los minutos pasaron y no podía saber cuánto tiempo llevaba así. Estuve esperando durante un tiempo indeterminado a que mi Amo regresara para continuar con el juego. Durante ese tiempo, el recordar lo que había pasado en instantes anteriores era suficiente para volver a excitarme y tener de nuevo a mi pene erecto.

Por fin, escuché cómo la puerta se abría y mi Amo se acercaba. Me dijo en voz alta y clara -Vamos a seguir, lo que haya estado haciendo durante el tiempo que has estado aquí no es de tu incumbencia, así que no preguntes - Entonces cambió las esposas para ponerlas en el lado contrario, por encima de mi cabeza, y me colocó boca arriba con la cabeza en la almohada y los brazos hacia arriba.

A continuación, sentí como algo muy frío se deslizaba por mi barriga. Era un hielo, y por mi estado de aislamiento visual no podía acertar si mi Amo tenía dicho hielo en la boca o en la mano. Ese frío hielo recorrió mi pecho y mi cuello, y dejaba agua que mantenía el frío allí por donde pasaba. Pasó también por mis pezones, acariciándolos; y mientras recorría uno de ellos sentí la lengua de mi Amo lamiendo el otro.

Cuando dejé de sentir el hielo sobre mi piel, mi Amo se levantó y escuché cómo se dirigía a coger algo, ya que aún seguía sin poder ver ni hablar. Cuando volvió pasó mis manos por mi pecho y noté cómo empezaba a apretar un de mis pezones, y sin dejar de apretar uno comenzó a ejercer presión sobre el otro. Cuando pasó una mano por mi polla y comenzó a masturbarla comprendí que me había colocado una pinza en cada pezón, estimulándolos para hacerme sentir dominado e indefenso.

Mírate cómo estas, totalmente bajo mi control esperando a que te folle otra vez. ¿Verdad que sí, putita? ¿Quieres que juegue con tu culito? Voy a abrirlo y a darle placer hasta que me supliques que te meta todo mi rabo. ¿Te gusta que te humille? – Decía a mi oído mientras agarraba mi pelo con una mano y con la otra me masturbaba y apretaba mis testículos.

Seguidamente, quitó las esposas de las piernas y las abrió, poniendo lubricante alrededor de mi ano para lo que venía a continuación. Entonces sentí cómo mi culito se iba abriendo para dejar a entrar a otro juguetito que quería utilizar conmigo: unas bolas chinas (5 en total). Notaba cómo introducía dentro de mí una a una, hasta que estaban todas dentro. Entonces, mi Amo tiraba de la cuerda que las unía y las bolas salían una a una, lo que hacía que experimentara un placer distinto al que se siente cuando es penetrado por el dilatador. Me imaginaba cómo mi Amo estaría observando las bolas salir de mi culito y cómo éste iría abriéndose.

Siguiendo con el juego de las bolas chinas, mi Amo me masturbaba mientras me lo hacía; y yo gemía como la mordaza de mi boca me lo permitía. A veces me dejaba todas las bolas dentro de mí y se acercaba a mí para besarme o para follarme la boca como había hecho antes. Me agarraba de la cabeza o del pelo y me metía toda su polla en mi boca, follándomela con cada embestida mientras sentía mi culo lleno de bolas.

Tras este juguetito, mi Amo decidió probar otro; eran unas bolas tailandesas dispuestas una a continuación de otra, sin estar unidas por una cuerda. La sensación que proporcionaba era diferente, y esta vez sí que se dedicó a follarme el culito con esas bolas al introducirlas y sacarlas progresivamente con rapidez. Yo no podía hacer nada, solo disfrutar, y esperar a que mi Amo dictaminara cómo continuar. Esa sensación de sumisión y de no controlar lo que mi Amo hacía con mi cuerpo me excitaba cada vez más.

A continuación, mi Amo dejó una cosa bien clara - Esta vez no voy a permitir que corras. Seré yo el que termine cuando me apetezca. Tendrás que aguantarte, y como me desobedezcas serás castigado- Dicho esto, yo estaba dispuesto a obedecer lo que mi Amo dominante me ordenara, así que me dispuse a contenerme.

Mi Amo sacó todos los juguetitos de mi culito y me colocó a cuatro patas, poniendo de nuevo las esposas de las manos por detrás, pegando mis manos a mi espalda. De repente comenzó a azotar mi culo con su mano, dando palmadas para dejármelo rojo, haciéndome gemir con cada azote. Tras unos segundos de descanso, sentí de nuevo azotes en mi culo, pero esta vez mi Amo estaba utilizando un látigo para su “castigo”.

Sé que te encantan los azotes, así que voy a darte con esto hasta dejar tu culito rojo – decía mientras me azotaba – eres un sumiso insaciable, te encanta que te use como mi juguete cuando estás atado e indefenso.

Cuando cesaron los azotes noté cómo introducía sus dedos dentro de mí. Me follaba el culito con sus dedos; primero con dos, luego con tres, y finalmente con cuatro. Cada vez más rápido y con más fuerza, introducía y sacaba los cuatro dedos de mi culito, haciéndome gemir intensamente. De repente, sacó todos sus dedos de golpe y sentí que añadía una considerable cantidad de lubricante dentro de culito; entonces, introdujo los cinco dedos poco a poco, hasta tenerlos bien dentro de mí. Los sacaba y metía repetidamente, cada vez más rápido y más adentro. Llegó un momento en el que apretó para meterlo bien adentro la mano y me dolió un poco, pero al repetirlo varias veces ya estaba gozando de placer otra vez.

