Sueños y realidades 6

La historia sigue.

Sueños y realidades 6

Entramos en el coche intentando demostrar la mayor normalidad, arrancamos y salimos en dirección a nuestra casa. Yo me iba agarrando el costado izquierdo, el haber caído sobre la mesa me golpeé contra la mesa y me hice daño en las costillas. Mire a Rose y ella tenía marcas en el cuello, me asombraba lo tranquila que estaba, yo era incapaz de dejar de temblar.

• ¿Crees que ha sido buena idea dejarlo allí?

• No te preocupes, Anke se encargara de él.

• ¿Estás segura?

• Las cuatro organizaciones colaboran entre ellas y tienen información comprometedora de cada una de ellas.

• ¿Y?

• Arno es hombre muerto, ha puesto a todas las organizaciones en peligro, además en esa sala había unas cámaras y me he llevado la memoria externa.

• Ya entiendo, se la darás a Anke para que los demás jefes vean como custodiaba la caja, ¿no es así?

• Así es.

Paramos en un semáforo y me beso mi adolorido labio, nunca un dolor fue tan placentero. Al llegar a casa, nos dimos cuenta de que algo no estaba yendo bien, vimos a una Isabella abatida y nos temimos lo peor.

• ¿Qué ha ocurrida Isabella? – pregunto Rose.

• Tenías razón Rose, no tendría que haber ido.

• Pero, ¿qué ha ocurrido?

• Me cegué y me deje llevar por la ira y Nikolai a salido muy malherido.

Isabella empezó a llorar y nosotros nos fuimos directos a su habitación, en ella se encontraba Nikolai con el pecho vendado y un gotero de suero inyectado en el brazo. Le habían sedado y parecía que estaba fuera de peligro, el doctor nos dijo que le dejáramos descansar y que en unos días vendría para revisar los puntos y ver como evolucionaba.

Volvimos al salón y allí seguía Isabella llorando, en ese momento Lisanna salió de su habitación y se acercó con la intención de abrazar a Isabella, Rose también la abrazo y se sentó a su lado. Yo me senté en el sofá individual que se encontraba en frente suyo, cuando Isabella dejo de llorar y se encontró con fuerzas nos relató lo ocurrido.

UNAS HORAS ANTES

Nikolai y yo nos encontrábamos con el coche aparcado cerca del hotel donde se hospedaba Chantal, sabíamos que no se encontraba en el hotel, Lisanna nos había conseguido trabajo como camareros para poder así llegar a Chantal. La idea era ir a su habitación cuando esta pidiera algo para comer.

Entramos al hotel y nos identificamos y nos dieron los uniformes y nos pusimos a trabajar, Chantal no llegaba y me empezaba a poner nerviosa. Entonces la vi llegar, desde el restaurante del hotel se podía ver la gran entrada y la verdad es que a Chantal le gustaba llamar la atención. Solo era cuestión de tiempo, para que pidiera algo que tendríamos que llevarle a la habitación. Yo me empezaba a impacientar y en dos ocasiones Nikolai me tuvo que llamar la atención, entonces llego la oportunidad en tanto tiempo soñada. Chantal pidió algo para cenar y nos la arreglamos para ser nosotros los que se lo subiéramos.

Tocamos la puerta de la suite y entonces una Chantal recién salida de la ducha y con un albornoz medio abierto nos abrió, nos indicó donde dejarlo y empezó a andar en dirección al salón de la habitación. Entonces se detuvo en seco y se dio media vuelta mirándome fijamente, Nikolai se puso en guardia, pero yo me bloquee. No podía entender que me hubiera reconocido, cuando mato a mi hermana yo era más joven y no me parecía en nada a la mujer que era ahora.

Chantal me sonrió y acercándose a uno de los sofás, de el saco una pistola con silenciador y me apunto, yo seguía en shock y no pude moverme mientras ella empezó a disparar. Lo último que recuerdo es un empujón y a Nikolai tendido en el suelo sobre un charco de sangre.

Ver eso me devolvió a la realidad y me lancé a por ella, la reputación de Chantal no eran meran invenciones. Era realmente buena y estuvo a punto de matarme en dos ocasiones, en un momento del combate. Pude agarrarle del brazo y golpeándolo sobre una mesa, conseguí que soltara la pistola y después de un salto le propine una patada en toda la cara que la lanzo contra una mesa de cristal.

La mesa quedó hecha añicos, Chantal grito de dolor, pero enseguida se repuso y levanto cabeza. La mirada que me echo, nunca había visto tanto odio en una mirada. Me imagino que mis ojos destilarían el mismo odio, se levantó y cogiendo uno de los cristales, con su mano se enfrentó a mí.

