Sueños y Realidades 5

La historia sigue.

Sueños y Realidades 5

Estaba a punto de que un tío encapuchado me agujereara la cabeza y deje de temblar, es como si lo abría aceptado y mi cuerpo se hubiese relajado. El tío que entro detrás de esos hombres era como un armario empotrado de grande, porque sé que eso es imposible, pero si no pensaría que era un Terminador venido del futuro para aniquilarnos.

Ese hombre se parió de tras de los otros dos y les pregunto lo que estaban haciendo, acto seguido agarro sus cabezas y las estampo. Lisanna y yo oímos nítidamente como los cráneos de esos dos crujían.

Una vez habiendo acabado con los hombres que nos apuntaban se me quedo mirando, en ese momento solo podía pensar. Madre mía que me va a hacer picadillo, entonces Lisanna grito ¡¡¡Hermanito!!! Y salto sobre él. En ese momento las piernas me fallaron y todo el coraje que demostré se desvaneció, caí de rodillas diciendo que yo no valía para esto.

Ese hombre después de terminar su abrazo con Lisanna se acercó a mí y me ayudo a ponerme de pies, entonces me dijo.

• Tú debes ser el novio de Rose ¿verdad?

• Así es, pensarás que soy patético.

• No pienso eso, hace falta mucho valor para ponerse delante del cañón de una pistola para proteger a otra persona.

• No ha sido para tanto.

• Para mí sí, has protegido a mi hermana y eso no se me va a olvidar en la vida, te debo una muy gorda.

Yo me senté en mi silla, no me encontraba nada bien. El corazón me iba a cien por hora y me temblaba todo el cuero, tenía náuseas y me sentía muy mareado. No lo sabía, pero Lisanna había avisado a Rose, Silvia y los demás para que vinieran. Al llegar Rose entro como un huracán hasta donde yo me encontraba, me abrazo con todas sus fuerzas y lloro con tal intensidad que hizo que se me saltaran las lágrimas a mí.

Después fue Silvia la que se acercó, esta traía muy mala cara, me abrazo y también se puso a llorar, Lisanna contó lo ocurrido y pude ver la expresión de Rose. No sabía si quería besarme o estrangularme, que podía haber hecho dejar que mataran a Lisanna. Por el momento deje de pensar en eso y me centre en pensar como habían dado con el paradero de este estudio.

No estaba a mi nombre, pocas personas sabían de su paradero. Rose y Lisanna no habían sido, la primera porque me amaba y la segunda porque podía haber muerto conmigo. Solo me quedaba Silvia, pero esta no me habría traicionado de esa manera, por lo menos era eso lo que quería pensar.

La cara de preocupación que traía Silvia no ayudaba para no sospechar de ella, entonces me pregunte a mi mismo pero en voz alta. ¿Cómo era posible que nos hubieran encontrado tan pronto?

Silvia al verse observada se defendió y dijo.

• Yo no le he contado a nadie el paradero de este sitio, os lo prometo.

Todos la miraban sin decir nada y Silvia empezó a sentirse muy incómoda, entonces fue Lisanna la que se acercó a ella y le pidió el móvil. Silvia se lo entrego con cara de asombro y mucha curiosidad, Lisanna empezó a hacerle pruebas al móvil hasta que dio con un programa espía y un micrófono.

Habían estado escuchando todas las conversaciones que había tenido Silvia con nosotros y con otras personas.

• Quien te regalo este móvil Silvia – pregunte yo.

• Mi ex me lo regalo, de hecho fue su único regalo.

• La persona que ha instalado esto en este móvil es por lo menos tan hábil como yo – dijo Lisanna.

• Tendremos que trasladarnos – dije yo.

Lisanna al escucharme, no pudo disimular la cara de decepción, si nos trasladábamos no podría seguir comiendo esos ricos helados que le preparaba Miguel, entonces le mire y sonreí.

• Piensas que si nos trasladamos, ya no podrás seguir degustando esos ricos helados, ¿verdad Lisanna?

