Sumision Laia y Zara
Como comenzo en la humillacion por puro vicio
Estábamos en el salón tomándonos un café después de comer viendo la televisión en la que a esa hora no había nada interesante. Laia se dirigió a mí y me pregunto si no podíamos ver una película de las que me enviaba Tomas y que siempre le decía lo interesantes que eran y que debía de verlas. Yo le dije que eran de sexo puro y duro, que no sabía si le gustarían a lo que ella me dijo que algún día tendría que ser el primero. Accedí a su petición y puse la última que recibiera y aun no había visto. Comenzó viéndose a una chica a la cual entrevistaban preguntándole si alguna vez la habían humillado en público a lo cual respondió que no. Le preguntaron que si estaba dispuesta a ello, dijo que sí. A partir de ese momento se ve como es acompañada por dos mujeres a un bar el cual resulta ser de ambiente en el cual solo hay mujeres y allí comienzan a humillarla con todo tipo de juguetes.
Al terminar la película Laia me miro para decirme que no era nada tan raro, ni tan excitante. Se fijo en mis pantalones y pudo apreciar el bulto que en ellos había.
Bueno a ti parece que si te excita y comenzó a bajarme el pantalón y el bóxer hasta dejar mi polla libre la cual estaba totalmente empalmada. Se levanto para marcharse momento en el cual la agarre de un brazo y le pregunte a donde iba, ella me respondió que a la cocina que no era su problema mi estado. En ese momento tire de ella hacia mí y la comenze a besar. Ella no ponía ningún problema con lo cual comencé a acariciar su cuerpo por debajo de su ropa, al llegar debajo de sus braguitas note que estaban húmedas, más bien empapadas casi chorreando. Le pregunte qué a que era debido ante lo cual no le quedo más remedio que reconocer que ella también se había excitado viendo como la humillaban e incluso había llegado a tener un orgasmo y correrse como yo podía comprobar. La puse en pie y comencé a desnudarla, empeze por quitarle la falda y seguí con sus bragas, las cuales le mostré totalmente empapadas por sus jugos. L a tumbe en el sofá y comencé a lamerle su sexo, chupando todos los fluidos que allí había, dejando su coñito limpio y brillante esperando su aprobación. La cual debí de conseguir pues al momento la tenia arrodillada frente a mi sometiendo mi polla con su boca. Cuando lo considero me tiro en el sofá y se introdujo mi polla en su coñito de un solo golpe hasta que mis huevos hicieron tope en su coño, comenzando a cabalgarme al mismo tiempo que movía sus caderas buscando el máximo contacto hasta que al fin consiguió que me corriese dentro de ella. Se levanto y mirándome a los ojos me pregunto que si gustaría verla en la situación de la protagonista a lo cual le dije que no. Ella se hecho a reír y fue hacia el baño moviendo ostentosamente sus caderas al mismo tiempo que me preguntaba si le ayudaba a lavarse o prefería que follaramos antes en el baño.
Dias después de aquella tarde sexo y películas Laia saco el tema de la película acerca de la humillación y me comento que lo había estado pensando y le parecía que debía ser muy excitante o al menos así lo creía ella después de haber escuchado las declaraciones de la protagonista al final de la película. Además había estando investigando por la red y había visto más comentarios que opinaban lo mismo. Estaba decidida a probarlo. Le dije que era su elección y que la apoyaba. Después le pregunte que como y donde quería hacerlo, en público o en privado, hombres, mujeres o ambos sexos, cuantos….
Después de pensarlo durante unos días me dijo que lo quería en privado y con solo un par de amigas, pero también quería que yo estuviese presente y participara. Le dije que aceptaba pero que debía de pedírselo ella a sus amigas y aceptar las consecuencias.
Sus amigas aceptaron y quedamos para el siguiente fin de semana, ellas llegarían para comer y Laia seria nuestra sirvienta desde ese mismo momento.
Esa mañana decidí comenzar con su humillación desde el desayuno. Según llego a la cocina le ordene que volviera al dormitorio y que vistiera con la ropa con la que iba a correr y con los zapatos de tacón de aguja, se disponía a rechistar y le recordé que ella había pedido que participase en su fantasía. Se callo y fue a vestirse como le había ordenado. Cuando volvió a presentarse en la cocina venia realmente sexy y provocativa. La llame para que se acercase que iba a arreglarle la ropa, cogí unas tijeras y le corte los pantalones de forma que su sexo quedara a la vista, también recorte su camiseta para que sus pezones salieran al exterior lo cual le daba un aspecto de bailarina de club cutre. Después de desayunar se puso a limpiar la casa y preparar la comida. A las dos de la tarde llegaron sus amigas a las cuales ella les abrió la puerta y las invito a pasar al salón donde yo estaba. Me comentaron que les encantaba el vestuario de la criada y que ya podíamos comer. Nos sentamos en el comedor y comenzó a servirnos la comida, antes de que regresara a la cocina su amiga Zara le ordeno que se metiera debajo de la mesa y le lamiera su coñito que le estaba picando y ella tenía las manos ocupadas comiendo. Se metió debajo de la mesa y Zara comenzó a sonreír, al rato le ordeno a Laia que dejase ya su sexo y que le dedicase su pericia al de Silvia, esta se quedo sorprendida pero no rehusó las atenciones, al momento lucia una sonrisa preciosa. Cuando terminamos con el primer plato le ordenaron que saliera a recoger los platos y que nos sirviera el segundo, terminada esta operación Silvia le solicito que le trajera su bolso. Saco de este un paquete y se lo dio a Laia para que lo abriera, saco un consolador. Le ordeno que se sentara en la mesa frente a nosotros y que comenzara a mastubarse, que debía de correrse al menos una vez sino la castigaría. Después de conseguirlo salpicándonos a todos se le ordeno que nos retirara sus fluidos con la lengua. Lo hizo con toda premura mientras sus amigas jugaban con su coñito, insertándole unos pequeños consoladores que llevaban. Los orgasmos de Laia eran continuos y salvajes, era incapaz de controlar su cuerpo llegando a ser incapaz de mantenerse de pie.
