Sueños y té

Sakura y Tomoyo organizan una fiesta de té, donde la madre de Tomoyo descubrira un secreto que ha guardado largo tiempo.

Esa noche todo era normal en casa de la familia Kinomoto, Touya, el hijo mayor, preparaba la cena mientras arriba en su habitación Sakura, su hermana menor, platicaba con Kero; el pequeño león halado. Eran las 8 pm. cuando Touya llamo a su hermana al comedor.

-¡Oye monstruo!.- dijo con su acostumbra severidad.- ¡La cena esta servida!.-

Arriba Sakura hizo una rabieta, cosa también acostumbrada, por la forma en que su hermano la llamaba.

-¡Yo no soy Sakura monstruo!.- grito desde su habitación.

-No le hagas caso Sakura.- dijo Kero mientras jugaba un vídeo juego de carreras.

Poco después Sakura y Touya cenaban, su padre se hallaba de viaje y estarían solos por unos días. -Hermano.- dijo Sakura mientras Touya levantaba los trastos sucios. -Tomoyo me invito a tomar el té con ella mañana. ¿Puedo ir?.-

Touya sabía que su padre había dado su permiso así que su respuesta fue un encogimiento de hombros. Sakura entendió la señal.- Gracias.- dijo antes de subir a dormir.

Al día siguiente, después de ayudar en algunas labores de la casa, Sakura se dio un baño y se arreglo lo mejor que pudo. Eligió un vestido azul provisto de listones rojos, calcetas blancas y zapatos rojos con moños de piel. Mientras se vestía Kero no dejaba de quejarse.

-¡¿Por qué no puedo ir?!- repetía una y otra vez. Sakura lo miro con cierta pena.

-Ya hablamos de eso Kero.- replicó mientras se ajustaba las calcetas.- La señora Solomi va a estar con nosotras y no puedes dejar que ella te vea.- ante tal argumento Kero se dio por vencido y volando tristemente se dejo caer sobre la cama. Sakura sintió lastima por su amigo y pensándolo bien le hizo una promesa antes de marcharse.

-Te traeré un gran pedazo de pastel solo para ti.- La cara de Kero se ilumino y Sakura partió tranquila. El pequeño león alado la vio desde la ventana y dando un suspiro se puso a jugar de nuevo. Más tarde Sakura llago a la casa, o mejor dicho la mansión, de su amiga Tomoyo, donde fue recibida con todos los honores por las dueñas de la casa.

-¡Sakura!.- gritaron al unísono madre é hija al verla aparecer en los jardines de su propiedad.

-Hola.- dijo ella impresionada por el cálido recibimiento. La señora Solomi la miraba de una manera extraña, era como si ella pudiera ver la magia en su persona. Pero antes de que Sakura pudiera meditar en eso Solomi le hizo un anuncio.- Querida Sakura. Temo que tendre que salir por un rato. Pero volveré tan pronto pueda.-

-Entiendo.- respondió Sakura. Al marcharse Solomi Tomoyo puso su mano en el brazo de Sakura y la llevo hasta su habitación. -Mira lo que te hice Sakura.- exclamo Tomoyo mostrandole una verdadera colección de "trajes de batalla", similares a arlequines, hadas y demás cosas similares. Una gran gota de sudor apareció en la cabeza de Sakura, en verdad le daba mucha vergüenza húsar aquellas prendas, pero el rostro suplicante de Tomoyo era una arma mortal contra su resistencia. Así Sakura tuvo que pasar más de dos hora probándose aquella ropa, mientras Tomoyo la filmaba incansable con su cámara de vídeo.

-Oye Tomoyo.- dijo Sakura mientras se colocaba su vestido de calle.- ¿No crees que te molestas demasiado en hacerme ropa?.- Tomoyo la miro con los ojos muy abiertos y brillantes.

-De ningún modo.- respondió con firmeza.- Soy muy feliz cuando te pones uno de ellos.- No había más que decir.

En ese momento la puerta se abrió y Solomi entro seguida de una sirvienta.- Ya estoy aquí niñas.- proclamo mientras miraba a su invitada, quien se apresuro a poner en orden su ropa. La famula dejo una gran charola sobre una pequeña mesa de noche, en ella se encontraba un pequeño pero apetitoso pastel de blanca cubierta, adornado con duraznos y fresas, también les había traído una jarra de aromático Té y un servicio de cubiertos para cada una.

