Sueños y realidades 7

La historia sigue

Sueños y realidades 7

Ahí me encontraba yo a punto de enfrentarme a un tío que me iba a partir la cara si o si, Rose me había entrenado, pero este tenía unas cuantas cicatrices que me decían las veces que había combatido y había sobrevivido. En mi caso no tenía ninguna, por lo menos que hubiera sido combatiendo.

Me miraba con un aire de superioridad que hacía daño, el ya sabia cuál iba a ser el resultado. Solo quería demostrar a Rose que se había equivocado dejándole por alguien como yo, pero el que se equivocaba era él, lo primero Rose no le dejo por mí. Cuando nos conocimos Rose estaba soltera y lo segundo se notaba que este tío no conocía a Rose.

Si alguien me pregunta si tenía miedo, la respuesta era que sí que lo tenía, yo no combatía para demostrar nada a nadie. No tenía esa necesidad, solo lo haría por defenderme. Sabía lo que Rose sentía por mí y eso era más que suficiente, no lo vi venir, el puñetazo me echo hacia atrás golpeándome contra el cristal de la heladería.

El cristal se rompió provocándome varias heridas, al ver la sangre me asusté, pero también empecé a notar un calor que crecía dentro de mí. Arthur se acercó a mí para humillarme, me levanté mientras me soltaba su perorata y le devolví el golpe golpeándolo en el mismo sitio.

El golpe provocó que Arthur diera varios pasos atrás, se tocó el labio y cuando vio sangre en sus dedos. Su mirada cambió, podía ver las ganas de matarme que tenía solo con mirarle a los ojos. Yo cerré los mis esperando su siguiente golpe, si el primero no lo pude esquivar, este sería mucho más difícil.

Seguía con los ojos cerrados y no pasaba nada, no me di cuenta de que ya no estábamos solos. Al abrirlos vi como Rose apuntaba a la cabeza de Arthur con una pistola, este no se movía conocedor de que dispararía sin pensárselo dos veces.

• Hola Rose, solo estaba jugando con tu juguete.

• ¡Sergio no es un juguete para mí!

• Venga Rose, ¿me has dejado por este pelele?

• Lo primero te deje porque eres un psicópata pagado de ti mismo, segundo para ser un pelele como tú dices, te ha soltado una buena ostia.

Ese comentario de Rose no gusto nada a Arthur, pero no dijo nada, me miro con odio y decidió plegar velas. Sabía que ahora estando Isabella y Rose tenía las de perder, Arthur se quedó mirando a Rose sin comprender como podía estar con alguien como yo.

• Arthur, tú nunca te molestaste en intentar conocerme, yo era un trofeo para ti y eso fue lo que destruyo para siempre nuestra relación, no Sergio.

Arthur sonrió con una sonrisa que me puso los pelos de punta y se acercó a Rose, le entrego un pendrive y le indico que lo viéramos con mucho detenimiento.

• ¿Estás bien Sergio?

• Pues no lo se Rose, ¡un exnovio tuyo casi me arranca la cabeza y no entiendo por qué!

Rose me empezó a contar que al principio Arthur se comportaba como un chico bueno y muy atento, incluso se mostraba cariñoso. Los problemas empezaron cuando empezaron a trabajar juntos, Rose empezó a detectar en el actitudes que no se correspondían con lo que le había mostrado hasta ahora.

Rose me dijo que nunca le importo a Arthur, que para el era un trofeo, al dejarle le hirió en todo su orgullo pues no era más que un narcisista de manual. Se me acerco y me abrazo, pude notar todo su calor y sobre todo su inmenso cariño hacia mí.

• Él se cree superior a todo el mundo Sergio, su ego no acepta que yo me haya enamorado de otro.

• No se Rose, yo creo que aquí hay algo más.

Todos decidimos volver a casa, Isabella y Silvia hablaban tranquilamente, mientes Rose y yo teníamos un semblante serio y mirábamos a la nada intentando averiguar que contenía ese pendrive que Arthur había dado a Rose. Cuando entramos en casa, Lisanna y Piero estaban sentados en el sofá del salón viendo una película y Nikolai estaba en la habitación descansando.

