Sueños Rotos II: Un beso

Liam se retorcía debajo de él. Sentía su lengua ansiosa recorrer su cuello lamiendo, besando, marcando.

Liam se retorcía debajo de él. Sentía su lengua ansiosa recorrer su cuello lamiendo, besando, marcando. Se mordía el labio inferior con fuerza, pero intentar no gemir era como intentar nadar contra la corriente, ¿y quién querría nadar contra semejante río de placer? De modo que, en lugar de luchar, se dejaba llevar, abriendo la boca y permitiendo que su cuerpo respondiera a aquellos deliciosos estímulos con toda clase de sonidos indecibles.

Aferrarse a su suave cabello era lo único que Liam podía hacer para mantenerse cuerdo mientras el otro comenzaba a descender por su cuerpo. Aquella lengua húmeda y caliente dejando un rastro de fuego tras de sí. Su espalda se elevaba, curvándose y quitándole la respiración. Era la misma sensación que meterse bajo una ducha de agua helada; un espasmo involuntario que arrancaba la respiración.

Pero Christian no era frío, no, era la encarnación del fuego. Y Liam se sentía como una especie de Ícaro lujurioso, queriendo acercarse al sol pero ardiendo al sentir aquellos labios cerrarse alrededor de uno de sus pezones. Onda tras onda de placer se extendían por su cuerpo como en un estanque. Sus pezones eran ahora devorados con un hambre voraz y Liam se sentía completamente indefenso pero incapaz siquiera de hacer el más mínimo intento de escape ante aquel depredador ardiente.

Unas manos grandes y suaves recorrían su abdomen dejando un inquietante hormigueo detrás y acercándose cada vez más a la parte de su cuerpo más necesitada de atención en aquel momento. Liam sabía que en cuanto aquellas manos experimentadas en el arte de estimular su cuerpo llegaran a destino, no habría vuelta atrás. Finalmente llegaría su momento de descender a la locura y dejarse caer en un remolino de placer incontrolable. Explotaría y su cuerpo encontraría finalmente ese sentimiento de liberación que pedía a gritos. Estaba tan cerca, sus dedos ardientes se cerraban alrededor de su miembro y comenzaban a hacer presión...

"Liam... ¡Liam!"

Liam abrió los ojos con dificultad, vislumbrando una cabellera roja como el fuego antes de darse la media vuelta para cubrirse la cabeza con las sábanas una vez más. Intentó concentrarse para volver a aquel lugar tan placentero del que lo habían arrancado pero sin lograrlo.

"Ya era hora," dijo la misma voz que lo había despertado. Liam tardó unos cuantos segundos en adjudicársela a Ethan, el amigo pelirrojo de Christian que había conocido el día anterior.

"¿Qué haces aquí?" Preguntó con una voz ronca de sueño y sin hacer el más mínimo gesto de levantarse.

"¿Cómo que qué hago aquí? Te dije ayer que te recogería para ir a clases, ¿o no? Y menos mal que lo hice o hubieses llegado tarde en tu primer día. Tienes media hora para prepararte."

Liam gruñó una vez más y se sentó lentamente restregándose los ojos pero cubriéndose rápidamente al darse cuenta de la erección galopante que llevaba encima. Se sonrojó profundamente pero Ethan, curioseando sobre las fotos en el escritorio, no pareció darse cuenta de nada. Liam dirigió una rápida mirada a la cama en el otro lado de la habitación pero la encontró vacía. El protagonista de su húmedo sueño aún no había vuelto.

"¿Sabés dónde está Christian?" Preguntó con lo que esperaba que sonara a un tono casual.

"Si te lo dijera me mataría," respondió el pelirrojo con aire distraído.

Apenas se habían conocido ayer. Liam consideró que quizás con un poco más de tiempo y confianza sería capaz de extraerle a Ethan aquella intrigante información.

"¿Cómo lograste entrar?" Preguntó Liam de repente mientras buscaba algo de ropa.

Hablando de confianza.