Fue entonces que las dos amigas se dieron cuenta del tiempo que había pasado, sus estómagos se los recordaron gruñendo escandalosamente. Golosamente esperaron a que Solomi les diera una rebanada de pastel y una taza de Té a cada una. Pero Sakura noto que Solomi no se sirvió a si misma. Esta se dio cuenta y de inmediato lo explico.

-Tendrán que perdonarme.- dijo apenada.- Comí un poco de Suchi mientras esperaba a un cliente. Creó que no comere hasta la cena. -Las chicas aceptaron sus explicaciones y se pusieron a comer. Solomi las miraba expectante, como si algo fuera de lo normal estuviera por ocurrir de un momento a otro, pero sobre todo no perdía un solo movimiento de Sakura, quien termino por sentir el peso de aquella mirada.

-¿Pasa algo?.- interrogo incomoda.

-No... nada...- dijo Solomi al verse descubierta.- Es solo que te pareces tanto a Nadeshko, la madre de Sakura y su amiga de toda la vida.- Sakura vio un dolor sincero en los ojos de aquella mujer. Entonces Tomoyo, dándose cuenta de animo de Solomi, propuso un tema de conversación; el favorito de su madre.

-Mamá ¿Por qué no nos cuentas del viaje que hicieron la señora Nadeshko y tú a China.?- el semblante de Solomi se ilumino y sin pensarlo comenzó a contar esa historia. Mientras Sakura y Tomoyo daban cuenta del pastel y del Té. Sin embargo, algo curioso comenzó a ocurrir, ambas niñas fueron presa de un súbito cansancio, los párpados se les volvieron cortinas de hierro que poco a poco se fueron cerrando. Solomo noto los bostezos y el tallar de ojos, pero no detuvo su narración, antes bien bajo el tono de su voz aumentando más la atmósfera soporífera que se fue apoderando de cuarto. Finalmente las dos amigas se quedaron dormidas, recargadas sobre la mesa de noche, solo entonces Solomi guardo silencio.

Por unos instantes contemplo a su hija y a Sakura, inmóviles, con la respiración acompasada; lentamente se puso de pie y colocando una mano en el hombro de Satura la movió con cierta fuerza. -¿Sakura?...- decía mientras aguaitaba a la pequeña. Pero no obtuvo ninguna respuesta, salvo por algunos gemidos ahogados. Luego repitió la operación con Tomoyo, el resultado fue el mismo. Una sonrisa extraña ilumino el rostro de Solomi, sus ojos brillaban de manera casi siniestra mientras contemplaba a las niñas indefensas que tenía ante sus ojos. Suavemente tomo en brazos a Tomoyo y la deposito cuidadosamente sobre su cama. Luego cargo con Sakura, pero no la deposito al lado de su hija, en lugar de eso salió con ella de la habitación y camino hasta su propio cuarto. Sin problema abrió la puerta y entro llevando su preciosa carga.

Con sumo cuidado la dejo sobre la cama, y durante varios segundos la estuvo contemplando con un brillo de ardiente deseo en sus ojos. -¿Quieres saber un secreto Sakura?.- dijo como si su presa pudiera oírla.- Yo amaba a tú madre... no como amiga... sino como mujer... Pero ella nunca lo entendió y tuve miedo de revelarle lo que sentía por ella.- la voz de Solomi temblaba. -Luego llego ese cretino de tú padre y tuve que dejarla ir... solo para saber que había muerto algún tiempo después...- lentamente la mujer se sentó al lado de la durmiente y comenzó a acariciar el sedoso cabello.

-Pero ahora ella vive en ti. Mí amada Sakura. Y esta vez no voy a dejar que te vayas. Por mí... y por Tomoyo.- al termino de su discurso Solomi empujo levemente a Sakura, haciéndola girar sobre su costado, con manos temblorosas tomo el ziper de su vestido y lo hizo correr. Así, con todo cuidado y suavidad, comenzó a desnudar a su invitada. Deteniéndose solo para aspirar el suave aroma de cada prenda que le quitaba, gozando con el solo hecho de hacerlo. Cuando Sakura quedo totalmente desnuda ante la madre de su amiga, esta contemplo la belleza impúber de aquel cuerpo, admiró las pequeñas dunas que emergían apenas sobre su torso, se excitó con el fino talle de su cintura y se maravillo con las piernas delgadas pero firmes. Sakura lucía tan indefensa que Solomi tuvo un momento de duda, pero este se esfumo como el humo cuando volvió a contemplar el delicado y fino rostro de la niña.