Llegados a los postres sus amigas decidieron que se situase apoyando su pecho en la mesa para que yo la enculase para su diversión, sentía lastima de ella ya que nunca había querido ser penetrada analmente. No opuso resitencia ni emitió la más mínima queja, había asumido el rol de esclava hasta las últimas consecuencias.
Días después de tan particular encuentro vimos a Zara y Silvia en una terraza tomando una cerveza. Nos sentamos con ellas y charlamos de nuestro trabajo, terminada nuestra conversación Zara nos pregunto que cuando repetiríamos, que había quedado muy sorprendida con la situación y que le apetecía repetirlo, Silvia dijo lo mismo añadiendo que nunca había disfrutado tanto. Laia comento que le parecía bien, que esta semana no era posible pues teníamos otros compromisos ineludibles por más que le apeteciera. También les dijo que le apetecía un cambio de papeles, que ya les comentaría. A la semana Laia me dijo que había quedado con sus amigas para el sábado y que les tenía preparada una sorpresa.
Llegado el sábado cuando sus amigas entraron les propuso un juego, el de la paja más corta, la que la sacara seria la humillada. Se mostraron sorprendidas, pensaban que sería igual que la vez anterior. Laia les dijo que había que probar las dos caras del juego. Accedieron y tiraron de la pajita, la más corta le toco a Zara, con resignación acato su suerte. Se dirigieron al salón, Laia cogió a Zara y la llevo al dormitorio para prepararla para ser humillada. La vistió con lencería negra, las braguitas abiertas dejando su vulva al descubierto, el sujetador rodeando sus pechos levantándolos, unas pezoneras con forma de boca, medias de redecilla y una cofia de camarera. Estaba tan arrebatadora que según se acerco al sillón donde estaba sentado me dijo que ya se veía que me alegraba de verla, que mi polla estaba pidiendo salir de su celda. En ese momento Laia le ordeno que hiciera lo que debía sino quería ser castigada, asumió su papel se puso de rodillas, saco mi polla y se puso a chuparla con devoción. Por su habilidad con la lengua se notaba que no era la primera vez. Silvia se sentía sola así que se levanto de su asiento, agarro a Zara por el pelo y le condujo su boca a su coñito el cual brillaba con sus jugos ordenándole que se lo limpiara. Laia se sentó a mi lado para mirar a Zara como limpiaba el coñito de Silvia, mientras ella continuaba el trabajo que Zara dejara sin acabar, comerme la polla. Le di la vuelta encima de mí y le dije que me dejara comerle el coño, que también quería jugar. Laia y Silvia la sometieron a todo tipo de humillaciones, una de las más extrañas consistía en dejar pelotas de golf en el suelo y que las recogiera con el coño para después devolvérselas.
Terminado esta humillación nos pusimos a comer. La lencería de Zara estaba totalmente empapada de sus jugos por lo cual le permitieron sacársela, pero la obligaron a vestirse con un mono de obra azul. Para ella que era una directiva de empresa no dejaba de ser humillante. Cuando Laia considero que todos estábamos satisfechos saco su ordenador y lo conecto al televisor del salón. Busco una dirección y nos enseño unas fotos en las cuales logramos reconocerla a ella, eran fotos del día que la humilláramos. No se veían los rostros. Las fotos estaban valoradas por otra gente y comentadas. Nos sorprendió este comportamiento pero ella dijo que quería llevar su humillación hasta el final, sin tener que ser en público ni que la reconocieran. Laia nos dijo que había alucinado con los comentarios y que al leer algún incluso tenía que haber tenido que masturbarse de lo excitada que la habían puesto.