"Chris me dejó la llave anoche," respondió Ethan con un encogimiento de hombros y una sonrisa despreocupada. "Solo en caso de emergencia. Creo que mi compañero de cuarto poniendo música a todo volumen como si fueran las tres de la tarde a las seis de la mañana califica como un caso de emergencia extrema."

Liam sonrió y media hora más tarde salían juntos rumbo al edificio donde tendrían su primer día de clases. Sus ojos se dirigieron inconscientemente hacia la cama sin tocar de su compañero y se permitió preguntarse una vez más sobre aquel adonis y su extraño trabajo que le exigía pasar noches enteras fuera. Finalmente se encogió de hombros y cerró la puerta antes de seguir a Ethan.

Lo cierto es que para ser el primer día no estuvo tan mal como esperaba. Ethan fue de mucha ayuda al presentarle una tonelada de gente nueva. Al parecer era alguien bastante popular, todo lo contrario a Liam, a quien le habría entrado el pánico cuando les exigieron formar grupos para realizar el primer trabajo del cuatrimestre.

Afortunadamente Dylan, uno de los tantos que habían pasado por el proceso de presentación de Ethan, se acercó inmediatamente a Liam con una sonrisa.

"¿Compañeros?" Dijo con un tono casual que Liam jamás podría haber manejado de haberse invertido los roles.

Liam se sonrojó levemente antes de asentir en silencio y golpearse mentalmente por ser tan inadaptado. Aunque, como punto a su favor, Dylan era lo suficientemente apuesto como para intimidar hasta alguien con un nivel de auto-confianza normal. El cabello de un negro tan profundo que parecía un trozo de cielo nocturno, ojos marrones con una chispa de algo que Liam no alcanzaba a reconocer y unos hoyuelos que hacían resaltar su atractiva sonrisa en un ciento por ciento.

Al salir de la última clase, Ethan se despidió y murmuró algo sobre volver a su infierno musical personal. Liam, por su parte, se dirigió una vez más hacia su habitación preguntándose si vería a su compañero ésta vez.

"¿Liam?" Una voz sonó detrás de él.

"Dylan," dijo con un pequeño tono de decepción al darse cuenta de que la voz no pertenecía a la persona que estaba convirtiéndose rápidamente en su nuevo objeto de obsesión.

El otro no pareció notarlo y le regaló una más de aquellas cegadoras sonrisas.

"¿Vives en el edificio Pound?"

"Si," respondió Liam, estrujando su cerebro en busca de algo más que decir, pero sin tener suerte.

"Genial, yo también estoy quedándome allí. Te acompaño."

A Liam no se le ocurría ninguna razón por la que rechazarlo, ni tampoco pensaba usarla aunque la encontrara, de modo que ambos se dirigieron a la residencia mientras conversaban sobre cosas sin importancia.

"¿Estás bien?" Preguntó Dylan de repente. "Te noto algo... distraído."

Liam se enrojeció y titubeó al responder. Lo cierto es que su mente se había dirigido otra vez hacia Christian. ¿Por qué estaba tan obsesionado?

"Si, lo siento. Solo pensaba en el trabajo," mintió.

"Oh, sí, sobre eso..." dijo Dylan mientras doblaban en la esquina del pasillo que llevaba a la habitación de Liam. "Estaba pensando que podríamos encontrarnos este miércoles para empezar a planear lo necesario. Hay un café muy cerca de aquí."

"De acuerdo, suena bien." Liam sonrió tímidamente mientras luchaba por encontrar las llaves.

"Es una cita entonces," aquella chispa misteriosa volvía a brillar en los ojos de Dylan mientras decía aquellas palabras y Liam podía sentir cómo el calor ascendía por su cuello, su rostro y sus mejillas en lo que debía ser la millonésima vez en que se sonrojaba aquel día.

"Hasta el miércoles... Liam." La forma en que dijo su nombre provocó que un rápido escalofrío se extendiera por su espalda y lo que hizo a continuación causó que a Liam le temblaran las rodillas y casi cayera al suelo allí mismo.

