Sueños Rotos I: Una sonrisa
Chris se dio vuelta y dejó caer la toalla, obligando a Liam a reprimir un gemido. Tenía un culo espectacular, redondo, firme, unas nalgas que exigían ser mordidas.
De pie delante del edificio, Liam se preguntaba qué demonios estaba haciendo allí. Gente de su misma edad entraba y salía. La mayoría iban en pequeños grupos de dos o tres, riendo y comenzando a conocer a quienes serían sus compañeros por el resto del cuatrimestre.
Liam suspiró, tomó su maleta y comenzó su nueva vida.
Le habían asignado la Residencia Pound, cuarto 34. Luego de dar unas cuantas vueltas por el lugar, sintiéndose un idiota, logró dar con la puerta correcta en el tercer piso. Tuvo que obligarse a respirar profundo por un minuto completo antes de tomar la llave de su bolsillo y abrir la puerta.
Apenas entrar, notó que su compañero ya había estado allí. Había cajas desparramadas por toda la habitación. La cama del lado izquierdo estaba cubierta por una pila de ropa a pesar de que habían dos roperos enormes al pie de cada una. Un único escritorio viejo se encontraba justo al lado de la puerta, perfecto para arrojar las llaves luego de entrar. La tosca silla de madera que iba a juego tenía una caja encima que, por lo que Liam pudo ver, también estaba llena de ropa. ¿Acaso se habían equivocado y lo habían colocado con una mujer? ¿Cuánta ropa podría tener un hombre?
Se encogió de hombros y se dirigió a su nueva cama en el rincón derecho de la habitación. Cada cama tenía una mesita de noche a un costado y una ventana sencilla iluminaba la habitación en medio de ambas. Liam arrojó su único bolso con todas sus posesiones sobre el colchón y se dispuso a acomodar la poca ropa que había traído consigo.
Su madre había insistido en comprarle nuevas mudas, pero Liam se había negado. Sabía el enorme sacrificio que ella estaba haciendo al enviarlo a la universidad. Ya se las arreglaría. En caso de emergencia, no creía que su nuevo compañero tuviera algún problema con prestarle alguna prenda en todo caso.
Abrió la maleta, colocó algunas fotografías en su mesita de noche, colocó la laptop en el escritorio y se dispuso a acomodar el resto de cosas en el ropero al pie de su cama. Era bastante grande, tenía tres cajones en la parte de abajo y dos puertas, cada una con un espejo y un perchero dentro.
Cuando terminó de acomodar cada cosa, aún le quedaba un cajón y más de medio perchero libre. Liam suspiró y se miró en uno de los espejos, quizás bajaría a buscar el comedor, el estómago comenzaba a gruñirle.
Se acomodó el cabello castaño, lo llevaba corto y se lo peinaba hacia arriba, siempre lo había usado igual, resaltaba sus grandes ojos celestes y su rostro fino y afilado. Llevaba una camiseta verde con el logo de My Chemical Romance, su banda favorita. La prenda tenía sus años y había empezado a quedarle algo pequeña, pero Liam no había querido desprenderse de ella, había sido un regalo de su padre. Además, se ajustaba a su cuerpo y lo resaltaba, algo difícil ya que, aunque su cuerpo estaba bien trabajado, seguía siendo bastante delgado. Chequeó el bolsillo de sus gastados jeans para asegurarse de que su celular seguía allí y se dispuso a salir.
Iba ensimismado, pensando en quién podría ser su compañero de cuarto. A quién le habría tocado sufrir su compañía. Se sentía miserable. Solo llevaba un par de horas allí y ya extrañaba su vieja habitación. Las relaciones sociales no se le daban demasiado bien. Prefería pasar horas encerrado en su cuarto, leyendo sobre otras personas e imaginando otro tipo de vida.
De repente, Liam sintió como si chocara contra una pared de lleno. Confundido, retrocedió un par de pasos solo para ver que la pared resultó ser una ancha espalda perteneciente a un chico alto y extremadamente atractivo. El chico se dio vuelta y miró a Liam con una sonrisa y un gesto de sorpresa.
Le llevaba casi una cabeza, cabello corto, una mezcla entre dorado y café, sus ojos eran tan verdes que era un milagro que no brillaran. Su rostro estaba bien enmarcado por mandíbulas fuertes y estaba ocupado por una barba de un par de días. La cereza del postre eran unos labios gruesos, carnosos, creados para besar. Era un rostro fuerte, masculino.
