Sueños cumplidos C.6 La mujer salvada

Tras su petición de ayuda, cogimos una manta del suelo y la tapamos, luego cortamos sus cuerdas y la liberamos; por ultimo quitamos su mordaza.

Sueños cumplidos

Capítulo 6: La mujer salvada

Tras su petición de ayuda, cogimos una manta del suelo y la tapamos, luego cortamos sus cuerdas y la liberamos; por ultimo quitamos su mordaza.

—      Gracias… - dijo agotada, cansada y mal herida.

—      Descansa, nosotros nos ocupamos de todo – dije

—      Eso, tranquila; muchacha. Estas a salvo – dijo Jack

La chica tan solo se dejó caer en nuestros brazos, perdió el conocimiento y ambos nos miramos.

—      ¿esta grave? – pregunte, preocupado; si lo estaba no llegaría con vida a Suren.

—      No sé de esas cosas, pero…no lo parece, solo cansada; magullada y eso. – contesto, rascándose la cabeza.

—      Bueno, ¿podrías cargar con ella? – pregunte a mi amigo

—      Sí, pero entonces solo podre coger un barril – se mordió los labios Jack, como si fuera la mayor tragedia; desde que lo conociera.

—      Ya…pero una vida vale más que eso, tío – compare la balanza, y el barril salía perdiendo claramente.

—      Eso te honra – asiente Jack, y me apoya su brazo en el hombro; como señal de respeto

—      Cojamos las cosas y nos vamos. – le animo a apresurarnos

—      Vale, vamos. – consiente, Jack.

—      ¿a cuánto estamos de Suren? – pregunto para saberlo

—      Un par de días, a lo sumo tres; ahora que vamos cargados. – se rasca la cabeza Jack

—      Pues vamos, partamos; ya. – aprieto el puño y me pongo en movimiento.

Tras coger las cosas apresuradamente, partimos hacia Suren a toda la velocidad que podíamos ir; cargados y cansados. El paisaje no vario nunca, solo que cogimos el viejo camino de la pradera; que por esta parte no estaba totalmente cubierto. Señal de que pasaba más gente por esta zona, también había por todas partes zonas de acampada; que solo eran un hueco circular entre la maleza. Tras unas horas jadeantes en las que íbamos de forma acelerada, en las que íbamos en total silencio; y que tuvimos que salir del camino o entrar, dependiendo de si estaba en buenas condiciones o taponado; eso dependía de algunas zonas.

—      Lástima lo del barril – dice apenado

—      Ya, pero hemos salvado una muchacha – acaricio la melena de la chica, inconsciente; esta se mueve, pero no se despierta.

—      No cantes victoria, estamos muy lejos; y puede morirse por el camino – dice Jack, para que no me haga ilusiones.

—      Tienes razón, pero esperemos que no; sería una pena. – digo para mí mismo

—      Esas cosas pasan en todas partes, ¿sabes? – me cuenta, para hacerme sentir mejor

—      Sí, pero delante mía; quiero evitarlas – pienso en voz alta, pues para eso; me hice aventurero.

—      Está bien, eres un héroe de corazón; eso no lo dudo – afirma, haciéndome sentir un vuelco en el corazón.

—      ¿y entonces que dudas? – pregunto sorprendido

—      Dudo…de tu capacidad para matar, y eso sí que es un problema – niega con la cabeza, intranquilo.

—      ¿por qué? – intento descubrir, que le preocupa

—      Porque puede causarte tu propia muerte – suelta, sin tapujos.

—      Ya…cuando sea el momento de matar, lo hare. – aferro, el mango de mi espada.

—      Confío en eso – me guiña un ojo

—      Haces bien – hago parecer que estoy seguro

Tras hacer varias paradas, para comer y llevarnos andando todo el día…la chica empezó a reaccionar, pudimos darle de comer y de beber algo.

—      Agh… ¿Dónde estoy? – dijo débilmente

—      En algún punto entre Suren y la bailarina de fuego, vamos en medio de ninguna parte.

—      ¡JA! – grito una carcajada, Jack. — yo no lo hubiera dicho mejor, tío – animo

—      ¿en dónde? – volvió a preguntar un poco desubicada

—      En la pradera verde – dije esta vez mas especifico

—      Ah…gracias por salvarme de los Goblin – agradeció débilmente

—      ¿Cómo caíste en sus redes? – pregunto Jack, ávido de información

—      No es el momento, amigo; está muy débil…mejor que descanse – juzgue la situación

—      Si, tienes razón; ya os lo contare. Quizás, mañana. – comento, la chica; mientras cerraba sus ojos y se encogía sobre sí misma.

