Sueños tardíos
Sumida en una soledad que ni los libros logran llenar...
Amanecí con su olor en mi nariz, sus labios contra los míos y una sonrisa que aparecía lentamente mientras comprendía lo que sucedía.
Hace tanto tiempo desde la última vez.
Me levanto, deseando no sentir gran cosa, perdiéndome en la luz que entra desde la ventana, susurrando su nombre y sumida en la soledad de mi habitación.
Una mascota que pide comida, una resaca leve y su sonrisa incrustada en mi mente.
Hoy no será uno de esos días donde consiga poner su recuerdo en lo más hondo de mi mente...
Recojo las botellas, una a una, llevándolas hasta la bolsa que las resguardará mientras consigo tirarlas, ocultándolas de mi vista y sólo tintineando mientras las voy echando.
Susurro su nombre una última vez antes de recordar el poema número 20 de Pablo Neruda y sus 20 poemas de amor y una canción desesperada... Es inevitable que una lágrima recorra mi mejilla y deseé ocultarme entre mis sábanas hasta el fin de mis días, dejando de sentir, dejando de existir.
Pienso en algo para distraerme... Libros, muchos libros... Me pongo cómoda y tomo el primero que está en la mesita junto a mi cama, uno de Stephen King... Mientras leo "El Fugitivo" no me detengo en ningún momento más que para ir al baño y servirle más comida a mi mascota. Las horas pasan, sin embargo el libro está terminado antes de el día llegue a la mitad. Me detengo un momento, recorriendo con la vista el librero frente a mi y me decido por "Los Juegos del Hambre" aprovechando que está en boca de todos y que no he visto la película, por lo que puedo disfrutar de un libro sin pensar en una crítica a la versión cinematográfica.
Vuelven a pasar unas cuantas horas, el atardecer se asoma y mi libro está terminado. La soledad se hace más grande, estoy cansada. Deseo dormir, deseo permanecer despierta, deseo encontrarla o salir corriendo tras ella...
Pero hace tanto que se fue que no tendría sentido ir tras ella y ver como hace su magnifica vida con alguien más.
A veces las cosas no tienen sentido, no el que deseamos...
Me detengo un momento en la puerta que da a la calle, recuerdo cuando la acorralé ahí antes de hacerle el amor como desesperada, sus labios en mi cuello y sus manos recorriendo mis senos, pellizcando mis pezones entre sus dedos.
Claro que lo recuerdo.
Cada una de las cosas en este lugar me recuerdan a ella, cada una de las esquinas de los muebles, de los pliegues de la cama, de la almohada... cada uno de los libros...
Me acerco al librero, dispuesta a sacar otro libro cuando escucho el timbre de la puerta... Y al abrirla me la encuentro, sus labio, sus grandes ojos fijos en los míos que me hacen sentir como si me encogiera treinta centímetros, sus manos bajando lentamente a su costado y ella acercándose a mi, rodeándome con sus brazos y yo sin saber que hacer, nada más allá de abrazarla también.
Acerca sus labios a mi oído, susurrándome "tienes que dejar de aparecer en mis sueños" mientras me abraza con un poco más de fuerza y yo puedo sentir que estoy a salvo una vez más, cerrando los ojos y sintiendo una vez más.