• Si, me gustaban mucho.

Me acerqué a ella y le dije que tenía una idea, Miguel sobre la tienda de helados tenía un piso pequeño, era suyo, pero se trasladó cuando se echó novia y decidieron tener a su hija. Hablaría con él y se la alquilaríamos. Solo lo sabríamos los dos, de esa manera estaríamos a salvo y ella podría seguir degustando los helados.

• Pero Sergio, si nos ven en la heladería estaríamos en las mismas.

• La casa tiene una salida de emergencia a un sótano trasero de la heladería, podrías bajar y cogerte los helados sin que nadie supiera que estábamos allí.

Lisanna se puso muy contenta y después expuse mi idea a todos, pero sin desvelar a donde nos trasladaríamos. Rose dijo que el coronel pagaría ese alquiler, después se me quedo mirando. Se me acerco y me beso con tal ternura que consiguió que mi cuerpo dejara de temblar, sabía que estando al lado de Rose no tenía nada que temer.

• ¿Estás enfadada Rose?

• No Sergio, lo que pasa es que no sabía esa faceta tuya de superhéroe.

Esto me lo soltó con una cara de cachondeo de la ostia, ya le valía.

• Casi me cago encima literalmente Rose, no sabes el miedo que he pasado.

• Habrás pasado miedo, pero lo que has hecho, pocos lo llevan a cabo.

Los dos terminamos abrazándonos, Isabella y Nikolai me vacilaban con lo del héroe. Los cabrones decían que en los siguientes carnavales me vistiera de Batman, el justiciero y héroe de Gotham. No te jode encima cachondeo, una vez terminadas las risas, Lisanna nos dijo que nos acercáramos y nos dio a cada uno un móvil exactamente igual al que teníamos, pero nos aseguró que este era imposible de Hachear.

Piero la miro y le dijo si estaba segura, la cara que puso Lisanna me dio miedo hasta a mí. Entonces Piero le dijo que en las organizaciones también tenían hackers muy capaces, Lisanna miro a su hermano y le dijo que seguramente seria verdad, pero lo que no tenían era a alguien como yo a su lado. Según parece Lisanna utilizo uno de los algoritmos que yo había creado para encriptar los móviles.

Piero sonrió y abrazo a su hermana, me miro y se acercó a mí.

• La pelirroja ha escogido bien esta vez, ya era hora.

• ¿Lo dices por mí?

• Claro hombre, hasta ahora los hombres con los que había estado eran unos pagados de sí mismos, tú eres diferente y me alegro por ella y por mi hermana, contigo estará en buenas manos.

• Pero si yo me cago enseguida.

• Tal vez, pero cuando es necesario sabes sacar ese valor que llevas dentro.

Me abrazo y apretó tan fuerte que pensé que mi columna vertebral saldría disparada por mi pecho, después de esto Piero se puso serio y nos dijo que dos de las cajas se encontraban en la ciudad, una era custodiada por Chantal y la otra era custodiada por Arno. Según nos contó Piero, Chantal perteneció a la inteligencia francesa, operando en un equipo fantasma especialista en asesinatos.

Era una mujer acostumbrada a matar y que además disfrutaba haciéndolo, sobre Arno Piero dijo que era un animal. Se rumoreaba que había conseguido matar osos con sus propias manos, yo me reí pensando que lo decía en broma para asustarnos, pero lo decía en serio. La risa se me cortó al instante, fue expulsado de las fuerzas especiales alemanas por exceso de brutalidad.

Me empecé a fijar en todos y me di cuenta de dos cosas, la cara de puro odio que tenía Isabella y las miradas que se echaban entre Piero y Silvia. Le pregunté a Rose que es lo que le ocurría a Isabella, esta me contó que Isabella tenía una hermana mayor y fue asesinada de forma muy cruel por Chantal. Desde entonces sentía una sed de venganza enorme contra esa mujer.

• Isabella te veo muy nerviosa – dijo Rose.

• Rose te veo por donde vas, no te permitiré que me saques de esta misión.