Durante esta noche, la chica durmió conmigo; en mi tienda de campaña. Tuvo una noche movidita, llena de pesadillas; pero la noche fue bien y sin problemas. Al día siguiente, pidió caminar; parecía mejorar, aunque fuera poco a poco. Fuimos todo el día a su ritmo, que no era mucho menor que el mío, vimos las primeras granjas de Suren y algunos aventureros que luchaban con Morrock. Por el día mientras comíamos…tuvimos la conversación esperada.

—      Iba hacia Suren para casarme con mi prometido, pero los Goblin nos estaban esperando; eran muchos y salían de todas partes…éramos una caravana comercial, llevábamos dos guardaespaldas y… - se le quebró la voz

—      ¿y? – agarro a la chica con ambos brazos y la zarandeo con brusquedad

—      Tranquilo – calmé a Jack — tranquila, ya todo ha pasado – le puse una mano para calmarla en el hombro

—      No, quiero contarlo; me sentiré mejor…los luchadores intentaron protegernos, pero todo fue un caos; no sé qué paso con los demás. Algunos huyeron, otros lucharon y; otros entramos en la bailarina de fuego. Pero esa era la guarida de ellos – dijo expulsándolo todo. — solo quedo yo – dijo rompiendo a llorar

—      ¿Cuánto llevabas en manos de esos monstruos? – Pregunto, dando un puñetazo al suelo; lleno de rabia.

—      No lo sé, perdí la cuenta – se desmorono y lloro en mi hombro

La dejamos desahogarse en silencio, comiendo y bebiendo.

—      ¿Cuánta comida nos queda? – pregunto Jack

—      Esta era la última - confesé

—      ¿y bebida? – pregunto, preocupado

—      Esta noche y ya está – moví la última cantimplora y estaba medio vacía

—      Mañana será un día duro – sentencio, siendo totalmente sincero.

—      Sí que lo será, si señor – juzgue, acariciando el principio de mi barba

—      Bueno esta es la vida de un aventurero – se estiro, demostrando que todavía puede ocupar más; es gigantesco el tipo.

—      Sí, la vida que hemos elegido – asentí, orgulloso de mi decisión.

Mientras hablábamos la chica nos miraba, llego la hora de ponernos en marcha; pero ella no podía caminar y la llevamos entre los dos. Seguimos avanzando inexorablemente por la pradera, hasta que llego la noche; le cedi mi tienda a la chica y ella la acepto de buen grado. Jack me ofreció un hueco en su tienda y lo acepte, aunque iba a estar bastante apretado; pero es lo que había.

—      Vaya, hombre…no soy persona sin cerveza – se quejó Jack

—      Ya… - dije, por lo bajo

—      ¿y tú porque no te quitas la armadura, para dormir? - pregunto

—      ¿Te digo la verdad o la mentira? – le conteste con una ingeniosa pregunta

—      Dime las dos, si quieres; ya que te has esforzado por inventarte algo – se rio este

—      La verdad es que no sé si luego me la podre poner y la mentira es…que por si nos atacan por la noche, ¿Qué te parece? – pregunte para saber su opinión

—      La primera demuestra que eres un clásico novato y la segunda, te vuelve un tipo preparado; comprendo que quieras aparentar que eres más duro de lo que eres. – rio Jack, mientras me ayudaba a quitarme la armadura y me enseñaba a hacerlo a mí.

—      Gracias – agradecí el gesto

—      De nada, podrías decirme tu nombre, ¿no? Que al final llevamos viajando muchos días juntos y no te has presentado

—      Es verdad – reí — me llamo… - iba a decirlo, cuando la chica rompió a llorar

—      Déjalo, ella te necesita; a mí no se me da bien consolar a la gente – rio tristemente Jack

—      Está bien, mañana te lo digo – le guiñe un ojo de forma chulesca

—      Eso espero, eres más chulo; sin casco – rio Jack, provocando que también me riera.

Desde luego era algo a pensar en el futuro, ser un héroe sin casco; atrevido pero locuaz. Me acerque lentamente a mi tienda, donde se escuchaban sus lloriqueos; y llame a la chica.

—      Hola, chica; ¿estás bien? – pregunte con suavidad

—      Sí, es solo que no puedo estar sola – dijo aun llorando

—      ¿quieres que duerma contigo? – quise saber, si era lo que quería.

—      Vale, pasa – abrió la cremallera, para dejarme pasar y lo hice.

Al entrar, nos acostamos espalda con espalda; mientras ella lloraba…