Sueños Prohibidos

De repente, se asoma la vecina del patio a tender, pero al oír mis gemidos, para nada disimulados, se gira y con una expresión de horror, se vuelve hacia dentro dejándose todo por tender.

Sueños Prohibidos

A veces tengo sueños tan reales que me enfado al despertar. Después me vuelvo a quedar dormido pero me suena el móvil, por lo visto nadie quiere que descanse hoy. Contesto con voz de resaca y resulta que es mi vecino, quiere "pasarse a hacerme una visita". Como mis padres ya se han ido le digo que puede venir.

No tarda más de 1 minuto, pues vive en el mismo rellano, a mi no me ha dado tiempo de vestirme, y como soy muy educado, no voy a recibir visitas en calzoncillos, de manera que me los quito de camino a la puerta y le abro.

Por la expresión de su cara nunca deja de sorprenderle que le abra con mi rabo "al aire". Entra y le pido que espere a que me lave la cara. -¿Vas a mear también?- me pregunta, -"pues ahora que lo dices, sí".

Me sigue hasta el cuarto de baño, desnudándose por el camino. Mientras me lavo la cara y los dientes, él se acaba de desnudar y se tumba en la ducha, meneándose la polla y esperando lo que los dos sabíamos.

Aún con el cepillo en la boca me dirijo hacía él y me pongo a orinar sobre su pecho, subo hasta su cara, bajo hasta su polla y vuelvo a su boca donde recibe bien abierta mi agüita amarilla.

Cuando me vacío por completo, sigo con mi higiene bucal, mientras él se da una ducha rápida que apenas consigue quitarle el olor de mi orina de encima. Me quedo mirando cómo se aclara, sin quitarle ojo a ese pene que me tiene conquistado, sabe que le miro y se recrea para mí.

Le tiro una toalla para que se seque y podamos follar ya, es lo que estaba esperando y para eso había venia a mi casa. Mientras se secaba el pelo, le agarro de la polla y lo llevo hasta la habitación de mis padres, donde tantas veces ya habíamos practicado sexo juntos, algo que seguro mis padres hacía años que no practicaban.

Me senté sobre la cama y sin soltar la polla de mi amante me la meto en la boca para sentir como crece dentro de mí, por su parte, él se seguía secando con total naturalidad, esa complicidad entre ambos es lo que más me gustaba de nuestra relación. Sabía que venía a follar y follado se iría a casa, después nos tratamos como simples vecinos.

Me agarraba la cabeza para marcar su ritmo, pero antes de correrse me empujó hacia atrás para mamarme mi polla, que aunque no muy grande, decía que lo volvía loco mi pollita de puta. Se puso sobre mí y se dio la vuelta para poder hacer un buen 69.

Casi me ahoga, pero me encanta la pasión que pone. Soy su válvula de escape de todas esas fantasías que no puede hacer con su mujer, y yo se lo recuerdo constantemente, así me aseguro follar con él muchas veces y disfrutar de su verga en mi boca, en mi culo y desearía tener coño para que me folle por todas partes.

Cuando ya no puedo más le grito, -"Fóllame de una puta vez"-. Se levanta de encima mío y mientras se pone un condón que le he pasado, me unto bien el culo con lubricante. Le hago tumbarse en la cama, con el rabo mirando en alto, para sentarme poco a poco sobre él y sentir como penetra cada centímetro en mi interior.

Como siempre se siente un ligero dolor al meter ese "autobús" en mi "garaje", pero pronto se torna en placer, un placer inmenso que me hace perder la cabeza. Frente a mi está la ventana que mira al patio de luces y cuando la brisa de verano levanta las cortinas, nos podrían ver perfectamente. Es un detalle que seguro que él no ha visto, pero que a mí me pone a cien.

Me muevo poseído por la lujuria mientras observo atentamente por la ventana a la espera de alguna invitada cotilla. El morbo de que nos descubran me pone a cien, y mi pareja lo nota, aunque aún no sabe porqué.

De repente, se asoma la vecina del patio a tender, pero al oír mis gemidos, para nada disimulados, se gira y con una expresión de horror, se vuelve hacia dentro dejándose todo por tender.

Esperaba otra reacción más morbosa, de hecho por un momento sentí el miedo de ser descubierto, pero se me pasó al sentir las embestidas de su verga en mi culo. Olvidando por un momento el tema de la vecina seguimos follando, cabalgando sobre su tranca como una autentica puta.

Me inclino sobre él para besarnos, lamernos y decirnos guarradas al oído mientras da sus últimas embestidas, me vuelvo a levantar para sentir toda su polla dentro de mí. Miro al frente y veo a la vecina de antes junto con la esposa de mi amante, mirándonos con pavor.

Esta vez, lejos de asustarme, estoy tan excitado que me muevo más para provocarla. Le grito a mi compañero de juegos -"¡Dime que soy mejor que la puta de tu mujer!"-, -"¡Oh si! mucho mejor, ella no sabe follar tan bien como tú"-, "¿ Prefieres mi culo o su coño!"-, -"Mil veces tu culo, y tu pollita de puta"-.

Ella miraba atónita como su marido la insultaba y me prefería mí, ido por el placer y la lujuria entre dos hombres. Decidí dar la puntilla y pedirle que me folle como una perra, me levanté, me puse a cuatro patas sobre la cama y él me siguió follando con fuerza hasta que vio a su mujer por la ventana y paró en seco.

El morbo fue tan grande que me corrí sin hacer falta que me toque, le miraba a los ojos mientras me corría, con la polla de su marido en mi culo, paralizado por el miedo. Sabía que lo había jodido todo por el morbo, pero no me importaba.

Antes de que él pueda sacar su rabo de mí, suena el móvil y me despierto. Me jode no poder decirle a su mujer, que soy más puta que ella y que follo mucho mejor.