Silvia se acercó a Piero y le dio un beso lleno de amor, Todos nos quedamos con la boca abierta, todos menos Lisanna que esta se las sabe todas. Yo me acerque a Lisanna y le pregunte.

• Como sabías lo de Silvia y Piero.

• Elemental, es mi hermano y a mí no puede ocultarme nada, si lo intenta lo hackeo.

• Menudo bicho estás hecha.

Lisanna comenzó a reírse y yo la miraba como diciendo que sería la más joven, pero la más espabilada sin dudarlo un poco. Rose le enseño el pendrive a Piero e Isabella fue al cuarto donde descansaba Nikolai, tenía que ver el contenido de ese pendrive. Cuando lo pusimos apareció una preciosa mujer japonesa, su nombre era Aiko y era la guardiana de la cuarta caja.

Según contó Piero, Aiko era la mejor sacaría de Takeda, su forma de matar era muy sutil, solía utilizar venenos que mataban a sus víctimas de forma indolora. Solo a unos pocos les dio venenos que les hizo padecer una agonía indescriptible hasta que llego su muerte, Aiko se encontraba en la habitación de un hotel con un albornoz puesto. Daba la impresión que estaba esperando a alguien.

No tardamos en darnos cuenta quien era la persona a la que Aiko estaba esperando, no era otro que Arthur. Según apareció en la pantalla, Aiko se levantó y le dio un beso de lo más apasionado. Después se ducharon juntos, hubo sexo pues los gemidos eran claros, pero no se vio en la grabación.

Después pidieron algo para cenar y una botella de champán, empezaron a cenar brindando con sus copas y al terminar. Decidieron seguir con lo que habían empezado en el baño, Aiko se desnudó. Su cuerpo estaba totalmente tatuado con un tatuaje que parecía ser un dragón, no afeaba su bonito cuerpo en absoluto, se tumbó con las piernas abiertas y espero a que Arthur diera buena cuenta de su coño. Arthur le hizo gritar de placer mientras esta pedía más apretando la cabeza de Arthur en contra de su coño.

Aiko quiso devolverle el favor una vez que ella se corrió, pero Arthur no le dejo. Este la tumbo boca arriba y le fue metiendo la polla en el peludo y encharcado coño de Aiko, esta puso los ojos en blanco con un gesto de puro placer. No sé los demás, pero yo veía que algo no iba bien.

Aiko empezó a sudar copiosamente y le costaba respirar había sido envenenada, Arthur puso su cuerpo sobre el de ella, dificultándole más el respirar. Mientras Aiko sufría intentando dar bocanadas de aire, Arthur la penetraba con más vigor. Llego el momento culmen de Arthur y se derramó dentro de ella mientras Aiko deba su último aliento.

Arthur esbozo una sonrisa malévola, ese hombre era la maldad pura hecha ser humano, Aiko era una asesina, pero según nos dijo Piero, muy rara vez hacía sufrir a sus víctimas. Arthur se levantó y dejo tendido en la cama el cuerpo sin vida de Aiko, miro a la cámara y dijo que ya tenía dos cajas en su poder y esperaba que fuéramos razonable y le entregáramos las dos nuestras a él.

Arthur fue muy claro, le dijo a Rose que si no le entregábamos las dos cajas, todos sus seres queridos perecerían como lo había hecho Aiko. En el siguiente video ponía el nombre de Silvia, en él aparecían su exnovio y su padre. Como podría describir las imágenes que aparecieron a continuación, solo se me ocurre una palabra, dantesco.

Les arrancaron las uñas, les cortaron los parpados para que no perdieran detalle. Yo no vi más porque me fui a vomitar al baño, esos dos hombres eran malos, pero esa forma en la que fueron torturados hasta la muerte fue desmedida e inhumana. Cuando termine de vomitar pude escuchar las palabras de Arthur, este decía que estos dos sujetos habían robado dinero a las personas equivocadas y que tenía que dar ejemplo.