• No quiero sacarte, pero no puedes ir por Chantal así, pones en peligro tu vida y la de tu compañero.

• Yo cuidare de ella Rose – Dijo Nikolai.

• Muy bien lo dejo en vuestras manos.

• A por Arno iremos Sergio y yo – dijo Rose.

• ¡Tú te has vuelto loca o que!, quieres que nos maten a los dos.

• No amor mío, has demostrado mucho valor esta noche y además a ese musculitos no se le vence con la fuerza, sino con el ingenio y a ti de eso te sobra.

Todos los cabrones asentían con la cabeza, nada hombre otra vez en la mitad de la pomada en busca de un animal que se carga osos, tenía la amarga sensación que terminaría estrujándome como a un trapo, cuando quieres escurrirlo. Los equipos ya estaban formados, ahora hacía falta, saber la estrategia que utilizaríamos para que nuestras cabezas no terminaran en la pared de ese tío.

Esa noche fuimos todos menos Piero a la heladería de miguel, Piero prefirió no ir para no romper su tapadera y para llevarse a los dos hombres a los que había aplastado sus cráneos, cuando entramos en la heladería, a Miguel se le salían los ojos. Tenía pareja y le era fiel, pero no podía evitar ser un salido, menos mal que lo disimulaba muy bien delante de su novia.

Entonces se me acerco y me dijo que cuál de ellas era mi novia, yo le dije que viniera conmigo que se la iba a presentar.

• Rose, te presento a un buen amigo Miguel.

• Encantada Miguel.

• Yo también Rose.

Después le presenté a Isabella y Nikolai, le dije a Miguel que eran pareja. Por si le daba por meter la pata, el helado le sentó muy bien a Isabella que volvió a sonreír como nos tenía acostumbrados, todos se sorprendieron al ver el pedazo de helado que había pedido Lisanna. Se lo volví a pagar yo, si esto seguía así me iba a arruinar.

Fue una muy buena noche, lo pasamos muy bien y eso nos vendría bien para poder afrontar los siguientes desafíos con optimismo y en mi caso sin cagarme encima de miedo.

Durante el día siguiente, nos preparamos para la misión que teníamos que cumplir. Más bien yo me preparaba para ser aplastado como una cucaracha, no entendía como a Rose se le pudo ocurrir que yo podía ser su compañero. Si me había entrenado, pero no estaba a la altura de ninguno de ellos, no temía que me mataran. Lo que de verdad temía era que hicieran daño a Rose porque yo metiera la pata.

Rose paso el día muy tranquila, siempre me preguntaba como era capaz de estar tan calmada, sabiendo que nos teníamos que enfrentar a un monstruo como Arno. La que no estaba nada tranquila era Isabella, su humor fue empeorando según transcurría el día. Lisanna se pasó el día intentando dar con el paradero de esos dos, Isabella no hacía más que presionarla hasta que Lisanna salto como un muelle. Su enfado era tal que pensé que terminaría echando espuma por la boca.

• Isabella, deja trabajar a Lisanna, presionándola así conseguirás el resultado contrario – le dijo Rose.

• Lo se Rose, pero tengo a la mujer que mato a mi hermana al alcance de la mano, no puedo contenerme.

Lisanna la miro muy seria, Isabella se acercó a ella y abrazándola le pidió perdón. Al final consiguió dar con su paradero. Chantal estaba en un hotel de lujo y Arno estaría a la noche en un club muy exclusivo, donde poca gente tenía acceso.

• ¿Cómo vamos a entrar en ese local Rose?

• Eso dejármelo a mí – dijo Lisanna.

No me preguntéis como lo hizo, pero a las dos oras tenía dos entradas vips de ese local. La madre que me parió, al final me iban a partir la cara pero bien. Rose se fue a nuestra habitación para elegir el vestido que se pondría, yo tenía claro que llevaría un traje. A ser posible fabricado en acero macizo, ver a Rose probarse diferentes vestidos fue un bálsamo para mí.