De un rápido movimiento intento cortarme en el estómago, eso hizo que me echara para atrás y fue cuando Chantal aprovecho para saltar sobre mí. Tenía cogido el trozo de cristal con las dos manos e intentaba hundírmelo en el ojo, yo conseguí ponerle mis dos pies en su estómago y empujarla hacia atrás.

Chantal salió despedida y se clavó una parte del marco de metal que sujetaba los cristales de la mesa en la espalda, cuya punta le salió por el abdomen. Parecía vencida, yo cogí la pistola y estaba dispuesta a matarla allí mismo, entonces Nikolai me grito para que fuera consciente cuál era nuestra misión y que mi venganza podía esperar.

Solo fueron décimas de segundo, pero Chantal aprovecho ese tiempo para sacarse el hierro que la tenía empalada y correr hacia el ventanal que tenía abierto. Intente pararla, pero me fue imposible, se lanzó al vacío con una sonrisa en el rostro, había vuelto a ganarme y además sabiendo que ya jamás podría vengarme.

Me acerque a donde estaba Nikolai y mire sus heridas, tenía un disparo en el hombro y otro en la pierna, sus rápidos movimientos me habían salvado la vida y también habían salvado la suya. Conseguí taponar las heridas y las vende para que no perdiera tanta sangre.

Encontré la caja y salimos del hotel por la puerta de servicio despacito para no llamar la atención, vinimos aquí y llamamos al coronel para que trajera al médico, este me dijo que Nikolai tuvo mucha suerte. Unos centímetros más a la izquierda y no lo habría contado.

• Soy un desastre Rose, no pude preguntarle la palabra clave, ahora esto no es más que un pisapapeles.

• No dramatices Isabella – dijo Rose.

• ¿Qué quieres decir?

• Hemos descubierto que las cajas se abren con sangre.

• ¿La sangre de una muerta valdrá? – pregunté yo.

• Habrá que comprobarlo – Dijo Rose.

Lisanna cogió a Isabella y la llevo a su cuarto para que descansara un rato, Nikolai dormía placidamente y hasta dentro de unas horas no tendría que tomar la medicación. Lisanna salió de la habitación una vez que consiguió que Isabella se durmiese, cogió la caja y la enchufo a su ordenador.

Ese ordenador estaba fuera de las redes externas y nadie podría hackearlo, la caja tenía mucha información, decenas de cuentas en el extranjero con ingentes cantidades de dinero, pruebas de los políticos y jueces más influyentes del continente. Había una agenda detallada de los sobornos que había recibido cada uno, además de muchas fotos que los comprometían.

Según seguíamos escarbando, aparecieron las rutas que usaban en la banda de Anke para meter droga en Europa y otras rutas que utilizaban para el tráfico de mujeres. Esa información le vendría bien a la policía de esos países para adelantarse y poder rescatar a esas mujeres del infierno que les esperaba.

Tenían cogidos por los huevos a estibadores, inspectores de aduanas, policías, incluso a militares que eran los que les conseguían el armamento pesado, algunos eran ludópatas y tenían grandes deudas de juego, otros habían sido filmados manteniendo sexo con prostitutas mientras estaban siendo filmados sin ellos saberlo.

Lo peor es que en una carpeta había fotos de las familias de todos estos funcionarios corruptos, cuando le pregunte a Rose ¿Por qué?, ella me contesto que era la forma de disuadir a alguno de ellos por si le entraba un ataque de conciencia. Lo que quería decirme es que mientras siguieran cumpliendo sus familias estarían a salvo, en el momento que alguno dejara de hacerlo, sus familias serian aniquiladas.

Esas organizaciones daban miedo de verdad, solo habíamos visto algo y ya me caía un sudor frió por la espalda. Anke y Piero habían aguantado durante años entre todos esos salvajes, nunca me había puesto a pensar en el trabajo que realizaban los agentes que trabajaban en cubierto, no solo ponían su vida en riesgo, diariamente veían las mayores atrocidades inimaginables.

Yo comparado con ellos lo había tenido fácil en la vida, había nacido con un cerebro privilegiado y se me hacía fácil hacer el trabajo que tanto me gustaba, ahora estaba viendo que mientras yo había vivido muy bien. Había otros que se sacrificaban todos los días.

Estaba tan ensimismado en mi mundo que no me di cuenta cuando se me acerco Rose por la espalda, me abrazo y me dio un beso en la boca. Me dio la sensación que quería pedirme algo que no me iba a gustar, como siempre mi intuición volvía a acertar otra vez.