Según él, el futuro jefe de las cuatro organizaciones no podía demostrar debilidad, al final era eso, solo buscaba ser el líder de todo el crimen organizado, en el último video ponía los nombres de Piero y Anke. Arthur enseño unos documentos, según parecía eran los documentos que probaban que ellos eran agentes en cubierto y nos los líderes de esas organizaciones.

Arthur reía de forma histriónica, decía que si le entregábamos las cajas nos entregaría los documentos que podrían exonerar a Anke y Piero, de no hacerlo, enseñaría esos documentos a todos y cada uno de los miembros de las cuatro organizaciones para que supieran quienes eran ellos de verdad.

Piero se levantó y apretó los puños, sabía de primera mano como operaban esas organizaciones, le darían caza y le atarían en un poste, le harían mirar como iban acabando poco a poco con las personal que a él más le importaban. Volvió a salir a colación el nombre de Silvia, le dijo que si quería salvar al hombre que amaba, solo tendría que entregar las cajas en la dirección que él le daría.

El video término con la cara de Arthur acercándose a la pantalla enseñando una sonrisa digna de un demente, todos nos quedamos mirándonos los unos a los otros.

• ¿Qué podemos hacer?, si algo tengo claro es que no podemos entregar semejante poder a este loco – dije yo.

• Estoy de acuerdo – dijo Piero.

• Pero hermano – dijo Lisanna.

• Si le entregamos las dos cajas estaremos todos muertos – dijo Piero.

La única opción que nos quedaba era recuperar las dos cajas que Arthur tenía en su poder, pero como hacerlo. Ese hombre estaba loco, pero para nada era entupido, seguro que las llevaría encima en todo momento.

• ¿Qué tal si le damos un cebo? – pregunte yo.

• ¿Un cebo? – pregunto Rose.

• Arthur me quiere humillar delante de ti, ¿no es cierto? – dije yo.

• Así es – dijo Rose.

• Pues démosle el gusto Rose, mientras yo lucho con él, Isabella y Nikolai podrían entrar y hacerse con las cajas – dije yo.

• ¿Tú estás loco? – pregunto Rose.

• Para nada, estarás tú y sé que no permitirás que ese loco me mate.

Rose se fue del salón muy disgustado e Isabella salió detrás de ella, Lisanna, Piero y Nikolai se me quedaron mirando.

• Eres un hombre valiente Sergio – dijo Piero.

• Si, pero, la destreza de Arthur es muy superior a la tuya – dijo Nikolai.

• Ahí entráis vosotros, si alguien puede prepararme para aguantar lo suficiente sois vosotros.

Aguantar, eso es lo que dije, sabía perfectamente que jamás ganaría a Arthur. Yo no tenía ni el adiestramiento ni el instinto para poder vencer a semejante monstruo, pero si podía aprender lo suficiente para que pudieran encontrar las cajas. Si algo tengo claro es que Rose jamás dejaría que me matara.

Fui a nuestra habitación y me encontré a Rose llorando, era la mujer más fuerte que había conocido. Nadie era consciente de la suerte que había tenido en conocer y enamorarme de esta mujer, no quería hacerla daño, pero no veía otra salida. Me tumbe a su lado y la abrace hablándole al oído.

• Mi amor, si no hacemos algo, nos terminara matando a todos.

• ¿Por qué tu Sergio?

• Porque a mí me odia, solo porque tú me amas.

• Te hará mucho daño, no podré soportarlo.

• No si me enseñáis entre todos.

• ¿Cómo?

• Tú eres la que mejor lo conoce, entréname Rose, haz que pueda ganar tiempo.

Rose no estaba muy convencida, pero en el fondo sabía que no había otra salida, Anke, Piero, Silvia, Lisanna, todos estábamos en peligro, Arthur quería el poder y haría cualquier cosa por conseguirlo. Rose se levantó de la cama su mirada era resolutiva, me dijo que me entrenaría. También me dijo que me preparara, porque lo que me esperaba era lo más parecido al infierno.