"L-lo siento," Liam se golpeó mentalmente por tartamudear.
"¿Podemos hablar luego?" Dijo el otro a una chica menuda, de cabello negro, grandes proporciones y un rostro no muy amigable.
La chica le dirigió una mirada de odio a Liam , como si el chico hubiese planeado chocar contra aquel desconocido a propósito; dio media vuelta y se fue con aires de ofendida.
"Soy Christian, tu debes ser Liam, ¿cierto?" Dijo Christian con una sonrisa, como si nada hubiese pasado y extendiendo una mano.
"S-si," respondió éste estrechando la mano que le extendía y sintiendo toda clase de hormigueos en el cuerpo. Tenía unas manos grandes pero suaves, notó Liam.
"En ese caso puedes llamarme Chris. ¿Ibas al comedor?"
"Si, ¿s-sabes donde está?"
"Claro, yo también voy para allá. Solo venía a cambiarme. Si me das un segundo, te acompaño," dijo Chris y sin esperar una respuesta, se metió a la habitación.
Liam intentó pensar en alguna excusa para entrar también y poder ver lo que se escondía bajo aquella camiseta negra y, con un poco de suerte, lo que había debajo de sus jeans también. Pero su cerebro nadaba en un mar de caramelo y no logró idear nada convincente. Chris salió a los minutos con una camisa a cuadros que dejaba adivinar una figura de infarto y lo escoltó al comedor.
El apetito de Liam había desaparecido de repente. Aún no podía creer que aquel hombre fuera su compañero de cuarto. Tomó una manzana y se dirigió a la mesa. Chris llevaba la bandeja repleta y rió con ganas cuando vio el rostro con el que Liam lo miraba.
"Tengo que alimentarme bien, mi trabajo lo exige," dijo aún riendo y guiñándole un ojo al chico antes de proseguir a interrogarlo a profundidad. "Así que... ¿qué estudias?"
"Filosofía," dijo Liam masticando sin ganas la manzana y prestando atención a cada gesto del monumento que tenía delante. En ese momento fruncía el ceño con aspecto confundido.
"¿Esos tipos locos que pasan sentados en bancas pensando?"
Liam no pudo evitar reír con él.
"Si, más o menos."
"Genial," dijo Chris con una sonrisa deslumbrante. "Yo he entrado a Administración de Empresas."
"Suena bien," dijo Liam intentando imitar su sonrisa.
"No tanto. ¿Vives con tus padres?"
"Mis padres están separados, vivo con mi madre."
"Oh, lo siento."
"No es tan malo en verdad." Mintió Liam.
"¿Qué edad tienes? ¿Roncas? ¿Alguna novia? ¿Tendré que dormir afuera algunas noches?" Aquello último lo dijo con un tono de desesperanza que hizo reír a Liam otra vez.
"Tengo 19, no creo que ronque y no tengo... no estoy en ninguna relación." Liam se sonrojó de repente al darse cuenta que estuvo a punto de decir 'novio'.
Chris era muy, muy apuesto y tenía un aspecto muy masculino. Además era muy simpático, sonreía mucho y realmente no parecía uno de esos chicos que te romperían la cara solo por enterarse de que eras gay; pero sí quizás se inhibiría y querría cambiar de habitación. A Liam le entró pánico solo de pensar en esa posibilidad. Decidió que se contentaría con compartir habitación con él y quizás una amistad.
"¡¿Cuántas veces te dije que me llamaras en cuanto llegaras?! ¡Dime cuántas!" Una voz resonó detrás de Liam y Chris levantó la vista con la sonrisa más grande que había mostrado hasta el momento. Se puso de pie y recibió al dueño de la voz con un eufórico abrazo y unas palmadas en la espalda.
El nuevo desconocido era pelirrojo, tenía el cabello de un color anaranjado tenue. Pecas cubrían el puente de su nariz y sus mejillas. Tenía un rostro amplio, generoso. Unos ojos azules contrastaban con el color de su cabello. Iba vestido con una sudadera gris encima de una camiseta roja que resaltaba aún más su cabello.
Chris y él compartieron algunas palabras amistosas antes de que ambos volvieran a sentarse frente a Liam .