Llego la hora de la verdad, Rose Eligio uno rojo que hacía juego con su cabello, además estaba preparado para poder deshacerse de la largura de este para poder pelear cómodamente, mi traje también tenía truco, estaba hecho de un material que me protegería de los golpes mínimamente.

Menudo consuelo, más me habría valido haberme puesto una armadura como en el medioevo. Ahora venía otra sorpresiva, en ese local las armas estaban prohibidas, nos escanearían a la entrada y si llevábamos alguna nos sería confiscada. Claro que si, a derrotar a un ser que parecía un híbrido entre Hulk y Thor y lo único que tendríamos sería nuestros puños y la inteligencia e ingenio.

Entonces se me ocurrió, me acerque a Lisanna y tocándole en el hombro.

• Lisanna, ¿podrías conseguir el historial médico de Arno?

• Claro, ¿para qué lo quieres?

• Un hombre así ha tenido que percibir heridas y lesiones muy grabes, eso podría ser una ventaja para nosotros.

• Jajajaja piensas en todo Sergio – dijo Lisanna.

Rose sonrió mientras me asentía con la cabeza, tenía la esperanza de que hubiera sufrido lesiones lo suficiente grabes para poder poner el combate a nuestro lado. Confiaba en Rose, como ya deje era como kenshiro en mujer, pero ese hombre se había enfrentado a osos con las manos desnudas. La única ayuda que podría aportarle a Rose era mi inteligencia y esperaba que esta idea que había tenido funcionara.

Como prometió Lisanna consiguió el historial médico de ese hombre, según Ponía en ese historial parecía un milagro que seguiría con vida, tenía las dos rodillas destrozadas, después de tres operaciones habían conseguido arreglárselas, pero con movilidad limitada y con unos dolores crónicos. Las costillas habías sido tan castigadas que tenía calcificaciones en todas sus fisuras haciéndolas más endebles.

Su ojo izquierdo tenía una visión reducida, eso nos permitiría poder aprovecharnos de un punto ciego. Su clavícula derecha se sujetaba a base de clavos, seguramente sería muy débil. Con la velocidad de Rose eso sería una ventaja, tenía más lesiones, pero con esta información iba más tranquilo a esa confrontación.

No las tenía todas conmigo, ese hombre seguía siendo muy peligroso. Otro escollo seria sacarle la clave para poder abrir la caja y ver lo que ella había. Bueno de eso ya nos preocuparíamos una vez habiendo vencido a Arno, Rose ya estaba preparada. Estaba preciosa, yo terminé de ponerme la americana y nos pusimos en marcha.

Rose conducía, yo estaba demasiado nervioso. La forma en la que tendríamos que llamar su atención no me gustaba, teníamos entradas vip, pero solo nos valía para la barra y pista de baile. La zona vip requería invitación y eso no pudo conseguirnos la buena de Lisanna.

A Arno además de matar osos le gustaban las mujeres y ahí entraba Rose, yo confiaba en ella, pero solo de pensar que ese monstruo le pondría las manos encima me ponía enfermo. Rose lo noto y me dijo.

• Solo llamaré su atención, no permitiré que pase nada más, ¿confías en mí?

• Siempre.

• Conozco a los hombres como ese, querrá demostrar que es el macho alfa y para eso querrá humillarte.

Lo que me faltaba, no solo me iban a partir la cara que encima tenía que ser humillado.

• Sergio, nos invitará a los dos a la sala vip, estaremos solos con él.

• ¿Y quieres que eso me anime?

• No seas burro hombre, una vez se cierre esa puerta podemos vencerle y nadie entrara a molestarnos.

• Ya.

Mi ya sonó tan triste que incluso el semblante de Rose cambio, paro el coche y puso una de sus manos en mi mejilla.

• Sergio, he estado con hombres como ese, no valen nada, comparando contigo. Lo que siento estando contigo no lo cambiaria por nada ni nadie.