Con un movimiento rápido y sin darle tiempo a cuestionar o pensar, Dylan se inclinó hacia él y depositó un suave beso en su mejilla. No fue nada elaborado, solo un roce de labios, pero bastó para hacer que el corazón le subiera hasta la garganta y le impidiera decir una palabra antes de que su compañero de clase le regalara una última sonrisa y se diera la media vuelta, dejando a Liam solo para intentar recuperar el control de su cuerpo.

Unos segundos más tarde logró pescar las llaves de su habitación del profundo abismo de su bolsillo y se apresuró a entrar para sentarse en la cama y meditar sobre lo que acababa de pasar. Había quedado en una cita con Dylan y éste lo había besado... en la mejilla, pero besado al fin.

No habían pasado más que unos minutos antes de que la puerta de la habitación volviera a abrirse y finalmente Chris hizo su aparición. Parecía agotado, con el cabello alborotado y un andar que denotaba cansancio. Liam, a pesar de que su curiosidad volvía a hacer aparición, se alegró de verlo.

"Al fin apareces," le dijo con tono burlón. Quizás ocultando la más pequeña esperanza de desvelar el misterio de dónde había estado toda la noche y gran parte de la tarde.

"Si, hola. Acabo de salir de clases," dijo con voz ronca y sin dirigirle la mirada a Liam mientras se dedicaba a retirar lo que parecían unas cuantas mudas de ropa de su bolso y algunos cuadernos. ¿Había trabajado toda la noche y luego había ido directo a clases?

"¿Un duro día de trabajo?" Quizás si presionaba un poco más.

"Si, como sea. Me iré a dar una ducha." Su tono era cortante una vez más y provocó un nudo en la garganta de Liam. ¿Había hecho algo mal?

"Um, claro," dijo con voz tenue mientras notaba la muda de ropa que se llevaba. Al parecer no habría material de sueños esta noche, pero en aquel momento era lo que menos importaba. Algo estaba mal, Christian estaba actuando muy extraño.

Quizás solo fuera el cansancio y Liam estuviera sobre-analizándolo. Dedicó el tiempo que le quedaba mientras Christian se duchaba para volver en sus pasos y pensar qué era lo que podría haber ido mal. La última vez que habían hablado había sido la noche anterior cuando... ¿acaso habría notado a Liam devorando su cuerpo desnudo con los ojos? Debía ser eso, ¿qué otra cosa podría provocar una reacción como aquella? Christian lo había descubierto observándolo y se había sentido incómodo por tener que compartir habitación con un... maricón. Aquel pensamiento era como una daga en el pecho.

Liam decidió armarse de valor y enfrentar los hechos antes de que se volviera un problema más grande y ya no pudiera manejarlo. En cuanto Christian volvió, inspiró profundo y dijo con una sola exhalación:

"Escucha, lamento lo de anoche. No quise hacerte sentir incómodo, es solo que... bueno... eres muy atractivo y..." se interrumpió, encontrándose sin aire ni palabras más que decir.

Para su sorpresa, fue Christian quien le devolvió una mirada extrañada.

"¿De qué hablas?" Dijo aún manteniendo su tono cortante y enarcando una ceja.

"Estás molesto conmigo, ¿cierto?" Respondió Liam, cada vez más confundido.

Christian soltó un suspiro antes de contestar:

"Mira, no me gusta que me mientan, ¿está bien? No tengo absolutamente nada en contra de que seas gay. De hecho tengo dos padres. literalmente. Además..." en ese punto se mordió el labio y pareció cambiar de idea en cuanto a lo que estaba a punto de decir. "Como sea, no me gusta que me mientan. Te vi con aquel chico. Debiste haberme dicho que tenías novio."

...

¿Qué?


Hola chicos! Mil y un perdones por demorarme tantísimo en volver a publicar. La universidad no es fácil, pero ahora que ya está terminando el cuatrimestre puedo dedicar un tiempito a escribir otra vez.

Como sea, espero que les haya gustado el capítulo dos. En mi blog pueden encontrar un pequeño especial, más experimento que otra cosa, pero especial al fin.

Pueden escribirme para decir si quieren más Sueños Rotos o puedo retomar DduE.