Después se volvió a subir a la cama, se acercó a mí gateando y me beso en los labios, su mirada resolutiva se había transformado en una llena de amor, esa mirada hizo que me estremeciera y todo mi cuerpo temblara. Cuanto amaba a esa mujer, se quitó la camiseta que llevaba y dejo sus preciosos pechos a la vista. Sus pezones estaban duros como rocas, me acerque y metí uno en mi boca.

No pude contener las lágrimas, mi felicidad llegaba a su cenit cada vez que la tenía entre mis brazos. Me sentía tan seguro a su lado, que un cobarde como yo estaba dispuesto a enfrentarse a un psicópata capaz de partirme en dos sin esfuerzo. Mientras me entretenía con sus pezones, Rose sé bajo sus braguitas, el olor que desprendía su húmedo coñito llegaba hasta mis fosas nasales. Eso me encendía como una moto, pero lo que más me encendía era saber que ese estado se lo provocaba yo.

Rose puso su coñito sobre mi boca, parecía una cascada y yo un sediento en el desierto. Su sabor era tan exquisito como sus gemidos de placer, mire hacia arriba y vi la expresión de la felicidad reflejada en el rostro de Rose. Me esmeré para que mi amor tuviera el mejor orgasmo de su vida, Rose se agarró al cabecero y grito su orgasmo.

Su respiración era agitada y su cuerpo estaba impregnado en sudor igual que el mío, sonrió y fue descendiendo hasta alcanzar mi polla, se la metió en su boca y me desafió con la mirada. Sabía que no aguantaría mucho, la mamada que estaba recibiendo por parte de Rose era tan placentera que me temblaba todo el cuerpo.

Al final terminé por correrme, Rose se sacó mi polla de la boca y quiso que acabara sobre sus pechos. Cogió parte de mi corrida con un dedo y se lo metió en la boca de la manera más erótica que había visto en mi vida, con eso consiguió que no se me bajara ni un ápice.

Rose se fue metiendo mi polla en su coñito despacito, disfrutando cada centímetro que iba entrando. Pego su cuerpo al mío y terminamos haciendo el amor mirándonos a los ojos y diciéndonos lo mucho que nos queríamos, Rose me pidió de corrernos juntos y aguante hasta que ella me aviso y así acompasamos nuestros orgasmos.

Después nos duchamos juntos, entonces le volvió ese gesto preocupado al rostro, nos encontrábamos en la ducha mientras nos caía el agua caliente a los dos. Rose se abrazó a mí y me dijo que no la dejara nunca, yo la abrace y le di un beso. Volvimos a la cama y nos quedamos dormidla abrazados hasta el día siguiente.

Al despertar Rose no se encontraba en la habitación, me había dejado una chándal y una dirección donde tenía que ir corriendo. Lo peor era que no podía ir a la velocidad que yo escogiera, tenía una hora para llegar y me ponía claramente que si llegaba tarde me arrepentiría.

Me puse el chándal, mire la hora y me di cuenta de que no me daba tiempo de desayunar. Salí de casa y me puse a correr como alma que lleva el diablo, hubo momentos que pensé que me daba un infarto y todo, había hecho deporte en mi vida, pero esto era otra cosa muy distinta. Al final conseguí llegar un minuto antes de que el tiempo que me había dado Rose terminara.

No sentía ninguna extremidad de mi cuerpo, y parecía que había perdido mis pulmones por el camino. Me encontraba arrodillado con las manos apoyadas en el suelo y si no pedía clemencia era porque no podía hablar, mire para arriba y allí estaba mi querida Rose.

• Vamos ponte de pies Sergio, estamos perdiendo un tiempo precioso.

• Dame un respiro Rose.

• Cuando pelees con Arthur no habrá descansos que valgan ¡levántate!

No sé por qué, pero mi cuerpo se levantó sin chistar, esa no era la Rose dulce de la noche anterior, creo que me dio la noche más especial del mundo por si moría en el transcurrir del entrenamiento. Por momentos pensaba en quien me mandaría a mí meterme en semejantes berenjenales, como decía mi madre, abecés era tan bueno que parecía tonto.