"Liam, éste es Ethan. Ethan, Liam. Mi nuevo compañero de cuarto," Chris los presentó y ambos se estrecharon la mano.
"Lamento mucho por anticipado lo que tendrás que sufrir," dijo Marlon con un brillo divertido en los ojos, como si supiera algo que Liam, no. Seguramente así era. Chris se limitó a reír.
"Ethan aquí, es otro más de los que aspiran a ser un loco sentado en una banca pensando," le dijo Chris.
"¿En serio? ¡Genial! Yo igual," respondió Liam.
"Tu has tenido suerte," dijo Marlon afligido. "Mi compañero es un lunático, tendrían que ver el pedazo de equipo de sonido que se ha instalado en la habitación. Les juro que si es un fanático del heavy metal iré a dormir a vuestra habitación y tendrán que aguantarme roncar. Bueno, Liam tendrá que aguantarme, tú no porque... ¡Uff!" Chris lo interrumpió con un codazo y le frunció el ceño.
"Como sea," Chris siguió hablando como si nada hubiese sucedido, parecía tener un talento natural para ello. "Liam, si quieres, Ethan puede pasar a buscarte mañana, así podrán buscar su salón juntos."
"Sería un placer," dijo Ethan con una sonrisa radiante. ¿Qué sucedía con toda ésta gente? ¿Por qué todos sonreían como si no existiese razón para no hacerlo?
Continuaron haciendo planes y riendo mientras Chris terminaba su comida. Ethan se despidió de ellos y se fue maldiciendo a su compañero de cuarto y con la promesa de buscar a Liam al otro día.
"Es mi mejor amigo de la infancia," explicó Chris mientras ambos volvían a la habitación. "Estoy seguro de que te caerá bien. Es un buen tipo."
"Si, eso parece." Respondió Liam distraído mientras observaba el trasero de su compañero de cuarto mientras subían por las escaleras. "Oye, ¿sabes dónde están las duchas?"
"Creo que las vi al fondo del pasillo."
Liam estaba exhausto, no veía la hora de refrescarse e ir a la cama. Entraron a la habitación y Chris se dedicó a revisar cajas y acomodar ropa de cualquier manera en su ropero. Mientras tanto, Liam buscó su propia muda y se dirigió a las duchas.
El lugar estaba relativamente vacío. Solo había un par de lugares ocupados, de modo que escogió la que mejor le pareció y dejó que el agua caliente le recorriera el cuerpo y lo relajara. Pensó en aquel extraño día. Tenía un compañero de cuarto bastante amistoso y extremadamente apuesto y había conocido a su primer compañero de clases. No había estado tan mal como se había temido.
Terminó de ducharse con una sonrisa, se vistió con un pantalón de pijama y una camiseta vieja y volvió a su habitación. En el camino volvió a cruzarse con Chris, que se dirigía también a las duchas. Las cajas, ahora vacías, se apilaban en su cama que aún estaba sin hacer. Liam tomó su laptop del escritorio compartido y se dirigió a la cama para tontear un rato antes de que el sueño se apoderara de él.
No pasó mucho antes de que la puerta volviera a abrirse y Liam estuviera a punto de morir infartado. Chris entró al cuarto con total naturalidad, desnudo, a excepción de una toalla anudada en su cintura. Tenía unos hombros potentes, seguidos de unos brazos gruesos y bien tonificados. Unos pezones oscuros que le hacían agua la boca a Liam coronaban un par de pectorales fuertes y bien formados. Tres pares de abdominales seguían y terminaban enmarcados por unos oblicuos que parecían indicar el camino a la gloria.
"¿Te molesta si me visto aquí?" Preguntó como si le estuviera pidiendo un bolígrafo.
"N-no, no hay problema," dijo Liam al tiempo que movía la laptop con disimulo para ocultar el bulto creciente en sus pantalones.
Chris se dio vuelta y dejó caer la toalla, obligando a Liam a reprimir un gemido. Tenía un culo espectacular, redondo, firme, unas nalgas que exigían ser mordidas. Se agachó para buscar en el cajón y Liam podría jurar que la laptop saltó junto a su polla. Rogaba en silencio que Chris se diera la vuelta, aunque fuera un segundo. Pero el otro simplemente se puso unos boxers y continuó vistiéndose, ignorante de los efectos enloquecedores que tenía sobre su compañero de cuarto.