Hay que ver qué culo más insaciable tienes, ¡mira lo abierto que está! Tengo casi toda mi mano dentro y no se inmuta – me decía sin parar de follarme el culo – ahora sí que te voy a reventar con mi polla.

Sin pensarlo dos veces, sacó todos sus dedos e introdujo con fuerza toda su polla dentro. Comenzó a embestirme ferozmente. Yo estaba siendo follado por mi Amo salvajemente, atado, cegado y amordazado. Su polla salía y entraba dentro de mí toda entera, recorriendo mi culito y llegando hasta el final.

Tras practicar esa postura, mi Amo me quitó el antifaz de los ojos y me dio la vuelta para colocarme tumbado boca abajo, para seguir follándome de esa manera. Sentía cada embestida encima de mí, su pelvis rebotando contra mis glúteos, su sudor en mi espalda, la lengua pasando por el cuello, su mano agarrando mi pelo, y sus suspiros en mi nuca. Con sus manos abría mis glúteos para introducir su polla bien adentro, y no dejar ni un centímetro que no estuviera dentro de mí. Yo tenía que aguantar las ganas de terminar, y me estaba costando mucho esfuerzo.

Me giró y me puso de lado en la cama, y él detrás de mí posando su pecho contra mi espalda. Volvió de nuevo a follarme enérgicamente, levantando mi pierna para meter su polla bien. Yo sentía su respiración y escuchaba sus gemidos. Yo estaba disfrutando tanto y obedecía y me dejaba guiar por aquello que marcara mi Amo.

De nuevo, volvió a cambiar de postura y me colocó boca arriba con la cabeza apoyada en la almohada. Cogió mis piernas, una con cada mano e introdujo con fuerza su polla dentro de mí. Siguió un buen rato follándome bien duro en esa postura.

¿Te gusta que te folle así, verdad sumiso? Te gusta que te folle como a una perra atada a mi merced – me decía sin dejar de embestirme.

Cambiamos varias veces de posturas según mi Amo dictaminaba. Yo me dejaba llevar en una espiral de orgasmos que me venían al sentir su polla follándome hasta el final. Nos pusimos de pie y estuvo follándome así, salvajemente, mientras me decía cosas obscenas al oído.

Finalmente, me encontraba siendo reventado a cuatro patas. Mi Amo cada vez me lo hacía más fuerte y duro, y sus embestidas estremecían todo mi cuerpo. Me agarraba el pelo y me llevaba hacia atrás, me azotaba el culo, me decía más cosas sucias y yo no podía aguantar más. En cierto momento volvió a agarrar el collar con la correa, y tiraba de dicha correa para llevarme hacia atrás y estar bajo su control. Todo aquello estaba resultando demasiado excitante para mí.

No podía avisar de que estaba a punto de correrme porque tenía la boca tapada. En un instante frenético en el que mi Amo metía y sacaba toda su polla de golpe no pude aguantar más. Comencé a correrme sobre las sábanas de la cama, manchándolas con mi semen. Tras unos segundos de intensa corrida, mi Amo tardó en percatarse de lo ocurrido. Al tocar mi polla se dio cuenta de que estaba mojada y me paró de repente, sacando su pene.

No has conseguido aguantarte. ¡Me has desobedecido, mira cómo has puesto las sábanas! Ahora lo vas a limpiar con la lengua -  Entonces mi Amo agarró mi cabeza, quitó la mordaza y la dirigió hacia donde había manchado la sábana. No tuve más remedio que obedecer y pasé mi lengua por donde más leche había para recogerla toda. Repetí la operación un par de veces más en aquellas zonas en las que el semen aún no había impregnado la tela.

Acto seguido, mi Amo me ordenó que me pusiera a cuatro patas. Tras ejecutar la orden, me volvió a introducir todas las bolas chinas en mi culito, pero esta vez las dejó ahí dentro. Entonces me advirtió de lo que iba a suceder: “esta vez no voy a terminar en tu culito; voy a correrme en tu boca. Pero escúchame bien, quiero que te tragues todo mi semen, no quiero que dejen ni una sola gota. Sé que te encanta cómo sabe mi leche, así que esto no es un castigo para ti. ¿Me has entendido? Quiero que te la tragues toda”

Todavía a cuatro patas y con las bolas chinas dentro de mi culito, me quitó la cinta adhesiva y metió toda su polla en la boca y comenzó a follarla cada vez con más fuerza. Yo disfrutaba mucho teniéndola toda dentro de mi boca, y estaba deseando que terminara entro de ella para poder probar el sabor de su deliciosa leche caliente. Cada vez me lo hacía más rápido y me agarraba del pelo y me cogía de la cabeza para introducir su pene bien adentro. Mi Amo no aguantó más, y cuando se fue a correr, agarró mi cabeza y me introdujo su polla entera. Me excitaba sentir como todo su semen salía de su polla y llenaba toda mi boca. Me encantaba su sabor y cómo descendía por mi garganta. Logré tragarme toda la leche, a pesar de que fue mucha la que salió.

Cuando me sacó la polla de mi boca, me ordenó que sacara la lengua para comprobar que me la había bebido toda. Finalmente, nos fundimos en un beso largo y húmedo, los dos tumbados en la cama. Mi Amo me liberó de las ataduras y descansamos plácidamente uno pegado al otro.

Me susurró al oído: “has estado genial. Eres un Sumiso muy bueno. Te amo”