Sueños hechos realidad

Es muy bonito cuando un sueño se te cumple, pero más aún, cuando éste sobrepasa las expectativas.

La felicidad que Pedro sentía era tanta, que se le desbordaba del cuerpo. Después de varios años de sacrificio y arduo trabajo, había reunido el dinero suficiente para cumplir su sueño. Con maletas en brazos, se dirigía a la parada de autobuses, primera escala de su esperado viaje. A unos cuantos metros de llegar a ésta se encontró con Hilario, viejo amigo del colegio.

  • ¿A dónde tan contento, mi Pedro? - Preguntó con tono alegre el amigo.

  • Voy a tomar un camión para el aeropuerto. - Contestó Pedro.

  • ¿Para el aeropuerto? - Se sorprendió Hilario.

  • Sí, para el aeropuerto. Me voy de viaje a Nueva York y ando pero si bien contento. Me han dicho que la gente de allá es bien amable y ama a los mexicanos. Ya no aguanto por llegar. - Exclamó extasiado el soñador muchacho.

  • Bueno...pues que te vaya bien. No se te olvide traer un recuerdito pa' los cuates. - Le pidió su compañero.

  • Claro que no. Nos vemos. - Se despidió el ansioso joven, dispuesto a cruzar la calle.

Para su desgracia, por su gran felicidad ni siquiera reparó en mirar a los lados, para ver si algún automóvil se aproximaba. En cuanto puso los dos pies sobre el asfalto, un enorme tractor lo arrolló a más de cien. Sus maletas salieron volando. Su cuerpo quedo tirado en el piso, rodeado de sesos y sangre.

Las personas horrorizadas hicieron un círculo en torno al cadáver. "Era tan joven", dijeron algunos. "Pobrecito", comentaron otros. Todos se lamentaban por Pedro. Todos, excepto Hilario, quien mirando los restos de su amigo regados por el suelo se dijo a sí mismo:

"Donde quiera que se encuentre, de seguro está bien feliz. Él nomás quería salir del país y el destino lo sacó del mundo. Que afortunado".