Su cuerpo se movía con elegancia, casi como si se deslizara por el espacio, Liam lo había notado desde el primer momento en que lo había visto, cuando había chocado con él más temprano. Sus músculos parecían fluir como una maquinaria perfectamente aceitada. Tuvo que pasarse una mano por los labios para asegurarse de que no estuviera babeando.
Aquella masa de sensualidad terminó finalmente de vestirse, tomó un bolso de gimnasia de su ropero y se dio media vuelta.
"Me voy, no me esperes despierto," dijo guiñándole un ojo a Liam.
"¿Te vas? ¿Ahora? ¿No tienes clase mañana?" Respondió éste sorprendido.
"Tengo clases en la tarde. Ahora tengo... algo que debo hacer. Ya te acostumbrarás. Hasta luego." Salió de la puerta sin más, dejando a Liam sin palabras. ¿Qué sería todo eso?
Liam sentía su paquete duro, la imagen del cuerpo de su compañero aún grabada en su retina. Sin perder el tiempo, entró a la página de la universidad y se dirigió al registro de habitaciones. Introdujo su nombre y buscó el de su compañero. 'Christian Dunbar'. Copió y pegó el nombre en el buscador de Facebook y no tardó en localizar su objetivo.
Se sentía todo un fetichista navegando por las fotos de su compañero de cuarto y mordiéndose el labio cada vez que aparecía sin camiseta, lo cual era bastante frecuente ya que, al parecer, le gustaba dedicarse a la natación. Había muchas fotos de él solo en traje de baño.
No pudo más, cerró la laptop y la dejó a un lado mientras cerraba los ojos y se imaginaba aquel cuerpo sobre él, tocándolo. Se introdujo una mano por debajo de la camiseta y se pellizcó un pezón, soltando un gemido. Christian no estaba y no parecía que fuera a volver temprano tampoco, no tendría que preocuparse demasiado por los sonidos que profería imaginando aquel dios griego encima suyo, acariciándolo, besando su abdomen y pellizcando su otro pezón.
Deslizó la otra mano debajo de sus pantalones y rodeó su polla, dura y húmeda de precum. Comenzó a masajearse lentamente mientras imaginaba a Christian depositando suaves besos en su cuello, mordiendo su lóbulo, acariciando sus muslos.
Aceleraba el ritmo casi inconscientemente mientras recreaba la escena que había visto hacía solo unos minutos. Christian allí, de pie, mirándolo seductivamente con una de sus sonrisas y dejando caer la toalla para que viera su pollón enorme, húmedo y deseoso de una lengua que lo devorara.
"Chris, Chris, ¡Chris!" Gemía Liam mientras se corría sobre su propio abdomen.
Respiraba agitado y se sentía sucio, masturbándose con la imagen de su compañero de habitación. No había podido evitarlo. Era la primera que había estado cerca de alguien tan atractivo y con tan poca ropa, por no decir sin nada. No era virgen, pero Liam tenía muy claro que alguien con la apariencia de Christian estaba muy lejos de su alcance.
Además, no solo era atractivo, sino que también le había hablado, le había sonreído y había sido amable con él. Era hetero, pero eso era solo un detalle, muchos hombre atractivos eran heteros; éste había sido el primero en dirigirle una sonrisa. Liam se sonrojó, abrió la computadora una vez más y le envió una solicitud de amistad...
Bueno, una nueva historia con un par de aclaraciones:
Abrí una nueva historia porque me he dado cuenta que cometí muchos errores cruciales desde el principio con Diario de un Embaucador, así que quise empezar una vez más intentando corregir esos mismos errores. Díganme si lo logré.
Bajo ningún punto de vista voy a dejar de escribir Diario de un Embaucador. Ya estamos muy metidos con la historia de Alex como para dejarla ahora. El Diario va a continuar saliendo con la misma regularidad de siempre (excepto la semana del 3 al 10 porque me voy de vacaciones).
Y por último, los capítulos de ésta historia no saldrán tan seguido como los de Diario puesto que en unos días empiezo la universidad otra vez y no me dará tiempo de actualizar las dos al mismo tiempo. Diario seguirá saliendo con la misma regularidad.
Y eso es todo, comenten y díganme qué piensan de Liam y Christian! Saludos!