Sumisión en la granja

Es la historia de una chica que deseaba ser sumisa y como se inicia su periodo de doma.

SUMISION EN LA GRANJA

Vanesa acababa de llegar de recoger el diploma, ya era licenciada, entró al portal y abrió el buzón; solo tenía una carta, un sobre pequeño dentro del cual parecía que había algo como una llave o algo parecido. En el sobre ponía "PERRA", como una luz se le iluminó en la mente y una humedad inundó su coño como adivinando lo que iba a suceder ese fin de semana.

"Pera, coge la llave que te incluyo en este sobre y haz una pequeña bolsa con las cosas que te incluyo en la siguiente lista y dirigete a la taquilla nº69(bonito numero) de la estación de autobuses y recoge la pequeña bolsa que hay dentro, en ella están las siguientes instrucciones, por supuesto, desde que salgas de casa no podrás volver a ella hasta el lunes , así que duchate y limpiate muy bien toda entera. Si aceptas las condiciones y quieres someterte tal y como lo habíamos hablado mandame un sms al gsm que tu ya sabes".

Vanesa subió a su casa toda agitada, ni se acordaba del diploma que acababa de recoger, se duchó cogió las cosas de la lista que solo eran articulos de higiene y lo justo para no ir desnuda por la calle, lo metió todo en una bolsa y salió de casa.

Llegó a la taquilla de la estación de autobuses y recogió de la taquilla la bolsa que le había indicado, en ella había un tanga naranja fosforito y otro papel:

"Ahora perra siguiendo el plano que te adjunto y después de ponerte el tanga que hay en la bolsa irás a la consulta de la doctora Lopez en la calle xxxxx xxxx nº xx para que te haga el reconocimiento que la indique".

La chica como buena sumisa obedeció al pie de la letras las instrucciones y se presentó en la consulta, la abrió la propia doctora que indicándola que entrase la señaló una camilla con reposa pies a los pies de la camilla y la ordenó que se desnudase.

Donde me puedo desnudar?—preguntó la joven.

Ahora vas a tener vergüenza puta, aquí mismo.--- le dijo la doctora.

Vanesa se empezó a desnudar y cuando acabó, la doctora la indicó que esperase antes de tumbarse, quería admirar su cuerpo. La chica era bajita, morena, con el pelo por los hombros, pelo liso, ojos marrones grandes, nariz más bien pequeña, boca normal con labios carnosos pero secos, pechos pequeños con los pezones como dos pequeñas montañitas marronaceas, el culo respingón y no muy grande y con bastante vello pubico negro.

Vanesa cuando la dieron permiso se tumbó y la doctora inmovilizó sus brazos y sus piernas, fue tocando sus pechos , según ella para ver si tenía algún bulto pero sus toqueteos más bien eran procaces y obscenos pero eso hizo que la chica se mojase entera, luego la abrió entera el coño y lo observó durante un buen rato palpando los labios, el clítoris y demás para más adelante introducirle un consolador en semejante lugar y ponerlo en marcha lo que arrancó varios gemidos y jadeos de la muchacha hasta llegar al orgasmo, luego repitió lo mismo en el ano de la chica pero colocándola en otra postura pero esta vez en vez de introducirla un consolador la puso primeramente bien untada de vaselina y luego colocándose un arnes doble la penetro con cuidado para no dañar la mercancía que su amigo iba a someter y a cuyo entrenamiento ella iba a asistir como observadora para más humillación de la joven.

Cuando hubo acabado la soltó y la invitó a ducharse y a ponerse en condiciones y a vestirse el tanga como el Amo la había dicho.

Vanesa salió y cogió el café que la medico le ofrecía, un café que luego comprobó llevaba sorpresa, después de haberlo bebido sintió que se le doblaban las piernas y que no era dueña de sus movimientos y cayó al suelo desmayada.

Despierta puta, o vas a estar todo el día dormida--- le decía una voz masculina.

Abrió los ojos y observó que estaba como en una especie de pajar en la que había a un lado montones de paja, al otro lado un perro atado de raza pastor alemán y más atrás un caballo o yegua ya que no podía observar el sexo del animal.

Antes que se pudiera mover recibió un tortazo en la cara. El Amo se acercó a ella y con un fino estilete lo fue paseando por su cara y bajándolo a su ropa fue rompiendo todos los botones de su blusa pausadamente mientras ella de la excitación no paraba de mojarse y a la vez de sentir un temor espantoso ya que no le conocía en persona a ese hombre que parecía había salido de un gimnasio completamente desnudo salvo por una especie de taparrabos que solo le cubria su polla.

Si no obedeces dejare que los animales te follen y creo que te van a hacer bastante daño asi que más te vale obedecer, tras lo cual la arrancó la blusa prácticamente y la dejó con los pechos al aire, después la quitó los pantalones y la observó con el tanga que él la había regalado, la subió hasta que quedó suspendida en el aire y él se marchó con la doctora.

Pasaba el tiempo y alli no iba nadie y a pesar de sus esfuerzos por contener sus necesidades sus ganas de orinar eran más fuertes y no pudo aguantarse más y se lo hizo encima, para que no escapase había soltado al perro que por lo que veía era bastante fiero, la había separado las piernas con una tabla que no le dejaba cerrarlas.

Llegó la mañana siguiente y alli llegaron su Amo y la doctora riéndose y observaron como se había orinado encima, no eres buena perra, no te has sabido contener ahora verás lo que es bueno, la dijeron bajándola hasta una silla donde la sentaron y esposaron las manos a la espalda y las piernas separadas por unos topes la colocaron unas pinzas en los labios vaginales y otro tipo de pinzas en los pezones que luegó observó no eran unas pinzas al uso sino unos pequeños electrodos, la fue haciendo pequeñas preguntas y acariciando ciertas partes, la orden era no excitarse por lo que cada vez que la doctora tocaba el coño de la chica y veia algún signo de humedad el Amo activaba los electrodos que producían una descarga que hacía que ella se estremeciese, al principio de dolor pero luego ese dolor se fue convirtiendo en placer un placer extraño pero que le era muy agradable, conforme pasaba el tiempo las descargas era a intervalos regulares para finalizar introduciéndola dos consoladores, uno por el coño y otro por el culo, poniéndolos en funcionamiento y a la máxima potencia y haciendolos coincidir con los calambrazos que hicieron que la muchacha se viniera en un gran y prolongado orgasmo que la dejó desmayada sobre la silla.

Esta historia es imaginaria pero si alguna quiere probar eso u otras practicas de dominación o alguien quiere escribirme lo hagan a:

Picante100@hotmail.com