• Bien, tu entrenamiento se va a basar en aprender a encajar los golpes.

• ¡Joder Rose!, ¿tan poca confianza tienes en mí?

• No es eso, si aprendes a encajar los golpes, podrás encajarlos sin recibir mucho daño, de esa forma tendrás oportunidades para contraatacar.

• No puedes enseñarme a pelear para pegarme con el de tú a tú.

• ¿De tú a tú?, Arthur tiene una destreza en combate que te da años de intensos combates, aparte de que es un asesino nato.

• Ya, pero…

• Ni, pero ni nada, en el tiempo que tenemos no queda otra, si vas a un enfrentamiento cuerpo a cuerpo te matara.

Eso ya lo sabía yo, decidí no protestar más y hacerle caso, Rose tenía mucha más experiencia que yo en combate, lo primero que me enseño fue a relajarme. Aunque yo no me daba cuenta, estaba siempre nervioso e inquieto, lo segundo que aprendí fue a mantener el contacto visual con mi contrincante. De esa manera podría preparar mi cuerpo para recibir el golpe.

Lo tercero fue a poner mis músculos rígidos mientras respiraba para afuera, eso mientras me tiraba un balón medicinal al estómago. El primer golpe casi me deja sin conocimiento, otra cosa en la que hizo hincapié Rose es en fortalecer mi cuello.

Rose me dijo que no podría esquivar todos los golpes así que me enseñaría a esquivar los más peligrosos y recibir los que menos daño podría hacerme, por último me enseño los combos que utilizaba Arthur y que ella conocía. Fueron meses duros de entrenamiento, pero al final conseguí pasar el entrenamiento y estaba preparado para poder aguantarle a Arthur el tiempo suficiente sin morir en el intento.

Arthur se empezó a impacientar y decidió llamar, esta vez fui yo el que cogió la llamada, cuando reconoció mi voz me llamo juguete y me pregunto si ya me había roto y me habían abandonado en una esquina. Se empezó a reír, pero la risa le duro hasta que le conteste que el muñeco roto al que abandonaron fue a él. No podía verle la cara, pero por su respiración fui consciente que mis tretas habían funcionado.

• Mira muñeco, ¡cuando quiera te enseñaré si estoy roto o no!

• Por mi encantado.

• Eres un jodido loco, si tanto deseas morir te lo concederé, en una semana en esta dirección.

• Muy bien.

• A, que no se te olvide decirle a Rose que venga, no quiero que se pierda como te parto por la mitad.

Colgó el teléfono con esa risa histriónica que le caracterizaba, mire a Rose pues tenía el móvil en manos libres. Ella me sonrió y me dijo que estaba preparado, todos estábamos en casa y sabíamos cuál era la parte del plan que nos correspondía. La semana paso más rápido de lo que me habría gustado, nos montamos en el coche y nos dirigimos a la dirección que nos había dado, Isabella y Nikolai nos seguirían y se encargarían de buscar los cajas.

El sitio era una nave abandonada, pero había sido reformada, al entrar por la puerta había una sala central y sobre nosotros una especie de gradas, parecía que allí se producían combates clandestinos donde los ricachones apostaban su dinero. Me llevaron a una especie de vestuario donde me prepare con la ayuda de Rose.

Una vez preparado salí al centro de esa gran sala, en las gradas había hombres armados con fusiles de asalto. Para cuando nos dimos cuenta Rose y yo estábamos rodeados de puntos rojos por todo nuestro cuerpo, Isabella y Nikolai estaban escuchando todo pues Rose se puso un pinganillo que escondió dentro de su vagina.

Rose dijo la palabra en clave por si algo salía mal y con eso Isabella y Nikolai sabían que debían mantenerse quietos de momento, mientras tanto en casa el timbre de la entrada había sonado, fue Lisanna a abrir.

• Hola, criaja, tengo entendido que tienes algo que me pertenece, si no me lo entregas ¡te mataré!

• ¡¡Arthur!!

Continuará.