Sueños cumplidos C.8 Una noche complicada

Tras meses en los que tuvimos resultados agridulces a veces, fortuitos pocas veces y totalmente gafes en unos momentos…Tuvimos un golpe de suerte y volvíamos de una misión cargados de oro, que sobresalía de nuestras cuatro mochilas; aunque no era oro puro con eso podíamos salir de deudas y problemas

Sueños cumplidos

Capítulo 8: Una noche complicada

Tras meses en los que tuvimos resultados agridulces a veces, fortuitos pocas veces y totalmente gafes en unos momentos…Tuvimos un golpe de suerte y volvíamos de una misión cargados de oro, que sobresalía de nuestras cuatro mochilas; aunque no era oro puro con eso podíamos salir de deudas y problemas que teníamos en nuestra casa de las afueras. Como arreglar las goteras, la parte ruinosa de la casa; y, por último, reforzar la puerta ya que el jardín lo habíamos dado por perdido.

Íbamos por la pradera verde, mientras Dorian abría camino con su machete; sin decir nada.

—      ¿Cuánto calculas que llevamos encima, Axel? – pregunto Orda

—      Unos mil jornales, aproximadamente. – contesto Axel, al que sin duda; se le daban bien los números.

—      ¡¿mil jornales?! – grite emocionada, era pesado caminar con tanto peso; pero merecía la pena por ese dinero.

—      Sí, pero no olvides que debemos ochocientos; y que, arreglar un poco la casa costara cien…quizá podamos repartir veinticinco, para cada uno. – confeso Axel, intentando animarme al ver decaer mi sonrisa.

—      Ya, supongo que es lo que toca; no queda otra… - dije triste

—      Anímate, al menos esta vez; nada ha salido mal – soltó Orda, sabiendo que cada vez que dice eso; algo se tuerce.

—      ¡No lo digas! – grite enfadada, mientras todos nos paramos a mirar a nuestro alrededor; porque es que hasta Dorian lo creía, aunque no decía nada el también miraba.

—      ¿Qué no diga el que? – pregunto ofendida Orda, aunque no sabía lo que pensábamos; lo imaginaba.

—      Dejadlo, sigamos. – ordeno Dorian

Todos asentimos y seguimos el camino hasta que llego la noche, miramos a Dorian; pero este no contesto inmediatamente. El mismo estaba sumergido en lo que estábamos pensando todos, si parábamos a descansar algo podría torcerse; sin embargo, correr por la noche con los Morrock sueltos…sería peligroso.

—      Montad el campamento – ordeno Dorian

—      Pero Dorian… - quiso protestar Axel

—      Es una orden – interrumpio tajantemente Dor

—      Dorian, ¿y si algo se tuerce? – dije temerosa

—      No lo permitiré – dijo orgulloso

—      Entendido – dijo Orda, sin protestar; mirando al jefe.

Éramos un grupo muy apegado y a la vez muy independiente, cada uno teníamos nuestra tienda de campaña; y, sin embargo, luego no queríamos estar separados los unos de los otros. Encendimos un fuego en medio, para que los Morrock no se acercaran y nos acostamos a dormir; cada uno con su mochila al lado.

Por la noche…

—      ¡Ayuda! – pidió una voz, y a lo lejos se escuchaba ruido de batalla; todos salimos de nuestras tiendas.

No era raro que los Morrock atacaran por la noche a algún grupo de aventureros, si el mismo no tiene armas contundentes; esta jodido. A nosotros nos pasó una vez y no morimos de milagro, tuvimos que huir con el rabo entre las piernas y dejar el botín allí; a merced de cualquiera. Cuando volvimos no estaba, asi que no ganamos nada para variar; pero al menos evitamos morir o perder a alguien.

—      Axel, quédate aquí; las demás conmigo y sacad vuestras armas contundentes. – ordeno Dorian

—      Las mochilas estarán a salvo, conmigo – prometió Axel

—      Voy a tu derecha – comunico Orda

—      Me aproximo por tu izquierda – comente

Tras subir un leve montículo de uno de los pocos montes que hay en la pradera, nos vimos a un grupo de aventureros de ocho personas siendo atacados por Morrock; de los cuales siete son chicos y una chica. La chica parece arquera e intenta cubrir a sus compañeros de forma inútil, ya que cada vez que dispara a un Morrock; se divide en cuatro pequeños. Cuatro chicos eran guerreros de primera línea, uno lleva un hacha a dos manos; dos escudos y espada. Y otro lleva un espada y un hacha, esos solo logran dividir entre dos a los Morrock; algunos golpean con escudo y los destruyen. En la segunda línea, hay tres que llevan hondas; y cada vez que aciertan a uno, los destruyen.

