Sumando experiencias...

Como un típico alimento argentino se convirtió en un morbo único.

Este relato cuenta una experiencia que me quedó grabada y hasta el día de hoy me genera mucho morbo. Ya hacía aproximadamente 6 meses que estaba teniendo sexo con Diego. Lo digo así ya que nunca consideré que fuera mi pareja ni nada, sino más bien éramos amigos explorando nuestras primeras experiencias sexuales.

Pasó poco tiempo desde nuestra primera vez para que comenzáramos a tener sexo regularmente. En lo personal se había convertido casi en una obsesión. Dado que yo casi nunca estaba solo en casa y el si (su padre trabajaba todo el día y su madre en la tarde), generalmente disponíamos de unas 4 horas en las tardes para vernos. Seguramente influido por mi juventud y por lo bien que pasaba con el, casi que mi único pensamiento era verlo. Íbamos juntos al secundario por la mañana y en general yo cruzaba a su casa después de almorzar (vivíamos casi en frente).

Un día llegué a su casa y me abre con una sonrisa pícara. Subimos las escaleras de su casa y fuimos al piso de arriba. Me dijo que había estado pensando en una fantasía que le gustaría cumplir. Inmediatamente me puso a mil. Me encantaba cuando venía con ideas. Me gustaba su morbo. Me dijo que le gustaría pasar dulce de leche por mi cola, lubricarme con eso para después penetrarme. Yo instantáneamente le pregunté: “Y tenés dulce de leche?” “Por supuesto” me respondió sonriendo.

Fue hasta la cocina y volvió. Me dijo que lo había dejado fuera de la heladera para que no esté muy frío y a su vez esté más resbaloso. Se sentó en la cama y me pidió que me pare de espaldas a el. Yo iba con un short deportivo. Luego de acariciar mis nalgas por encima del short, me lo bajó junto con los calzones quedando mi culito frente a su cara. Con mis shorts en los tobillos sentí como se avanzó hasta apoyar su cara en mis nalgas, apretándola con las manos, frotándola mientras su lengua empezaba a humedecer y hacer cosquillas en mi ano. Pegue un pequeño gemido de goce puro. Me encantaba cuando Diego estaba así. Sabía que estaba encendido. Mientras hizo agacharme abrió completamente mis nalgas con sus manos y pasaba su lengua desde mis huevos hasta mi ano. Se detenía ahí empujando con su lengua. Yo me volvía loco. Estaba a mil.

En ese momento me acostó en la cama boca abajo abriendo algo mis piernas. Me sentía entregado. Ahí escuché como abría el tarro de dulce de leche. Miré de reojo y vi como metía los dedos sacando una buena cantidad. Vi como su mano bajaba hasta que sentí una sustancia espesa y pegajosa apoyarse sobre mi ano. Apretó su mano contra mi raya y comenzó a esparcirlo por mis nalgas. Esa sensación de tener algo muy pegoteado en las nalgas me excitaba. Mi verga durísima casi explotaba entre mi panza y el colchón. Diego sacó más dulce y siguió frotando mis nalgas y mi ano. Sentí sus dedos meterse en mi ano llenándolo de dulce. Yo ya no gemía. Gritaba. Era una lujuria total.

En ese momento se baja su pantalón y calzón sacando esa hermosa verga cabezona que me enloquecía. Imposible no ver esos huevos divinos que hacían que Diego por momentos fuera un surtidor de semen. Estaba paradísima y venosa. Evidentemente este juego lo había calentado mucho. Sin perder el tiempo se apoyó arriba mío apoyando su verga en mi ano. Mientras yo yacía boca abajo entregado, el empezaba a jugar y presionar mi culo con su verga. Era lo único que me faltaba para acabar. Ni bien sentí la presión de su verga con el pegajoso dulce de leche sobre mi ano, empecé a gritar mientras acababa sobre las sábanas y mi panza.

Eso calentó enormemente a Diego quien en un momento dejó de presionar mi ano con su verga y me dijo “No puedo más…me acabo”. En eso acercó rápidamente a mi boca su enorme verga llena de dulce de leche a punto de explotar y solo atiné a abrir la boca y recibir lo que viniera. En esa época era habitual que Diego acabara muy rápido, sobretodo en el primer polvo del día. La juventud y las hormonas ayudaban en eso. La primera sensación fue exquisita. Esa verga dura estaba muy caliente y sabía súper dulce. La textura del dulce de leche con su verga parecía perfecta. Luego de masturbarlo con mi boca 2 o 3 veces sentí que su verga comenzaba a dar espasmos.

Sus gemidos aumentaron en intensidad y un momento después el sabor a dulce de leche se empezó a mezclar con semen mientras sentía que un líquido caliente salía de la verga de Diego llenando mi boca. Mezcla de dulce y salado. Caliente y algo fuerte de sabor. Comencé a tragar y tragar. El seguía acabando a un ritmo que hasta parecía estable. Yo intentaba absorber cada chorro que salía y tragarlo rápidamente. Parecía que seguiría por siempre y justo cuando me estaba asqueando y por dar una arcada paró y no se movió más. El sabor del dulce de leche se había ido y solo quedaba gusto a esperma. Saqué su verga de mi boca y vi aquel enchastre de fluidos y dulce. Recién ahí me acordé que tenía mi panza llena de mi propio semen.