Entonces ya nada pudo detenerla. Ella también comenzó a desnudarse, dejando al descubierto un cuerpo aún atractivo, de grandes pechos coronados con rozados pezones, de caderas firmes y bien torneadas piernas, y una cintura que apenas y daba muestras de haber cargado con Tomoyo. Solomi sentía arder su cuerpo cuando se recostó al lado de Sakura, delicadamente comenzó a besarle las piernas, desde los tobillos, poco a poco recorriendo con la lengua aquella piel que tanto había ansiado y que ahora al fin era suya; subió por los delgados muslos besando, mordiendo, chupando y acariciando. Con sorpresa y satisfacción noto que el cuerpo de Sakura se estremecía al contacto de sus labios recorriéndola. Finalmente abrió las delgadas piernas y se lanzo sobre aquel capullo rozado que la llamaba como una flor a una abeja hambrienta. Solomi beso aquellos labios íntimos con pasión y dejo que si lengua los recorriera, conteniendo su pasión, se abrió paso entre ellos con su ansiosa lengua y comenzó a explorar aquella boca sin dientes. Con deleite saboreó la humedad de Sakura y chupo con fuerza. Al tiempo que su propia mano frotaba su coño con un ritmo lento y ardoroso. Mientras su otra mano recorría el pecho casi plano, pellizcando suavemente aquellas esferas nacientes. Al fin dejo un momento la bella flor y siguió lamiendo hasta llegar al delicado cuello de su presa, donde deposito una caudal de besos, luego hizo lo mismo en las suaves mejillas y luego busco la boca con desesperación, en su inconsciencia Sakura entreabrió los labios y Solomi pudo mezclar su saliva con la de ella.

En sus sueños Sakura se hallaba volando por un campo de flores, de pronto una de ellas se abría y de su interior brotaba una resplandeciente hada que volaba hasta ella y la tomaba entre sus brazos, al instante la pequeña sintió un fuego abrazador, una pasión desconocida que prometía llevarla a un mundo nuevo, extraño y maravilloso al mismo tiempo.

En la realidad Solomo se colocó entre las delgadas piernas de Sakura de modo que sus sexos quedaran frente a frente, el contraste era enorme entre la espesa pelambre de la mujer y la naciente vellosidad de la Carta Captor, entonces comenzó a moverse poco a poco, deleitandose con cada roce, disfrutando cada beso que sus labios íntimos depositaban en esa flor virgen. Solomi se movía cada vez más rápido, primero rotativamente y luego de arriba a abajo.

-¡Oh!... ¡si!... ¡así mi pequeña!... ¡Damela!... ¡Dame tú primera vez!...- gemía Solomi con los ojos cerrados. Al fin el movimiento pasional dio fruto y Solomi sintió que su cuerpo se sacudía bajo una ola de fuego que brotaba de sus entrañas. Jadeante se separo de Sakura, solo para poder tomarla entre sus brazos y besar sus ojos y labios a placer. Poco a poco se fue relajando pero no dejaba de besar los diminutos pechos, ni de acariciar los muslos y el sexo de su presa. Al fin Solomi bajo de la cama y dirigiéndose al tocador encendio un cigarrillo, sus ojos seguían fijos en la desnudes de Sakura. Pero aún no estaba satisfecha.

-Para que nunca nos abandones ni a mí ni a Tomoyo tienes que entender todo lo que te amamos, y eso solo será posible cuando sepas lo dulce que pueden ser nuestras vulvas.- pensaba la mujer mientras terminaba su cigarrillo. Con calma volvió al lado de Sakura y comenzó de nuevo a lamer su delicada piel intima, como antes la joven se estremeció, su cuerpo respondía a aquella extraña caricia. Esta vez Solomi dejo que su lengua entrara totalmente en Sakura, el coñito reacciono frenético descubriendo todo el placer que podía desarrollar.

