Sueños de cristal I

Alex estaba enamorada de Jesús desde que le conoció en el trabajo, pero él mantenía una relación con otra persona. Despechada, se enrolló con un hombre que sólo la usaba para su placer... ¿Podrá ella encontrar el amor de verdad algún día?.

I

Alex sentada en el asiento de su puesto de trabajo, observaba disimuladamente lo feliz que Jesús había regresado de sus vacaciones. Como era habitualmente en él, ni siquiera se había dignado a hablar con ella ni un minuto desde su llegada.

No debe importarme, ya no siento nada por él, se dijo intentando aguantarse las ganas de llorar que su indiferencia le causaba. No indiferencia no, únicamente compañerismo. Para Jesús, no soy nada más que una compañera de trabajo.

Deseosa de pensar en otras cosas, se concentró en terminar su trabajo poniendo toda la atención posible en el informe. Y eso le funcionó a la perfección… hasta que oyó la voz de uno de sus compañeros, hablando de forma socarrona con el causante de sus males.

-Es muy guapa, y tú sales en esa foto con pelos revueltos…

-Hemos pasado la mayor parte del tiempo bajo el agua, Javi- sonrió Jesús con ternura- Han sido unas vacaciones inolvidables.

-Espero que al menos te la hayas tirado bien- bromeó su primo con un guiñándole un ojo- Mujes venezolanas como esas no hay muchas.

Ante aquellos comentarios, Alex no pudo más y fue hasta el baño con un nudo en la garganta. Durante días había intuido que aquéllas vacaciones de Jesús iban a ser algo especial para él, pero no se imaginaba hasta que punto.

Por segunda vez en su vida, Jesús se había enamorado… y no era de ella.

Deprimida, y aguantándose las ganas de llorar, regresó minutos después a su asiento, obviando la rápida mirada que su compañero Javi le lanzó. Deseaba salir cuanto antes de allí para olvidarse de todo. El sonido de su móvil la hizo suspirar, deseosa de ocupar su mente en otros menesteres que no fueran Jesús, ni su novia venezolana.

Te espero está noche en mi casa, cariño. La tengo dura solo de pensar en ti. Carlos.

Con un escalofrío cerró rápidamente el buzón de mensajes al sentir el roce de una mano en su hombro.

-Hola- le saludó Jesús tranquilamente como siempre- ¿Qué tal estás?

Mal, pensó interiormente observándole embobada. ¿Cómo podía estar?

-Bien- mintió fijando su vista en la frente del chico- Sin novedad.

-¿Has hecho algo interesante en estas semanas?- le preguntó él sentándose a su lado

No… Las tonterías de siempre… solo liarme con un tío por el que no siento nada, que tiene varias novias, y que sólo desea follar conmigo cuando le entran ganas.

-No me he movido de Madrid. Ya sabes que mi vida es muy aburrida. No hago nada nuevo. ¿Qué tal tus vacaciones?

-Bien, me lo he pasado muy bien, y estoy muy feliz.

A continuación comenzaron a comentar cosas sobre el trabajo disimulando que ambos se habían creído las palabras que habían oído y pronunciado.

Uno más que la otra.

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Horas después, Alex suspiraba hondo mientras llamaba al timbre de la puerta. Llevaba varios días obviando los mensajes que Carlos le mandaba. Había decidido no volver a quedar con él, porque realmente no le gustaba. Se había dejado por el despecho y sabía que de aquello nada bueno podía salir bien.

Pero ahora que Jesús había vuelto… todo volvía a cambiar, de nuevo.

-Vaya vaya, mira quién está aquí- susurró una voz aterciopelada tras la puerta- pero si es mi zorrita número cuatro. Te has pensado bastante el dignarte a visitarme, querida.

He estado ocupada, quiso decirle, pero como siempre sucedía cuando estaba ante su presencia, se quedó callada mirando al suelo sin abrir los labios siquiera.

-Ya veo, vienes a que te folle como te mereces. Debería castigarte por haberte portado de forma tan desconsiderada conmigo- dijo Carlos con sus ojos brillando de satisfacción ante tal idea- Pero está noche he tenido demasiado jaleo. La zorrita número tres se marchó hace poco, y estoy agotado…

Alex no pudo evitar notar que aquello no era del todo cierto, al sentir la dureza de su polla contra su pelvis, al abrazarla bruscamente él a continuación.

-mmm siempre hueles tan bien, querida- susurró lamiéndole la cara con lujuria- Creo que por hoy el castigo puedo aplazarlo, pero las ganas de follarte no. Pasa dentro y quítate la ropa. No tengo mucho tiempo.

Sin fuerza de voluntad, Alex siguió sus instrucciones y comenzó a quitarse la ropa mientras se dirigía hacia el salón del apartamento. Temblaba interiormente ante la perspectiva de volver a acostarse con Carlos, pero por una maquiavélica razón que aún no había llegado a comprender, ella le necesitaba.

Nadie la había deseado en su vida, ni siquiera Jesús, hasta que Carlos apareció una noche de la nada. Aún se estremecía de las cosas que él le había obligado a hacer aquella noche, justo dos días después que Jesús se marchase a Venezuela a conocer al amor de su vida.

-Estás tensa zorra…- musitó en oído obligándola a arrodillarse a sus pies con brusquedad- Me excita mucho follarte sin que estés preparada, pero hoy no. De momento quiero que me chupes la polla como tú sabes. Está dura y caliente para ti, cariño.

Tragándose el temblor que aquellas palabras la ocasionaban, Alex procedió a realizar lo que él deseaba con lentitud. Tomó la base de su polla entre las manos, y acercando su boca a ella, comenzó a lamerla como él le había enseñado semanas atrás.

-mmm… tan cálida como siempre- jadeó Carlos con satisfacción- Adoro que me la chupes. Ya te echaba de menos, zorrita.

Alex quiso concentrarse en lo que estaba haciendo, y comenzó a succionar con energía la base de la polla, mientras sentía sin poder remediarlo los bruscos movimientos que las manos de Carlos hacían contra sus tetas.

-No juegues conmigo, corazón. Quiero follar tu boca primero, y correrme como un condenado en ti.

Ella asintió mientras se la introducía de lleno en su boca, y comenzaba a chupársela tal y como él le había enseñado semanas atrás.

-Ah, cariño- gimió él casi con dulzura- Adoro cuando tu boca me succiona así. Ohhh me encanta.

Alex cerró los ojos y se concentró en Jesús como siempre hacía, mientras lamía aquella polla tan dura y húmeda. Oía cómo Carlos gemía, con sus dedos ásperos tomando su pelo con fuerza casi obligándola a acelerar el ritmo de la mamada.

-Eres toda una profesional nena- musitó- quiero que te tragues todo, sin desperdiciar ni una gota. ¿A ti también te gusta, verdad putita?.

Al oírle susurrar aquello, no puedo evitar gemir empezando a sentirse mojadita por sus palabras. Odiaba profundamente cómo una simple palabra pudiera reducirla a ese estado, pero no quería pensar ahora en ello. Simplemente cerró sus ojos y continuó chupando.

Quizá si Carlos terminaba satisfecho, podría dejarse follar por él imaginando que se estaba entregando a Jesús.

-¿Preparada para que te folle esa dulce boca?- masculló él levándose bruscamente.

-Sí, mis labios y toda soy tuya- respondió en voz baja, sabiendo que eran las palabras que deseaba oír.

-Bien, empecemos entonces putita.


Continuará ….