A la semana siguiente le toco el turno a Silvia, cuando llegaron a casa Laia se llevo a Silvia al dormitorio para desnudarla y vestirse ella. Cuando salieron Laia vestía como una estudiante de colegio privado, minifalda plisada ,blusa blanca muy ceñida la cual tenía los botones a punto de saltar, medias blancas y un lacito en sus trenzas. Provocativa a más no poder e insinuante y pervertida. Silvia solamente llevaba calzados unos zapatos de tacón de aguja .Laia la sentó en un taburete del salón, comenzó por quitarle los zapatos y le masajeo los pies, los cuales también le chupo. Continuo poniéndole unas medias blancas, deslizándoselas suavemente a lo largo de sus largas piernas, le coloco también un liguero blanco para sujetar las medias. Cuando lo estaba abrochando en la parte interior rozo su sexo y Silvia emitió un gemido lo cual le dio a entender que estaba sumamente excitada. Laia se puso en pie y le dijo que su coñito estaba seco y que no olía bien pero que ella tenía la solución, Silvia se puso colorada de vergüenza y dijo que aquello no era cierto, que se había duchado antes de venir. Laia le dijo que era una broma, que solamente quería probar un lubricante de fresa el cual le hacía ilusión probar en un coñito para lamerlo y disfrutar de la mezcla de sabores del lubricante y el coño de una mujer. Dicho esto se puso manos a la obra derramando un poco en el pubis de Silvia la cual se quejo de que estaba frio, Laia comenzó a masajear el sexo de Silvia con movimientos circulares insistiendo en su clítoris del cual tiraba hacia fuera al mismo tiempo deslizaba su lengua a lo largo de los labios del sexo succionando la mezcla de lubricante y fluidos.
El que estaba totalmente excitado era yo, la perversión de Laia no tenia limites. Zara estaba sentada a mi lado y no decía nada, se la notaba excitada, deslice mis manos buscando sus pechos y comencé a masajeárselos, consintió y además una de sus manos fue a parar dentro de mis pantalones para comenzar a menear mi polla. En aquel momento dijo que yo estaba totalmente empalmado y que ella lo solucionaría. M e desnudo dejando mi polla al aire y admirando lo derecha que estaba, le pidió a Laia lubricante para así poder también jugar. Vertió un poco en sus manos y comenzó a frotarme la polla y los huevos, cuando ya estaban bien embadurnados comenzó a mamarme la polla mientras me masajeaba los huevos, era alucinante y me estaba costando no correrme en su boca. Termine corriéndome en su boca llegando casi a ahogarla, lamio hasta la última gota de semen para terminar sacándose el tanga para que pudiera ver como ella también se había corrido. Me puse a lamer su coñito ya que era el justo pago a su trabajo. Cuando hube acabado de lamerle el coño a pesar que todavía se había vuelto a correr me fije en que en ese momento Silvia se había metido entre las piernas de Laia y la estaba sometiendo a una sublime comida de coño a la vez que la penetraba analmente con un consolador, Laia jadeaba de placer y estaba a punto de correrse. En ese instante Laia se corrió de tal forma que baño a Silvia con sus fluidos llegando incluso a salpicarnos a nosotros. Fue la mayor corrida que le había visto a Laia, su cara reflejaba el placer. La humillación no se dio por acabada hasta que caímos derrotados por el cansancio en la cama.
Cuando nos despertamos ya era de día, eran las once de la mañana. Laia y Zara se levantaron para ducharse e ir de compras, mientras me quedaba en la cama con Silvia que aun dormía plácidamente después de los esfuerzos del día anterior. Las oí cerrar la puerta y me levante de la cama para darme una ducha, también la necesitaba. Mientras estaba bajo la ducha relajándome entro Silvia en el baño y me dijo si podía ducharse conmigo, le dije que no había ningún inconveniente tras lo cual se metió en la ducha. Me pidió que le enjabonara la espalda cosa que hice además de enjabonarle también sus tetitas y su coñito masajeándolo. Me pidió que parase a la vez que jadeaba y gemía de placer, continúe con el masaje hasta que se corrió.
Se dio la vuelta y me hecho en cara el que no hubiese parado como me pidiera, le conteste que de que se quejaba si era ella la que se había corrido. Contesto que esa no era la cuestión y que se lo pagaría, en ese mismo instante agarro mi polla y empezó a masturbarme, apretaba fuertemente mi miembro mientras le daba unos tirones que me hacían gritar, no le importaba y cuanto más gritaba mas fuerte tiraba. Acabo consiguiendo hacerme correr además de dejarme la polla totalmente roja e irritada.
A la hora de comer regresaron Laia y Zara, venían con varias bolsas, traían comida preparada para comer y alguna cosa más. Al acabar de comer se llevaron a Silvia al dormitorio. Media hora más tarde salieron las tres del dormitorio llevando puesto unos conjuntos de lencería del mismo modelo pero distinto color, la talla era más pequeña de la que usaban. Sus pechos estaban tan apretados que el sujetador estaba a punto de reventar, las braguitas les marcaban el coñito dejando asomar los labios por los lados de aquel minúsculo trozo de tejido.
Se dedicaron a pasear delante de mi como si fueran modelos adoptando poses sugerentes y lascivas, estaban disfrutando de su poder sobre mi.