-Mmmmmuuuu.... mmmmmuuuuu...- gemía Sakura lanzando instintivamente su cadera contra el rostro de Solomi, la cual comenzó a girar lentamente hasta que su entrepierna quedo frente al rostro de la chica, su espalda dibujaba un arco impresionante, pues siendo Sakura más corta de estatura, su posición era casi un acto de contorsionismo. Aún así no perdió el entusiasmo y como pudo comenzó a tallar su ardiente hendidura contra la cara de la Cart Captor. En su inconsciencia Sakura y el hada ardiente llegaban hasta una cascada de aguas doradas, el lugar despedía un olor que ella nunca había percibido. El hada tomo un poco de aquella lluvia dorada y se la ofreció en la palma de su mano, y ella comenzó a probarla lamiemdola de las aquellas manos de fuego. Solomi dio un respingo al sentir la lengua de Sakura rozando los abultados labios de su coño, de hecho esa caricia basto para que sufriera un derrame intenso de sus jugos íntimos. Pero reponiéndo ataco de nuevo el fruto de su adoración. En sus sueños Sakura se lanzaba hacia cascada dorada, deseando beber más de aquel extraño liquido, que ahora le parecía lo más delicioso que pudiera existir. Era tal su fervor que en la realidad abrió la boca tanto como pudo y la pago a la fuente de aquel caudal, el coño de Solomi. Los brazos de Sakura rodearon las anchas caderas de la mujer al tiempo que sus piernas atrapaban la cabeza pelirroja entre sus delgados muslos. La madre de Tomoyo, alentada por aquellas reacciones inconscientes, encajo al máximo la cara en el ángulo formado por las piernas para recorre golosamente, cual si fuera un helado, los cálidos labios de la raja impúber. para después abrirse camino hasta lo más hondo y chupar hasta la saciedad los jugos de aquel dominio.

Sakura, como un animal caido en una trampa, se sacudía, gemía, se contorsionaba, chillaba, arqueaba el vientre y lanzaba las caderas hacia el frente, en busca de esa cosa, el agua de sus sueños, cuyo caliente roce le producían un picor exquisito en su grupa. De pronto se pegaron con fuerza una a la otra mientras sus cuerpos se estremecían como tocados por un trueno.

-¡Aaaaaagggg!... ¡Más adentro!...- gemía Solomi mientras se abría a la lengua infantil.- ¡Más adentro pequeña!... ¡Si!... ¡SSSSSIIIII!....- Solomi se derrumbo sobre su presa y se quedo inmóvil, sin fuerza para continuar. Sakura sintió que el hada la tomaba en sus brazos y ambas caían en un letargo profundo. Solomi hizo un esfuerzo supremo por levantarse y acudir la baño por un estropajo y agua caliente, para limpiar el cuerpo de Sakura. Luego la vistió con cuidado y la llevo al cuarto de su hija, donde la acomodo junto a Tomoyo.

-Buenas noches mía amada Sakura.- murmuró antes de salir.

Al día siguiente Solomi llevó a la niña a su casa y hablo con Touya. -Las niñas se quedaron dormidas.- dijo para justificar que Sakura no regresara a casa la noche anterior. Touya regaño a su hermana por dar molestias en casa ajena y se fue a verse con Yukito, dejando a la niña sola. Esta subió a su habitación donde ya la esperaba impaciente Kero, el pequeño león alado.

-¡¿ Lo trajiste?!... ¡¿LO TRAJISTE?!.- interrogaba ansioso mientras daba vueltas alrededor de su amiga.

-¡Claro que si!-respondió Sakura sacando de su bolsa un pequeño porta-viandas, cuyo contenido no era otra cosa sino un pedazo de pastel. Kero se lanzo a devorarlo sin miramientos. Mientras Sakura se sentaba en la cama y miraba tristemente por la ventana.

-¿Qué te pasa?.- preguntó Kero con la boca llena de pastel

-Tuve un sueño muy extraño- dijo Sakura recostandose en su cama.- Soñé que un hada y yo paseábamos por un jardín muy bonito, y ella me dio a beber algo que sabía delicioso.-

-¿Qué era?-

-No lo se.- dijo Sakura bostezando.- Pero creó que me gustaría probarlo de nuevo.-

¿Fin?.

Autor: "El monje".