Volvió a arrancar y al final llegamos a nuestro destino, las entradas vip funcionaron y ya estábamos dentro. Después de pedir unas bebidas, Rose me saco a la pista de baile y empezó a moverse de una forma que todos los hombres de la sala se giraron para mirarla, como no hacerlo. Me tenía extasiado, tenía mi polla a punto de romper el pantalón. Rose sabía que pronto daría sus frutos y así fue.

Una hombre se acercó y nos dijo que el mejor cliente nos había invitado a la zona vip. Yo miré a Rose preocupado entonces me beso y me dijo.

• ¿Confías en mí?

• Siempre.

Subimos unas escaleras y nos plantamos en otra sala que parecía la sala de abajo pero en más pequeña. Dentro estaba Arno, sentado en un sofá y mirando a Rose con hambre. A mí me dijo que me sentara en el sofá del otro lado de la sala y disfrutara del espectáculo, fue muy mal educado y me sentó muy mal, pero no podía echar a perder esta oportunidad y sabía que Rose no me traicionaría.

Rose se sentó sobre las piernas de Arno, este le echo los brazos por la espalda y trato de besarla, pero Rose le indico que teníamos toda la noche y que no se precipitara. Rose se echó para atrás para que Arno se distrajera con sus pecho y mientras este estaba distraído cogió un bolígrafo que había sobre una mesa pequeña. Al lado de la caja que habíamos venido a buscar.

Tan confiado estaba que dejaba la caja a la vista de todo el mundo, mejor para nosotros pensé. En ese momento que las manos de Arno estaban llegando al culo de Rose, yo deje de respirar momentáneamente, hasta que Rose cambio de semblante y le clavo el bolígrafo en el ojo izquierdo a Arno. Este se agarró el ojo mientras bramaba de dolor, Rose aprovecho para levantarse y despojarse de la parte de abajo del vestido.

Bajo este tenía unos pantalones hasta la rodilla tipo licra, se quitó los zapatos y se dispuso a pelear, yo cogí uno de los grandes platos que había sobre la barra y se lo rompí en la cabeza. Ese golpe abría dejado inconsciente a cualquiera, a Arno solo lo enfureció más. De un rápido movimiento consiguió alcanzarme en la cara, terminando yo estampándome contra una mesa y quedando muy dolorido.

Eso distrajo a Rose y lo aprovecho Arno para agarrarla del cuello con la intención de estrangularla, Rose no podía soltarse. Estaba viendo como el amor de mi vida estaba dejando de respirar poco a poco, entonces recordé lo de sus rodillas y con las fuerzas que me quedaban me lance y golpee su rodilla derecha escuchándose un crujido y un grito de dolor de Arno.

Rose aprovecho esto para golpearle la rodilla derecha y también termino por rompérsela, Arno ya no podía moverse. Se quedó quieto mirándonos con un odio irracional, Rose se acercó a él por la espalda y golpeándole en un punto del cuello con un dedo, hizo que Arno perdiera el conocimiento.

• Ahora tendremos que esperar a que despierte – dijo Rose.

Yo cogí la caja y después de examinarla, me di cuenta de que no era una clave escrita o hablada, lo que hacía falta era una gota de sangre, en uno de los costados había una tapa que al abrirla aparecía un especie de aguja y al pincharte el dedo, la sangre abriría la caja. Era una hipótesis, pero por probar no perdíamos nada.

• ¿Cómo sabes que la sangre es la de Arno?

• Si hubiera sido de la jefa de la organización, Anke nos hubiera dado su sangre, ¿no crees?

Rose me dio un golpecito en el hombro, pinchamos uno de los dedos de Arno y la caja se encendió. Solo faltaba conectarla a un ordenador para saber que contenía, pero ese era trabajo de Lisanna. Nosotros ya habíamos cumplido con el nuestro, solo quedaba hacer una cosa y fue besarnos apasionadamente.

Salimos de la sala Vip que nadie vigilaba y con la caja en nuestro poder salimos de aquel local en dirección a nuestra casa.

Continuará.