• Sergio cariño, tengo que pedirte algo.

• No sé por qué me da que no me va a gustar.

• Es posible.

• ¿Dime que es eso que me quieres pedir?

• Hay que ir a coger la sangre de Chantal para abrir la segunda caja.

• ¿Recoger a donde?

• Al hospital, a donde va a ser.

Rose se empezó a reír de mi cara cuando me lo dijo.

• No me dirás que tienes miedo ¿no?

• Pues si un poco.

Un poco mis cojones, estaba cagado de miedo, había visto demasiadas películas sobre las catacumbas donde solían hacer las autopsias y no me gustaban nada, yo jamás podría ser médico forense, estaría asustado hasta de mi propia sombra. Imaginemos que uno de esos muertos le da por levantarse.

Solo de pensarlo tenía los pelos de punta, Rose se dio cuenta y otra vez volvió a reírse a mandíbula partida de mí. Me dijo que estaría tranquilo que ella me protegería, ! Encima cachondeo!. Intente decirle que se llevara mejor a Isabella, pero me dijo que Isabella necesitaba descansar.

Y allí me encontraba yo, metido en un coche en dirección a las catacumbas del hospital, ese lugar húmedo y oscuro. Decidí que lo mejor que podía hacer era no pensar en eso, Rose cogió mi mano para tranquilizarme. Tardamos poco en llegar, el hospital fue construido en un edificio antiguo. Por fuera pareciera que el hospital se estaba cayendo, pero era entrar dentro y esa visión cambiaba totalmente.

Entremos en el hospital y nos dirigimos a las escaleras que nos llevarían al sótano, en él solo se encontraba el ayudante del médico forense. Este era un chico joven que estaba más preocupado de escuchar la música de su mp3 que en su trabajo. Tan ensimismado estaba tarareando la canción que no se dio cuenta cuando Rose se colocó a su espalda y pasándole el brazo por el cuello, le apretó hasta que se desmayó.

• Rose, ¿te has pasado no crees?

• No pasa nada, se despertará con un buen dolor de cabeza.

Ahora empezaba lo desagradable, levantar las sabanas que cubrían a los muertos, menuda grima me estaba dando, me acerque a una de las camillas y sujetando la sabana de una de las esquinas me dispuse a levantarla. Rezaba para que el cuerpo estuviera entero.

Note una presencia a mi espalda y pegue un salto que casi me quedo colgando en el techo como los gatos, la carbona de Rose se tapaba la boca para que nadie le escuchara como se reía. Dejo de hacerlo cuando se dio cuenta de que de verdad me estaba enfadando, al final fue Rose quien encontró el cuerpo de Chantal, estaba en muy mal estado. Normal teniendo en cuenta de la altura que cayo, la sangre ya estaba coagulándose y no sabíamos si esa valdría.

Miramos en los frigoríficos y encontramos una muestra que seguramente utilizarían para analizar si el motivo del suicidio había sido por consumir drogas. La muestra tenía que ser conservada en frió, por suerte allí tenían unas cajas que se utilizaban para trasladar órganos para trasplantar.

Cogimos una de esas cajas y metimos la muestra en él, salimos del sótano como alma que lleva el diablo. Por lo menos yo, yo solo quería salir de ese sitio lo antes posible, llegamos al coche y nos dirigimos a casa.

• Ya ves que no a sido para tanto ¿verdad?

• No me gustan esos sitios Rose, eso es todo.

• Demasiadas películas de terror.

• Tal vez tengas razón.

Me dio un piquito en los labios y puso la radio, se pasó todo el viaje de vuelta tarareando la canción de la radio, yo solo quería llegar a casa y pegarme una ducha de tres horas por lo menos. Cuando llegamos a casa Lisanna seguía enredada con la caja, había información que estaba muy bien encriptada y le estaba costando acceder a ella.

• Sergio me vienes de maravilla, no consigo desencriptar esto y los algoritmos que creaste tampoco valen.

• Muy bien, me pego una ducha y me pondré a ello.

Deje a Rose con Lisanna y yo me metí en la ducha para ducharme, estuve un buen rato, la verdad es que lo pase mal en la morgue. La presencia de Rose fue lo único que hizo ese rato soportable, lo reconozco, soy bastante cobarde. Me dieron un buen cerebro y un valor intermitente.

Cuando salí ahí seguían las dos, Lisanna ya tenía un punto de frustración bastante elevado. Me senté a su lado y me dispuse a idear algoritmos que pudieran ayudar a desencriptar esos archivos, me llevo más de lo que pudiera pensar, pero al final idee uno que podía funcionar.