Por otro lado, hay un grupo de comerciantes; que llevan dos guardias experimentados, pero se están viendo sobrepasados. Los otros parecen que pueden aguantar, mientras mantengan la posición; no ganarán, pero tampoco perderán. Los Morrock, son los enemigos más débiles que hay; es por eso que de frente es difícil de que te maten. Dorian observo ambas escenas y decidió con rapidez, nos señaló al grupo de comerciantes; que ya empezaba a tener bajas y que nos necesitaban con urgencia.

—      Orda, cúbrenos a distancia a nosotros y al otro grupo; Emba saca tu maza y conmigo. – ordeno Dorian

—      Lo haré lo mejor que pueda – dijo Orda

—      V-voy – conteste, mientras sacaba la maza

Dorian saco su escudo con pinchos y un martillo a una mano, ya que se le daba bien y le gustaba. Acto seguido cargo contra los bichos, gritando para llamar su atención; seguí su ejemplo y nos unimos a la batalla. Verme luchar a mi o a los demás, no era nada especial; pero ver al jefe luchar era algo increíble. Parecía totalmente intuitivo en la lucha, no cedía terreno ni, aunque lo necesitara; si tenía que perder, perdía avanzando. La mayoría de veces que íbamos a perder, el jefe le daba la vuelta a la tortilla con su forma de luchar; era tan impresionante que hasta los enemigos solían quedar sorprendidos. Sin embargo, todos lo veíamos menos el, Dorian pensaba que si hubiera ido a una academia; en lugar de entrenar por su cuenta, sería mejor. Los demás pensamos que es tan bueno, por ser autodidacta; y tener su propio estilo.

Nada más bajar la colina, muchos Morrock se sintieron atraídos por nuestros gritos; y empezaron a acercarse peligrosamente a nosotros. Dorian se acercó al grupo y giro sobre sí mismo, golpeando a todos los que le rodeaban; rodo por el suelo y sin levantarse, giro sobre sí mismo para hacer hueco entre ellos y poder levantarse. Lo que más miedo daba de Dorian es que al luchar, sonreía; sin miedo alguno solo felicidad. Yo golpeé a uno que se me acercaba por la izquierda, me cubrí de uno que venía por mi derecha con mi rodela y Orda, reventó a otro que me atacaba por detrás; mientras que íbamos avanzando hasta el grupo de los comerciantes. Orda también disparaba a Morrock que atacaban a Dorian, pero este solo le sonreía con una sonrisa que daba miedo; y seguía luchando. Dorian los golpeaba desde todas partes, giraba el martillo a placer y jamás se le caía de la mano; incluso golpeaba con el escudo a algunos. Cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos dentro del grupo de Morrock; luchando al otro lado que los mercantes.

—      Voy a abrir un hueco, subir este monte; y pegaos a la hoguera. – ordeno Dorian

—      ¿Quién eres? – pregunto uno

—      Uno – dijo Dorian, mientras acababa con la línea que nos separaba de ellos; de un solo giro.

—      ¿Quién es? – se preguntaron entre si

—      Da igual, nos está salvando – contesto otro

—      Dos – pronuncio Dorian, mientras que se hizo hueco para poder moverse; derribando a los que tenía cerca de él.

—      Preparaos – dijo un comerciante

—      Solo tendremos una oportunidad – dijo otro

—      Sígueme Emba, tres – ordeno Dorian

Nos dimos la vuelta, tiro el escudo; se agarró de mi brazo con un brazo y corrimos hacia delante golpeando a todo Morrock que se nos cruzaba en el camino. En principio funciono, pero algunos fueron atrapados por los Morrock; y gritaron de dolor por su acido. Si hubieran seguido corriendo a pesar del dolor, hubieran sobrevivido; pero al caer…los Morrock se les echaron encima y ya estaban muertos.

—      Orda, llévalos hasta el campamento – dijo de forma severa

—      ¿pero? – intente reprochar

—      Es una orden – ordeno sin contemplaciones

—      Voy – dije tristona

Lleve a los comerciantes hasta nuestro campamento, donde había una hoguera avivada por Axel; que mantendría lejos a los Morrock. Una vez los dejé allí, me dispuse a volver; pero ya volvían Dorian y Orda, con los supervivientes del otro grupo. Habíamos salvado seis de un grupo y ocho de otro, no era mucho; pero era lo que habíamos podido hacer.

Todos estaban felices de haber sobrevivido, todos estábamos contentos de haberlos salvado; excepto Dorian él estaba triste por las bajas, se sentó en una piedra lejos del campamento y me senté, abrazándome a él.

Cuando estábamos allí en silencio, el tiempo parecía no pasar; estábamos tan a gusto…que no nos percatamos de que algo se movía entre la hierba y no eran Morrock, ya que estos vuelan sobre ella o entre ella; nada podía ir peor o eso pensábamos.