Sumisión, cielo.
Dominación de una mujer.
Respira con dificultad, casi jadeando, exactamente igual que yo. Y en una pregunta silenciosa susurro un sí. Me coge de la mano y me lleva al segundo edificio. Comprobamos si había alguna habitación libre y nos metimos en la primera libre que había. Achilles soltó mi mano para pasar el cerrojo a la puerta.
Sin darme cuenta había retrocedido hasta dar con una cama king size en mis pantorrillas. Mientras, Achilles se había acercado sigilosamente a mi, como si yo fuera su pequeña presa asustada, en vez de ser yo la que hubiera decidido si era mi presa o no.
- Siéntate.
Obedecí inmediatamente. La canción seguía sonando de fondo mientras Achilles se empezaba a desabrochar la camisa. Botón a botón. Y se acercaba a mi como si quisiera arrancarme la ropa con los ojos.
- Sabía que serías una sumisa innata, lo he notado nada más verte. Tus gestos y tus reacciones te delatan, cielo.
Acto seguido me cogió de las muñecas y me tiró en la cama conmigo debajo sujetándome los brazos por encima de la cabeza. Su cuerpo me ahoga, pero en cierto modo me gusta. Me excita.
- Eres una buena puta.
Su susurro en mi oreja me produce escalofríos por todo el cuerpo y hace que se me ericen los pezones.
- Cierra los ojos.
Cierro los ojos y noto como me quita la máscara. Me hace cosquillas con los dedos en los pómulos al retirarla, y esa sensación me recorre toda la columna vertebral como un rápido escalofrío, mi coño empieza a empaparse a pasos acelerados.
- Eres preciosa.
Siento que me pone un antifaz en los ojos y se levanta de encima mío. Puedo respirar al fin y cojo una gran bocanada de aire.
Escucho como abre un cajón de un armario, pero no sé qué saca. Intento levantarme para poder oír algo, pero cuando voy ha hacer el gesto su voz me llega a la nuca. Está detrás de mí y no lo he oído venir.
A pesar de que me vuelva loco cómo te queda ese vestido, quiero que te levantes y te lo desabroches para mí zorra. ¿Te gusta que te llame así verdad, puta?
Sí. - Jadeo dominada por su voz y excitada por como me trata.
Me levanto como un resorte y empiezo a deslizar la cremallera del costado del vestido y cuando está lo suficientemente suelto lo dejo caer a mis pies.
Ah, sí, espléndido. Da una vuelta y sal del vestido.
Sí.
Sí, señor.
Sí, señor.
Doy la vuelta mientras noto como mi coño cada vez se empapa más. Quiero su polla dentro ahora.
Ahora quiero que me digas como te sientes, y si mientes te daré un azote.
Sí, señor.
¿Cómo te sientes zorra?
La canción se torna un poco más fuerte y noto como mis entrañas se mueven frenéticas, impacientes.
Me siento… tranquila, señor.
Mentira.
Noto como una vara de cuero roza mi trasero para luego clavarse en mi culo con un leve pinchazo. ¿Cómo sabía que era mentira? El azote reverbera por todo mi cuerpo y va directo a mi sexo. Inmediatamente me siento muy mojada y excitada. Cada vez son más las ganas que tengo de que me folle.
Él mete un dedo en mi coño y le da un círculo lento que hace que me tiemblen las piernas.
Cuando saca el dedo me siento desesperada por más y no puedo evitar gemir, pero me da un azote con la vara en el coño.
Silencio. Saboréate, perra.
Sí, señor.
Me introduce el dedo mojado en la boca.
- Quiero que lo chupes como si fuera mi polla. Quiero que saborees lo excitada que estás por mí. Quiero que notes como de lista estás para mí. Quiero que me digas lo que sientes realmente.
Hago lo que me pide y rechupeteo y absorbo el dedo como si fuera el último día de mi vida. Noto mis salados fluidos y la calidez de su dedo en mi lengua.
Ya está. Ahora quiero que me digas qué sientes realmente puta.
Me siento excitada, expuesta e intranquila.
Así me gusta, puta.
Noto como me pasa la mano por la espalda y me recorre la columna con los cinco dedos.
Agáchate.
Sí, señor.
Me pongo de rodillas automáticamente y me pide que abra la boca. Cuando he cumplido con la orden me acaricia el labio inferior con un dedo y a continuación me acerca su erecto pene a la boca. No sé cuando se ha desnudado, pero su polla y su sabor me tienen tan pillada que no paro de chupar y absorber mientras muevo mi cabeza. Lo chupeteo de arriba abajo y me trago la pequeña gota que sale sin rechistar. La meto hasta el fondo de mi garganta y empiezo a desenfundar los dientes desde la base hasta el capullo. Achilles suelta un gruñido con fuerza.
- Eh tranquila cielo, ya me correré en esa boca otro día.
Me coge la cabeza con las dos manos y me empuja su pene hasta el fondo. Tengo que relajarme para encajar cada estocada, pero se me hace bastante difícil. Al cabo de un minuto o dos se aparta bruscamente, jadeante y sudando. Lo huelo.
Ahora quiero que te sientes Aileen, abras las piernas y te pongas el dedo en el clítoris pero sin moverlo. Si lo mueves te llevas un azote.
Sí, señor.
Me acerca a la cama ya que tengo los ojos tapados y me ayuda a tumbarme. Una vez tumbada abro las piernas a ambos lados de la cama y me coloco un dedo en el clítoris. Como respuesta toda yo tiemblo y no puedo evitar moverlo un poco, sólo un poquito. Pero me llevo otro azote, esta vez con la mano y en el culo.
Me gustan los culos rosados, no rojos, así que compórtate.
Sí, señor.
Muy bien, cielo. Ahora voy a follarte. Duro. Tanto que mañana no podrás ni sentarte en el trabajo.
Por favor mi amo.- Suplico con un leve gemido.
No hace falta que supliques zorra.
Escucho como desgarra el envoltorio del condón y me quita el antifaz.
Pónmelo.
Sí, señor.
Hago lo que me pide. Me azota en el culo con la mano otra vez. Excitada a más no poder coloco el condón en su pene y lo empiezo a deslizar. Veo por el rabillo del ojo que coge algo pero no se el qué. Cuando he terminado me enseña mi máscara y me indica que me tumbe. Estira mis brazos hacia arriba y me los ata al cabezal con el lazo de mi máscara.
“Muy erótico y oportuno.”
- Sólo quiero oírte gemir, cielo.
Acto seguido me empala de una sola estocada. Me quedo sin aire y cuando puedo coger una brizna él ya ha empezado a bombear fuera y adentro a un ritmo que me cuesta mucho seguir. Tres estocadas fuertes, un azote a la izquierda. Tres estocadas fuertes, azote a la derecha. El dolor y el placer se mezclan y con las correas tirando de mis muñecas empiezo a correrme enloquecida mientras chillo incoherencias y no paro de gemir. Noto como su cuerpo tiembla encima del mío y se derrumba mientras exprime hasta su última gota en mi.