Cuando hicimos la prueba funciono, el grito que pego Lisanna despertó a Isabella y Nikolai. Cuando esta clico la carpeta salieron unas cuantas fotografías de dos hombres, Rose se quedó muda e Isabella cuando se acercó de su habitación, se quedó igual que Rose.

• ¿Conocéis a esos hombres? – pregunté.

• El más alto y musculado es Arthur – dijo Isabella.

Rose seguía muda mirando a las fotografías blancas como el papel.

• ¿Sergio donde esta Silvia? – pregunto Rose.

• Tenía una cena con Piero ¿Por qué?

• Porque el otro hombre que sale con Arthur es Sergey, el hermano de Nikolai- Dijo Rose.

• Bueno tal vez sean fotos antiguas.

• No lo son Sergio, estas fotos tienen un año.

• Como lo sabes Lisanna.

• Pone la fecha cuando fueron sacadas – dijo Lisanna.

• Me estáis diciendo que el hombre que tiene que proteger a Silvia es un corrupto.

Entonces vi como Nikolai se acercaba a la pantalla, no pudiéndose creer que su hermano fuera un traidor, apretó con mucha fuerza la barra que sujetaba la botella de suero que tenía inyectada en el brazo, Isabella le abrazo. Yo aproveché para llamar a Silvia y cerciorarme que seguía con Piero.

• Silvia soy Sergio.

• ¿Qué ocurre Sergio?

• ¿Sigues con Piero?

• Si sigo con él ¿Por qué?

• No te muevas de su lado, ahora iremos a buscarte.

Mientras yo decía eso, Isabella ayudo a Nikolai a meterse en la cama y se empezó a preparar junto a Rose para ir en busca de Silvia, Lisanna estaba muy estresada y quería un helado, decidimos que nosotros les esperaríamos allí mientras Rose e Isabella iban en busca de Silvia.

Nikolai me llamo.

• Sergio, siento mucho que sea mi familia quien ponga en peligro a Silvia.

• No es culpa tuya, amigo.

• Lo sé, pero para mí, esto es una vergüenza y una deshonra.

• Bueno no te preocupes, Silvia tiene a Piero, Rose e Isabella para protegerla.

• Lo sé, lleva a Lisanna a comer ese helado antes de que le explote la cabeza.

• Y tú, ¿te quedarás solo?

• No te preocupes, yo tengo que ponerme bien lo antes posible para enfrentar a mi hermano.

Mientras hablábamos, Lisanna se preparó y ya estaba montada en el coche esperándome. Nos pusimos en marcha y llegamos a la heladería, cuando llegamos Miguel nos sonrió y nos dijo que tenía un nuevo helado que a Lisanna le encantaría. Yo miraba a Lisanna y no podía disimular una sonrisa, me recordaba cuando Silvia y yo veníamos aquí y éramos nosotros los que degustábamos por primera vez ese nuevo helado que el padre de Miguel había inventado.

No lo he dicho, pero Miguel es heladero de segunda generación, lo bueno es que a sacado la destreza de su padre creando helados, la verdad que todos temíamos que al jubilarse su padre, la heladería no funcionase, Miguel era un cabeza loca. Nos sorprendió a todos, sentó la cabeza y se tomó el negocio muy en serio.

Ahora ahí estábamos Lisanna y yo con un helado en la mano, me parecía increíble, pero había encontrado a otra mujer que le gustaban tanto los helados como a Silvia, a mí me gustaban, pero muchas veces los comía para acompañarla a ella y en este caso a Lisanna, se lo había ganado con creces después de todo lo que había trabajado.

Entonces sonó mi móvil, con la música de la heladería no escucharía la conversación, le dije a Lisanna que salía fuera para hablar por el móvil. Esta me dijo que si no regresaba pronto, terminaría comiéndose mi helado entre risas.

Cuando salí y conteste no mire el número, pensé directamente que seria Rose. Nadie contesto, pensé que había sido una broma cuando me di cuenta de que alguien estaba apoyado sobre mi coche. Al acercarme me di cuenta perfectamente quien era, Arthur.

• Quería conocer al nuevo juguete de Rose.

Yo no le conteste, instintivamente empecé a mirar dentro de la heladería preocupada por Lisanna.

• Tranquilo, ella no me interesa, como he dicho he venido a conocer al nuevo juguete de Rose.

• Pues ya me has visto, ahora ya puedes irte.

• Que decepción, tiemblas solo con mi presencia, esperaba más.

Se separó del coche y se puso a escasos centímetros de mí, era más alto y tuve que levantar la cabeza para mirarlo, me ganaría seguro pero pensaba defenderme.

Continuará.